¿Qué fueron Rudolf Hess y Winston Churchill?
Tras
la caída de Francia en 1940, los altos jefes nazis seguían sin entender por qué
Gran Bretaña seguía empeñada en luchar contra Alemania y el propio Hitler envió
una oferta de paz a Londres que no fue aceptada en ningún caso. Pero de todos
modos, muchos políticos y militares germanos continuaban pensando que había que
tratar de convencer a los tozudos ingleses de que había que evitar que ambos
países continuaran en conflicto. Uno de ellos era Rudolf Hess, el delfín de
Hitler, antiguo secretario político del Führer y en aquel momento en la cumbre
de su carrera en el poder, tan solo supeditado a Hermann Göring en la cima del partido como viceführer. Hess de
carácter ciertamente retraído, y al parecer también debido a una limitada
inteligencia, lo cierto es que, sin embargo, su influencia podría empezar a
verse limitada frente a rivales como el maquiavélico Martin Bormann, en aquellos momentos secretario personal de
Hitler. Sea como fuere, es probable que Hess buscara algún acto que le
permitiera refrendar esa confianza, o bien fuera el propio Hitler el que le
encomendara una misión diplomática de peso. Hess era amigo del profesor de
geopolítica Karl Haushofer, uno
de los principales ideólogos del Lebensraum o espacio vital,
que justificara la expansión territorial germana, el cual le planteó la
posibilidad de retomar las conversaciones de paz con los británicos. Se eligió
como contraparte a Douglas
Douglas-Hamilton, XIV Duque
de Hamilton, un prestigioso aristócrata y miembro de la Cámara de los
Lores, que sin embargo, y en teoría, carecía de contactos directos con el
gobierno británico para una misión de tan altas expectativas.
Para
alcanzar un primer contacto, Hess decidió volar personalmente a Escocia, a Dungavel House, donde se encontraba el
duque y que contaba, al parecer, de una pista de aterrizaje privada. El 10 de
mayo de 1941, Hess se desplazó desde su casa de Munich a las instalaciones de
la Messerschmitt en Augsburgo. Su amistad personal con el propio Willy Messerschmitt le había
permitido, desde hacía muchos años, probar modelos experimetales y satisfacer
su placer por volar. En esta ocasión le esperaba un Bf 110E-1, un caza pesado bimotor con una importante autonomía,
aunque en este caso fue equipado de tanques de combustible auxiliares, así como
reconfigurada la instalación de ciertos equipos de radionavegación para que
pudieran ser manejados por un solo tripulante.
El
Messerschmitt 110 despegó de Augsburgo entre las seis menos cuarto y las siete
de la tarde de aquel día. Tras sobrevolar el espacio aéreo alemán y holandés,
alcanzó la costa a la altura de Den Helder, a ochenta kilómetros de Amsterdam y
cruzó el Mar del Norte efectuando cambios de rumbo y sirviéndose del Receptor Lorenz que equipaba el avión
para interceptar las radioayudas, hasta llegar a la costa nordeste de Escocia a
las diez y diez de la noche aproximadamente. Una vez en territorio escocés,
Hess buscó infructuosamente la Dungavel
House, propiedad del Duque de Hamilton y cuya pista de aterrizaje estaba
con las balizas apagadas. Eran las 22.45 y le quedaba muy poco combustible.
Alcanzó la costa occidental y, en el mar, lanzó los tanques suplementarios
sobre el río Clyde, girando seguidamente 180º al este. Por segunda vez
sobrevoló la casa pero no pudo encontrar la pista, agotándose la gasolina muy
poco después.
Hess
decidió lanzarse en paracaídas, y acudió en su ayuda un agricultor alarmado por
el estruendo del avión al estrellarse, no demasiado lejos de Glasgow. El
agricultor lo llevó a su casa, donde Hess rechazó en perfecto inglés la taza de
té que se le ofreció. Cuando llegaron los soldados británicos, se presentó como
el capitán Alfred Horn, con
misión especial y con la petición de que fuera enviado a Dungavel House para
poder entrevistarse con el Duque de Hamilton. Pero los militares rehusaron
seguir sus instrucciones, en aquellas horas ya de la madrugada y Hess fue
trasladado al cuartel de infantería
ligera en Glasgow.
