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Actividad pública y política
En el 1716, aun antes que concluyera su período de viajes y estudio, Swedenborg comenzó su larga carrera en el servicio público de la corona sueca. El Rey Carlos XII nombró a este talentoso científico de apenas 28 años de edad como Asesor Extraordinario del Colegio Real de Minas. Esta posición, aunque en parte era solamente honoraria, comprendía varias responsabilidades relacionadas con la supervisión y el desarrollo de la minería, una de las industrias más importantes de Suecia. Durante treinta y un años Swedenborg sirvió a su nación como miembro destacado de
El puesto de asesor se convirtió para Swedenborg en mucho más que un beneficio económico. Sus responsabilidades incluían la inspección de las minas y la presentación de largos y detallados informes sobre la calidad del mineral bruto que se extraía de ellas. La mayor parte de siete veranos la empleó en recorrer toda Suecia en estas giras de inspección, viajando a lomo de caballo o en carruajes por kilómetros y kilómetros de interminables bosques, alojándose en las hosterías de las localidades donde pasaba la noche, descendiendo a todo tipo de excavación, tanto las que presentaban garantías de seguridad como las más peligrosas. Estuvo implicado en los problemas administrativos y de gerencia de personal, en el empleo de ejecutivos y en la arbitración de disputas laborales. Frecuentemente presentaba sugerencias tendientes a mejorar el trabajo de la extracción de minerales y las condiciones de los obreros y dirigentes de este oficio. Hasta tuvo que desempeñar la tarea muy poco agradable de recoger los impuestos que el gobierno nacional recibía sobre el material extraído del subsuelo. Sus actividades en
El desempeño público de Swedenborg también incluyó unos cincuenta años de servicio en
Su disputa política más destacada se produjo en el 1760, durante uno de los períodos de dificultades económicas para Suecia. El Consejero de Comercio, Anders Nordencrantz, fue designado presidente de una comisión especial para estudiar el problema financiero. Se le autorizó a integrar la comisión con las personas que él creyera más convenientes para esa alta responsabilidad y el informe que presentaron al parlamento revelaba, sin lugar a duda, su propia tendencia en materia de economía, puesto que todos los integrantes del grupo compartían sus puntos de vista sobre la posible solución de la crisis económica de Suecia, tema que él mismo había desarrollado en una extensa obra publicada poco tiempo antes. El análisis que proponía Nordencrantz incluía algunas ideas verdaderamente valiosas, pero sus propuestas de reforma amenazaban con dar por tierra con toda la estructura política de Suecia; muchos temían que sus recomendaciones, de ser aceptadas, desgarrarían irremediablemente la sociedad sueca.
Swedenborg, aun cuando compartía con Nordencrantz su preocupación por la necesidad de mejoras económicas, creía que en términos generales las opiniones de aquel estadista eran inaceptables. Nordencrantz adjudicaba la culpa por la crisis financiera de su país a la irresponsabilidad de los administradores, y proponía reemplazar a todos los responsables de cargos públicos, exceptuando los militares y eclesiásticos. Estos nuevos funcionarios, a su vez, serían reemplazados nuevamente cada dos años. El aspecto más pernicioso de este plan hubiera sido, de aplicarse, un incremento inconmensurable del poder de la corona.
El comentario que Swedenborg hizo escuchar en el Riksdag sobre el informe de Nordencrantz sugería que la crisis económica sueca era atribuible a varios factores, tanto en los sectores públicos como en los privados, y que no podía adjudicarse exclusivamente a la ineficiencia o la estupidez de los funcionarios. Subrayó la necesidad de un justo equilibrio en la crítica al desempeño público del gobierno, con el fin de mantener en funcionamiento una estructura política efectiva, dentro de la cual, y gradualmente, pudiera desarrollarse la libertad civil. "En todos los países se cometen errores —escribió—, y todo ser humano es responsable de muchas equivocaciones. Pero si ha de juzgarse a un gobierno solamente por sus faltas, sería igualmente aceptable juzgar a los individuos por sus pecados y deficiencias". En esta contienda, que finalmente ganó, Swedenborg demostró ser un político moderado, dispuesto a trabajar siempre que se tratara de obtener medidas prácticas que fueran verdaderas soluciones a los problemas de la comunidad.
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