Quítense de la
cabeza que el impacto del hombre sobre la Ecología comenzó con la llegada del
carbón y del petróleo como fuentes de energía industrial o doméstica en el
Siglo XVIII. Apenas, desde el momento en que el ser humano abandonó sus
costumbres cazadoras y recolectoras, empezó a alterar los ecosistemas.
El ser humano y
la sexta gran extinción
Todas las grandes extinciones hasta la de
los dinosaurios se han producido por causas naturales, que como consecuencia
generaron un cambio climático que provocó a lo largo de millones de años un
ambiente letal para multitud de especies hasta poner en peligro o aniquilar a
gran cantidad de familias de plantas y animales.
Hace quince mil años, más o menos, que la
especie humana comenzó su andadura colonizadora del Planeta y ya figuraba en
los peldaños más elevados de la cadena trófica. Hoy en día se ha comprobado que
el hombre moderno ha sido el principal responsable de alterar los ecosistemas
marinos y terrestres, por lo que el mundo ha experimentado un gran cambio
climático y por ende muchas especies se han extinto y lo siguen haciendo.
Desde el mamut hasta el pájaro dodo,
muchos animales se han visto en peligro de extinción por actividades humanas
inconscientes como la caza ilegal y el tráfico de animales.
Las actividades humanas que causan
extinción de especies y una mayor pérdida de biodiversidad son:
1.- Alteración y destrucción de los ecosistemas. Desde la antigüedad, la colonización del
Planeta por el hombre ha supuesto en mayor o menor medida como poco,
alteraciones más o menos importantes de los ecosistemas, fundamentalmente la
deforestación con la finalidad de transformar el terreno en zonas de cultivo o
de pasto para la ganadería. Se han maltratado los humedales, y pantanos,
desecándolos para convertirlos igualmente en tierras de labor. Y las marismas
las han convertido en puertos y ciudades.
2.- Prácticas agrícolas. Algunas prácticas agrícolas modernas pueden ser muy peligrosas para el
mantenimiento de la diversidad si no se tiene cuidado de minimizar sus efectos.
Recordad la causa del colapso de la civilización Maya. La agricultura ya causa
un gran impacto al exigir convertir ecosistemas diversos en tierras de cultivo.
Además, los pesticidas mal utilizados pueden envenenar a muchos organismos
además de los que forman las plagas, y los monocultivos introducen una
uniformidad tan grande en extensas áreas que reducen enormemente la diversidad.
3.- Caza, exterminio y explotación de animales. La
caza de alimañas y depredadores hasta su exterminio ha sido habitual hasta hace
muy poco tiempo. Eran una amenaza para los ganados, la caza y el hombre y por
este motivo se procuraba eliminar a animales como el lobo, osos, aves de presa,
etc. La caza ha jugado un papel doble.
4.- Introducción de especies nuevas. El hombre, unas veces voluntariamente para luchar contra plagas o
por sus gustos y aficiones y otras involuntariamente con sus desplazamientos y
el transporte de mercancías, es un gran introductor de especies nuevas en
ecosistemas en los que hasta entonces no existían. Esto ha sido especialmente
peligroso en lugares de especial sensibilidad como las islas y los lagos
antiguos, que suelen ser ricos en especies endémicas porque son lugares en los
que la evolución se ha producido con muy poco intercambio con las zonas vecinas
por las lógicas dificultades geográficas. Por ello, la introducción de nuevas y
exóticas especies, involucran una batalla por la supervivencia, que termina por
eliminar de su hábitat a estas especies endémicas que son poco capaces de
adaptarse a dicho cambio en su medio, debido a su aislamiento milenario y
simplemente porque son menos resistentes que la nueva competencia.
5.- Contaminación de aguas y atmósfera. La actividad humana ha generado desde
siempre el gran problema de la contaminación del terreno, del agua y de la
atmósfera. Los residuos humanos, tanto líquidos como sólidos han supuesto desde
siempre un problema para el medio ambiente y un grave problema de salud
pública, origen de no pocas plagas y pandemias. La contaminación local tiene
efectos pequeños en la destrucción de especies, pero las formas de
contaminación más generales, como el calentamiento global pueden tener efectos
muy dañinos. El deterioro que están sufriendo muchos corales que pierden su
coloración al morir el alga simbiótica que los forma se atribuye al
calentamiento de las aguas.