A la
mañana siguiente, el Duque de Hamilton llegó al cuartel. Se entrevistó con un
convaleciente Hess por su tobillo herido, el cual le comentó que se conocían de
los Juegos Olímpicos de Berlín del 36 y le manifestó el supuesto interés de
Hitler por alcanzar un armisticio con Inglaterra. El aristócrata voló aquella
misma tarde a Oxford para entrevistarse con Winston Churchill, el cual, le
aseguró que se trataba de una aventura personal de Hess. Hamilton, junto con Kirkpatrick, Director en la Sección de Asuntos Exteriores del Ministerio
de Información, volvieron a entrevistarse con Hess en Glasgow, donde
éste les reiteró el interés del Führer por alcanzar una paz por separado, pero
dos días más tarde terminó por reconocer las sospechas de los británicos:
Hitler no sabía nada del asunto. O eso es lo que se dijo en aquel momento.
A
partir de aquí, Rudolf Hess, fue tratado como Prisionero de Guerra (y
considerado como mentalmente perturbado), inició su cautiverio del que
nunca saldría. Desde Glasgow fue trasladado a la Torre de Londres, en la
capital. La primera de las cárceles en sus cuarenta y seis años de vida penal.
Tras quedar recluido en ésta y otras prisiones británicas, con el fin de la
guerra los aliados le enviaron a Alemania para su juicio en el Proceso de Núremberg, donde en 1946
fue condenado a cadena perpetua, acusado de conspiración y crímenes contra la
paz. El 18 de julio de 1947 ingresó en la prisión especial de Spandau, en Berlín, junto con otros seis altos
jerarcas nazis, para cumplir la pena impuesta. Cuando Albert Speer (Ministro de Armamento) y Baldur von Schirach (Líder de las Juventudes Hitlerianas), fueron
liberados en octubre de 1966, Hess quedó como el único prisionero en aquel
enorme edificio decimonónico. Pero para él no hubo redención de pena y a pesar
de ciertos movimientos para la puesta en libertad del ya anciano Hess la
negativa de británicos y soviéticos lo impidió. Finalmente, el 17 de agosto de
1987, las autoridades británicas de la prisión informaron de que Hess había
sido encontrado muerto, suicidándose con un cable eléctrico en la cabaña del
jardín de Spandau. Tenía noventa y tres años. Y yo me pregunto: ¿espero tantos
años para suicidarse?
Todo
esto es lo que nos cuentan las fuentes oficiales, lo que denominan los
británicos como versión oficial. Sin embargo, recientemente se han desarrollado
nuevas teorías revisionistas al respecto, sobre la realidad del vuelo, sobre
sus implicaciones y protagonistas y sobre el final del otrora líder nazi. La
reciente publicación del abogado y especialista en Seguridad Nacional
británico Michael Shrimpton,
titulada Rudolph Hess, The
Truth, y que recopila a su vez investigaciones más recientes, como
las contenidas en el interesante, arriesgado y controvertido Rudolf Hess: A New Technical Analysis of the
Hess Flight, May 1941, de los investigadores Richard Wilbourn y John
Harris, y en Hess,
Hitler and Churchill: The Real Turning Point of the Second World War – A Secret
History, del historiador y periodista Peter Padfield. Partiendo de este nuevo enfoque, y chocando con la
historia oficial, se establecen muchos de estos interrogantes, en gran
medida relacionados con las condiciones del avión y el vuelo, que es lo que más
valoraremos aquí, evidentemente.
·
El vuelo no podría haber hecho sin escalas
debido a que los motores del 110 necesitaban de aceite lubricante adicional y
que por ello no podría haber completado el vuelo sin escalas incluso a un ritmo
de crucero pobre, pero es que además se comprobó que el bimotor entró en
Escocia a toda velocidad. A esas alturas los motores estarían gripados, al
haberse quedado sin lubricación. Por tanto, hubo de efectuarse una escala
intermedia.
·
¿Por qué partir desde el fondo de Alemania
teniéndola que atravesar por completo, volar por encima de Holanda e ir con
destino hasta Escocia? Podría haber partido de un aeródromo cercano a
Inglaterra y aterrizar en cualquier aeródromo más cercano, entregándose,
diciendo quién es y cuáles eran sus pretensiones. Todo, si estaba acordado
podría haberse realizado con un vuelo más corto y sin tener que lanzarse en
paracaídas.
