En enero de 2020 pasado, al presentar el
Proyecto de la Visión Sistémica del Mundo, anunciábamos que, una vez expuestos
los fundamentos de la Teoría de Sistemas y de la interpretación del Universo,
de la Naturaleza y de la vida, bajo el prisma del pensamiento sistémico, al
abordar la realidad del ser humano, la afrontaríamos bajo dos paradigmas, que
denominábamos “modelos”, el uno y el dos.
Con lo expuesto hasta este momento, hasta
la reflexión sobre el ser humano de las dos últimas entregas, nos podemos dar
cuenta de que nuestro comportamiento “tiende
a…” separarse de los arquetipos de comportamiento naturales, que “tiende a…” incumplir las leyes
sistémicas, la estabilidad de fuerzas antagónicas y, en suma, que “tiende a…” salirse de márgenes de
seguridad, que garantizan la estabilidad de la sociedad humana y del ecosistema
de la Biosfera, donde está incluida, quiera o no quiera, la Humanidad.
A esta “tendencia a…” separarse de la norma natural de convivencia con la
Biosfera, es a la que denominaremos “MODELO 1 de comportamiento sistémico”. Este
comportamiento es el que podemos observar cuando estudiamos la Historia de la
Humanidad, cuando estudiamos la sociedad humana, las ciencias económicas, la
Psicología y leemos en las noticias de los periódicos o los telediarios de los
medios de comunicación. El Modelo 1 es el que describe la vida del ser humano
en este planeta, hasta ahora.
Y que nadie piense que el Modelo 1 es el
capitalismo y el dos es el socialismo; o que el Modelo 1 es el liberalismo y el
Modelo 2 es el populismo. Craso error si identificamos ambos paradigmas con los
paradigmas políticos al uso. Porque ambos paradigmas políticos, el de derechas
y el de izquierdas constituyen la base del Modelo 1. Y tampoco pensemos que el
Modelo 2 es la media aritmética y sincrética de ambos extremos ideológicos, es
decir, el Centro político. No.
El Modelo 1 es el modelo dual de
comportamiento humano, mientras que el Modelo 2 es el modelo no-dual de
comportamiento humano.
Es decir, el Modelo 1 es aquel que se
basa se centra en el “yo” vs “lo demás”, mi ego vs el resto de seres que me
rodean, tanto humanos como no humanos, es decir, la Naturaleza. El Modelo 2 es
aquel que se centra en “nosotros”, siendo nosotros una no-dualidad, una unidad
emergente del conjunto de todos los seres que pueblan este mundo, que se
denomina Biosfera o también Gaia o la Madre Tierra de los indígenas amazónicos.
Visto así, estaréis conmigo en que
estamos hablando de “los mundos de Yupi”, del paraíso terrenal, que nuestros
primeros padres, Adán y Eva, abandonaron nada más pisar este mundo; es el
retorno al Edén que, como bello deseo, no está mal, pero tal y como se nos
plantea el futuro, en una sociedad tan distópica como la nuestra, el Modelo 2
es más irreal que un cuento de hadas. Hasta ahí podríamos llegar, pensaría
Donald Trump, la familia Rothschild y demás magnates de
este mundo, “antes muertos que sensillos”
que diría la canción de María Isabel.
Y sí, cinco mil años de civilización
demuestran la inviabilidad del Modelo 2, porque parece que el Modelo 1 es
inherente a la naturaleza humana, esclavizada por lo que las religiones llaman
pecado y la cristiana, pecado original; sin entrar en estos temas religiosos de
interés mayor o menor, según cada cual, es un hecho evidente que, el corazón
humano se mueve en un conflicto interno entre el vicio y la virtud, entre la
soberbia y la humildad, entre la avaricia y la generosidad, entre la ira y la
paciencia, entre la envidia y la caridad y, así, entre todos los vicios y
virtudes humanas.
Pero en este discurso, en el que
aspiramos a la belleza, la pureza, el amor y demás virtudes, pero nos puede
nuestra egóica visión de las cosas, llevamos desde que el mundo es mundo.
Y aquí entra algo, que ya se ha expuesto
en nuestro libro “Consciencia y sociedad
distópica”, que nuestra deriva egoica, sólo tiene un final, el desastre, el
fin del Modelo 1, el fin de este mundo tal y como le conocemos.
Esto es del mismo modo que le sucede a
cualquier tipo de cáncer que, en su ambición desmedida por devorar todo el
organismo con sus múltiples metástasis, finalmente, muere el propio organismo
y, con él, el cáncer también.
En la entrega 20, sobre la historia de
los philos, tratábamos las grandes extinciones que se han producido en la
Tierra y, en especial, la quinta, la extinción del Cretácico, donde
desaparecieron los grandes saurios y se hizo posible el desarrollo de los
mamíferos. Hacíamos referencia a varias causas que se han puesto como razones
de sus desapariciones. Lo que a la gente se le ha quedado como conclusión es
que, estando todo bien, un asteroide cayó en el Golfo de México, cerca de
Yucatán y, se acabó, los dinosaurios se extinguieron. Y es verdad que así fue,
el asteroide cayó. Pero esto sólo fue la traca final de una tragedia que se fue
gestando millones de años atrás.
En el Jurásico y en el Cretácico, los
dinosaurios lograron alcanzar la cúspide de la evolución, durante cien millones
de años fueron los campeones de la vida. Nadie, ninguna otra especie, ni género
ni familia les pudo hacer sombra. Pero hablábamos que otras causas subyacentes
fueron preparando el terreno para la traca cósmica final como, por ejemplo, la
reserva genética deficiente de esta subclase, que no se puso en evidencia en un
medioambiente bonancible para ellos, con comida muy abundante. Así que el
clímax ecológico se consiguió y se mantuvo durante muchos millones de años.