Todos estos factores, están provocando a
una velocidad de vértigo, (10.000 años no son nada en la escala geológica y mucho
menos el último siglo), la desaparición de multitud de especies animales y de
plantas en lo que ya se acepta como la Sexta Gran Extinción.
Generalmente, una especie en peligro es
un organismo en peligro de desaparecer de la faz de la Tierra si no mejora su
situación. Cuando no se ha observado en ambientes naturales a miembros de una
especie durante más de cincuenta (50) años, se dice que esa especie está
extinta. Aquellas especies que pudieran estar dentro de poco tiempo en peligro
se denominan especies amenazadas. Las especies raras son aquellas con pequeñas
poblaciones que pudieran también estar en peligro.
Según el
registro fósil, se ha calculado que, durante los períodos de extinción normales,
es decir sin que intervenga ningún cataclismo, la pérdida es de una especie
cada cuatro años. En la actualidad se extinguen entren
30,000 y 50,000 especies al año.
Este volumen
de desapariciones sería comparable a las producidas en una de las cinco grandes
crisis biológicas de la historia del Planeta. En este caso no sería por un
cambio climático global, el retroceso del nivel del mar, o por la caída de un
asteroide, sino por nuestra especie, que como dice Richard Leakey, en su libro
“La sexta Extinción”: “El Homo sapiens está maduro para
ser el destructor más colosal de la historia”.
Lo que no sabe el
Hombre es que él, la Humanidad, está incluido en el manifiesto.
Así que cuando
escuchamos la grandilocuente frase “tenemos pocos años para salvar el Planeta”,
en realidad, el problema, lo que está en peligro NO ES el Planeta, sino el ser
humano como especie.
Ecología 4.0
Con este
repaso sobre el destrozo ecológico que el ser humano ha provocado “nada más
pisar este mundo”, vamos a encorsetar artificialmente las cuatro eras de marras
en la que estamos clasificando la evolución humana.
Diríamos que,
en relación con la Ecología, la Humanidad 0.0 fueron como mucho, los cazadores
y recolectores, porque digamos, esa gente no creo que causara un gran impacto
ecológico, salvo la caza masiva de grandes mamíferos.
La Humanidad
1.0 (Ecología 1.0) comienza con la primera revolución humana, la agricultura y
la ganadería, y el asentamiento de los humanos en ciudades. Fechemos, a efectos
prácticos el 9.500 AC, cuando comenzó esta actividad humana en el Creciente
fértil, tras la última glaciación. Y así se ha mantenido hasta el advenimiento
del carbón como fuente de energía industrial y doméstica en el Siglo
XVII-XVIII.
La Humanidad
2.0 (Ecología 2.0) comienza cuando el ser humano empieza a utilizar el carbón
como fuente masiva de energía. El carbón se extraía en explotaciones a cielo
abierto desde la Edad Media, pero es desde el Siglo XVIII cuando comienza a ser
la principal fuente de energía para alimentar las primitivas máquinas basadas
en la producción de vapor que James Watt desarrolló en torno a 1770 y que dio
origen a la primera revolución industrial.
La Humanidad
3.0 (Ecología 3.0) irrumpe con la introducción del petróleo como principal
fuente de energía, con Abraham Gesner, como inventor del queroseno en 1846 y en
1859 Edwin Drake inventó el primer proceso de perforación moderna de pozos de
petróleo. La familia Rockefeller (siempre al loro en lo que pueda suponer un
gran negocio), fundó la compañía Standard Oil en 1870, el primer gran
fideicomiso empresarial de Estados Unidos. Luego viene Karl Benz (el marido de
Mercedes), y desarrolla el automóvil propulsado por gasolina en 1878. Y hasta
hoy, la historia ya nos la sabemos.
Así pues, el
impacto ecológico del ser humano en el medio ambiente ha experimentado, como en
el resto de los temas abordados hasta ahora, una evolución súbitamente
exponencial, básicamente, desde mediados del XIX hasta ahora.
