La Nube del No-Saber: Orientación Particular (XVI)

La Nube del No-Saber y El Libro de la Orientación Particular son obras escritas en inglés por un autor anónimo del siglo XIV. A medida que las leo y medito, escribo y cuelgo en el Blog estas Variaciones sobre las mismas, respetando sus respectivas estructuras, lo que supone un total de 99 breves capítulos (fecha de publicación del primero: 20/07/09)
Si una persona se siente arrastrada a la vida contemplativa, que nadie se atreva a llamarle presuntuoso por querer alcanzar a Dios en su Yo Profundo, en la oscuridad de esa nube del no-saber, con el humilde deseo de su amor. ¿No dijo Jesús a María, que representa a todos los que durante un tiempo no han caminado por un sendero de bondad y son llamados a la contemplación: “tus pecados te son perdonados”. ¿Por qué le dijo esto?. Porque “amó mucho”.
Graba bien esto, pues en ello puedes ver lo poderoso que es, con la ayuda de Dios, ese secreto amor contemplativo. Es más poderoso, te lo aseguro, que cualquier otra cosa.
Pero, al mismo tiempo, María lloró sus errores. En el mismo sentido, nosotros deberíamos lamentar lo que fuimos e hicimos antes de encontrar nuestra divinidad y obrar con amor; y ser totalmente humildes al recordar ese pasado.
¿Cómo?. Sin duda, el camino de María es el mejor. El Evangelio testifica que su más hondo dolor no fue tanto por que las obras fueran malas como por carecían de amor. Sí, por esto desfallecía con un ansia y tristeza transidas de dolor que la llevaban casi a la muerte, pues aunque su amor era muy grande, a ella le parecía muy pequeño. No has de sorprenderte por esto. Es el estilo de todos los verdaderos amantes: cuanto más aman, más desean amar.
Y ¿que hizo?. ¿Piensas que entonces bajó desde las alturas de su gran deseo a lo hondo de su mala vida buceando en ese fétido cieno y en el lodazal de sus obras sin amor, examinándolas una a una en sus mínimos detalles a fin de medir su dolor y sus lágrimas más eficazmente?. No, ciertamente. ¿Por qué?. Pues porque Dios mismo, en las profundidades de su Espíritu, le enseñó con su gracia la inutilidad de esta actitud.
Por eso, dirigió apresuradamente su amor y deseo hacia esa nube del no-saber y aprendió a amarle, sin verle a la clara luz de la razón, ni sentir su presencia en el goce sensible de la devoción. Si, pienso que se enamoró tanto de Dios Creador y de nuestra condición de Hijos de Dios, que a su semejanza compartimos su poder y amor, sin separación ni fragmentación alguna, que por el relato evangélico se diría que llegó a olvidarse de todo, tanto de lo material como de lo espiritual.