Nada impedía la expansión, el crecimiento en tamaño y número de la población de
dinosaurios.
Pero la
vida no admite campeones vitalicios. Cuando uno llega a la perfección, lo
único que ha de saber que es cierto es que, el siguiente paso es el comienzo de
la involución y degeneración. Y esta se produce por varias causas, entre ellas
que, a partir de la perfección, cualquier mutación será la aparición de una
deficiencia tras otra; y con ello, la pérdida de adaptabilidad al medio si este
cambia. Los dinosaurios tenían un tamaño tan descomunal que para mantener
alimentados sus cuerpos necesitaban toneladas de biomasa por individuo y año,
lo que probablemente comenzaría a producir una devastación de los recursos
disponibles (acordémonos del modelo de Lotska y Volterra de competencia entre
especies, el de los zorros y los conejos). Si a esto le sumamos las veleidades
del Sol, los cambios climáticos de entonces y la cada vez menor capacidad de
respuesta de estos gigantes a la adaptabilidad y, sobre todo la imperiosa
necesidad de esquilmar cualquier recurso disponible para alimentar sus
descomunales cuerpos, poco a poco, las piezas del dominó necesario para que se
generase la extinción de la subclase, fueron poniéndose de pie una tras otra,
hasta que la caída del asteroide, lo único que supuso fue la “tobita final” que
le fue dada a la primera pieza, para que una tras otra, todas fueran cayendo en
un descomunal efecto dominó que terminó con los campeones definitivamente y, de
paso, la vida pudiera resurgir y seguir su camino hacia una mayor perfección,
con la aparición de los mamíferos y las aves.
De alguna forma, el Planeta justo antes
del asteroide, vivía ya una situación insostenible, porque los dinosaurios
habían supuesto un bloqueo total al desarrollo de la vida. Pero la Naturaleza,
que es muy sabia, supo, aunque le costó millones de años conseguirlo, preparar
el entorno para la llegada final del “ángel devastador”, el asteroide, que
desbloqueara definitivamente el camino de la Vida.
No quisiera ser agorero con esta reflexión,
pero “mutatis mutandi”, la situación
de la actual quinta humanidad, también denominada “raza raíz” por la teosofía,
no impresiona de ser demasiado diferente a la de los dinosaurios antes de la
llegada del asteroide.
Cuando la Tierra no tiene forma de neutralizar
o compensar los efectos adversos que una especie provoca en un ecosistema, más
tarde o más temprano, tira por la calle de en medio y vía catástrofe natural,
arrampla con todo, hace tabla rasa y comienza de nuevo. Eso lo ha hecho hasta
ahora cinco veces y media (si por esa media consideramos la extinción de los
grandes mamíferos de la edad de hielo). Y no le dolerán prendas si se ve
forzada a hacerlo de nuevo una sexta vez, pero esta vez, con el ser humano
incluido en el manifiesto.
El MODELO 1 es el modo de vida que los
humanos nos hemos dotado desde que quisimos abandonar el Edén. Nos ha traído
hasta aquí. Y la prospectiva no tiene buenas noticias para nosotros. La
inteligencia racional ha creado el mundo tecnológicamente avanzado que vemos,
pero la inteligencia emocional, la abstracta, se ha desarrollado mucho menos
que la racional, aunque a lo largo de la Historia, grandes hombres, grandes
pensadores nos han advertido de nuestra locura; me refiero a los grandes
pensadores como Buda, Lao tse, Confucio, Sócrates, Platón, Shankara, Mahoma y
Jesús de Nazareth. Ellos marcaron la senda del MODELO 2 de vida; pero muy pocos
han sabido hacerles caso o peor aún, han cogido el rábano por las hojas y han
utilizado sus enseñanzas tendenciosamente, para montar sistemas religiosos que,
en fin…
Así que, en conclusión, a continuación,
en las siguientes entregas, comenzaremos a estudiar y reflexionar, con
perspectiva de pensamiento sistémico, sobre el ser humano y la sociedad que ha
creado, donde veremos cómo el MODELO 1, ha preparado el camino, poniendo de pie
todas las piezas del dominó para que finalmente, “algo”, que no sabemos lo que
es o será, dé el toque de gracia a la primera pieza, para que en la típica
reacción en cadena, todas las piezas del dominó de nuestro querido MODELO 1,
vayan cayendo una tras otra, hasta dejar finalizada esta Humanidad, y sea
posible dejar paso a la nueva Humanidad, que se basará, en caso que se
desarrolle en este Planeta, en el MODELO 2.
Lo único que aquí puedo adelantar sobre
el MODELO 2, es que se basa en la puesta en marcha del Tercer Camino, un modelo socioeconómico basado en la integración de
la Humanidad en la Biosfera y que tiene como base conceptual, algo que
denominaremos como “BIOECONOMÍA”.
Pero vayamos por partes, primero estudiemos
el MODELO 1, para comprender por qué la actividad socioeconómica actual de la
Humanidad es literalmente imposible de sostener, aunque lo haya sido hasta
ahora, pero a partir de lo que conocemos por Globalización, está siendo ya
imposible.
En el fondo es lo que el libro “Consciencia y sociedad distópica” ha
tratado de exponer y de decir, más alto, pero no más claro.
Y por esto, este Proyecto de Visión
sistémica del Mundo es su continuación.
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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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