Hay procesos de diseño que
trascienden lo que comúnmente se concibe como tal y dejan paso a una forma de
creatividad y gestión del talento cuyos trazos y resultados quedan únicamente
en el interior del ser humano uniendo las piezas necesarias para que, por sí
mismo, restaure su exterior en lugar de crear una novedad sin mucho sentido.
Este es el caso de un
matrimonio que llevaba tiempo con la idea de realizar una reforma en una
sección concreta de la vivienda y descubrió que la reforma realmente necesaria,
era la de sus propios valores.
La mujer me había conocido
meses atrás en una entrevista y decidió venir directamente al despacho sin
avisar.
Desde hace años atiendo por
cita previa porque me aseguro así de dar el trato que deseo y que cada persona
merece.
Aquel día, la mujer llamó a la
puerta y coincidió que no estaba atendiendo a nadie y pude atenderla a ella.
Nos saludamos, me contó la
ilusión que desde hacía unos meses sentía junto a su marido de renovar una
porción de su vivienda y también lo que le entusiasmaba la idea de hacerlo
teniendo en cuenta la armonía natural de la casa.
La mujer ya tenía precios de
la reforma e incluso una empresa definida. Tenía incluso la idea clara de lo
que quería. Se preguntaba por tanto si siendo que tenía tantas cosas claras, yo
podía orientarles y hacer un seguimiento vital de su reforma, o si sólo lo hago
en el caso de hacerme yo cargo de todo el proceso. Le calmé, le expliqué que
por supuesto que podría ayudarles y que estaría encantado de hacerlo. Sólo
necesitaba, o visitar la vivienda o que me enviase toda la información que le
solicité: planos, fotos, bocetos, datos de estilo de vida…
En una semana tuve toda la
información y pude ver con rapidez que, tanto la mujer como el hombre,
vibraban, por fecha de nacimiento, con la misma energía y que además, esa misma
vibración era la que prevalecía en la zona de la vivienda donde querían hacer
cambios.
Cuando esto se da, lo más
habitual es que todo el deseo de cambio sea fruto de un anhelo de cambio de
vida. No obstante, revisé los bocetos y planos que tenían definidos y pude ver
que las decisiones que habían tomado, en lugar de generar armonía, mostraban
una gran cantidad de inercia al control.
La vibración de la zona era
afín a la madera, y todo lo que habían pensado proyectar era de color blanco.
La vibración del color blanco impone una energía de control sobre la madera y
eso me permitía adelantar que ese control probablemente nacía de uno de ellos.
Llamé a la mujer con la
intención de preguntarle, sin generar ningún juicio, por qué todo blanco.
Me contó que habían visitado
varios almacenes y que el único color que les gustaba para las puertas de los
muebles era ese.
La entendí y le invité a
volver, junto a su marido, al despacho para darles el diagnóstico.
Cuando vinieron, pude ver
enseguida la afinidad de caracteres entre ellos, pero también el origen del
control.
El hombre mostraba una actitud
constante de complacencia y en ella se advertía una actitud más dominante en
todos los temas que les exponía y que tratábamos.
Hablamos de diseño, de
distribución y de materiales y no observé en ella un solo gesto de apertura a
nuevas ideas, por lo que opté por cambiar el sentido del trabajo.
Preparé una infusión, aparté
todos los temas técnicos y les pregunté por lo que sienten donde viven, por lo
que deseaban sentir cuando acabaran la reforma y por cómo desean sentirse
ellos.
Fue en un hueco de silencio
cuando aproveché para hablar de la energía de control y de lo ligero de viaje
que se vive en la aceptación y la naturalidad. Poco a poco el clima se fue
relajando más hasta el punto de confesar la mujer que le costaba mucho vivir
así. Siempre necesitaba controlarlo todo porque es la única forma que conocía
de que todo funcionase. Al menos a su manera. La conversación se alargó más de
lo previsto, pero ambos se fueron con un concepto diferente sobre lo que
realmente es la naturalidad. El hombre sintió que vivir encogido no era lo
natural y ella, que la autoridad tampoco era un rol realmente sano.
Se fueron tan reflexivos que
se dejaron los datos que vinieron a buscar.
A la mañana siguiente, sonó
pronto el teléfono. Era ella. Pensé que era para que le enviara por correo la
documentación, pero no. Estaba emocionada, se había despertado pronto y había
cogido la carta de colores del fabricante de muebles y no sabía por qué, el
blanco ya no le gustaba y le había empezado a gustar mucho más un tono de
madera natural con unos detalles azules.
No pude esconder mi alegría.
Aquel tono de madera natural era el ideal y si, además, ponían aquellos toques
azules, la energía de control estaría complemente gestionada y derivada al
crecimiento y a la armonía.
Así se sentía la mujer y así
ocurrió.
Revisé el proceso completo de
la reforma y todo cuando eligieron creaba armonía.
Cuando acabaron, me invitaron
una tarde a verlo todo y pude constatar que, además de que en la vivienda se
estaba realmente bien, la energía entre ellos era muy distinta a la que sentí
en mi despacho. Fluían...
Ambos estaban felices con el
resultado y recordaban el capítulo de su obsesión con el blanco como una especie
de trance del que despertaron conforme se abrieron a dejar de controlar para
amar mejor.
Las acciones más relevantes en una reforma, muchas veces, ocurren
en el interior de las personas.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y
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