Desarrollo
sostenible
Si bien el ser
humano, desde que salió del Paraíso terrenal, no ha hecho más que liarla,
alterando los ecosistemas donde ha habitado, es en la actualidad, últimos 150
años, cuando el disparo en alteración y contaminación ha cobrado un ritmo
exponencial, tanto, que, desde mediados de los ochenta, se viene hablando de
que “esto no puede ser”, que nos vamos a ahogar en humo y todo lo demás.
En 1983 se
creó la Comisión Mundial del Medio Ambiente de la ONU. En 1987, la primera
ministra noruega Gro Harlem Brundtland presentó un informe (conocido como
Informe Brundtland) que enfrenta y contrasta la postura del
desarrollo económico junto con el de sostenibilidad ambiental y es donde se
emplea formalmente el término “desarrollo sostenible”.
Si bien la introducción de esta idea inició todo un
movimiento ecologista en el mundo, no tuvo en cuenta que crecimiento indefinido
y sostenibilidad son incompatibles, como se está demostrando. Por eso James
Lovelock consideró el término y la filosofía que lo sustenta, una soberana
estupidez, algo así como “decirle a un enfermo con cáncer de pulmón, que
deje de fumar”.
Pues, curiosamente o, como no podía ser de otra forma, en la
Declaración de Rio de 1992, a esto le sacaron tres pies al gato. De la
traducción del inglés “sustainable development”, unos tomaron el significado de
“sostenible” y otros el significado de “sustentable”, que son sinónimos, “ma
non tanto”.
La diferencia es sustantiva ya que “desarrollo sostenible”
implica un proceso en el tiempo y espacio y va de la mano de la eficiencia, lo
cual le permite además ser eficaz. Mientras que el “desarrollo sustentable”
implica una finalidad (aquí/ahora) y va de la mano de la eficacia, pero no
necesariamente de la eficiencia. Por tanto, un verdadero desarrollo sostenible
implica por añadidura sustentabilidad, pero la sustentabilidad no implica
necesariamente sostenibilidad. O, dicho de otra forma, lo sustentable es “tente
mientras vivo yo” y lo sostenible “tente mientras vivo yo y mis hijos y
nietos”. Y ahí andan los líderes mundiales, sin ponerse de acuerdo y, mientras
tanto, el niño meado y cagado.
Si desde 1990 se hubiera hecho algo, sólo un poquito, las
cifras de gases de efecto invernadero no estarían en los niveles más
espectacularmente altos de toda la historia, (últimos 10.000 años). Hace 200
años, al inicio de la Revolución Industrial 1.0, la atmósfera terrestre tenía
más o menos 250 partes por millón de CO2, En la década de 1960,
superó los 300 ppm, pero en la actualidad, datos de 2019, supera los 415 ppm.
Al parecer, la última vez que la atmósfera de la Tierra contenía tanto CO2,
fue hace tres millones de años, cuando el nivel global del mar era de varios
metros más alto y partes de la Antártida estaba cubierta de bosques.
Sobre los efectos devastadores de la falacia del “desarrollo
sostenible”, no voy a entrar, primero porque creo que es de todos conocida la
situación de cambio climático, de calentamiento global y demás distopías
ecológicas, bien causadas o al menos coadyuvadas por la actividad del ser
humano; segundo, porque el capítulo VI sobre Ecología de Manuel López, en
nuestro libro “Consciencia y Sociedad distópica”, queda perfectamente
explicado.
Visión sistémica del binomio Hombre –
Naturaleza
Hasta la llegada del Ser humano a este Planeta, la madre
Naturaleza ha pasado por multitud de situaciones, tanto críticas, como de
estabilidad. Si repasamos las cinco grandes extinciones, los desastres planetarios
que suponemos, las causaron, nos ponen los pelos como escarpias. Ciertamente en
al menos dos ocasiones, la Tierra lo ha pasado muy mal, pero ha sabido salir
adelante y, siempre a sabido dar importantísimos pasos hacia delante en la
Evolución.
Hasta la llegada del hombre, Dios pudo quedar satisfecho de
su obra, “y vio Dios que era muy bueno, todo lo que había hecho”.
