¿Desde dónde nacemos?
Nacer, ese bello instante que nos abre
a la vida, nuestra llegada.
Nacer nacemos, pero ¿desde dónde
nacemos?
Los seres humanos estamos adormecidos
en el pensamiento de nacimiento, es como un momento pasajero al que no queremos
volver, nací y punto. Aquí estoy en estos momentos haciéndome mil preguntas
sobre mi vida y ni tan siquiera me he preguntado de dónde vengo.
Nacer es ese momento mágico de
fecundación, donde la unión del fruto del amor se materializa en una primera célula,
yo, mi primera vibración en el planeta Tierra que da lugar al embrión que
comienza a tener vida y toma forma humana.
Gracias a este misterio se garantiza
la perpetuación de la especie humana en la Tierra, donde las almas vuelven para
manifestarse y sus experiencias cobran vida, repito, almas que vuelven y
experiencias.
Una sociedad consciente tiene que observar
este momento inicial, sus primeras vivencias en relación con la madre que lo
gesta, donde comienza a desarrollarse y tomar una apariencia humana única e
implagiable, somos una gran obra de la creación divina. Es en esta admiración
donde nace el amor incondicional entre la especie humana, amor que tanto nos
cuesta mantener en el mundo de las relaciones y que, paradójicamente, tiene
mucho que ver con esta contemplación desde la admiración, respeto, aceptación y
compasión, que son fundamentales para avanzar en amor.
En esta primera etapa comienza nuestro
desarrollo mental, formándose la personalidad y los
primeros sentimientos en las experiencias compartidas con nuestras madres,
conscientes o inconscientes, teniendo mucho que ver con quien soy hoy. Las
parejas actuales viven condicionadas por la sociedad de consumo y bienestar
exterior y son pocos los futuros padres y madres que integran en esta etapa a
sus descendientes desde una perspectiva emocional y como el comienzo de sus
relaciones con el nuevo Ser.
Los intereses económicos e ideológicos
poco ayudan a avanzar en el cambio que necesita la humanidad en el despertar
del nacimiento. Es una responsabilidad de la sociedad actual aportar una visión
diferente que nos permita progresar, la humanidad demanda nacer desde el amor
que somos y necesita de nuestra aportación para avanzar sobre los miedos, dolor
y sufrimiento que se encuentran anclados al nacimiento.
La sociedad de consumo ha desplazado
al futuro Ser, siendo este un objeto de recursos recaudatorios en todo su
esplendor, ni que decir tiene todo lo que rodea al futuro bebé: ginecología,
concepción, parto, ecografías en 3D, fiesta del futuro bebé, ropa de
embarazada, cremas, gimnasia, ropa del bebé, accesorios, mobiliario, aseo
personal del bebé, pediatría, etc. Estos intereses
económicos generalizados en torno al
nacimiento: dónde, cuándo, cómo, debo o tengo que…,
son una verdadera locura económica que gran parte de la población teme asumir,
es un empezar y no terminar: guardería, colegio, idiomas, deportes, formación
específica, futuros trabajos, etc. Un
sinfín de gastos externos que la sociedad nos va ofreciendo con el único
interés de motivarnos al consumo y con la escasez de la verdadera esencia de la
maternidad, relación madre-padre-hijo, sus emociones conjuntas y la construcción de sus relaciones, se aparta con
pequeñas migajas al futuro bebé
de sus verdaderas necesidades y esencia.
La sociedad actual poco ha cambiado
con respecto al nacimiento, la preocupación por aliviar los dolores
del parto no es de nuestros días, ni tan siquiera de los últimos siglos. Se
sabe por crónicas y grabados antiguos de métodos utilizados para mejorar
esta situación, se habla y se habla de cómo hacer ese momento
más confortable para las futuras madres. Todas las generaciones anteriores han
intentado acomodar externamente a las madres con
el fin de aminorar el dolor asociado a esta vivencia y actualmente seguimos
alimentando ese mismo sufrimiento, continuamos buscando fuera lo que se
encuentra dentro.
Los últimos estudios sociológicos
realizados catalogan el momento del parto como un miedo generalizado y
normalizado dentro de nuestra sociedad. Sí, es el miedo generalizado y
normalizado el gran causante de este estancamiento, tenemos que darnos cuenta
de cómo está influyendo el mantener el dolor en el parto en el nacimiento de
las futuras generaciones. Desde esta premisa de normalidad no vamos a avanzar
en el descubrimiento de lo que realmente somos, os invito a dar un paso más, debemos progresar en la visión generalizada de miedo, dolor y
sufrimiento que se sigue asociando al nacer y aportar lo que por derecho
natural corresponde, nacer desde el amor.
El nacimiento es festejado cuando se
recibe la nueva vida, pero hay mucho más en torno al nacimiento, no podemos
justificar el principio con el final obtenido. Actualmente no estamos abiertos
a experimentar ni observar el nacimiento desde otra perspectiva, como el gran
milagro de la naturaleza que es, eso hace que se siga viviendo desde el dolor,
sufrimiento e impotencia, y no desde el gozo, la dicha y la felicidad de todos.
Yo, ese Ser de luz experimentando en
este plano humano mi experiencia de vida, mi llegada. ¿Cómo estoy siendo
recibido? ¿Quizás ya condenado a sufrir al nacer? ¿Necesito este sufrimiento
para ser? ¿El miedo se ha apoderado de la sociedad o la sociedad se ha
apoderado del miedo?
