Nota de Prensa de la Editorial
El próximo jueves 17 de diciembre, a las 20:00, tendrá lugar la presentación en Sevilla (Salón de Actos del Círculo Mercantil e Industrial, C/ Sierpes, 65) del nuevo libro de Emilio Carrillo titulado La Orden del Temple: un nuevo descubrimiento, editado por Ituci Siglo XXI. La presentación será llevada a cabo por Juan Antonio Romero Gómez, autor del texto Los templarios en el Reino de Sevilla.
El libro parte del hecho de que se ha escrito con profusión acerca del modelo geoestratégico de localización en dominios, castillos y propiedades seguido por la Orden del Temple durante sus dos siglos aproximados de existencia –desde su constitución en Tierra Santa a finales del siglo XI hasta su disolución por bula papal en 1312-. Numerosos autores se ha ocupado de ello desde distintas perspectivas, definiendo lo que pueden considerarse sus cuatro señas básicas de identidad:
+empeño, rayando en la obsesivo, tanto en el examen minucioso de las ventajas comparativas del territorio del que se trate como en su rentabilización mediante el emplazamiento exacto de sus dominios y fortalezas;
+el gusto por la geometría y la reproducción de escalas en el diseño del mapa de ubicación de sus encomiendas, fortalezas y posesiones;
+la equidistancia y las causalidades numéricas entre ellas; y
+la preferencia por los recintos con raigambre espiritual y carga energética.
Sin embargo, estando clara la teoría, no abundan los ejemplos concretos que hayan podido estudiarse con base en hechos comprobados, circunstancias y datos históricos objetivos y conclusiones contrastables.
Pues bien, el estudio acometido por Emilio Carrillo y vertido en su nuevo libro titulado La Orden del Temple: un nuevo descubrimiento -editado por Ituci Siglo XXI (http://www.ituci.com)- demuestra de manera tan rigurosa como amena para el lector que la llegada, expansión y afianzamiento del Temple en los amplios espacios que tuvo bajo su control entre 1230 y 1312 en las hoy provincias de Badajoz, Huelva y Sevilla (en gran parte, lo que fue el antiguo Reino o alfoz de Sevilla) es una plasmación patente de los perfiles y características de tal modelo; y representa un caso práctico de indudable valor en el conocimiento del “modus operandi” de la Orden.
Para llegar a ello, el texto se estructura en cinco partes:
+Se empieza por efectuar una breve síntesis acerca del abolengo y procedencia de los castillos que jalonan la Sierra de Huelva (Sierra de Aracena y Picos de Aroche), esto es, Almonaster, Aracena, Aroche, Cala, Cortegana, Cumbres Mayores, Encinasola, Santa Olalla y Zufre, algunos de los cuales han sido tradicionalmente ligados a la historia y al quehacer templarios.
+A renglón seguido, se examina la conquista cristiana de esta comarca onubense, tan conflictiva como dilatada, ya que no puede darse por finiquitada antes de la firma de los acuerdos de Badajoz, en 1267.
+Posteriormente, el libro analiza el proceso de asentamiento de la Orden del Temple en el entorno territorial más cercano a la Sierra de Huelva, es decir, el sur de Badajoz, donde los templarios conformaron a partir de 1230 su dominio más extenso de toda la Península Ibérica: el Bayliato de Jerez de Badajoz (hoy, de los Caballeros).
+A continuación, se investiga la expansión del Temple por el Reino de Sevilla con ocasión de la toma de la ciudad hispalense por Fernando III, en 1248, lo que permite dibujar con precisión el mapa templario hacia mitad del siglo XIII en toda la zona que hoy configuran las provincias de Badajoz, Huelva y Sevilla, constatando como tal mapa se basa en un triángulo con tres vértices principales: Jerez de los Caballeros, al norte; Sevilla, al sureste; y el eje La Rábida, Isla de Saltés y Lepe, al suroeste.
+Y, finalmente, se indaga acerca el origen del Castillo de Cortegana, ubicado en la reiterada serranía onubense, cuya construcción, sobre la que existen muchos interrogantes, puede aportar importantes datos para los objetivos que persigue el libro.
Con todo ello, el autor llega a una amplia batería de conclusiones entre las que sobresalen las siguientes:
+Se constata la no presencia de la Orden del Temple en la Sierra de Huelva, desmintiendo su pretendida relación con localidades como Aracena.
+Se plantea una novedosa tesis acerca del Castillo de Cortegana: su origen templario, lo que configura al fortín corteganés como la excepción que confirma la regla de esa no presencia de la Orden en la serranía onubense;
+Se verifica por medio de un caso práctico –la localización en las hoy provincias de Badajoz, Huelva y Sevilla- las características teóricas del modelo geoestratégico seguido por el Temple en su expansión territorial.
+En particular, se comprueba como la Orden llevaba a cabo un examen muy minucioso de las ventajas comparativas del territorio y diseñaba su rentabilización mediante el emplazamiento de dominios y castillos: lo que se constata, por ejemplo, en la opción templaria por una salida a aguas del Océano Atlántico, frente a la posible ampliación espacial del bayliato jerezano; o en la búsqueda de asentamientos intermedios que facilitarán la comunicación y la accesibilidad entre sus posesiones más alejadas -verbigracia, Villalba del Alcor en la ruta entre Sevilla y Lepe; o Cortegana, entre Jerez y La Rábida-.
+Igualmente, se evidencia el gusto de la Orden por la geometría en el diseño del mapa de ubicación de sus encomiendas, fortalezas y posesiones. Esto se plasma de forma fidedigna en el triángulo configurado entre Jerez de los Caballeros, Sevilla y Lepe; en el arco del compás que une a estas dos últimas y pasa por encima de La Rábida y la Isla de Saltes; y en la perfecta línea recta que, atravesando Cortegana, relaciona el castillo jerezano con el monasterio de La Rábida.
+Se muestran también las equidistancias y causalidades numéricas que los templarios utilizaban en sus emplazamientos, lo que se pone espectacularmente de manifiesto en los 124 kilómetrosque distan entre los principales componentes de las propiedades templarias en la zona estudiada: entre Jerez de los Caballeros tanto con Sevilla como con Lepe; en el arco del compás que une Sevilla con Lepe, pasando por encima, como se ha reseñado, de La Rábida; y en la línea recta que une a ésta con Jerez de los Caballeros.
+Y, por último, se comprueba la preferencia de la Orden del Temple por los recintos con raigambre espiritual y carga energética, lo que se materializa en este caso en la elección de las posesiones tanto de La Rábida –un antiguo “ribat” árabe- como de la vecina Isla de Saltes, lugares dedicados al culto religioso desde la época romana, fenicia y aún antes.
Todo lo cual permite aseverar que la llegada y expansión del Temple en el vasto territorio conformado entre las hoy provincias de Badajoz, Huelva y Sevilla representa un caso práctico del modelo geoestratégico y “modus operandi” que la Orden seguía en sus localizaciones territoriales, lo que representa un descubrimiento de singular significación pues sobre tal modelo existen numerosas referencias teóricas, pero escasas confirmaciones prácticas.
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