1.-Pequeño modelo sistémico de la Política
En los asuntos de la ciudad (de la “polis”), lo que
caracteriza a los seres humanos es que cada cual vaya a lo suyo, excepto yo,
que por supuesto, voy a lo mío. Es decir, demuestra un sentido de honestidad y
sacrificio encomiable aquel que antepone los asuntos del conjunto de la
“polis”, de la sociedad a los suyos propios. Porque si la tendencia natural es
a que cada cual cuide por sus bienes y su situación personal y de su familia,
de su grupo, de su tribu, frente a “los otros”, el político debe ser aquella
persona que se comprometa por trabajar para el beneficio del conjunto de la
“polis”, de la ciudad, de la sociedad y la defienda frente a “los otros”, en su
caso.
Igual que lo que caracteriza el “estado estable” en lo
personal es, que cada cual tenga y posea lo necesario y suficiente para crecer,
satisfacer sus necesidades básicas, de seguridad y también ostensibles en armonía
con esas mismas necesidades de los demás, es decir, que nadie tenga más a costa
de que otros tengan menos, el estado estable social consiste en que todos gocen
de la satisfacción de esas mismas necesidades. Siendo esto un perfecto
desiderátum, queda claro que la realidad es otra bien distinta. Y no voy a
profundizar en las causas de la desigualdad, que no es el caso.
Estos dos bucles representan las fuerzas antagónicas en la Sociedad,
donde por el lado personal, todos sin excepción tenemos nuestro propio ánimo de
lucro o ambición de tener y donde el político que se precie, ha de trabajar en
pos de un objetivo social. El primero tiene un objetivo de 100 de desigualdad,
lo que supone ambicionar lo mío y lo de los demás, y el segundo debe tener un
objetivo de cero (0) de desigualdad, que se supone es que la esta tienda a
cero. La competitividad del mercado supone una lucha por acumular, un ánimo de
lucro que inevitablemente supone un incremento de la desigualdad. Las políticas
sociales y económicas deberían tender a disminuir esa desigualdad.
Es el equilibrio que soñaba Adam Smith en su teoría sobre la
riqueza de las naciones. Pero ese sueño se viene abajo si la misma persona que
asume un cargo político para trabajar en disminuir el contraste social (niveles
bajos de desigualdad), participa también y a veces en grado sumo (por el poder
que ostenta), del bucle privado donde el objetivo es el incremento del
contraste privado (niveles elevados de desigualdad). Este es el motor que hace
del mundo lo que es, que el político resulta ser juez y parte en este juego,
pues él dirá que “yo también quiero ir a lo mío y además puedo”. De ahí la famosa
sentencia del político e historiador inglés Lord John Acton: “el poder corrompe y el poder absoluto
corrompe absolutamente”.
Este es el código genético del político, en todos los
tiempos. No lo puede evitar.
2.-De la Política 1.0 a la Política 4.0
Podríamos decir que la política 1.0, la de toda la vida, ha
sido la impartida por los regímenes monárquicos (viejo régimen), la 2.0 son los
regímenes liberales o Nuevo régimen, surgidos de las revoluciones de finales del
Siglo XVIII, que comenzaron a dar paso a las repúblicas, a la separación de
poderes, etc., con más o menos éxito y que florecieron de modo irregular
durante el Siglo XIX. Diríamos que el Siglo XX propició el advenimiento de los
regímenes democráticos o sistemas políticos 3.0, alcanzados con sangre, sudor y
muchas lágrimas, dado que tuvieron que abrirse paso contra las dictaduras
extremas que propiciaron las dos guerras mundiales y las revoluciones
comunistas.
Y la política 4.0 es la actual, la que comienza a emerger
desde hace ya bastantes años, vaticinada por el sociólogo y economista Robert
Heilbroner (1919-2005), quien advirtió que la democracia era el mejor de los
sistemas políticos salvo por un pequeño detalle, que debía ser respetada por
una mayoría de ciudadanos cercana al 100%; de otra forma, los focos de
inestabilidad provocado por los “outlawers” (fuera de la ley), la haría
imposible. Y en estas estamos.
3.-Ley, orden y, por supuesto, democracia
Con independencia de la ambición de cada político, su sueño,
su paraíso, no es la justicia y la igualdad, sino que lo que gobierne esté bajo
el imperio de la Ley y el orden, es decir, que los ciudadanos estén
tranquilitos, quietecitos y no molesten o, “todo por el pueblo, pero sin el
pueblo”, por mucho que se quiera llamar a esto “democracia”.