En un estudio antropológico
realizado recientemente por Laura Cardús i Font del Depto. d’Antropología
Cultural i Història d’Amèrica i Àfrica, Universitat de Barcelona (UB), se nos muestra una clara visión
de nuestra sociedad actual con respecto al embarazo y parto. Datos preocupantes
que necesitan de nuestra atención si queremos liberarnos de este sufrimiento y
facilitar a nuestros descendientes sus nacimientos (ver PDF en el enlace https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5106938).
Como mujeres, hemos avanzado en cuanto
a la aceptación social, integración, en la no violencia en nuestras relaciones,
en vivir nuestra sexualidad, normalización de nuestra menstruación…,
ahora toca incluir a la maternidad y el parto. Tenemos que soltar para avanzar que
al nacimiento le acompaña el dolor, y es trabajo de todos, hombres y mujeres en
general.
La figura de la mujer se ha
estigmatizado como imperfecta y todos sabemos que no es así. No tiene ningún
sentido que en algo tan importante como es la
perpetuación de la especie humana, se creara un cuerpo de mujer imperfecto para
afrontar los partos desde el riesgo y dolor.
Como mujer, no tengo dudas de que dentro
de la creación ocupo el mismo lugar que todo, nacemos
completas y perfectas, como todo lo creado, solo tenemos que observar la
naturaleza, el mundo animal, vegetal, mineral… todo lo creado está en armonía y
atención para cubrir y garantizar las necesidades de satisfacción, confort, sanación,
supervivencia y crecimiento. ¿Por qué en el momento de la creación se iba a
olvidar en el diseño de la mujer algo tan importante como es la perpetuación de
la especie humana?, y ¿por qué castigar y
condenar así a ellas y sus descendientes a vivir esas experiencias con riesgos,
dolor, frustración o impotencia?
Todo ha sido creado desde un principio
de perfección, para ello tan solo tenemos que mirar a nuestro entorno. Todo está
creado en armonía cubriendo sus necesidades, cada especie animal ha sido dotada
del plumaje, dientes, extremidades, garras, pico…, todo lo necesario para vivir,
sanarse y alimentarse en el entorno donde se desarrolla. Si observamos las
plantas, cada una tiene diseñadas sus hojas, tronco, raíces…, en atención a
cubrir sus necesidades en el entorno en el que experimentan su vida. Las
montañas, valles, ríos, lagos, cascadas, desiertos…, todo está ubicado de
manera natural dando vida a un entorno que sostiene el general.
Toda la creación que forma parte del
planeta Tierra tiene perfectamente cubiertas sus necesidades de hábitat,
sanación, alimentación, supervivencia… y se ha mantenido desde milenios, aunque
haya experimentado cambios. La verdad es que no tiene ningún sentido que al
cuerpo de la mujer le falte algo para vivir los partos, nos toca dar un paso
más en consciencia y mirarnos más adentro para
poder liberarnos de los sufrimientos antinaturales que se viven al nacer.
Son muchos los conferenciantes que nos
hablan de ello, de las causas del sufrimiento, el propio Emilio Carrillo está
contribuyendo en gran medida a que nos demos cuenta de las verdaderas causas
del sufrimiento: ignorancia, confusión, atracciones, repulsiones
y apego; comparto esta enseñanza y la
sitúo en el momento del parto, la ignorancia, creencia, miedos, tabúes, apego a
lo material…, son la realidad que en estos momentos se está viviendo en torno al
nacer, y que contribuyen en gran medida al
dolor y sufrimiento, tanto en el parto, como en cada momento de tu vida.
Todos coinciden: tienes la posibilidad de vivir y experimentar el verdadero ser que eres
entregándote a vivir el presente, estando
aquí y ahora, todo es perfecto, confía, el uso del libre albedrío, vive
la compasión, siente la aceptación, crece en desapego, observa los espejos, siente
la vibración de otro Ser, experimenta
la unidad, etc., son algunas de sus expresiones. En definitiva, todo lo que
hablan en relación con la espiritualidad se vive en el embarazo, en el parto y
en la relación con nuestros hijos. Es ahora cuando toca incluir estas
experiencias en nuestro desarrollo espiritual, con comprensión, compasión,
aceptación y poder renacer. Esta apertura
permitirá que se produzca la alquimia que devuelva a la humanidad el derecho
natural de nacer que le corresponde, liberándose este sufrimiento.
Mi libro Parto desde el Amor es un bello homenaje
a la mujer y su milagro, contado con emoción y amor, verdad y dicha, así nacemos, solo tenemos que recordarlo. Comparto
mi experiencia de parto natural sin
dolor e invito a vivir esa experiencia con la entrega de nuestros cuerpos
sin miedos, viviendo ese momento presente, siendo conscientes de que son nuestros
hijos los
que hacen el trabajo de nacer y nosotras el cauce por donde nacen.
En esa
entrega amorosa vivida conjuntamente desde la comprensión-compasión, no tiene
presencia el dolor. Vives el momento con percepciones nuevas que te llevan a un
estado de plenitud completa, llena y plena, integrando ese estado de felicidad en
tu alma eternamente.
Si somos conscientes de
dónde venimos, viviremos el Amor, incluido el parto. La inteligencia amorosa
universal no se olvidó de la mujer en el momento de la creación, nacimos perfectas como todo lo creado. El dolor
que se sufre al parir, lo genera o condiciona la mente humana.
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Por Petri Jiménez, autora
del libro “Parto desde el Amor”:
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