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PREGUNTAS Y REFLEXIONES DE UN DÍA EN EL CONVENTO
El día se iba diluyendo en la noche, y la paz franciscana, que reinaba en el claustro, se había convertido en profundo silencio. Ya no borbotaba el agua en la pequeña fuente, y la afasia embargaba el aire, la piel, y los huesos, llegando hasta las más hondas profundidades del alma, impregnándola de sosiego. Pese a la aparente tranquilidad, el monasterio había tenido un día agitado, se estaba preparando el sínodo Diocesano; el Arzobispo ha convocado para principio del próximo año del Señor, al deán don Alonso de Rebenga, a los representantes del cabildo catedralicio, al Abad Mayor, a los beneficiados de
No me considero un experto en economía – ni en nada, si a eso vamos – solo me dedico a la educación de los hermanos legos de la orden, y me siento satisfecho y orgulloso de mi labor, observando como mis alumnos, cada nuevo día conquistan otro pequeño trozo de sabiduría que sacan de los conocimientos de la naturaleza y de los libros. El instructor de legos, el buen instructor, es tanto más necesario a nuestra pequeña sociedad conventual, cuanto mayores peligros y atractivos, habiten en las tentaciones del mundo exterior, cuanto más les resulten inútiles y se desmigajen nuestras enseñanzas tradicionales, que nos han conducido hasta el día de hoy. Pienso que más que de ninguna otra cosa, necesitamos de maestros, que infundan en la juventud la capacidad de medir y juzgar, y sus modelos están en el respeto de la verdad, la obediencia al espíritu de
Si se comparaba el nivel de nuestra espiritualidad interior, de nuestros sentimientos íntimos, de nuestras enseñazas, con el discurrir cotidiano de los trabajos y ocupaciones de la ciudad, se veía que no se acercaban en absoluto, sino que se separaban alejándose en forma fatal: cuanto más cuidada, diferenciada y culta se tornaba la espiritualidad, tanto más tendía el mundo a dejarla fuera, y en lugar de considerarla una necesidad, un pan cotidiano, llevaba a creerla casi un cuerpo extraño del cual se sienten orgulloso, pero dicho orgullo es parecido al que se tiene por una reliquia antiquísima, que por el momento se quiere conservar como indispensable, y de la cual se prefiere mantenerse alejado. El interés de los conciudadanos por la vida espiritual, y la participación en sus instituciones van perdiendo terreno. Porque nuestro pequeño universo conventual, a pesar del pensamiento de muchos dirigentes, sirve al otro grande, le da maestros, libros, métodos, y vela por la pureza constante de las funciones espirituales y de la moral, pero no son aceptadas sus normas, ni por todos, ni en todos los sitios, ni en toda su plenitud. Es justo poner en razón, y por ello debo de explicar: que este alejamiento, no es unilateral sino que es mutuo, aunque se respetan; a
Lo que más colmaba, mi cometido de instructor, en el trato con los hermanos legos, era lo desinhibidas y frescas, que resultaban sus preguntas, ajenas a cualquier complejo, carente de toda experiencia que la vida va cargando como sacos sobre nuestras espaldas. Se acercaban sus inquietas mentes a todos los temas, cuestionándolo todo, veladamente desde la existencia del mismo Dios, hasta la cotización predominante que se le debe a la verdad. Sus mentes aun no maleada por el paso del tiempo, y sin los aditamentos de la educación, los intereses, y las propias vivencias, aparecían cristalinas, ante cualquier inteligente y experimentado instructor.
El hermano Benjamín, era un joven de familia noble, rica en posesiones, caudales e historia, de tradición antigua, educado desde la cuna con los mejores instructores, su familia, como era preceptivo en cualquier estamento de la alta nobleza, entregaba uno de sus miembros a
Su preceptor, el hermano Tomas, se sentía en muchas de las veces, incomodado por su altanería, su trabajo para infundirle la humildad que se le debe al hábito de franciscano, se estrellaba una y otra vez, con la inconsciente soberbia del hermano lego Benjamín:
-¿Qué es la verdad? – le preguntó en su ultima clase.
Su despierta intuición de la realidad, le empujaba a interrogarse sobre todas las cosas, exigiendo respuestas acertadas, como si su posición fuera la de un instructor, en lugar de la que ocupaba como alumno. La nobleza actúa de esta forma soberbia, aun cuando se sientan ignorantes.
El hermano Tomas, nunca se había planteado esta pregunta en sus más de veinte años en el convento. Se veía obligado a investigar sobre dudas, que no había tenido, le abría puertas nuevas, desconocidas para él, y siempre tuvo bien asentado que la verdad, estaba en las escrituras y las enseñanzas de
El hermano Tomas, hurgando en su cabeza, empezó a buscar, y el interrogante tenia una dificultad mayor en encontrar respuesta, de lo que en principio creía; no podría decirle que era la palabra inspirada en
En los terrenos religiosos, místicos, o espirituales, todo está basado en la fe, que pese a su indudable fuerza creadora, y mitológica motora de movimientos de montañas, no era fácil, por no decir imposible de demostrar; su fuerza estriba en su inconsistencia e indemostrabilidad, pero a la vez llena vacíos del alma, que empuja a los hombres a la irracionalidad y la valentía ciega, dándose casos, muchos casos, que la afirmación de la propia fe, incluye dar la vida por ella, por algo que nunca han visto, que nunca han comprendido del todo, y desconocen lo que el mismo Dios, a quien voluntariamente veneran, piensa de ellos.
Entonces el hermano Tomas, elucubró que si todas las religiones ya partían de una verdad indemostrable, no seria mas obra del pensamiento, de los conceptos, de las ansias de conocer de los hombres, de su infinita curiosidad, la que ha llevado a crear las necesarias religiones y los espíritus, es decir, a humanizar todo lo existente, muchos son los que creen que las estrellas, los planetas y los astros, están en conexión con su felicidad y sus desgracias; tratamos todo lo que creemos como verdad, como asunto puesto al servicio de los hombres, y solo nos sentimos satisfecho, cuando logramos hacer girar sobre el hombre, todo lo que encontramos a nuestro alrededor, y asimilado a nuestros sentimientos; todo siempre bajo la disciplina de los hombres; en realidad somos el centro sobre el que revolotean todos nuestros pensamientos, ya sean divinos, espirituales o materiales. Tenemos una invencible inclinación a dejarnos engañar, a construir castillos en el aire, y hechizados por la felicidad, tratamos de encontrarla de la manera mas imaginativa de la que somos capaces, y empleando en su búsqueda los métodos más extraños y a veces disparatados. ¿Quizás sea esta, la única y posible verdad a nuestro alcance?
El hermano Tomas se retiró pensativo a sus aposentos, el inquietante hermano Benjamín dormía satisfecho en su ignorancia, y el convento se cubrió con la sombra de la noche…pero observó por la ventana, que las flores del jardín donde la luz del sol no llegaba, se habían marchitado, pensó para si, que todo ser viviente lleva la muerte oculta en su interior, y las estrellas, las impasibles y poderosísimas estrellas seguían brillando, sin preguntarse nada, no había intersticios de felicidad o pesar en ellas, solo existían.
Las preocupaciones económicas que habían agobiado su pensamiento, estos días atrás sobre el Concilio y sus disposiciones han desaparecidos, se tendió sobre la yacija de su celda, y dio un descanso a su aturdida y agotada mente. Cerró sus ojos y pensó… mañana amanecerá de nuevo, y el nuevo día traerá sus propios interrogantes y sus propias ilusiones.
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