—Vosotros, dejados de la vida. Vosotros, los desheredados, que vais
acompañados de la hermana hambre y de la mano de la hermana tristeza. Que
dormís en las calles y buscáis en las basuras lo que otros dejan. Vosotros, los
hijos conscientes de mi padre, que tuvisteis fuerza y por ello se os cargó con
todas estas cosas y se os hirió con esta plaga para limpiar vuestras alas y
dejar la Tierra; porque tanto más alimenta el hambre que la saciedad, tanto más
llena el vencer las cosas que dejarse llevar por ellas, como se deja llevar un
tronco seco por la corriente de un río.
»Vosotros, que no deseáis porque vencisteis en
vosotros mismos todo deseo, y si os arropáis, esperáis que la vida os arrope, y
si tenéis frío, esperáis que el frío os quite el frío, y si tenéis sed,
esperáis que la sed os quite la sed. No critiquéis a aquellos hermanos vuestros
que aún necesitan que la vida sea pródiga con ellos; porque todo lo que les da
lo habrán de devolver. Antes bien, rogad por ellos al cielo porque no saben lo
que hacen. Son como niños que se ilusionan cada día y se van detrás de pompas
vacías de ilusiones, para que después al tenerlas se desvanezcan dejándolos en
la insatisfacción y el hastío. Y decidles:
«Servíos de las cosas pero no seáis
sus esclavos; utilizadlas para aumentar la felicidad en el mundo, mas no para
aumentar la pesadumbre y la maldad. Ante todo, sed sinceros con vosotros mismos
y no dejéis que la tentación justifique como bueno lo que en vosotros sabéis
que es malo y os hace mal».
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial
Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en este blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de 2017.
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