—Hoy he mirado las noches de mis días y los días de mis noches. Y
en el vuelo, cuando se apagaban los ojos porque ya no tenían la luz del día, se
encendieron en mí los ojos del Espíritu.
»Bendita Luz Esencial que llenas el horizonte de mis esperanzas y
me haces ver que, todo lo que miro con estos cristales, es un sueño que se da la
mano con el otro sueño de la noche cuando acuesto mi cuerpo sobre el suelo de
la Tierra.
»Por las mañanas, cuando entro en el cuerpo para empezar el día,
cuando toco con los nudillos de mi mano astral su frente, digo: «Empecemos la
clase que nos trae el nuevo día, que las circunstancias donde me ponga la mano
del ahora sean para madurar en el tiempo de la evolución; y para despertar en
«mí mismo».
»Y entonces, visto a este vestido, lo calzo y lo limpio para que
me dure el tiempo necesario; y pueda ir con él hasta el último momento que me
marcaron los ancianos de la vida.
»Después abro los ojos de sueño y veo la escena
monótona donde estoy haciendo este papel y me digo: «Sea mi fin sembrar en ella
la paz y el amor. Y sea mi fortaleza la entrega a mis hermanos que aún creen
que el cuerpo que visten son ellos».
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial
Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en este blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de 2017.
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