·
Se especula que probablemente el propio
Mariscal del Reich, Hermann Goering, conociera los pormenores del vuelo, y aún
más, lo supiera previamente desde el momento en que Messerschmitt permitiera a
Hess pilotar uno de aquellos Bf 110, un avión que, por otra parte, era difícil
de gobernar, más aún para un aviador limitado como él. Hess había pilotado en
la Gran Guerra cazas Fokker D.VII,
encuadrado en la Jasta 35, pero
él no llegó a entrar en combate. Su experiencia era, a priori, limitada, y para
saber gobernar una aeronave tan exigente como aquella no bastaba con unas pocas
horas de vuelo. Y lo refrendo, pues de volar sé.
·
Por otro lado, la mencionada pista de vuelo
en Dungavel House era muy corta, solo apta para aviones ligeros, en la que un
pesado bimotor de más de cinco toneladas como el de Hess a duras penas podría
aterrizar, pero en la que era totalmente imposible que pudiera efectuar el
despegue. Y por supuesto que no estaba iluminada (nunca hubo certificación de
lo que estuviese). Shrimpton plantea una alternativa. ¿No podría estar buscando
Hess un aeródromo de la RAF indicado de antemano, convenientemente balizado y
con una longitud de pista apropiada? Es más, ¿no sería Dungavel House un plan
alternativo, solo en caso de que fallara el originalmente trazado? Con los
datos que nos brinda esta controvertida bibliografía se aventura que el destino
del avión de Hess fuera el aeródromo RAF
Dundonald, en Ayrshire.
·
Porque, además, ¿cómo es posible que el 110
burlara con tal sencillez e impunidad las defensas británicas? Ni las
estaciones de radar detectaron un avión extraño, ni las defensas antiaéreas de
la zona de Glasgow abrieron fuego. Spitfires estacionados en Adergrove detectaron al avión alemán,
pero según los documentos que se presentan, se les ordenó romper el contacto.
Aun así, un caza nocturno del 141º
Escuadrón, despegó para su interceptación. ¿Fue éste el que hizo
trastocar los planes originales Hess en su arriesgado y extraño vuelo? Parece
que el caza británico acosó al Bf 110 de Hess, lo suficiente para que abortara
su intento de aterrizar en Dundonald y ya sin combustible, decidiera lanzarse
en paracaídas a un destino incierto.
·
¿Y si las conversaciones secretas entre el
propio Duque de Hamilton y Hess estaban mucho más avanzadas de lo que oficialmente
se contó, y que lo que se contó no era cierto? La realidad era que el Duque
tenía una escasa influencia en el Gabinete de Churchill para establecer pautas
en cuanto a conversaciones de paz con Alemania o con quien fuera. Cierto es que
compartía almuerzos protocolarios con el rey Jorge VI, pero de ahí a poder
influir en el ejecutivo, mediaba un mundo.
·
Son diferentes, por tanto, las opciones
para buscar una verdadera posibilidad (si es que realmente la hubo) en que se
basaba un secreto acercamiento con Alemania en aquel Gabinete británico, en un
1941 de guerra incierta, y éste tenía que estar en otro sitio. En alguien con
real influencia. En una guerra nunca hay blancos y negros, sino toda una serie
de tonos de grises que, desaparecen en la historia oficial. Es bueno recordarlo
porque, si en el Reich no hubo para nada una uniformidad de criterio en las
decisiones tomadas por Adolf Hitler y su camarilla de matones (y las
disidencias fueron silenciadas con sangre), tampoco en Inglaterra todos estaban
a una con Churchill ni con su rey. El pueblo es otra cosa, porque ser patriotas
(o no serlo) es cosa de los que están en el escalón de abajo, para los de
arriba los intereses no tienen nada que ver con la patria… La cuestión que se
plantea es si Bridges, junto con poderosos miembros del Gobierno británico,
agentes del Servicio Secreto Alemán, el Abwehr
y del MI6, habían planeado
alcanzar un acuerdo de ayuda mutua para sustituir en Berlín al gobierno de
Hitler por otro comandado por Hess, y a la vez eliminar el Gabinete de
Churchill, sustituido por otro que permitiera un armisticio entre las dos
naciones (¿quizá dirigido por el pro-alemán Lord Halifax, nombrado sucesor de Chamberlain antes de Churchill y
enemigo de este último)?. De ser así, la sorprendente y polémica tesis de
Shrimpton mostraría este enigmático viaje como una maniobra inconclusa para
llevar a cabo uno de las más espectaculares maniobras de aquella guerra, cuyo
fin hubiera sido probablemente muy distinto. Pero una vez que no pudo llevarse
a cabo, Hess fue públicamente defenestrado, tratado como mentalmente
desequilibrado y confinado de por vida en Spandau. Cuesta trabajo que, sin embargo,
siniestros personajes como Speer, culpable de utilizar prisioneros de guerra
como mano de obra esclava para reactivar la producción de infraestructuras y
armamento del Reich, solo estuviera entre rejas veinte años. Y, sobre todo,
cuesta aun cuesta más trabajo creer que un enfermo y anciano Hess fuera capaz
de colgarse de un cable eléctrico en la prisión, más aún cuando poco tiempo
antes el Premier Soviético Mikhail
Gorbachov había iniciado medidas de aperturismo político (Glásnost) y la liberación del viejo
líder nazi podría ser una de las muestras de dicho deshielo entre los bloques.
