Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

18/6/10

La reencarnación en el cristianismo (5/5): Reino de los Cielos, resurrección de los muertos y noosfera teilherdiana

Si no vuelves a nacer no entrarás en el reino de los Cielos

Hay que distinguir entre el Reino de los Cielos total y definitivo, el que pedimos en el Padrenuestro y que es global para toda la humanidad, en el que alcanzaremos todos los hombres una dimensión desconocida e insospechada, y el otro cielo o Paraíso del espíritu (el que prometió Jesús desde la cruz al buen ladrón), en donde obtenemos la recompensa de nuestras buenas acciones después de la muerte, transmutando las experiencias del mundo físico en facultades mentales y morales que nos faculten para la vida siguiente.

En Juan, 3,4, Nicodemo pregunta a Jesús: "¿Cómo es posible que un hombre siendo viejo pueda volver al vientre de su madre?". Aunque sólo nos han llegado frases sueltas, la conversación debía ser sobre la reencarnación, y larga. Jesús, en Juan, 3,7, dice: "No te extrañe que haya dicho que os es preciso nacer de nuevo"

Juan, 3,11: "Pues sí, te aseguro que hablamos de lo que sabemos (los esenios eran maestros en la doctrina reencarnacionista; por eso es significativo que Jesús hablase en plural cuando intentaba convencer a un fariseo de algo en lo que ellos no creían) damos testimonio de lo que hemos visto, y a pesar de ello no aceptáis nuestro testimonio".

La teoría de Teilhard de la Noosfera es complementaria con la de la reencarnación. Según esta, la evolución del espíritu de cada uno de los individuos que formamos esta célula macrocósmica (La Tierra), y en la medida que vayamos sublimándonos en nuestro ascenso hacia la perfección, convergemos inexorablemente en un "totum" espiritual (ente espiritual colectivo). Esto escapa todavía a una apreciación clara de una gran mayoría de las personas. Sin embargo, algo de esto está sucediendo ya; y es a lo que los científicamente se le denomina subconsciente colectivo, y religiosamente Cuerpo Místico de Cristo.

La resurrección de los muertos

No es lógico pensar que ese día final tengan que estar sobre la tierra todas las personas que han existido en toda la historia, con sus cuerpos físicos.

Debemos tener presente que para Cristo eran 'muertos' todos los que no estaban en estado de gracia.

En la humanidad cada vez hay más personas, por lo que es posible que ya hoy estén sobre la tierra todos o casi todos los que han vivido alguna vez.

Otra hipótesis sería pensar que cuando llegue ese día todos recordemos nuestras vidas pasadas, 'resucitemos' en nosotros mismos nuestros 'yoes' anteriores, con lo que estarían 'presente' todos los que aun no hayan alcanzado el estado de gracia suprema, aquellos santos que ya se hayan liberado de la cadena de reencarnaciones y que ya hubieran 'resucitado' a la verdadera vida con anterioridad.

Nuestros antepasados (nuestras vidas anteriores) son los muertos que tenemos que resucitar en nuestra resurrección. Y estas personas que vivieron y murieron, pero al volver a reencarnar no reviven las experiencias de su vida anterior, ni de la otra, etc., sus vidas anteriores son muertos que quedan para el dia del Juicio.

La auténtica resurrección es la transformación que sufriremos. Cristo resucitado es ese ejemplo de hombre que seremos en el tercer milenio (recordemos que Cristo resucitó al tercer día).

Juan 5, 25: "Creedme: ha llegado la hora (y la estamos viviendo) en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la sigan recibirán la vida". También aquí parece que ese fenómeno de la resurrección no necesariamente tenga que ser tan brusco o espectacular, y que pueda producirse (o estar produciéndose) en un intervalo de tiempo más o menos largo. De hecho algunos santos ya pudieron haber experimentado aqui en la tierra (anticipándose al acontecimiento global) esa resurrección total.

[En Juan 3,3, en capítulo anterior, decía: "si no vuelves a nacer no entrarás en el Reino de los Cielos". Más claro imposible. Aquí no se refiere a la reencarnación 'física', sino a un renacimiento a una nueva vida, saliendo de la 'muerte' del pecado y la ignorancia, pues Cristo, como velamos antes, consideraba a éstos como muertos]

[Pero el autor defiende de nuevo esta frase de Juan 3,3 como referida a la reencarnación cuando sigue:]

"Yo soy el pan de vida. Vuestros antepasados comieron el maná del desierto y murieron" (Juan 6,48-49). Quienes vivieron antes de Cristo no pudieron conocerle, conocer sus enseñanzas, 'comer su pan de vida', por lo que 'murieron'. Hay pues que nacer de nuevo para tener la posibilidad de asimilar sus enseñanzas en otra existencia. Es la redención de Cristo.