En esto que aparece el Ser Humano (no entro en el cómo). Y
con los seres humanos, se introduce por primera vez en 3500 millones de años, algo
que se denomina “residuo”, catalóguese como resto arqueológico, pero son
residuos, que dan fe de la existencia de seres con capacidad fabril hace miles
de años.
De este modo, poco a poco, el Hombre y la Naturaleza
comienzan a NO SER exactamente lo mismo. Por un lado, está la Naturaleza, la
biosfera, la tierra, las plantas, los animales, los ríos, el mar y el aire. Por
otro lado, está, las cada vez más abundantes comunidades humanas. Como hemos
visto en las entregas entre la nueve y la veinte, los ecosistemas se han
autorregulado perfectamente por sí solos. Han sucedidos inestabilidades que el
propio sistema ecológico ha sabido restaurar. Ningún ser vivo había mostrado
intencionalidad alguna, más allá de la propia subsistencia. La Naturaleza era
UNA.
Con la llegada del Ser Humano, de la Naturaleza se escinde
una entidad humana, y se genera un Binomio Hombre-Naturaleza, en el que
lenta pero inexorablemente el Hombre crea su propio subsistema, la Comunidad
Humana, de nivel Grupo humano, Organización y Sociedad (aldea, ciudad, comarca,
región, reino, imperio…), según la clasificación de Miller, hasta llegar a la
actualidad en la que habitamos en una Aldea Global. Y a todo este conjunto solemos
denominarlo “Civilización”, un sistema biológico/artificial que funciona con
sus propias reglas, totalmente condicionadas por la “intencionalidad” o
programación neurológica orientada a “objetivo final”, que no es necesariamente
la subsistencia, sino “el deseo de… lo que sea”.
A medida que evoluciona la Humanidad, los subsistemas humanos
se tornan cada vez más complejos y con ello más exigentes de recursos y más
generadores de residuos.
Pues este es el problema de lo que he venido denominando
“MODELO 1 del Mundo”, el cual NO ESTA LIGADO a ningún sistema político, con lo
cual, su corrección no estará ligada a ningún sistema político ni nuevo ni
existente.
El MODELO 1 del Mundo consiste, como se puede ver en el
diagrama al final del texto, en el ser humano encapsulado en un sistema
denominado “Civilización”, des-integrado de la Naturaleza, de la cual obtiene
INSUMOS, en forma de recursos naturales, tipo plantas, animales, pesca, minería
y madera, y de la actividad que en el interior del sistema CIVILIZACIÓN se
desarrolla, se generan unos residuos, derivados de CONSUMOS, que se arrojan al
medio ambiente, tierra, océanos y atmósfera.
Es decir, la llegada del ser humano ha producido una profunda
fisura en la Naturaleza, separando de ella una nueva entidad que ha demostrado
tener un objetivo final que podemos calificar de “crecimiento indefinido”.
Crecimiento tanto en número como en complejidad, de modo tal que, gracias a la
inteligencia, ha sabido burlar la maldición malthusiana, que vimos en la
entrega 35, sobre el colapso de los imperios, aquella de que el crecimiento de
la población es geométrico y el de los recursos es aritmético, para conseguir
que los recursos, también tengan un crecimiento exponencial, exactamente igual
que los residuos, como el CO2, o el plástico oceánico o la basura de
los vertederos.
Como referí en la entrega 22-Presentación del Modelo 1, este
es el modelo de mundo y de vida que hemos adoptado desde que salimos del Jardín
del Edén.
Se podría decir que visto los efectos de este Modelo 1, no
creo que Dios haya reconocido que el invento humano le haya salido “del todo
bien”. De todas formas, debemos tratar de ver la Historia con una perspectiva
cósmica, no exclusivamente humana.
Un susto de repente
A escala planetaria, la aparición del ser humano sobre la
Tierra ha producido sobre ésta, el mismo efecto que le hubiera producido a un
anciano de ochenta años, de una aldea de montaña, si a su avanzada edad,
hubiera aparecido una constructora y en diez minutos hubiera edificado al lado
de su aldea veinte rascacielos de noventa pisos cada uno.
