Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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5/10/20

Sociedad 4.0 (Visión sistémica del mundo: 38)


Más allá de su definición como “el uso del modelado y la simulación por computadora que permite a una persona interactuar con un entorno sensorial tridimensional (3D) artificial u otro entorno sensorial" según la Enciclopedia Británica, la Realidad virtual y con ella, el ciberespacio, aunque son términos acuñados en los años ochenta, definen perfectamente a la Sociedad 4.0. El advenimiento de Internet como revolución informática 3.0, creó el ciberespacio como ente virtual donde con cada vez más intensidad y duración, las personas realizan su trabajo y disfrutan de su ocio. El advenimiento de 4.0, con sus cinco componentes que hemos visto, IA, 5G, BigData, IoT y robótica + bioingeniería, prácticamente ha erigido la “matriz” virtual como escenario normal en el que se desarrolla la vida humana y lo será aún más en el futuro.
Así pues, en primera instancia, la Sociedad 4.0 es ya en un porcentaje muy importante (no sabría dar una cifra, pero sí que es muy grande) en el que se desarrolla la vida humana. Así que, si vivimos en un mundo feliz, como se pregunta Martín González en su capítulo III de “Consciencia y Sociedad distópica”, mi respuesta es “sí”, vivimos en un mundo feliz, en la medida en que, por Realidad virtual, nos podemos engañar hasta la saciedad, creyéndonos que vivimos en el espacio del móvil y los videojuegos y, como una droga adictiva, con tolerancia y dependencia, provoca un síndrome de abstinencia que se manifiesta con depresión, ansiedad y aislamiento porque funciona a nivel adictivo como los opiáceos.
Por otra parte, los que ostentan el poder, ya no son los políticos, que se encuentran en los barrios de aluvión del Poder Central del Mundo. Con lo cual, la política que nos enseñan los telediarios es también virtual, porque las decisiones ya no se toman en el Congreso ni en La Moncloa o el Eliseo. El decisor real está bastante más arriba.
Y sí, vivimos ya en ese mundo feliz, garantizado por el NOM, aunque nos costará adaptarnos, porque para eso tendremos que entregar nuestra libertad individual a cambio de un móvil 5G capaz de descargarse una peli en cero coma y de convertirnos en “clientes transparentes” con capacidad para comprar lo que queramos a golpe de click en Amazon. Así que está claro y, no voy a insistir más en nuestra calidad de entes autómatas que a base de una progresiva pobreza subvencionada y un móvil que sea capaz de hacer nuestras delicias, volvemos a dar la impresión que daba Charles Chaplin en “Tiempos modernos” sólo que metido en un engranaje virtual en vez de físico.
En el capítulo III del libro, Martín González explica tan bien nuestra realidad social, que me repetiría como el ajo si siguiera abundando en la trágica descripción de nuestro mundo feliz. Pero, en la medida en que estas entregas pretenden observar toda esta realidad con un enfoque sistémico, procedo a ello, partiendo de un modelo dinámico en el que trabajé personalmente allá por 2003, relacionado con el mundo de la droga, del narcotráfico.

