1. Santa Claus (ver entrada del 23 de diciembre)
2. El árbol de Navidad (ver entrada del 23 de diciembre)
3. El belén (ver entrada del 24 de diciembre)
4. La estrella (ver entrada del 24 de diciembre)
5. Los villancicos (ver entrada del 24 de diciembre)
6. El nacimiento de Jesús: ¿el 25 de diciembre? (ver entrada del 25 de diciembre)
7. El linaje davídico de Jesús (ver entrada del 26 de diciembre)
8. María Magdalena y la descendencia de Jesús (ver entrada del 27 de diciembre)
9. El Día de los Santos Inocentes
El 28 de diciembre se conmemora el Día de los Santos Inocentes. En la tradición cristiana, la celebración gira fundamentalmente en torno a dos textos: el Evangelio de Mateo (2, 13-18) y el Libro de Jeremías (31,15).
En el primero, se describe como Herodes, al verse burlado por los Reyes Magos en su deseo de localizar al Niño Jesús, “mandó matar a todos los niños de dos años de edad para abajo en Belén y sus alrededores”, dando cumplimiento al oráculo del profeta Jeremías: “Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven”. Palabras estas últimas que corresponden al versículo citado del Libro de Jeremías y que fueron dichas, efectivamente, por Raquel (del hebreo Rachel, “aquella que gobierna con buen criterio”), esposa de Jacob. Se da pie con ello a una de las narraciones bíblicas más populares, contada siempre como un capítulo decisivo de la biografía de Jesús. Su antagonista es, en este caso, Herodes el grande, sanguinario rey según algunos historiadores, propulsor de la cultura según otros. Cuando ordenó a asesinar a los pequeños, María y José ya habían huido del lugar, tras la adoración de los Magos, salvando así a Jesús de las iras reales.
En este orden, representa un contrasentido que, en el calendario católico actual, la masacre de los niños se conmemore nueve días antes –Santos Inocentes, 28 de diciembre- que la fecha dedicada a la adoración de los Reyes Magos –Epifanía del Señor, 6 de enero-, cuando sucedió inmediatamente después. Esto obedece a que, obviamente, son fechas meramente simbólicas, que no pretenden ajustarse a un orden cronológico coherente. Pero es que, además, son hechos inciertos. Mateo lo cuenta de manera que, hoy día, podemos imaginar una matanza multitudinaria, incluso muchas de las pinturas que a lo largo de los siglos han ilustrado este episodio muestran multitudes degolladas o huyendo despavoridas. Los historiadores cristianos del medievo hablaron de entre 3.000 y 15.000 mil inocentes asesinados. Sin embargo, el censo ordenado por el emperador Quirino recogía en Belén unos 800 habitantes. Así, se puede estimar que habría allí unos veinte nacimientos al año, con una mortalidad del 50%, por lo que los asesinados en la teórica matanza no serían más de diez. Aún así, la única referencia a ella es la reseñada de Mateo. Flavio Josefo, historiador del siglo I, jamás la menciona en su obra. De ser cierta la masacre y habiéndose producido en tierra ocupadas por los romanos, seguramente hubiera provocado una grave revuelta popular.
Es más, estos hechos no sólo inciertos, sino que lo más probable es que sean falsos, dado que se limitan a ofrecer una versión más de un mito muy anterior a Jesús y que desde hace más de tres mil años se viene reiterando a lo largo de la historia y en lugares tan dispares como
Seguramente, Mateo, sabiendo que los judíos adoraban a Moisés -y que éste había escapado según la tradición a una matanza similar al menos un milenio antes-, inventó la historia que justificaría a Jesús como un nuevo líder. A su vez, el mito de la matanza de los inocentes de Moisés, llevada a cabo probablemente por Ramses II, puede estar basado en el mito de Krishna, que vivió más de tres mil años antes del nacimiento de Cristo y a quien su tío, el rey Khamsa, intentó asesinar. En Krishna se encarnó Vishnú (interpretado muchas veces como un equivalente a
En el teatro chino también se repite la historia en El huérfano de los Zhao, de Ji Junxian, enmarcada esta vez en las conspiraciones de la corte china, que Voltaire adaptó al francés en el siglo XVIII.
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