Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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30/6/10

Diosas y Sabias

“De Diosas, Brujas & Sabias” es un ensayo de la escritora y divulgadora argentina Noe Costas, quien también imparte talleres de autoconomiento y mística femenina y participa en numerosas asociaciones e instituciones sobre la equidad de género y en proyectos sociales.

En palabras de la autora, el objetivo del libro es crear conciencia en las mujeres sobre la importancia de realizar prácticas de relax, meditación y reflexión para desarrollar nuestra mística espiritual. La idea es darnos la posibilidad de dudar de lo “dado”, descubriendo el potencial del que disponemos para tener una experiencia trascendente, y concebir una mística natural.

Como parte intrínseca de una espiritualidad femenina, es un derecho natural de todas las mujeres involucrarnos, crear y apostar a nuestra espiritualidad en una relación con el Universo todo, con la deidad divina que hay en cada una de nosotras. Y que esta forma de espiritualidad femenina madure y se instale socialmente en términos masivos y equitativos y no sólo como una opción sofisticada para algunas almas inquietas y sensibles masculinas……

El texto cuenta con 199 páginas y la autora lo ofrece gratuitamente en formato pdf. Aquí se puede descargar:

http://bligoo.com/media/users/0/33884/files/Noe.pdf

Su lectura es amena y comprensible y en él podemos leer los motivos que llevaron a Noe a escribir este ensayo, momentos decisivos de su biografía personal como su maternidad sola y joven, la enfermedad de su madre, su amor de madurez y el descubrimiento de una dimensión desconocida de la sexualidad femenina y todo lo que esto representa. Y a través de este desencadenante, la autora investiga las raíces y la historia de la ocultación de este poder femenino, su relación con la espiritualidad genuina y las consecuencias en los modelos de sociedad dominantes y en el papel de la mujer a lo largo de la historia.

“De Diosas, Brujas & Sabias” nos ofrece breves viajes en el tiempo a la época neolítica representada en las esculturas de las Venus prehistóricas o a la oscura Edad Media, donde la quema de supuestas brujas fue una tapadera de eliminación del inmenso potencial femenino. Y por el libro desfilan todo tipo de personajes históricos: filósofos griegos, Hypatia, Lutero, Marx, Freud, Humberto Maturana, Dan Brown,... y su relación con el imaginario social femenino.

Vemos una defensa de las culturas matrísticas basadas en otros valores y un culto diferente a las deidades y a la Naturaleza; y una crítica a la sociedad patriarcal que aun arrastramos, puntualizando que la autora recuerda y agradece en la introducción “a aquellos varones tan perjudicados como nosotras, que precedieron nuestro camino y nos acompañan incondicionalmente”. De hecho, en las páginas 146-149 aparece una denuncia de la guerra de sexos, del papel de la mujer neoliberal consumista y masculinizada y de las consecuencias de ciertos caminos tomados.

Pero, principalmente, la obra nos enseña otra visión de la sexualidad y espiritualidad femenina y cómo ha sido castrada a lo largo de los siglos y a lo ancho y largo del globo: “En China, durante cientos de años, se consideraba que la mujer no tenía alma, de forma que el marido podía matarla y la ley no interfería. La mujer era posesión del marido. Si él quería matar a su mujer y destruir sus muebles, era legal. En África se las ha mutilado para que no sientan placer. La cultura patriarcal ha privado a la mujer de educación, de independencia económica. La ha privado de movilidad social. Durante siglos no hemos tenido independencia. La mujer musulmana debe ocultar su rostro para que nadie, excepto su marido, pueda verlo. En el hinduismo, la mujer tenía que morir cuando moría su marido. El sistema del sati ha permanecido durante miles de años.

