Estamos acostumbrados los seres humanos a considerar lo que ven
nuestros ojos, lo real, lo tangible. Sin embargo, lo único que pueden percibir
nuestros sentidos es la "apariencia de las cosas". Y esas
apariencias, ni siquiera responden a la realidad, sino a lo que nuestra mente
"cree" que es lo real. Es decir, desde nuestras potencias y
capacidades de nuestro cuerpo físico, emocional y mental, según lo entiende la
doctrina Teosófica, y con ella, la composición septenaria del ser humano, no
podemos más que elaborar "MODELOS DE REALIDAD", es decir, ideas
elaboradas por nuestro pensamiento o inyectadas en él por los procesos
educativos y de propaganda y difusión de ideas e ideologías mediante las
cuales, creemos que lo que percibimos por los sentidos es lo real, cuando en
realidad es una matriz, una "matrix" absolutamente diseñada
por las mentes, las nuestras y las que nos gobiernan.
Porque lo que percibimos y consideramos real es tan sólo la LA
APARIENCIA de las cosas, tanto real como falsa.
Pero como la filosofía ancestral proclama, una cosa es la
apariencia y otra muy distinta LA ESENCIA, lo que subyace bajo esa capa visible
por nuestros sentidos.
Dos ejemplo clarísimos explicarán lo que quiero decir.
El primer ejemplo es un caballero vestido con su armadura. Lo que
vemos es eso, la armadura. Al verla, suponemos que debajo de ella habrá un ser
humano con las dimensiones físicas compatibles con el metálico traje, pero no
sabríamos decir si es un hombre joven o mayor, blanco o negro y hasta nada nos
indica que necesariamente sea un apuesto caballero, podría ser una bella mujer;
lo que sucede es que por influencia social se nos dice que las armaduras las
portan nobles caballeros.
El segundo ejemplo es la esfera del reloj de la Puerta del Sol o
del Big Ben, por poner un ejemplo. Vemos las manillas del reloj moverse y
marcar las horas y los minutos, pero, sólo podemos intuir cómo ello es posible,
tratando de imaginar la maquinaria que supuestamente estará detrás. Este
ejemplo lo puso Einstein para razonar el método deductivo inductivo de la Ciencia,
que es como ver la esfera de un reloj (los fenómenos naturales) y tratar de
deducir qué mecanismos tiene la Naturaleza para que los fenómenos sucedan tal y
como los vemos.
Un tercer ejemplo somos los seres humanos. Al ver a una persona, lo
que vemos es su apariencia física, su cuerpo. Pero todos sabemos que más allá
de su apariencia, una persona tiene un personal trasfondo que nos puede costar
muchos años de convivencia hasta poderlo conocer.
Es decir, digamos que la apariencia es la armadura y la esencia es
el ser humano que la porta o, la apariencia son los fenómenos naturales y la
esencia son las leyes de la Naturaleza que los rige.
Pues algo parecido tenemos ante nuestros ojos. Pero más intrincado
aún, vemos la apariencia, interpretamos la esencia, pero realmente nuestra
mente no es capaz de siquiera aproximarse a esa esencia.
En otras palabras, podemos afirmar sin margen de error que, el
mundo, el Universo está ahí, delante de nosotros, pero lo que podemos captar de
él son señales que perciben nuestros cinco sentidos, pero sólo son eso, señales
que aportan información a nuestro cerebro para, posteriormente, con todas
ellas, nosotros, nuestro cerebro, puede construir un elaborado mental
denominado "modelo", por el cual nuestro "yo", interpreta
que la realidad que percibe "es como si...", es decir como el modelo
que nosotros hemos construido. O, dicho de otra forma, lo que creemos que es
"lo real", siempre es lo que nuestra mente ha elaborado sobre lo que
ha podido captar de esa realidad. En el extremo, y esto lo dijo Buda hace 2500
años, nosotros mismos, "mi yo", lo que yo creo que soy, es lo que mi
mente (nuestra mente) ha elaborado sobre mí (sobre cada uno de nosotros).
Así que lo que por nuestros sentidos percibimos es simplemente la
apariencia de las cosas y, lo que nuestra mente elabora, trata de ser lo que se
oculta tras la apariencia, es decir, una primera aproximación a la esencia.
Pero sólo es eso, una primera aproximación, tanto más simple cuanto menos nos
hayamos implicado en comprender lo que nos aportan esas apariencias.