Aquel hombre sabía demasiado, y en tal caso, ¿qué supondría si hablaba tras su
salida de Spandau? Da miedo replantearse las cosas. De lo único, y
sorprendentemente, que casi no queda duda es de que Hitler no sabía nada del
asunto. O eso dice las crónicas… ¿y yo me lo creo?
·
¿Pudo Heydrich, el jefe de las SS,
proporcionara una escolta aérea a Hess en la que, muy posiblemente, participó?
Al parecer fue así, pero no contamos con pruebas que lo refrende.
·
Hess es el único de los prisioneros en
Spandau, tras el juicio de Nuremberg, que es condenado a cadena perpetua. Y se
lanzó en paracaídas en 1941, por tanto, no fue responsable de lo que pasara en
la guerra tras esa fecha, así que por qué, ¿el que menos participó en la guerra
es sentenciado a la cadena perpetua? ¿Alguien quiso taparle la boza? Lo cierto
es que sus compañeros de prisión no le trataban bien, sino que lo tenían
ciertamente en algo de distancia y con bromas deleznables, según contaron sus
carceleros.
·
En Nüremberg,
la Unión Soviética pidió para él la pena de muerte, pero Francia, Gran Bretaña
y Estados Unidos optaron por la cadena perpetua debido precisamente a esta
misión que emprendió en solitario. Luego esto es un eximente dado que quiso
acabar con la guerra, así que algo sí que sabían los aliados de las
pretensiones de Hess, y que tras 1941 no participó en las decisiones del Reich.
·
Desde que Alfred Speer abandonó la cárcel en
1966, los 42 soldados y oficiales sólo controlaban los cada vez más escasos
movimientos de Hess, en los últimos años prácticamente ciego La condena de Rudolf Hess, sin embargo, era a cadena
perpetua, así que continuó encarcelado hasta el día de su supuesto suicidio,
vigilado por nada menos que 600 soldados rusos, estadounidenses, británicos,
franceses y Alemania Occidental. De 696 celdas, cuyo mantenimiento costaba unos
100 millones de pesetas al año, solo la del exlugartenientes de Hitler estaba
ocupada. El recinto contaba con unas medidas de seguridad impensables para un
hombre que ya se había convertido en un anciano. El centro estaba rodeado por
una primera valla eléctrica, luego un muro de seis metros de altura con
numerosas cabinas acristaladas de vigilancia y, por último, un contramuro de
cinco metros de alto que, durante la noche, lo iluminaban potentes focos.
Vamos, que ni Rambo consigue escapar de esa cárcel.
·
Según la versión oficial de la primera autopsia, Hess había muerto
estrangulado con un cable eléctrico, alegando que se trataba de un suicidio.
Los primeros en dudar de la tesis oficial fue la familia del lugarteniente
nazi, que encargó una segunda autopsia. Esta
determinó que su muerte fue por asfixia y no por suspensión. Desde entonces, el
misterio rodeó siempre a la causa oficial de su fallecimiento, apuntando desde
entonces a la posibilidad del asesinato.
·
Minutos antes de hacerse pública la noticia su muerte, el cuerpo
del anciano nazi había sido trasladado a un hospital alemán. El traslado, que
fue realizado sin escolta ni preparativos previos, así como el hecho de que los
jefes de las comandancias aliadas se reunido urgentemente, hacían prever lo
peor. El gobierno militar británico en Berlín, sin embargo, aseguró más tarde
que Hess había fallecido antes de ser sacado de la prisión. De ahí que no
llevara escolta.
·
Si los suicidios de Hitler y las detenciones de los principales
mandatarios del Tercer Reich se habían producido inmediatamente después del
desenlace de la Segunda Guerra Mundial y la aventura imperial nazi había
fracasado, la pregunta que se hacían muchos expertos era obvia: «¿Por qué
Rudolf Hess esperó hasta 1987 para quitarse la vida? ¿Por qué los guardias que
habían cuidado de él durante 46 años le dejaron entrar solo en una cabaña del
jardín, donde apareció ahorcado?»
