Objeto y sujeto han desaparecido y las cosas son simplemente como son. Ha vuelto a ser un hombre ordinario. De
"Ha regresado al origen, ha vuelto a la fuente; sus pasos no han sido en vano. Es como si ahora estuviera ciego y sordo… no apetece las cosas de fuera"
"Apetece un no sé qué que se halla por ventura", diría San Juan de
Ya no ve la mera belleza exterior, en este sentido está ciego y sordo y no apetece las cosas de fuera. ¿Qué es entonces lo que ve? "Los ríos fluyen como fluyen, las flores florecen como florecen, de modo natural." Aquí es donde tiene lugar la experiencia de la belleza oculta, de lo verdaderamente bello, en el Zen. Sobre este cuadro habrá que volver.
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Los diez cuadros del boyero, obra de Kakuan Zenji, maestro chino del siglo XII, simbolizan y sintetizan el camino del zen. Con ella como telón de fondo, Ana María Schlüter ha publicado en el número 2 de
(http://www.nematollahi.org/revistasufi)
un espléndido trabajo titulado La experiencia de lo bello en el zen.
A lo largo de diez entradas, una para cada uno de los cuadros, vamos a insertar en el Blog sus contenidos íntegros, lo que nos permitirá pasear por todos ellos y deleitarnos con sus progundos significados.
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1. Buscar al buey (26 de mayo)
2. Ver las pisadas (27 de mayo)
3. Ver al buey (28 de mayo)
4. Atar al buey (29 de mayo)
5. Domar al buey (30 de mayo)
6. Cabalgando sobre el buey volver a casa (31 de mayo)
7. El buey olvidado, el hombre mismo solo (1 de junio)
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