Por poner un ejemplo, todos nosotros podemos ver un avión y podemos
subirnos a él para volar a nuestro destino. Las apariencias del avión las
podemos percibir todos, a poco que seamos observadores. Pero más allá de captar
esas apariencias, la forma, el tamaño, el ruido de los motores, el diseño de
las alas, el aspecto de la cabina, etc., tanto más podremos adentrarnos en la
"esencia" del aparato, cuantas más preguntas nos hagamos sobre cómo
funciona, qué le hace volar y las diferentes cuestiones que estudia la
aerodinámica, la propulsión, la aviónica del aparato y en general cualesquiera
aspectos de la ingeniería. Pero podemos pasar por la vida sin hacernos estas
preguntas sobre la esencia de los aviones o, plantearnos estas cuestiones, no
con el ánimo de hacernos ingenieros o pilotos comerciales, sino por el simple
hecho de satisfacer la curiosidad, es decir, querer saber qué hay detrás de un
objeto, una máquina, capaz de volar.
Pues bien, con "todo-lo-que-existe", podemos plantearnos
la misma pregunta. Una vez captada la apariencia, para la que sólo hace falta
ser un poco observador, plantearnos el por qué, el para qué y el cómo de lo que
vemos, que sólo es una primera aproximación a su esencia, supone ya una
cuestión de interés, de sentir la necesidad de conocer, de aprender, en el
extremo, de ser conscientes, darnos cuenta y tomar conciencia de la realidad en
la que vivimos. Esto supone ir más allá de los prosaicos aspectos de la vida,
de lo que necesitamos saber para ganar dinero y vivir cómodamente, para pasar a
preguntarnos por el verdadero sentido de la existencia. A esto los solemos
denominar planteamientos científicos, filosóficos o incluso trascendentes,
incluyendo en ellos la religiosidad y sobre todo la espiritualidad.
Pero los planteamientos científicos y filosóficos preocupan a los
humanos que Paul Radin, antropólogo estadounidense de comienzos de Siglo XX
denomina “hombres/mujeres pensadores”. Porque por otra parte están los “no
pensadores”, que en realidad constituyen la mayoría de la Humanidad.
Cuentan que Knud Rasmussen, célebre explorador groenlandés de
finales del XIX y comienzos del XX, en una de sus exploraciones árticas,
conoció a una tribu de inuits
(esquimales) en Alaska. De una conversación con el anciano de la tribu, llamado
Aua, reproducimos el siguiente fragmento:
“-A los hombres no les gusta pensar –explicaba Aua, el jefe inuit-.
Les molesta ocuparse de lo que resulta difícil de comprender. Quizás sea este
el motivo de que separamos tan poco sobre el cielo y la tierra, el origen del
hombre y los animales. Porque cuesta trabajo entender por qué nos formamos y a
dónde iremos a parar cuando ya no vivamos. El principio y el fin están
envueltos en la oscuridad ¿Cómo podríamos averiguar más sobre todo esto tan
importante que nos rodea y sobre ese ser que definimos como “hombre” y sobre
los animales, pájaros y peces de todos los países y ríos y mares?
-Nadie sabe con certeza el principio de la vida. Sin embargo quien
tiene los ojos y los oídos abiertos y recuerda los relatos de nuestros
antepasados, siempre se entera de algo con que llenar el vacío de nuestros
pensamientos. Por eso, a todos nos gusta escuchar a nuestros sabios ancianos,
que nos hablan de lo que dijeron nuestros antepasados ya muertos. Porque
nuestras creencias y nuestros mitos son las palabras de los muertos.
- Tampoco tú puedes responder a la pregunta de por qué es así la
vida. Y así debe ser. Nuestras costumbres proceden de la vida, y están
encauzadas cara a la vida. No hallamos explicación ni creemos en esto o en
aquello. La respuesta está en lo que acabo de mostrarte. Tenemos miedo… mucho
miedo. Por eso nuestros antepasados aprendieron a defenderse con todas aquellas
armas y medidas que encontraron, y desarrollaron habilidades y costumbres que
se han transmitido a través de generaciones enteras, hasta nosotros. No
comprendemos muy bien el porqué de muchas de ellas, pero las observamos para poder vivir en paz.
Sin embargo, y a pesar de nuestros angacoqs (chamanes), nuestro
saber es tan escaso, que tenemos miedo de todo.