Y para esto, es necesario que la gente tenga el “pan y
circo” de los romanos. Y para esto, hay que enseñarles a obedecer. Y para esto,
deben “no pensar”. Y para esto deben “no saber”. Y para esto deben “no querer”
y “no poder”.
Es decir, de alguna forma, la Ley y el orden parece que sólo
se consigue una de dos, o bien con una sociedad de seres sabios y angelicales o
bien con una sociedad de seres ignorantes, programados para obedecer. Como lo
primero es imposible (al menos en esta quinta raza raíz), hay que ir a lo
segundo. Y esto desemboca en lo que todos conocemos como “Nuevo Orden Mundial”
o Sociedad, Política y Economía 4.0. No sé si es mucho suponer o imaginar, pero
hasta que se produzca el paso definitivo hacia la Política 4.0, plenamente
dictatorial, la Política, en su era ideológica 3.0, ha tenido a bien conceder
al pueblo, razonablemente culto, una “apariencia democrática” al Estado de
Derecho, por supuesto. Y puesto que tenemos diez decimales, esto nos permite
ver diferentes regímenes políticos, desde el 3.0 al 3.9 o incluso desde el 3.00
al 3.99. Es decir, que en la era 3.0, podemos incluir todos los sistemas
actuales que pretenden dar el aspecto democrático, no solo en los países de la
UE y Norteamérica, sino hasta en las dictaduras africanas, asiáticas o
exsoviéticas que, por supuesto, amañan elecciones para mantener eternamente al
dictador de turno elegido “democráticamente” por el pueblo soberano. Hasta la
Alemania comunista blindada con un telón de acero, acuñó para sí el curioso
nombre de “República Democrática” Alemana (RDA).
4.-El mito del noble salvaje
En muy pocos Estados la Democracia ha conseguido ser
realmente lo que expresa su etimología (demos–cracia) gobierno del pueblo.
Para que ello sea posible, es absolutamente necesaria una Educación
humanística, que refuerce el sentimiento ético, los valores fuertes y suaves de
la convivencia humana y el sentido de la solidaridad. Pero que los sistemas
educativos se esfuercen ahora, en desarrollar el componente eminentemente
racional y científico, convirtiendo a nuestros hijos en fantásticos diseñadores
de software, nos aleja de una sociedad que sepa vivir estos valores humanos. Lo
referimos en la entrega 36 sobre la Educación 4.0. Todos los ingenieros de
software de las redes sociales tipo Facebook, Twitter o Instagram, son chavales
de veinte y tantos años, de prodigiosa inteligencia, pero con una moralidad
casi igual a cero, e inconscientes de ello, al haber creado (y lo reconocen) la
droga de la esclavitud digital que hemos referido en la entrega sobre Sociedad
4.0.
En 1755, Rousseau, decía algo así como que “algunos se han apresurado a concluir que
el hombre (en su estado natural) es naturalmente cruel y que hay necesidad de
organización y educación para civilizarlo, cuando nada hay tan dulce como él en
su estado primitivo, cuando la naturaleza lo ha colocado a igual distancia de
la estupidez de los brutos y de las luces funestas del hombre civilizado".
Esta idea la expresa el mismo Rousseau en la frase “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”.
Es
decir, cuando en la escuela y en el seno del hogar, al niño (supuestamente) se
le enseña las virtudes humanas y a reconocer los delitos y pecados como errores
castigables, incluso religiosamente, cuando ese niño al crecer, ve que en la
vida realmente lo que ocurre es al revés, que son los vicios y pecados los que
prevalecen y se premian, mientras que ve como la gente de bien vive utilizada,
sometida y castigada, ese niño, que fue formado como noble, se convertirá en un
salvaje. Y si a ese niño, se le ocurre la genial idea de hacer política,
tendremos, sin lugar a dudas, la casta de “nobles salvajes” políticos de la que
disfrutamos en la actualidad.