A escala humana, sucede lo mismo, la aparición de las
revoluciones industriales 2 y 3.0 sobre la Humanidad ha producido el mismo
efecto que le hubiera producido a un anciano de ochenta años, de una aldea de
montaña, si a su avanzada edad, hubiera aparecido una constructora y en diez
minutos hubiera edificado al lado de su aldea veinte rascacielos de noventa
pisos cada uno.
En un millón de años, a la Tierra, que vivía tranquilamente,
se la hemos liado parda. Y en cien años, a la tranquila humanidad 1.0, se la
hemos liado también parda.
El hombre para la Tierra ha sido un “susto de repente”, de la
misma forma que las revoluciones industriales han sido para la Humanidad, también
un “susto de repente”. Esto es muy importante, si quisiéramos vislumbrar qué
aspecto tendrá la Humanidad 5.0 o la que surja de la Sexta raza Raíz.
No me puedo resistir a invitaros a que veáis este documental:
“La Tierra sin habitantes”
https://www.youtube.com/watch?v=zaGtBUh4qtU
Está fantásticamente realizado y muestra el supuesto sobre
qué le sucedería a la Tierra si en un momento determinado, de repente,
desaparecieran todos los habitantes del Planeta, pero toda la Civilización
siguiera funcionando. Qué pasaría si el ser humano desapareciera de repente. La
conclusión es sorprendente y, a riesgo de hacer spoiler de la peli, diré que la
Tierra, en pocos siglos recuperaría su tranquilo devenir, quedando la
civilización humana, prácticamente sepultada en estratos arqueológicos, como lo
están las antiguas civilizaciones del pasado. Pasaría exactamente lo mismo y,
la Tierra, seguiría su plácido caminar a través de los evos, recuperada ya del
susto provocado por los humanos, hasta que el Sol, convertido en Gigante roja,
dentro de unos diez mil millones de años, dé por concluido el Sistema Solar.
The Green New Deal
Prácticamente desde comienzos de Siglo, las mentes sensatas
son conscientes de que el final de la era del petróleo no puede estar lejos.
Son demasiados los indicios de que la lesión ecológica que está generando el
ser humano en la Biosfera es demasiado grave como para que podamos seguir así,
consumiendo alegremente combustibles fósiles de modo indefinido. Huelga referir
los ríos de tinta que ha generado y genera los temas relacionados con el cambio
climático y el calentamiento global. El hecho cierto es que llevamos décadas
tratando de incorporar a nuestras vidas, como fuentes de energía, algo que no
sea ni la energía petrolífera ni la nuclear.
Las energías renovables, principalmente la eólica y la
fotovoltaica, han comenzado desde finales del Siglo XX a sembrar nuestros
campos de bosques de turbinas eólicas y de paneles fotovoltáicos. No obstante,
la presión de las empresas petroleras, viendo que se les acababa su dominio del
pastel energético, han tratado de ralentizar todo lo posible el desarrollo de
la energía verde, imponiendo todo tipo de trabas a la promoción de estas
tecnologías. Recordemos el desesperado intento de ponerle un impuesto al Sol,
entorpeciendo así que la gente pudiera instalar paneles fotovoltáicos en sus
casas. ¿Se puede ser más torpe, insensato y más infame? Pues estas cosas han
ocurrido hasta ayer mismo, mientras los efectos de la contaminación eran y son
cada vez más intensos y peligrosos.
Es decir, por Ecología 4.0 podemos entender la progresiva
implantación de la energía basada en fuentes renovables mientras continúan los
intentos de impedir su desarrollo y algo muy importante, el descomunal
incremento de la huella de carbono provocado por la incorporación de China al
mundo desarrollado. En el año 2000, Estados Unidos era el líder con cerca de
6000 megatoneladas de CO2 y China, ya estaba en segundo lugar con
3000. Ahora, China no está haciendo más que crecer por encima de las 10.000
megatoneladas, frente a Estados Unidos que se mantiene en las 5.500. Por eso,
se ha llegado a reconocer que, en esto del calentamiento global, todo depende
de lo que haga China (e India) y en algo, lo que haga Estados Unidos. Si China
acierta, lo que hagamos los demás carece de importancia y si no, lo que hagamos
los demás, también carecerá de importancia a nivel planetario.