Kurt Seeberger Mil dioses y un Cielo, Ed Brugera 1966
Como diría Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, "la
principal causa de la pobreza es la ignorancia". Y esa ignorancia que
nos empobrece como personas y en nuestras capacidades de supervivencia en este
Planeta, hace que ante la vida tengamos una visión tan ingenua como
distorsionada por nuestros mayores, que nos han educado y conformado nuestra
mente y nuestra personalidad hacia objetivos de utilidad para ellos, no para
nosotros. Pero a poco que dejemos que nuestra mente siquiera logre entrar en
contacto con el alma etérica, con nuestro verdadero Yo, que trasciende las
cosas de este mundo, todo cambia y se abre ante nosotros todo un horizonte de
posibilidades, jamás imaginadas antes.
En conclusión; de aspirar a alcanzar una mínima comprensión sobre
todo lo que existe, ese deseo es lo que nos motiva a buscar, a leer, a
estudiar, a investigar; en el extremo a especializarnos en alguna disciplina
que nos interese o nos apasione. Es decir, nos convertimos en "personas
pensadoras", en permanente búsqueda de la Verdad con mayúsculas y con
minúsculas, para zafarnos de esa "nube del desconocer" que nos
envuelve, así tengamos estudios. (Nube del desconocimiento o The
Cloud of Unknowing es una guía espiritual escrita en la segunda mitad del
siglo XIV, poco después de 1390, por un monje desconocido, probablemente cartujo,
que habría vivido en Inglaterra).
Tras preguntarle Pilatos a Jesús quién era Él, de donde venía y
responderle un enigmático “mi Reino no es de este mundo” y un “para
eso he venido, para ser testigo de la Verdad”, Pilatos, sin entender una
sola palabra le hace la pregunta más enigmática de todas: Y, ¿qué es la Verdad?
A la que, lógicamente, no obtuvo respuesta. No merecía la pena
esforzarse, dado que Pilatos era un político, alguien que jamás ha entendido ni
puede entender qué puede ser la Verdad.
Y ahí ha quedado la respuesta en el aire, pregunta sin respuesta a
día de hoy. Aunque posiblemente, la persona que se ha aproximado más, en mi
opinión, a la certera respuesta, ha sido Mahatma Gandhi, cuando decía que, la
gente dice que Dios es la verdad, y es cierto, pero aún lo es más afirmar que “la Verdad es Dios”.
En un mundo donde ni lo más tangible podemos darlo como cierto,
como verdadero; en un mundo donde no sabemos aún la naturaleza de la propia
materia que tocamos con las manos; en un mundo en el que las palabras esconden
en todo o en parte la mentira, pretender saber qué es la verdad es una mera
ilusión, pura fantasía. O dicho de otra forma, cuando uno cree tener todas las
respuestas, el Universo y la Vida lo que hace es replantearle todas las
preguntas. Y vuelta a empezar.
Así que considerando cómo la Verdad es un desideratum tan
inalcanzable como la propia Divinidad, os propongo introducirnos en una
aventura apasionante, el reto de lograr una visión
sistémica del mundo, del Universo.
Esto, así planteado impresiona de descomunal y sólo alcanzable por
mentes privilegiadas. Pero en el fondo, de lo que se trata NO ES de saberlo
todo sobre todo, sino de simplemente lograr
una visión contemplativa de la existencia, o como diría Consuelo Martín en
su libro "El arte de la contemplación", "aprender a ver cómo
caen las hojas de los árboles". Es no pretender con esfuerzo mental,
escuchar las campanas del templo sumergido, sino haciendo silencio, dejar que
la mente se serene y entonces sí, percibir casi involuntariamente esas
campanadas que Tony de Melo explica en su cuento en el libro "El canto del
pájaro".