Me
contó un buen amigo mío que si uno, para luchar contra las desigualdades
sociales, etc., decide meterse en política, ha de afiliarse a un partido, es
decir, como en la religión, ponerse las orejas de burro y no ver nada más que
por las ideas del partido, condenando a las demás como falsas y equivocadas (Primer
error). Pero si pretende practicar el bien y la justicia y, sobre todo,
mantenerse al margen de corrupciones (Segundo error) los demás compañeros de
partido le mirarán mal, pues será como un punto blanco entre un cuadro gris,
así que “o te mojas tú también o te vas”. Y si considera que, en el seno del
partido, somos como los mosqueteros, “uno para todos y todos para uno” (Tercer
error), pues te equivocas de punta a rabo, pues en política, “el adversario le
tienes en frente, pero el auténtico enemigo, le tienes al lado”, tu compañero
de partido, con el que tendrás que luchar con uñas y dientes para medrar y
conseguir puestos de relevancia.
Así,
todo político que se precie tiene que corregir sus tres errores y, sólo así,
tiene alguna posibilidad de pasar de formar parte de las juventudes del
partido.
Es
decir, la Política, inevitablemente es lo que es, pragmatismo absoluto con
apariencia democrática, progresista y de defensa del bien común. Y el político
es (salvo honrosas excepciones) alguien bueno y noble que creía honestamente
luchar por el bien de la sociedad, pero que para ello ha tenido que convertirse
en un fanático etimológicamente maniqueo (primer principio), susceptible de ser
corrompido (segundo principio) e individualmente egoísta (tercer principio).
Tres principios que corrigen los anteriormente descritos tres errores del
pardillo que pretende luchar por el bien común. Es decir, buenas personas
totalmente prostituidas por el “Sistema”, con capacidad de manipular la vida y
los bienes de la gente. Y por supuesto, “insistir en los errores del partido
cueste lo que cueste”.
5.-El proceso de
involución de la honestidad
Si bien
la Política se ha regido siempre por estos tres principios, la intensidad con
la que se ha expresado en la vida social, ha ido en aumento, desde la política
1.0, donde hasta se aceptaba que el Rey lo era por voluntad divina, hasta la
3.0, donde se ha ido pasando de las grandes figuras políticas, los grandes
estadistas y grandes y afamados jefes de estado, con cierta integridad moral, a
una jaula de grillos, gente, muchas de ellas sin oficio ni beneficio, que han
visto en la Política una forma de forrarse o de al menos ganarse la vida. De
oficio, albañil, fontanero, político, etc.
Hasta
hace bien poco (veinte o treinta años, digamos que hasta el 2000), el político
era habitualmente, una persona con carrera, con un medio de vida hecho, de
mediana edad, acostumbrada a resolver los problemas de su puesto de trabajo, de
su sección, de su departamento o de su empresa; es decir, había aprendido a
resolver profesionalmente los problemas de su profesión, de su empresa y de su
gente. Y sólo entonces, debido a su prestigio, accedía a la vida política
durante un tiempo, hacer un buen trabajo, para luego, volver a sus cuarteles de
invierno o, por la puerta giratoria, a un cómodo puesto preparado por alguna
empresa beneficiada por sus gestiones.
Ahora
no, un porcentaje cada vez mayor de políticos apenas desde que les salieron los
dientes y, con cara aún de niños o jóvenes adolescentes, acceden a cargos de
concejales, alcaldes, diputados, ministros y hasta de presidente. Es decir, no han
sido educados en los valores humanos sino directamente en los referidos tres
principios, maniqueísmo, corrupción y visión individualista de la vida,
compensada con una increíble dosis de sagacidad, astucia e hipocresía para
hacer ver a la gente que luchan por ideales que ocultan simplemente la
necesidad de vivir desde que salen de la escuela primaria, de la Política, a
ser posible, hasta que se jubilen, o hasta terminar de pagar la hipoteca del
chalet y, con una sabrosa pensión vitalicia. Y en no pocos casos se agarran a
la Política con uñas y dientes, para mantener el aforamiento y la inmunidad lo
más posible, no sea que cuando la pierdan, la Ley caiga con todo su peso contra
ellos, por los tremendos delitos cometidos durante sus mandatos.
En
cualquier caso, los políticos son hijos de la sociedad que los ha amamantado,
así que tampoco podemos quejarnos, porque sus virtudes y sus defectos son
exactamente los nuestros; de ahí el dicho de que “tenemos los políticos que nos
merecemos”, dado que cualquiera de nosotros, puestos ante la oportunidad, no sé
si caeríamos también en la tentación.