Modelo sistémico del mundo de la drogadicción

En la medida en que estamos sometidos ladinamente a un comportamiento adictivo por el advenimiento social de la tecnología 3.0 y 4.0, lo que aquí voy a explicar, puede aplicarse perfectamente a lo que nos ocupa.
El problema de las drogas de abuso ha sido siempre uno de los desafíos sociales que más literatura haya podido derramar. Se ha estudiado desde todos los puntos de vistas posibles e imaginables. Es en sí mismo un campo de conocimiento multidisciplinar. Da la sensación, por tanto, de que estamos ante una enloquecedora tela de araña que se auto perpetúa en el tiempo, se haga lo que se haga. El problema de la droga es sistémico por definición, porque refleja un deterioro paulatino de la Sociedad con drogas que ahora son drogas 4.0, tal y como describe el Capítulo III Sociedad.
La gente, en medio del ambiente social de nuestro “mundo feliz virtual”, sometida a la tremenda tensión social que venimos experimentando y catalizada por la actual pandemia, necesita huir de sus problemas por la vía, no sé si fácil, pero sí más accesible. Y “voilà”, aquí tenemos las drogas 4.0 para nuestro uso y disfrute.
Tal y como desarrollé en 2003 el modelo sobre la drogadicción, pudimos ver que la droga se fundamenta en tres problemas, el factor humano, el factor delictivo y el factor social.
El factor humano
Básicamente podemos denominarlo antes y ahora genéricamente el “estrés”, ya que vivimos en la era de la angustia vital. Para mitigar el estrés y, acudiendo al ya conocido arquetipo sistémico del desplazamiento de la carga, acudimos a lo más rápido, el consumo de sustancias que aplaquen el estrés, bien sean estupefacientes o toda la artillería tecnológica que nos transporta al mundo feliz de la realidad virtual. Pero, como refleja el arquetipo de desplazamiento de la carga, esa sedación del estrés provoca en el caso de los estupefacientes, un progresivo deterioro personal a medio plazo, que se refleja en el binomio tolerancia-dependencia y síndrome de abstinencia si carecemos de la sustancia o de la tecnología. Pero a largo plazo esto terminará mal, por una separación total de la realidad real (valga la redundancia), la física, la de relación física con los demás seres humanos. Y sólo existe un camino para evadirnos de la evasión virtual, el autodominio, la primera y más fundamental de las disciplinas de las organizaciones inteligentes, saber para qué nos levantamos todas las mañanas y tratar de ser dueños de nuestro propio y personal destino.
El factor delictivo
En el caso del mundo de las drogas de abuso estupefacientes, el narcotráfico está sostenido por una descomunal red de organizaciones empeñadas en enriquecerse a costa del astronómico negocio que genera el consumo, con una oferta regulada para mantener los precios de las papelinas. Son ingresos que suponen, en el caso de México, el 5% de su PIB. Hablamos de trillones de dólares a nivel mundial. Y estamos hablando de un mercado que afecta a 270 millones de drogadictos en el mundo (el 5% de la población mundial).
El factor delictivo de las drogas 4.0 se dispara en un factor de diez, para abrir boca (¿2.700 millones de personas?) Es decir, más o menos, la población del mundo desarrollado (¿más o menos?). Es decir, nosotros, todos nosotros. ¿Y quienes son los narcotraficantes 4.0? La comúnmente denominada ya como “la élite”, con el inestimable apoyo de las corporaciones tecnológicas. Es decir, si hacemos el esfuerzo de ver todo lo que nos rodea como un descomunal despliegue tecnológico orientado a ese NOM que para nosotros pretenden que sea finalmente “el mundo feliz”, vemos que los agentes que están detrás del uso de las armas silenciosas para la actual Guerra tranquila (entrega 34 del 7 de septiembre) son los narcotraficantes tecnológicos 4.0, con unos réditos por semejante comercio de proporciones inimaginables.
Lo malo es que si en el narcotráfico convencional, al menos se supone que la policía y la justicia supuestamente lo persiguen, aquí, en el “narcotráfico 4.0”, ya no hay ni policía ni justicia que lo vaya a perseguir, porque ambas forman parte del entramado. Queda poco para que quede instaurada la Policía del Pensamiento.
El factor humano (las personas como individuos) y el factor delictivo, tal y como los describo, constituyen el modelo del sistema. Pero fuera del modelo existen externalidades que influyen; el factor social y las redes internacionales.
