“Los
textos sagrados afirman que en el Día del Juicio Final, en los arcos del Templo
de Jerusalén, colgará una balanza para pesar todas las almas. ¿Y si os digo que
ha llegado ese día?
Un
día en el que ya no se hacen tratos con Dios, en que nadie puede satisfacer
nada por otro, solo tú y tus actos, todos ellos. ¿Quién de vosotros considera
que tiene el nivel mínimo requerido?
Asistimos
a los estertores del viejo mundo, de la vieja humanidad. Es su último aliento,
su último suspiró.
Tenemos
que prepararnos para tales momentos...
Yo represento a todas las religiones.
Estoy
a las puertas de un mundo nuevo, de una nueva humanidad. En ella no se ha
invitado a ninguna de las cosas que han constituido los pilares de lo que ya
queda atrás: ni el poder, ni la riqueza, ni la competencia, ni el aferramiento
a lo material, ni el desprecio a las otras formas de vida… Nada de eso está
invitado. ¿Lo estás tú?
Estoy
a las puertas de una nueva humanidad y os estoy contemplando. Si habéis venido
a recibir, os iréis más pobres. Si habéis venido a comprender, os iréis más
perdidos… Eso sí, para quienes han comprendido, para quienes han recibido, es
el momento.
Releer
los textos sagrados no os salvará; tampoco os servirá arrodillaros, ni rezar.
Esa época ya pasó. Ahora es el momento.
Sois
los juzgados. Sois los elegidos. Estoy aquí para romper el espejo y que podáis
ver en qué lado estáis. Lo que veáis, lo elegís vosotros. Es el momento.
Estoy aquí, en este momento, porque siempre he estado aquí en este momento. Y tú también.
La
balanza se ha inclinado. La historia ha terminado".
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