6.-La mentira como herramienta imprescindible
Con aires de modernidad, los políticos han convertido la
vida pública en un circo mediático basado en la mentira. “La Política es el arte de saber mentir”, que ya decía D. Julián
Marías. La mentira es esencial en la política actual. Lo ha sido siempre, pero
en la actualidad es imprescindible. Ante una realidad aceleradamente distópica
en una sociedad también aceleradamente distópica, el control de todas las
variables por las que el “sistema social” funciona es cada vez más difícil de
mantener en niveles de estabilidad. De nuevo el concepto sistémico del tamaño y
complejidad crecientes hace que, como en los dinosaurios, sea cada vez más
complicado mantener la homeostasis social bajo control. Si a esto se le añaden
las fortísimas tensiones que una vida política bronca como la actual generan
entre los propios partidos, al político no le queda otra que mentir, primero
para conseguir sus propios fines (en esta vida todo el mundo va a lo suyo,
excepto yo, que voy a lo mío) y, segundo para sosegar a una sociedad cada vez
más inquieta, consternada y casi aterrada ante un cada vez más incierto devenir.
La mentira es la herramienta fundamental del político, como
el bisturí del cirujano. Sin la mentira, a veces flagrante mentira, el político
no puede hacer nada, porque como diría Al Gore, “la verdad es incómoda” y al
pueblo hay que decirle lo que desea oír. Por eso la ficción arrastra a las
masas mucho más que la verdad. De modo que la credibilidad de un político es
básicamente “cero”; sólo ratificable si alguna de sus obras y, por casualidad,
coincide con lo que alguna vez dijo. Con lo cual, las sesiones parlamentarias
son, en esencia una pérdida de tiempo o acaso, una forma de mantener
entretenidos a los comentaristas y medios de comunicación y al personal que
todavía los sigue por televisión. Las tertulias de la mañana son, como un
partido de fútbol, a veces apasionantes y siempre entretenidas. Como pasatiempo
no están mal.
7.-Políticos de barrios de aluvión
Con todo el poder que podemos ver que tienen nuestros
presidentes y jefes de Estado, salvo excepciones, estos chavales, apenas si
ostentan alguna capacidad de hacer algo que no sea los que les mandan los que
ostentan el Poder Real, los que tienen el dinero, es decir, la Banca, las
grandes entidades geopolíticas (UE) y corporaciones internacionales (la corporatocracia
que John Perkins describe perfectamente en el libro “Confesiones de un gánster
económico”) y, por encima de todas ellas, y la Oligarquía, la Élite mundial,
que Martín González describe de un modo magistral en el capítulo V – Política,
de nuestro libro “Consciencia y Sociedad distópica”, con esa configuración en
ondas o círculos concéntricos en los que las grandes corporaciones y hombres
auténticamente poderosos (como las familias judías de la Banca o el Club
Bilderberg, pongo por caso) forman el tercer círculo y nuestros grandes
políticos, un ridículo y bochornoso cuarto o quinto círculo, como perritos
falderos o mocitos de café de los líderes del Tercer Círculo, dispuestos
obedientemente a ser la voz de su Amo, los tontos útiles de sus oscuros
intereses.
Como indica Martín, el segundo círculo lo forman esas
sociedades secretas constituidas por los Masones, los Iluminatti y demás familias
y entidades secretas de las que apenas sabemos nada, pero que están ahí,
manejando los hilos del poder. Y nos queda el primer círculo, determinadas
personas, completamente desconocidas que literalmente han vendido su alma al
diablo y que son en esencia, los amos del mundo.
Y por último y fundamental, el Núcleo del Poder, una entidad
no humana, demoníaca bajo la que está toda la Humanidad sometida.
8.-Lucifer ha caído
“Lucifer ha caído
sobre nosotros”, que como un mantra rezaba con sus compañeros de
monasterio, el hermano Francis de Utha, de la orden de la Memorabiblia, en la
novela “Cántico a San Leibowitz” de Walter Miller, allá por 2100, tras la
Guerra nuclear. Pues sí, Lucifer ha caído sobre nosotros, es la Élite bajo su
mando, dispuesta a sumergir la Humanidad en la única forma posible de régimen
político capaz, eso sí, de mantener una nueva estabilidad social.