El factor social se puede calificar con el término inane de “progresismo”, una palabra talismán esgrimida por todos los gobiernos progresistas que en realidad no es más que la zanahoria que se le pone al burro para que ande. En varias de las entregas he referido que el motor del comportamiento humano está razonablemente descrito por Maslow y su famosa pirámide. Todo el mundo quiere progresar, crecer, tener mayores niveles de confort y, la sociedad en su conjunto parece como que quisiera lo mismo y a ese deseo le llama “progresismo”, aunque sea un desiderátum inalcanzable, pero bien manejado y manipulado electoralmente, da bastantes réditos a los sagaces políticos, aunque sea un espejismo. Pero a poco que pensemos, el progresismo es un engañabobos, dado que si dibujamos un diagrama causa efecto (Ishikawa) sobre las causas que sociológicamente conducen a la Sociedad al consumo de drogas, básicamente tenemos tres fundamentales: 1.- la crisis de valores, 2.- la mala calidad de la educación y 3.- la Tensión social debida al paro, la desigualdad y la progresiva delincuencia. Y etc., etc. Así que, si a este caldo de cultivo se le mete en la estufa de la oferta de elementos evasivos, tenemos el escenario perfecto para que la gente quede encantada con el consumo de drogas, químicas y tecnológicas.
Con esto llegamos a lo que podríamos denominar el Síndrome de Huxley o paradoja de que tanto por la escasez de necesidades satisfechas por la parte baja y alta de la pirámide, los seres humanos estamos siempre sometido a ansiedades de las que quisiéramos salir como sea.
Las redes sociales internacionales a las que todos estamos enganchados constituyen el mercado mundial de la droga 4.0, donde cualquiera puede vender su libertad y su privacidad a cambio de navegar, eso sí, libremente, por las redes y poder acceder a todo tipo de recursos de información, por el módico precio de “todos nuestros datos tanto públicos como privados e íntimos”.
El modelo dinámico que desarrollé hace diecisiete años, en esencia no ha variado y se ve perfectamente cómo todo el comportamiento personal, del narcotráfico y de la sociedad es básicamente el mismo. Todo son bucles reforzadores y compensadores que hacen, en este caso, que todo el sistema en el que se fundamenta la adicción sea el mismo, una respuesta fácil a una situación difícil de soportar por la población (el pan y circo de los romanos), pero intencionadamente provocada por aquellos que ostentan el poder a gran escala, siendo la finalidad, la expresada en la entrega 34, una guerra tranquila contra una población a la que se desea mantener dócilmente amaestrada.
Como todo, el futuro social 4.0 tiene una cara y una cruz, un lado luminoso y un lado oscuro, un Yin y un Yang, con sus puntos correspondientes. Es decir, por un lado, los avances tecnológicos, vistos con una perspectiva utópica, impresionan de espectaculares. Los frikis de la tecnología están de suerte, dado que, como Martín González describe en el punto 3 del capítulo, con perspectiva utópica, el mañana es un sueño tecnológico donde ¿todos? seremos tecnológicamente felices. La retahíla de avances sencillamente geniales es tan apetecible que, como soñar no cuesta dinero, nos podemos embelesar con los maravillosos avances. Pero desde una perspectiva distópica, el futuro se vuelve sombrío. Sobre todo lo que más asusta, lo que parece más peligroso es que el hombre decida (ya lo ha hecho) eliminar a Dios del Proyecto de la Creación y ser él, el hombre, el dueño absoluto de la propia evolución biológica, lo que se trata al final del capítulo describiendo el Proyecto Ávatar en sus diferentes fases, desde el avatar A, que ya parece conseguida (un robot controlado por la mente humana), a los avatares B, C y D, para el año 2045, en el que sobrepasaremos el anteriormente referido “Punto de singularidad tecnológica” en el que la tasa de crecimiento de la evolución biológica será ampliamente superada por la Inteligencia Artificial, con una potencia de cálculo mil millones de veces superior a la inteligencia humana.
Esta situación supone, en términos matemáticos un disparo exponencial de ascenso literalmente vertical, un crecimiento de inteligencia y desarrollo tecnológico por el que la mente humana de la práctica totalidad de los seres humanos quedará a más distancia de la IA, que ahora están las propias hormigas de nosotros mismos.
Si el crecimiento jamás puede ser ilimitado (si aceptamos el arquetipo sistémico de los límites al crecimiento), en algún momento, tiene que aparecer la función logística, poniendo freno a ese inimaginable disparo de crecimiento, en el entorno al menos terrestre. Es decir, el futuro post humanista es inimaginable. Nos pueden drogar con la visión utópica de las ventajas de una sociedad tecnológicamente muy avanzada, aunque peligrosamente estancada en su desarrollo espiritual (nivel 1 de Sagan). Si esto es así, salir de este bloqueo supondrá la gran tribulación predicha desde antiguo.
Y mientras los principios de la ética se hacen añicos, tratarán de mantenernos drogados con las chuches tecnológicas que nos hagan felices, mientras al abrigo del proyecto Ávatar, se van perfilando las clases biológicas humanas, de sujetos alfa, beta, etc., hasta llegar a los épsilons, que seremos la generalidad de los humanos que sobrevivamos a semejante conmoción tecnológica y social.


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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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