La tesis de mi libro

La actividad del cerebro es reproductora (no creadora); de la misma forma que el televisor tampoco crea imágenes (las reproduce)

Libros de Teilhard de Chardin: El Medio Divino; Ciencia y Fe de Theilhard (de Claude Cuenot); El Fenómeno Humano, base de esta obra; Yo Me Explico, resumen de sus teorías.

Espíritu, mente, pensamiento y alma son aspectos distintos de una misma cosa, y pertenecen a otras dimensiones con más realidad que nuestro mundo físico. No somos el vehículo físico que vemos: somos lo que pensamos, incluyendo nuestro cuerpo físico, que es el producto de nuestro pensamiento, forjado y moldeado a través de vidas.

Una mujer que haya dedicado toda su vida a embellecer su cuerpo, preocupada solamente de su aspecto externo, no es una personalidad, es una escultura. Y su pensamiento se encontrará en un vacío impresionante el día que su escultura se desmorone; y esa será su triste realidad. En la medida que nuestros pensamientos van siendo más profundos se acentúa nuestra personalidad, y la influencia que ejercemos sobre los demás va siendo más intensa progresivamente.

Hay personas que andan sobre brasas y no se queman. Y se puede hipnotizar a personas para que sientan dolor por causas inexistentes.

Algunos creemos que el cerebro es un órgano físico que rige los movimientos de la parte material del ser, y a su vez establece comunicación con la parte no material, el espíritu. Por lo tanto, el cerebro, órgano material, no crea pensamiento (sustancia espiritual) sino que lo capta del espíritu, igual que el televisor no crea las imágenes, sino que las capta (de un mundo invisible para nuestros ojos, pero existente y real en el Cosmos) y las reproduce para hacerlas visibles a nuestros sentidos.

Hay personas que han soñado con un accidente que después se ha hecho realidad en el mundo físico. Es lógico pensar que esa antena física que es el cerebro, al estar conectado al espíritu (que puede viajar aunque el cuerpo yace inactivo) al no ser aprensible en el mundo físico, pueda viajar fuera del tiempo y del espacio, y asistir en otras dimensiones a acontecimientos que luego tendrán lugar en el mundo físico (si no se evitan).

El cerebro de un enfermo mental está averiado, de ahí que su espíritu no pueda controlarlo y en consecuencia mezcle canales, reciba interferencias o distorsione la imagen, como un televisor averiado.

Juan, 3,6: "Lo que de la carne nace, carne es; pero lo que nace del espíritu, espíritu es". Y en consecuencia, si la forma orgánica no puede crear pensamiento, tendrá que ser a la inversa: El pensamiento crea la forma orgánica.

Todo nuestro cuerpo, incluyendo el cerebro, está formado por materia proyectada desde un patrón no visible a nuestra vista material, que lo modela o elabora según su sello. Esta sustancia creadora invade el Cosmos, y aunque no la podamos ver con nuestros ojos físicos, la sentimos, la "respiramos", la recibimos y la proyectamos con nuestro cerebro, cuya antena según su grado de sensibilidad, puede sintonizar con diversos niveles de pensamiento.

Pero hay dos manifestaciones de energía encontradas en un momento de su proceso, que son el bien y el mal. Energías de signo positivo y energía de signo negativo (llamémosles así). No se encuentran como si antes hubiesen estados ausentes una de otra, sino que en un momento dado se ha empezado a tener consciencia de su diferencia, y el uso consciente de la energía negativa es lo que produjo el pecado original o la primera distonía. Siempre que producimos una distonía provocamos un desequilibrio en el Cosmos, tanto más grave cuanto más consciencia se tenga del mal que se inflige.

Según Teilhard, esta energía no sólo va elaborando la forma exterior o morfología del ser, sino que va evolucionando hacia la polaridad positiva sublimándose a sí misma, llegando por etapas a alcanzar niveles superiores de pensamiento. En la medida que esto ocurre va sintonizando con otros niveles muy superiores que existen ya de tiempo en el Universo. Y más superiores aún (fuera del tiempo).

Cristo es ese nivel de pensamiento que está tirando como un imán actualmente de nosotros para que alcancemos el Reino Superior. Pero de esto sólo pueden darse cuenta aquellos que están sintonizando o empezando a sintonizar.

La teoría Teilhardiana de la evolución nos habla de una dinámica del Cosmos que gravita entre dos polos (-) y (+) y que él llama anti-sistema (AS) y sistema (S). El punto de llegada o vértice de la evolución (S), punto máximo donde gravita la energía de polaridad positiva, está representado por Cristo (El Cristo Cósmico) que es el potente imán que irá ejerciendo cada vez más fuerza sobre nosotros, en la medida que abandonemos la influencia del campo gravitatorio negativo (AS), llegando a cambiar de polaridad.