El cristianismo condenó la palabra “bruja” porque era una de las palabras más respetadas, tan respetadas como “místico”. Significaba mujer sabia, el paralelo de hombre sabio. En la Edad Media, el cristianismo considero y se vio enfrentado a un peligro. Había miles de mujeres que eran muy sabias porque eran perceptivas. Conocían el arte de transformar la vida de las personas. Su filosofía se basaba en el amor y la transformación de la energía sexual. Pero el cristianismo, consideró que la energética femenina era rival calificado, un peligro real, la corte masculina no lo toleró, la Iglesia entera intransigente, permaneció orientada reforzando una cultura masculina y racionalista, toda la comunidad cristiana es masculina.

Algún día, cuando escribamos correctamente la historia, mostraremos que no fue un movimiento contra la brujería. Los padres de la iglesia no estaban realmente en contra de la brujería, fueron hombres de ese siglo contra la cultura femenina. Fue el intelecto contra la intuición; fue la razón contra algo que es irracional, pero muy poderoso fue la tortura de su genio”.

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Algunos párrafos extraídos del texto en los que se observa la actitud de la autora antes de escribir el libro, así como sus miedos, sus revelaciones sobre las persecuciones históricas a las mujeres y los poderes psíquicos inherentes, sus planteamientos acerca de un nuevo modelo de convivencia para hombres y mujeres, y sobre la verdadera función de la mujer en el desarrollo social, su percepción del papel de la meditación y la soledad para nuestra transformación y la del mundo:

+Pero me llevó algún tiempo decidirme a escribir sobre lo ocurrido, y a reunir valor para aceptar el riesgo de revelar esta información que una vez vista y dicha establece como un atentado, el terror de pensar, una verdad nada ortodoxa que se niegan a examinar y evaluar las considerables pruebas reunidas acerca de la existencia de una cultura espiritual politeísta para disfrutar nuestra sexualidad y elevarla a lo más sagrado.

Comprendí también por qué hay tan pocas mujeres iluminadas, y porqué nos han perseguido en la antigüedad. Comprendí el por qué de estas persecuciones, y claramente entendí que esa unión mística nos da un poder inmenso, nos abre la puerta a la compasión y la solidaridad. Comprendí que nuestra educación comienza con la exploración y el descubrimiento de nuestra sexualidad. Es un camino de ascenso: descubrir el camino, des-cubrirlo y disfrutarlo.

Fue cuando llegué a la conclusión de que nuestro organismo siempre estuvo en condiciones de evolucionar en la dirección indicada por místicos, profetas y genios, a través de la acción de este mecanismo maravilloso del que depende, para despertar su actividad, de la energía suministrada por los órganos reproductores.

Este mecanismo que se conoce y se manipula desde tiempos muy remotos, reprimido por la cultura imperante para nosotras, es la forma de desarrollar nuestra espiritualidad, las facultades supranormales y los poderes psíquicos, conduciéndonos hacia una existencia de tanta inmensidad y poder, que todo lo que podemos imaginar en la tierra parece insípido y trivial en una existencia donde ni siquiera molesta la idea de la esclavitud o limitación en que nos podamos encontrar””

+Desde la niñez y la pubertad, hasta la edad adulta, hemos tenido en nuestras sociedades estructuradas, experiencias y un desarrollo psicosexual y emocional penoso.

La mujer que disfruta de la vida se vuelve sabia, y sigue disfrutando de ella, porque se hace más y más consciente del misterio que la rodea. Aprender una nueva moral para nosotras, una moral que se asemeja a la libertad moral masculina. Sí, es cierto: ellos nos quieren puras, vírgenes, fieles, devotas, entregadas, pero esa moral sólo satisface su orgullo masculino y nos destruye y los destruye.

Queremos una sola moral para ambos, no una doble moral que sólo beneficie al género masculino. Una moral que con libertad acordemos con nuestra pareja, convirtiéndola en un compromiso equitativo para ambos.

+Nuestro cuerpo necesita curarse: “Medicina” y “Meditación” provienen de la misma raíz. La meditación habilita nuestra comprensión y cuanto más purificadas estamos, más maravillosas nos tornamos. Nuestro cuerpo y alma necesitan meditación, necesitan silencio, necesita cordura. Para practicar meditación no es necesario escaparte de la vida. Consiste en practicar y habituarte a una nueva manera de vivir. Es descubrir tu centro de gravedad y cuando estás en él, completamente relajada, estás meditando, convertís tu sensibilidad, sentís y soltás el pasado, esa carga de lo muerto, saturado, insensibilizado y entumecido.