El año pasado se publicó un libro, creo que fundamental en
todo esto, de Jeremy Rifkin, economista y sociólogo norteamericano, titulado
“El Green new deal global”, algo así como un manifiesto a favor de la
implantación de la revolución verde a nivel planetario durante la década de
2020-2030. Según sus observaciones, las infraestructuras que soportan las tecnologías
basadas en el petróleo, para seguir funcionando a nivel global, necesitan ya mismo,
un proceso de renovación tecnológica, dado que las centrales térmicas y demás
instalaciones que sostienen a los combustibles fósiles están comenzando a
quedarse obsoletas; “activos obsoletos” los califica, de modo que sí o sí, los
estados, de seguir con una energía basada en combustibles fósiles, han de
planificar costosos proyectos de renovación. La alternativa global es invertir
en el cambio tecnológico y proceder a la implantación generalizada de
infraestructuras (esta es la clave) basadas 100% en renovables. A partir de
este pilar (1), la cuestión consiste en (2) descentralizar los generadores de
energía, siendo cada edificio unifamiliar o de vecinos, una minicentral
eléctrica; (3) la producción de hidrógeno como almacenador de energía, (4) la
implantación global de redes inteligentes (internet 5G y contadores
inteligentes) para la gestión de la energía y, por supuesto, (5) vehículos
eléctricos, híbridos o basados en pilas de combustible. La aviación lleva un
lamentable retraso tecnológico en este sentido.
El año pasado, nos tomamos el turrón con la obsesión por
frenar el cambio climático que, dicho ya de paso, no es el hombre el causante,
sino el Sol, que se está aproximando a un nuevo mínimo de emisión de energía,
lo que está provocando de forma creciente efectos climáticos caóticos, como los
que estamos experimentando. Otra cosa es la emisión de GEI (Gases de Efecto
Invernadero), que sí están contribuyendo al fenómeno del calentamiento. Pero
este mínimo solar, va a provocar una pequeña glaciación, si se comporta como
los anteriores, como en el Siglo XVI (Mínimo de Morton). Es decir, hay que
tener mucho cuidado con pontificar en exceso sobre el supuesto cambio climático
y su relación directa con la actividad humana. Lo que no cabe duda ninguna es
el devastador efecto de la contaminación del Planeta por tierra, mar y aire.
Pues, si nos comimos el turrón de 2019 con el miedo en el cuerpo
atizado por la Cumbre del Clima de Chile-Madrid (COP25), el Coronavirus ha
distraído nuestra atención, pero el cronómetro sigue contando en nuestra
contra. El “Global Green New Deal” no puede esperar mucho más tiempo.
Una retirada sostenible
El polémico James Lovelock, en su libro “La venganza de la
Tierra”, es claro: la gente tiene que quitarse de la cabeza la idea de
poder mantener un desarrollo sostenible, la Tierra nos terminará climáticamente
aplastándonos y como no espabilemos, lo único que vamos a poder pretender es
una “retirada sostenible”.
La Ecología 4.0, en el fondo no es más que un estado de
transición entre el actual desastre ecológico de la Tierra y “el día después”,
en el que la Humanidad haya atravesado las tremendas turbulencias de la Gran
Tribulación. Si vemos en los gráficos, las gráficas de deforestación y
población que sucedieron en el colapso Maya, vemos que todo termina de repente.
Ese final “de repente” pone la carne de gallina y los pelos como escarpias,
porque el día después no es otra cosa que la desolación.
La retirada sostenible de Lovelock no es otra cosa que la
adecuación por la fuerza, de la población mundial superviviente, de un modus
vivendi muy alejado de nuestros actuales estándares de vida. Es decir, nada que
ver con nuestra forma de vivir.
Se acabó el estado del bienestar que unos pocos hemos
conocido. El mundo siempre ha sido un archipiélago de islas de riqueza en medio
de un océano de pobreza. Pues las previsiones, con visión sistémica es la
desaparición de esas islas.
Indudablemente la tecnología 4.0 tratará de evitar que eso
suceda.
Y como diría aquel maestro zen, “ya se verá”.
=========================================================
Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
=========================================================
La publicación de las diferentes
entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad
Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada
sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
=========================================================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.