Agradecimiento a las felicitaciones por el Aniversario de Boda

Tanto María Jesús como yo os agradecemos enormemente las felicitaciones que recibimos ayer, Día de Trismegisto (Tres veces Mago y Maestro), al celebrarse nuestro XXVI Aniversario de Boda.

Como modesta contrapartida a tantas muestras de Amor y por decisión de los dos, comparto con vosotr@s ciertas reflexiones y hechos que algun@s conocéis tan bien como nosotros mismos. A estas alturas de la historia del planeta y de la Humanidad, no existe motivo ni excusa de pudor que justifiquen mayor discreción. Por más que esto será leído por quien deba leerlo y por nadie más. Así funciona el Cosmos, arriba como abajo.

Comienzo subrayando que la sintonía sentimental y el enlace físico en esta vida entre María Jesús y yo no es fruto del azar, sino de una profunda causalidad. Esto le ocurre a numerosas parejas, pero pocas son conscientes de ello. Nosotros sí. Y sabemos que estamos aquí juntos por un Pacto de Amor suscrito por nuestras almas en la dimensión de la Eternidad. Un Pacto que, en la cronología de este plano material, se remonta a bastantes miles de años atrás y nos ha llevado a compartir nuestras vidas físicas en calidad de pareja –siempre su alma encarnada como mujer y la mía como hombre- en otras muchas ocasiones, con cuyos detalles no os voy a cansar.

En el momento presente en el que lo eterno se desenvuelve, sabemos igualmente de donde venimos y la razón trascendente por la que hace cientos de miles de años llegamos a la antigua Tiamat, la Tierra o Gaia de hoy, al objeto de colaborar en la transmisión de consciencia al planeta en un periodo crucial –el que ahora vive no lo es menos- de su devenir, lo que terminó plasmándose en una prolongada cadena de vidas físicas que ha desembocado en nuestra forma humana actual. Así como a donde vamos, en consonancia con el hermoso viaje energético y vibratorio que, en el marco del Gran Sistema de Sirio y la Vía Láctea en su globalidad, desarrolla la Tierra, auténtico ser viviente, y, con él, todos los seres que en ella tienen su hogar. Nos sentimos felices y dichosos de aportar nuestro grano de consciencia al éxito de tan espectacular singladura, cuyo final –salto dimensional- percibimos tan próximo que probablemente haya empezado ya.

Para que tal aportación fuera y sea lo más fructífera y amplia posible, hemos suscrito voluntariamente un reparto de papeles que persigue aunar con acierto estabilidad y creatividad, equilibrio e iniciativa, quietud y movimiento. Esto es, los principios pasivo y activo (negativo y positivo, femenino y masculino,…) que en su armoniosa conjunción generan la Luz de la Creación. Mi alma estará por siempre agradecida a la que se encarna en María Jesús por haber asumido, y haberlo hecho en tantas vidas físicas de manera tan perfecta, el rol que en el plano humano resulta de mayor dificultad, pues conlleva ocuparse de la tramoya para que la otra pueda esmerarse con dedicación en un trabajo de expansión de consciencia que vaya más allá del círculo familiar y de amistad y alcance al mayor número posible de personas. Y éstas sólo suelen tener ojos para quien sube al escenario, no para quien se encarga de que la obra sea factible y pone a disposición del actor todo aquello que precisa para el buen desempeño de su función.

Por supuesto que desde que en esta vida física nos reconocimos (en la entrada de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad de Sevilla, el jueves 6 de octubre de 1977), y nos casamos exactamente 75 meses después (en el templo hispalense del “Corpus Christi”, el viernes 6 de enero de 1984), nuestra relación ha tenido sus altibajos, al hilo de los avatares conscienciales y vivenciales de cada uno. Nuestra dimensión espiritual está encarnada en seres humanos y, como tales y en libertad, hemos experimentado las vicisitudes propias de cualquier hombre o mujer y de cualquier pareja. En caso contrario, de nada serviría nuestra modesta experiencia a la red consciencial y al campo mórfico -Cuerpo Crístico o Búdico- de la Humanidad y el planeta. No obstante, la Providencia –sí, la Providencia- ha querido que nunca coincidiéramos en un socavón compartido, sino que la bajada del uno fuera acompaña por la claridad de ideas y la fuerza del otro para mantener la conexión. Sólo así ha sido posible sumar tantos años juntos.

A lo que hay que añadir, desde luego, la energía que a nuestra unión han proporcionado y continúan aportando nuestros tres –de Trismegisto- magníficos hijos: Emilio, Paula y Andrés. Sus almas han escogido a las nuestras en el papel de padres durante esta vida física. Y ahora que, superada la adolescencia y primera juventud, inician su aterrizaje consciencial, sólo podemos y debemos expresarles nuestra gratitud por haberse agregado de modo tan espléndido a un Pacto de Amor que también es suyo por derecho propio. Confiamos que en sus vidas, que obviamente son suyas y han de experimentar y disfrutar en libre albedrío, desplegarán toda la energía divina que interiormente atesoran en beneficio de la Humanidad, la Madre Tierra, el sistema solar de Ors, el Gran Sistema de Sirio, la Vía Láctea en su conjunto y el Cúmulo Galáctico en el que ésta se integra.

Habiendo atravesado la meta volante de la media centuria, tanto a María Jesús como a mí nos queda aún camino por delante en nuestra actual encarnación. El suyo será de más trecho, de lo que me congratulo, pues, por los motivos expuestos, me aturdiría seguir por el sendero sin ir de su mano. Lo que nos resta, lo recorreremos procurando llenar nuestras vidas y todo los que nos rodea con un Amor Incondicional cada vez más puro, pleno e intenso. Y cuando expiren nuestros días –todo cuerpo humano tiene fecha de caducidad-, nuestras almas se fundirán en un fraternal abrazo en la dimensión de la Eternidad con la satisfacción, así lo esperamos, del trabajo bien hecho. Ciertamente, nuestra relación no será ya de matrimonio, sino una conexión distinta, aún más íntima y estrecha. No en balde, el amor que hemos experimentado durante nuestra vida terrena se abrirá hacia todas las almas y expandirá la Creación.

Allí coincidiremos, igualmente, con las almas de nuestros seres más queridos en Gaia -hijos, padres,…- y de much@s de vosotr@s. Será un momento inefable dentro de un presente continuo cuyo devenir nos conducirá a una nueva encarnación cual seres humanos, en cuyo caso probablemente repitamos una vez más la experiencia de pareja, o a otra dimensión consciencial. Lo que sea, será una decisión de nuestro Ser Profundo y Divino -eterno, infinito e interdimensional-, por lo que nuestras almas harán lo que convenga a la Unidad a la que pertenecemos y en la que existimos.

En esa Unidad los dos fuimos Uno antes de que naciera el Universo. En ella somos Uno en esta vida física. Y en ella seremos Uno después de los Tiempos.

Y en esa Unidad somos Uno con vosotr@s, por lo que sólo podemos daros Amor.