Ha pasado prácticamente desapercibido, a pesar de su envergadura. Suele ocurrir: los grandes medios de comunicación divulgan lo que interesa a las grandes corporaciones financieras y empresariales a las que pertenecen, a la par que ocultan lo que ellas quieren que pase inadvertido y de incógnito.
Me refiero a la puesta en
marcha en España de la desaparición de los pagos en efectivo.
Concretamente, el Boletín
Oficial de las Cortes Generales del pasado 24 de abril (página 28 y siguientes)
publicó la Proposición no de ley presentada por el Grupo Parlamentario
Socialista en orden a la adopción de una serie de medida sobre la orientación
del sistema tributario ante la crisis provocada por el COVID-19:
Su contenido aboga por once
medidas, la última de las cuales consiste, literalmente, “en la eliminación
gradual del pago en efectivo, con el horizonte de su desaparición definitiva”.
Para comprender el calado
de la misma, aconsejo la lectura del artículo Lo que hay detrás de
prohibir el pago con moneda y billetes (Público, 14 de junio de
2020), de Juan Torres López, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad
de Sevilla:
Como Juan Torres señala,
“esta iniciativa se suma a una propuesta que cuenta con el apoyo de
grandes multinacionales, fundaciones de grandes financieros, por supuesto de
las granes empresas dedicadas a promover la utilización de servicios digitales en
la vida económica e, incluso, servicios de inteligencia e información de
Estados Unidos. Basta comprobarlo en páginas web como la de Alianza
Better Than Cash”.
Y con ella, lo que
realmente se propone “no es exactamente eliminar el dinero en efectivo, sino el
dinero legal, el que emite el Estado o, en nuestro caso la Unión Europea, bajo
la forma de monedas y billetes”. Lo que conllevaría “privatizar aún más la
creación del dinero, pues, entonces, el dinero utilizable sólo sería el creado
por los bancos (que lo crean de la nada, cada vez que dan un crédito) o quienes
emitieran tarjetas monedero de cualquier tipo”.
Como el profesor Torres
subraya, “negarse a que cada día se utilicen más los soportes electrónicos para
realizar pagos es absurdo. Sería como intentar hacer un agujero en la playa.
Pero eso es una cosa y otra empeñarse en que desaparezca el dinero legal bajo
cualquier forma e incluso las monedas y billetes. Si desaparece, no sólo los
individuos, sino los propios Estados quedarían a merced de la banca privada”.
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