Creo en el caminar a solas, porque nacemos solas, solas caminamos por la vida, vivimos solas, y cuando llegue la hora partiremos solas. La soledad es nuestra naturaleza, pero nos sentimos extrañas para nosotras mismas y, en vez de ver en nuestra soledad silencio, paz y armonía con la existencia, creemos que estar solas es estar aisladas.

+La generalidad de las religiones negó a la mujer los medios para el desarrollo de su crecimiento espiritual, amparándose en la falacia de que nuestro cuerpo es diferente. Pero nosotras tenemos que transformar nuestras energías con meditación, porque nos proporciona el trabajo preparatorio para la transformación de toda la sociedad. La idea de que el sexo es pecado, demoró nuestra evolución. Nos han enseñado que el sexo es pecaminoso y no toleramos nada que despierte su conocimiento, ni el placer de lo sexual. Esta creencia se ha enraizado culturalmente, y nos hemos convertido en mujeres sexualmente reprimidas.

+Las mujeres no vivimos como seres espirituales. Nos hemos dejado absorber por las preocupaciones materiales, lo que trajo como consecuencia un empobrecimiento del espíritu. Y a esta desaparición de nuestra libertad se suma el exceso de tensión. Consagrar las pocas horas libres que nos restan a la reflexión íntima, a la conversación enriquecedora o a la lectura de libros, requeriría una capacidad de recogimiento del que no siempre disponemos. Además queremos permanecer ocupadas, comprometidas de algún modo. Porque si no hacemos nada, nos quedamos con nosotras mismas, y ésa es la experiencia más dolorosa. En cambio, si estamos ocupadas nos evitamos a nosotras mismas. El tema es no quedarse a solas; porque además de darnos mucho miedo nos enfrentamos con la primera y mayor responsabilidad: “una y su crecimiento espiritual”, “una y su superación de resistencias”, “una y su dedicación a ser feliz”, “una y su responsabilidad de atender su proceso evolutivo”.

+Tenemos que transformar la sociedad. Pero la única forma de transformarla es transformarnos a nosotras mismas; no hay otra manera, no hay falsos atajos. Receptoras de estas influencias energéticas, llegamos a ser el punto de reunión y mediadoras entre dos mundos: el mundo humano y otro, desde el que fluye la energía superior que podemos conocer. Sólo esa energía es capaz de transformarnos, liberándonos a cambiar nuestro “estado”. La fuerza aprisionada en ese laberinto sellado no puede jugar el rol de líder en un cuerpo que es incapaz de recibirla, soltarse, y entregarse a ella.

+A lo largo de los siglos la cultura patriarcal ha estado destruyendo la genialidad, el talento y las capacidades de lo femenino y de esta forma probar que lo masculino es superior, ante sí misma ante nosotras y ante el mundo (…)

La mujer cumplió siempre la función de promotora de la evolución humana. Ella fue quien descubrió la agricultura, la artesanía, la cerámica, las hierbas medicinales.

Su protagonismo se extendió desde la noche de los tiempos, hace 30.000 años, cuando se elaboraron las Venus prehistóricas que constituyen la primera iconografía de la Diosa Madre, hasta hace unos 7.000 años. El reinado del principio femenino que ésta personificó presidió la religiosidad humana hasta el V y IV milenio a. C. Y su presencia en los altares de Occidente perduraría hasta hace menos de 2.000 años.

+El principio femenino incluye no solamente los poderes físicos de la fertilidad, el nacimiento, la nutrición y la sexualidad, sino también los poderes espirituales e intelectuales de la profecía, la adivinación, la muerte, la transformación y la resurrección. La Gran Diosa mostrada en el arte prehistórico fue el Sol tanto como la Luna, el Cielo tanto como la Tierra, el Espíritu tanto como el cuerpo.

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