· Su hijo, Wolf Rüdiger Hess, mostró su desacuerdo con el dictamen, asegurando que su padre se encontraba en buenas condiciones psicológicas y que el tipo de suicidio que se le imputaba era físicamente imposible para él.
Concluyamos después de todo este cuestionamiento de cómo fue el viaje de Hess, y su vida posterior. Sabemos que los términos del acuerdo en cuatro partes que llevaba consigo para ofrecer a Inglaterra eran los siguientes:
ü Primera: las zonas de influencia serán Alemania en Europa y Gran Bretaña en
su imperio, con excepción de las antiguas colonias alemanas.
ü Segunda: indemnizaciones recíprocas a los súbditos británicos y alemanes
sancionados a causa del conflicto bélico.
ü Tercera: devolución de sus antiguas colonias a Alemania. Rusia sería
‘incluida’ en Asia.
ü Cuarta: conclusión simultánea de un armisticio, seguido de un tratado de paz tripartito (incluida Italia).
También sabemos que Churchill no
quería la paz con Alemania, sino su aniquilación. Sabemos que Hitler no quería
seguir en guerra con los británicos, pues sus aspiraciones eran otras: Rusia y
todas sus riquezas energéticas.
¿Puede ser que en realidad no se dejara hablar al hombre que sabía todo, y todo es que la guerra se podría haber paralizado en aquel 1941, pero que por los intereses británicos se continuó con la matanza mundial?
También se sabe que Hess sólo accedió a hablar, al final de sus años, con el Teniente Coronel Ronald Speirs, que fue el Gobernador Director último de Spandau, pero que éste se llevó a la tumba las palabras de aquellas conversaciones. Aunque sé que este militar, que fue miembro muy significativo en la 101 Airborne, que no era militar de carrera, sino que se alistó voluntario en paracaidistas y del que se relata mucho de él en la serie “Hermanos de sangre”, escribió un libro sobre todo ello, pero a día actual no se puede localizar. Y por lo que pude averiguar en ese libro se deja caer la verdad del trasfondo de esta historia de no se sabe si de héroes o villanos.
¿No es todo esto de la historia un tejemaneje que oculta la verdad de los hechos por intereses mezquinos de los psicópatas que regían aquellos tiempos, y que además protegieron tales secretos de la guerra durante años, tanto es así que hasta 2050 no se podrían desclasificar documentos de aquella época sangrienta, traicionera y ruin de la humanidad?
El caso, es
que fuera como fuese, hubo una persona que sabía demasiado, que fue condenada a
cadena perpetua, y que sin duda no se suicidó, pues podría haberlo hecho
incluso al inicio de ser prisionero de guerra. Y que a esta persona se le
silenció. Que posiblemente no fuera el loco que dijeron que era, que es lo que
suelen hacer con alguien a quien no quieren dejar hablar, tildarlo de loco, y que
en realidad fuera el menos depravado de todos aquellos que participaron en el
inicio y alargamiento de un conflicto brutal y demencial.
Finalmente, hay dos partes claras, para mí, un Hess con una propuesta de paz y un Churchill que solo quería aniquilar a los nazis. ¿Son héroes, villanos, psicópatas, hubris o estúpidos? Yo lo tengo claro, pero tú has de tomar tu respuesta, si es que la tienes tras esta exposición.
Una última que te planteo, ¿quiénes son los héroes y los villanos hoy en día, los policías que traicionan su juramento o los ciudadanos que han de soportar la falta de honradez de quienes prometieron servirles y cuidarles? A lo mejor todos son héroes y todos villanos. Entonces me remito a lo tratado por Carlo María Cipolla donde establece las cinco leyes de la estupidez, dejando claro que hay cuatro tipos de personas, los inteligentes que producen beneficio para sí y los demás; los malvados que solo producen beneficio para sí y perjuicio para los demás; lo incautos que producen beneficio para los demás y perjuicio para sí; y los estúpidos que son los que producen perjuicio para sí y para los demás. Pero fíjate que no te pregunto si los políticos son héroes o villanos, a estos hoy en día solo los puedo definir como psicópatas fascistas: Malvados sin remedio que te seguirán oprimiendo y sometiendo.
Actualizaciones ¿¿¿…??? deeelij@gmail.com
==================================================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.