Cerrábamos la última entrada de este blog, dedicada a los niños Índigos, con la pregunta relativa a cómo actuar con ellos, pensando especialmente en padres, abuelos y educadores.
La respuesta a la misma puede ser muy extensa y argumentada. Dado que en este formato “blogero” la concisión es una obligación, me centraré en los dos aspectos fundamentales:
+es crucial que el trato con los Índigos se base en el Amor Incondicional; y
+tener cerca a un niño Índigo no ha de ser entendido como amenaza, sino oportunidad y exigencia para cambiar uno mismo.
En lo referente a lo primero, se puede aducir con razón que el Amor Incondicional es imprescindible en la relación con cualquier niño, Índigo o no. De hecho, la psicología nos enseña que muchas ansiedades, depresiones y frustraciones de adulto se deben a la falta de ese Amor Incondicional en la infancia (de ahí, por ejemplo, el daño que se produce al niño cuando se le espetan frases como “si no haces esto, no te quiero”). Ahora bien, siendo esto así, en el caso de los Índigos adquiere aún mayor trascendencia. ¿Por qué?. Pues porque son hipersensibles a todo lo conectado con el Amor. Y esto no es una declaración retórica o vacía, es una enorme realidad. Los Índigos están interiormente predispuestos y volcados al Amor Incondicional; y, por lo mismo, son muy sensibles ante comportamientos carentes de él. Y si esta carencia la encuentran en sus allegados más cercanos, el rechazo y el conflicto en el hogar y en la escuela están servidos; y hasta unos extremos de hostilidad o frialdad, según los casos, que sólo la confianza y seguridad en sí mismos que los Índigos poseen pueden explicar.
En cuanto a lo segundo, hay que empezar recordando que en la encarnación son los hijos los que eligen a quienes serán sus padres, no al revés. Es decir, si eres padre o madre de un Índigo, éste te ha elegido a ti. Y si los Índigos han tomado la decisión de estar en este planeta para impulsar un nuevo mundo, del mismo modo te han elegido a ti para promover tu cambio y crecimiento personal. ¿De qué forma?. Pues, principalmente, forzándote a la coherencia: un Índigo te sacará permanentemente de tus casillas si no eres coherente entre lo que dices y lo que haces –esto, por supuesto, también es absolutamente aplicable a los educadores-. Es más, o encarrilas tus afectos, sentimientos y emociones hacia él por la vía del ejemplo y la coherencia personal, o no tendrás posibilidad alguna de lograr la complicidad, la interacción y la conexión de amor que como padre o madre deseas mantener con tu hijo. Y la búsqueda de tal coherencia será, mira por dónde, la llave de tú cambio interior.
Por tanto, la primera regla de actuación con un niño Índigo que debes tener presente radica en el Amor Incondicional manifestado y expresado de manera clara, patente, rotunda y constante. Y la segunda, tu propio cambio interior a través de la coherencia en tus actos, en tus comportamientos, en tu vida.
En definitiva, padres, abuelos y educadores: ¡Amor Incondicional y coherencia personal!. Con ambos ingredientes nos transformaremos en verdaderos guías de estos pequeños y podremos verlos más adelante aplicar en la vida cotidiana toda la capacidad que llevan dentro. Si, por el contrario, no encuentran adecuada guía, tamaño potencial quedará dormido; y se convertirán en personas tan condicionadas y limitadas como la mayoría de nosotros.
La respuesta a la misma puede ser muy extensa y argumentada. Dado que en este formato “blogero” la concisión es una obligación, me centraré en los dos aspectos fundamentales:
+es crucial que el trato con los Índigos se base en el Amor Incondicional; y
+tener cerca a un niño Índigo no ha de ser entendido como amenaza, sino oportunidad y exigencia para cambiar uno mismo.
En lo referente a lo primero, se puede aducir con razón que el Amor Incondicional es imprescindible en la relación con cualquier niño, Índigo o no. De hecho, la psicología nos enseña que muchas ansiedades, depresiones y frustraciones de adulto se deben a la falta de ese Amor Incondicional en la infancia (de ahí, por ejemplo, el daño que se produce al niño cuando se le espetan frases como “si no haces esto, no te quiero”). Ahora bien, siendo esto así, en el caso de los Índigos adquiere aún mayor trascendencia. ¿Por qué?. Pues porque son hipersensibles a todo lo conectado con el Amor. Y esto no es una declaración retórica o vacía, es una enorme realidad. Los Índigos están interiormente predispuestos y volcados al Amor Incondicional; y, por lo mismo, son muy sensibles ante comportamientos carentes de él. Y si esta carencia la encuentran en sus allegados más cercanos, el rechazo y el conflicto en el hogar y en la escuela están servidos; y hasta unos extremos de hostilidad o frialdad, según los casos, que sólo la confianza y seguridad en sí mismos que los Índigos poseen pueden explicar.
En cuanto a lo segundo, hay que empezar recordando que en la encarnación son los hijos los que eligen a quienes serán sus padres, no al revés. Es decir, si eres padre o madre de un Índigo, éste te ha elegido a ti. Y si los Índigos han tomado la decisión de estar en este planeta para impulsar un nuevo mundo, del mismo modo te han elegido a ti para promover tu cambio y crecimiento personal. ¿De qué forma?. Pues, principalmente, forzándote a la coherencia: un Índigo te sacará permanentemente de tus casillas si no eres coherente entre lo que dices y lo que haces –esto, por supuesto, también es absolutamente aplicable a los educadores-. Es más, o encarrilas tus afectos, sentimientos y emociones hacia él por la vía del ejemplo y la coherencia personal, o no tendrás posibilidad alguna de lograr la complicidad, la interacción y la conexión de amor que como padre o madre deseas mantener con tu hijo. Y la búsqueda de tal coherencia será, mira por dónde, la llave de tú cambio interior.
Por tanto, la primera regla de actuación con un niño Índigo que debes tener presente radica en el Amor Incondicional manifestado y expresado de manera clara, patente, rotunda y constante. Y la segunda, tu propio cambio interior a través de la coherencia en tus actos, en tus comportamientos, en tu vida.
En definitiva, padres, abuelos y educadores: ¡Amor Incondicional y coherencia personal!. Con ambos ingredientes nos transformaremos en verdaderos guías de estos pequeños y podremos verlos más adelante aplicar en la vida cotidiana toda la capacidad que llevan dentro. Si, por el contrario, no encuentran adecuada guía, tamaño potencial quedará dormido; y se convertirán en personas tan condicionadas y limitadas como la mayoría de nosotros.
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