Visto desde un enfoque y visión
sistémica, sin apasionamiento, el NOM es la única baza que le queda al diablo
para mantener su obra en pie, antes de que las leyes sistémicas de la
Naturaleza tiren todo por tierra. NOM y Política 4.0 y Sociedad 4.0, son en
esencia lo mismo. La propia idea de la Globalización es una iniciativa perversa
que ha facilitado los flujos transnacionales de materia, energía, información y,
sobre todo, dinero, para que puedan ser gestionados de modo centralizado; y con
ello, de paso dejar en el ostracismo a las soberanías nacionales. Recuerdo la
tabarra que se dio a comienzos de siglo con los beneficios de la Globalización,
pero desde Manos Unidas, con quienes yo colaboraba, por aquel entonces, veíamos
todo el proceso con un más que razonable escepticismo, porque ya entonces, en
sus comienzos, veíamos que “nadie da puntada sin hilo” y mucho menos los
grandes poderes del mundo. Para los países en vías de desarrollo ha sido la
puntilla, que garantiza que jamás saldrán de la pobreza, aunque para que no se
note demasiado, las estadísticas de Naciones Unidas traten de mostrar ligeros
avances, maquillando las cifras.
Finalmente, con la Globalización,
el inmenso poder mundial ha ascendido a donde la Élite quería tenerlo. En el
otro extremo están los nacionalismos, acaso como respuesta a aquello, a veces ridículamente
provincianos, que pretenden exacerbar el maniqueísmo supremacista de una
determinada tribu, por encima del resto del mundo, tanto que, llegados al
extremo, siempre han terminado en la escisión social y finalmente en guerras,
entre ellas, las dos guerras mundiales y otras tantas múltiples guerras
regionales.
Así que, bien por un lado, bien por el otro, el panorama
pinta mal, muy mal para la Humanidad, eso sí, para honor y gloria de la Élite,
en último extremo, del diablo.
9.-Política 4.0
En cualquiera de los casos, tanto
en el globalismo como en el nacionalismo, lo que ha muerto definitivamente en
la Política 4.0 es la libertad individual y de expresión. De alguna forma, todo
apunta hacia un control cada vez más férreo de la población, no sólo de lo que
hace, sino de lo que dice y piensa. Uno pensaría que la Élite, tradicionalmente
asociada al libre mercado, al liberalismo económico, no consentiría el
florecimiento de regímenes dictatoriales. Y, sin embargo, lo está permitiendo
o, eso parece, al no hacerle ascos (aparentemente) a gobiernos de extrema
izquierda, como el actual de España. Y la verdad es que tiene sentido, porque
la cuestión consiste en ir eliminando la competencia, la pequeña empresa, que
es lo mismo que eliminar la propiedad privada, para centralizar la capacidad
económica en empresas cada vez más grandes, más descomunales, con Estados cada
vez más colaboracionistas del NOM, poniendo todo su país en venta al mejor
postor.
Por otra parte, a nivel de la
libre expresión, si nos damos cuenta, en todo el mundo se está asentando lo que
se denomina el lenguaje “políticamente correcto”, de modo que, si uno se
expresa de una forma diferente, puede que sea marcado como antisocial. Este, no
es sino el primer paso para la imposición, a riesgo de cárcel o exclusión
social, del pensamiento único. Por ejemplo, la imposición del pensamiento
inclusivo, que obliga incluso a destrozar la propia lengua con frases de género
redundantes, no es sino una forma, por cierto bastante grosera, de imponer al
conjunto de la ciudadanía, una forma concreta de pensar, por supuesto en aras
de un supuesto bien social. Todo ello oculta ideologías maniqueas, feminismo
frente a machismo, homofilia frente a homofobia, oficialistas frente a
negacionistas, antirracismo frente a racismo, progresistas frente a fascistas.
Y nos obligan a ser plenamente lo uno frente a plenamente lo otro. Es imposible
ser ecléctico, está prohibido buscar la verdad, porque la verdad la tienen
ellos, los que mandan e imponen por la vía prácticamente legal, pensar de una
determinada y diferente manera.
Y a todo esto, la Élite y sus
fieles servidores, los políticos, cuentan con el inestimable apoyo de un poder
legislativo que elabora leyes que rompen el sentido común, que llegan a ser la
expresión viva de esa imposición de pensamiento y de algo sorprendente, la
defensa explícita del delincuente frente a la víctima. Pongo el caso de cómo la
Justicia española aborda de forma abracadabrante el problema de los okupas. O
cómo el feminismo exacerbado condena al varón por lo que sea, por el simple
hecho de serlo y sin respetar la presunción de inocencia.
Por último, el globalismo está provocando una progresiva
pérdida de identidad nacional. En el extremo, el discurso político, tiende a
convertirnos en apátridas de lo que han sido nuestras identidades nacionales,
para transformarnos o bien en fanáticos defensores de nuestra comarca (la
república independiente de mi casa) o simplemente en gente sin patria y sin
bandera. No son de extrañar, con todo, movimientos del tipo Brexit, en una
nación como el Reino Unido, nostálgica de su viejo imperio, que trata de
mantener en la memoria con su vieja Commonwealth. Es otra forma de expresión de
los nacionalismos a ultranza.
