Por todos lados nos invaden infinitos datos. Hemos creado una sociedad que de tanto querer informar, desinforma. La obligación es la madre de muchas falsedades que discurren por los universos, mediáticos o no, que tenemos a bien sintonizar. Que si hay que ser esto. Que si hay que hacer lo otro. Que si no hay tiempo. Que si hay que aprender la técnica tal. Que si hay que aprender del maestro cual. Que si somos unos inconscientes y vamos en barrena hacia la catástrofe. Que si soy de la orden tal. Que si soy mensajero del cual... etécetra. Bla, bla, bla y más bla. Que, al fin y al cabo, es lo que yo también hago aquí.
Al final, queridos hermanos, lectores, amigos, todo es lo que Es. Lo que siempre ha sido y siempre será. Todo es perfecto porque está en un lugar determinado cumpliendo una determinada misión necesaria e insustituible para el equilibrio colectivo, con mayor o menor lucidez, con mayor o menor consciencia, pero, a su ritmo, a su manera, esa persona, ese elemento, lo está haciendo. Y a su vez te está mostrando lo que tú también eres, porque en cada ser vivo está la semilla de la divinidad, el germen que lo contiene todo, y nosotros, como seres eternos que somos, tenemos, a diferencia de los reinos vegetal y animal que están en conexión e integración con lo que es de manera automática e instintiva, la oportunidad maravillosa de elegir y ser conscientes.
Cultivando el Amor en todos los actos de nuestra existencia ya estamos cumpliendo la voluntad del plan divino, porque el Amor es la llave maestra que abre todas las puertas, la vibración más alta que existe, y la manera más sencilla de llegar a él es a través de nuestro corazón. No necesitamos cursos, ritos, ceremonias, libros, órdenes, tiempos, maestros, puesto que todo esto no es más que una expresión de nosotros mismos. Eso sí, desde la humildad que emana del que es sabio y está dispuesto a escuchar, aprender y compartir, todos podemos aprender de todo y de todos.
Cada manifestación está ahí por algo y por supuesto que nos puede ser útil, pero, queridos lectores, cultivemos el discernimiento del sentir y confiar en lo que nuestro corazón con nuestra intuición como escudera nos dice a cada instante. No nos dejemos llevar por parafernalias excesivas que a la larga nos alejan, más que nos acercan, al verdadero Ser. Amemos en el instante, en el ahora, en un continuo, y la llave de los cielos nos será mostrada.
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Autor: Juan Luna
Fuente: http://juanluna.blogia.com/
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