La noosfera teilherdiana

La Tierra es una célula macrocósmica inactiva todavía porque todo cuanto habita en ella no llega a tener vida orgánica. Se trata de una vida orgánica superior, o sea, de un organismo todavía desconocido por nuestra ciencia.

Los hombres somos unas encimas o minicélulas que están en período de organización. Vamos entre todos a dar Vida Orgánica (con mayúsculas por tratarse de un organismo espiritual) a esta célula macrocósmica que es la Tierra. Nuestro espíritu es el órgano que le tiene que dar Vida, formando entre todos los espíritus de los hombres un Gran Espíritu o Noosfera.

Para ello, el primer paso es darnos cuenta de que estamos muertos, que debe haber una resurrección a la verdadera Vida, un nuevo sentir, pensar y hacer. Unos pocos ya han despertado (los místicos), otros están despertando o queremos despertar, y el final será un apoteosis o lo que podríamos llamar una reacción en cadena.

Y hay que admitir también que tenemos un espíritu que trasciende la vida del cuerpo y sigue progresando, tomando otros cuerpos, evolucionando y ascendiendo hacia el despertar.

En términos científicos, esto es una mutación a escala universal. En términos religiosos es el establecimiento del Reino de Dios en este mundo. La resurrección consistirá, pues, en una transformación del hombre a un estado superior de consciencia, que incidirá en todo cuanto le rodea. Como vemos, ciencia y fe se concilian y compenetran. Esta fue la gran profecía de Teilhard.

-----------------------------------------------------------------------------------------

+La reencarnación en el cristianismo (1/5): Introducción y condicionamientos (14 de junio)

+La reencarnación en el cristianismo (2/5): Evolución, redención y reencarnación (15 de junio)

+La reencarnación en el cristianismo (3/5): Esenios y Juan el Bautista. Infierno y Purgatorio (16 de junio)

+La reencarnación en el cristianismo (4/5): El Sermón de la Montaña (17 de junio)

+La reencarnación en el cristianismo (5/5): Reino de los Cielos, resurrección de los muertos y noosfera teilherdiana (18 de junio)

-----------------------------------------------------------------------------------------

Aunque no tenemos la completa seguridad, pues el texto en el que se basan estas entradas carece de referencia bibliográfica, José Antonio Mairena, indagando en Internet, ha localizado como posible fuente del mismo el libro La verdad de la reencarnación a la luz del Evangelio (Ed. 7 1/2 S. A.; Barcelona, 1980), de Tomás J. Valencia.

4 comentarios:

  1. Me gusta ver el planeta como una macrocélula como tú dices. Y además verla como a un ser vivo.
    Hay un libro excelente sobre el tema de la noosfera que se llama "Noosfera la mente del planeta tierra" de Bianca Atwell.
    En él el concepto de Noosfera queda entendido como la mente planetaria, la mente desarrollada por el planeta tierra como un ser vivo.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, Susana, por tu aportación.
    No conocía el texto que indicas. Lo he localizado en internet y he comprobado que tiene un video en You Tube.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Estimado creador de este blog, te felicito en primer lugar por lo interesante de tus comentarios y por el valorable interés que tienes en temas que integran contenidos religiosos, filosóficos y científicos. Me han parecido algunas de tus ideas muy valiosas y tocan un tema que a mí me apasiona que es el de la reencarnación en el cristianismo. En lo personal creo profundamente en esta posibilidad. Esta convicción me viene de una investigación que realice por espacio de 20 años la que me llevó a crear un libro titulado: LA REENCARNACIÓN EN EL MENSAJE DE CRISTO el cual publicó la editorial: LIBROSENRED. Este es un texto serio y documentado que desde un enfoque teológico y filosófico busca demostrar de manera rigurosa esta tesis. Es una de las obras que más ha profundizado en la posibilidad de asumir la reencarnación como creencia cristiana y creo que es digna de ser leída por toda persona que enfrente seriamente el tema. Sería para mí un honor que pudieras conocerla y enviarme tus comentarios. Creo en este sentido que podríamos compartir nuestras personales reflexiones en aras de nuestro mutuo enriquecimiento. ARCÁNGELO CEREZZO FREX

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias por tu comnetario y tus palabras. He localizado el libro en Internet, lo leeré encantado e interiorizaré sus aportaciones.
    Para cualquier lector del blog que esté interesado en la obra, puede localizarla en este enlace:
    http://www.librosenred.com/libros/lareencarnacionenelmensajedecristo.html
    Un abrazo

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.