Visión sistémica de "algo" supone un saber ver ese algo
en su conjunto, de modo holístico, más allá de su apariencia y, sin pretensión
de elevarnos en pensamientos metafísicos, que para eso hay que tener estudios,
saber identificar los elementos que constituyen ese "algo" y las
relaciones que entre ellos existen y que hacen de ese "algo", algo
mucho más que la suma de los elementos que lo constituyen. Ese "algo"
que es más o mucho más que las partes que lo constituyen y que justamente por
ello realiza una serie de funciones que de otra forma no serían posibles es lo
que en el pensamiento sistémico se denomina "sistema". "Todo
es la suma de las partes y, todo forma parte de una suma superior y, cada parte
es a su vez todo", idea original, parece ser, de Aristóteles
Pues dicho muy resumidamente, el Universo o, lo que es lo mismo,
todo lo que existe, está constituido por sistemas, organizados en subsistemas y
estos en elementos, que relacionados entre sí y con sistemas exteriores a ellos
mediante "ligaduras externas", hacen posible nada menos que el mundo
que ven nuestros ojos. Y este axioma se cumple tanto para los seres inanimados,
planetas, estrellas y galaxias, como para los seres vivos, desde los virus y
las células, pasando por el ser humano y los animales, hasta las organizaciones
de seres vivos en grupos, comunidades, sociedades y el propio planeta como
tales seres vivos, como afirma la teoría Gaia de James Lovelook.
Podríamos decir que lograr esta visión sistémica requiere de una
carrera universitaria. Todo depende de qué pretendamos, si llegar a dominar las
complejas ecuaciones que gobiernan el Universo o simplemente, lograr una visión
contemplativa de los seres que lo pueblan, de los sistemas que lo habitan. Os
propongo simplemente lo segundo. Y esto se puede lograr sólo con tratar de
abrir los ojos y saber ver. El intríngulis consiste en aprender la forma de
tener esa visión contemplativa de las cosas y en general, de la realidad, es
decir, aprender a captar al menos una primera aproximación a la esencia a
partir de las apariencias.
Será apasionante y, quiero creer que, también divertido.
Plan del proyecto
Este proyecto de visión sistémica pretendemos plantearlo del
siguiente modo.
En entregas semanales, primero os propongo una reflexión sobre
"todo lo que existe", comprender aquello del "orden de magnitud
de las cosas" y de cómo, acostumbrados a movernos en cinco órdenes de
magnitud en las cuatro dimensiones físicas espacio-tiempo, entre el milímetro y
los mil kilómetros y, entre el segundo y los mil años, hemos de tomar
conciencia de que el Universo tiene 42 ordenes de magnitud espacial y los 16
órdenes de magnitud temporal, desde el milisegundo a los 20.000 millones de
años, desde las dimensiones de las partículas subatómicas hasta los confines
del Universo conocido. Y desde mi vida doméstica hasta las cuestiones más
amplias sobre la existencia.
En segundo lugar, la idea es explicar brevemente en qué consiste
los fundamentos del pensamiento sistémico que, en realidad, tiene unos
fundamentos increíblemente sencillos y se pueden resumir en muy pocos
conceptos.
En tercer lugar, abordaremos lo que podríamos denominar las
estructuras y funcionamiento de la vida, desde el origen del Universo hasta las
bases del origen y evolución de los seres vivos y las leyes que rigen la vida.
Lo que denominaríamos, las leyes sistémicas.
En cuarto lugar. De lo simple a lo complejo. Estudiaremos la
complejidad de la vida y en concreto de la Humanidad, de cómo la dinámica de la
vida en todos sus aspectos conlleva una complejidad que, si no se comprende,
comprender la vida queda fuera de nuestro alcance.
Estamos con ello, en capacidad de intuir que el Planeta es un ser
vivo, la Madre Tierra, la casa común de todos nosotros, no sólo la Humanidad,
sino de todos los seres vivos que lo habitan y, con ello estudiar el actual
modelo de comportamiento de la Humanidad con la casa común y los efectos
deletéreos que están provocando y hemos visto, en nuestra actual “sociedad
distópica”. A este modelo, lo denominamos "Modelo
1".
Pero hay alternativas. Es el “Modelo
2”, una forma de enfocar la vida humana con respeto a sí misma y a la
propia Tierra. Es decir, respetando las leyes sistémicas que rigen el Universo
y la vida. Y qué requisitos relativos al comportamiento sistémico son
necesarios introducir en la vida humana para que este Modelo 2 sea posible.
Por último, abordaremos la viabilidad del tránsito al Modelo 2, un
desafío que sólo podrán abordar las almas y mentes evolucionadas, tanto en
inteligencia como sobre todo en empatía, compasión y amor hacia "todo lo
que existe". Volvemos al principio, "todo-lo-que-existe", porque
esta es la clave, ser conscientes, darnos cuenta y tomar conciencia de
"todo lo que existe".
La semana que viene comenzamos.
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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes entregas de Visión sistémica
del mundo se realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y
Sociedad Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener
información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por
medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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