Todo esto, no es más que un botón de muestra de hacia dónde
se dirige la actual política mundial, 4.0, que se mueve bajo extremadamente
poderosas fuerzas antagónicas, que están poniendo en riesgo, no ya la
estabilidad (que se perdió hace mucho tiempo), sino la propia supervivencia de
este MODELO 1 de mundo, que hemos conocido.
Los dinosaurios no tuvieron tanta capacidad de resistencia.
10.-Sin noticias de Dios
Al referirme al inexorable proceso de pérdida de honestidad
política, decía que “tenemos los políticos que nos merecemos”, porque ellos
salen de una sociedad que ha perdido cualquier tipo de valor moral y ético de
los que siempre han adornado a la condición humana. Gandhi decía, no obstante
que, “en el mundo prevalece mucho más el
amor que el odio; de no ser así, el mundo se habría destruido hace mucho tiempo”.
Esto lo decía en tiempos duros, como la Segunda Guerra Mundial. Con todo, y
tras la época de bonanza que nuestra generación (la mía en concreto) ha vivido
desde los años cincuenta hasta finales del Siglo XX, sin guerras (en el
Occidente desarrollado), en una situación de distopía total como la que
vivimos, no sé si Gandhi se mantendría en su aserto. Es cierto que hay muchas
más personas de buena voluntad que infames, pero el despliegue de caos que
desatan estas, sólo es compensado con esa sobreabundancia de amor que
despliegan aquellas. Es como los Curris y los Fraggle, los encantadores
personajes de la serie infantil Fraggle Rock. Mientras los Curris levantabas
inútiles construcciones de caramelo, los Fraggle se las comían. Pues eso, la
gente de buena voluntad, construye una sociedad de amor y los Fraggle la
destruyen. Pero hasta ahora parecía haber una estabilidad entre los Curris y
los Fraggle. Ahora, parece que la balanza se está decantando del lado de los
Fraggle, de los infames, encarnados en la clase política, financiera y
económica, toda ella controlada cada vez más por la Oligarquía, por la Élite.
Pero el tío Matt, el anciano sabio de Fraggle Rock, no
parece hacer nada para evitar ni el desorden ni el desastre. No tenemos
noticias de Dios. Y todo parece que la tendencia social es a que no interesa
tener noticias de un Dios que ya Nietzsche dio por muerto hace mucho tiempo. El
transhumanismo, que es el tránsito al posthumanismo, tiene un sueño húmedo que
es un ser humano híbrido, inmortal, biónico y con una inteligencia elevada a la
enésima potencia gracias a la Inteligencia Artificial; una fusión hombre
máquina, como medio de gobernar este mundo, con muy pocos alphas biónicos y una
inmensidad de épsilons.
En este “escenario 2050-2100”, Dios habrá quedado
completamente excluido de la ecuación.
Viendo la actual película desde fuera, como si fuéramos
extraterrestres, uno ve cómo el mundo en general va inexorablemente en una
dirección absolutamente caótica, donde la Élite trabaja con la imprescindible
ayuda de toda la Tecnología 4.0, por conseguir un descomunal salto de escala
que le permita superar el agotamiento de los rendimientos decrecientes de la
actual sociedad, mientras la gente llana, se aferra, en su caso, a sus
creencias en un mundo mejor, cada cual en su paraíso religioso, los cristianos
por un lado, los católicos por otro, los musulmanes, judíos, budistas y
sintoístas, cada uno por el suyo, con una importante dosis de un supremacismo
maniqueo que les mantiene separados por un mismo Dios. Las organizaciones
religiosas NO PUEDEN tirar la primera piedra.
Por supuesto, en una situación tan ridícula como esta, Dios
debe estar hecho un lío, ¿a quiénes va a hacer caso, si cada cual se considera
en posesión de la verdad (y esta vez de la verdad absoluta)? Como diría, de
nuevo, Nietzsche
“El convencimiento absoluto es más peligroso para la
verdad que la propia mentira”
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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de
Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación
de las diferentes entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en
este blog, en el
contexto del Proyecto
Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes
desde el 20 de
enero de 2020.
Se puede tener
información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su
web: http://sociedaddistopica.com/
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