Al hilo de las entradas que se vienen insertando en el Blog dedicadas a
En los últimos años están apareciendo numerosas referencias y artículos relacionados con la meditación y su influencia en los llamados procesos de aprendizaje, que invitan a una nueva línea de investigación acerca de la influencia de un cierto estado de permanencia en el Ser sobre la atención, la memoria y las emociones, como elementos esenciales en todo proceso de aprendizaje.
Efectivamente, numerosos ejemplos teórico prácticos van surgiendo por doquier y demostrando que la práctica sistemática de la meditación, entendida ésta como mero ejercicio de concentración en nuestra respiración, durante un breve lapso de tiempo al día, y practicada en el aula con un hueco diferenciado en los contenidos curriculares, mejora con mucho los procesos de atención y del control de las emociones, tanto en niños como en adultos.
En una sociedad como la nuestra en los que el ritmo de la vida diaria, con sus tintes de celeridad y secuelas de estrés, de egos maltrechos o superlativos, de falsas identificaciones, de refugio en el pasado y en el futuro, de interrelaciones cargadas de conflictos, de olvido, en definitiva, de nuestro linaje divino, los niños son sin duda uno de los síntomas que, a modo de iceberg, nos apuntan, con sus dificultades escolares y familiares, que algo sustancial nos está pasando y que debemos, más pronto que tarde, ensayar nuevos métodos que alivien la pesada carga que soportan encima.
Son tantos y tan diversos los estímulos sonoros y visuales que el niño, y también el adulto, recibe, que se hace casi prácticamente imposible el poder procesar de manera adecuada toda la información que les llega, por lo que la falta de atención en las aulas nos pone de manifiesto el fracaso de los llamados mecanismos conscientes para operar adecuadamente con dichos estímulos.
Por otro lado, la conflictiva social vivida en las aulas así como en la familia, las pandillas, etc., guarda una estrecha relación con el control de las propias emociones. Los valores dominantes orientados a la consecución del logro, en el menor tiempo posible y desde el sentimiento de individualidad y separatidad de nuestros semejantes, provocan un alto grado de ansiedad y de baja tolerancia a la frustración, con importantes secuelas psicosomáticas como las dolencias de columna y espalda, infecciones respiratorias y asmáticas por la insuficiencia de nuestro sistema inmunológico, depresión, etcétera.
La práctica regular de meditación zen, ofrece la posibilidad, en su fase más sencilla e inicial, de dar un respiro al fatigado aparato mental, concentrando en nuestra incipiente consciencia del Ser toda la dispersa energía, con lo que el nivel de atención aumenta paulatina y considerablemente.
En cuanto a las emociones y su control, también se refleja claramente el influjo beneficioso en las llamadas emociones negativas; es decir, en aquellas que son fruto de la rabia, el temor o la frustración del pequeño ego y que perduran más allá de la situación que les dio origen, permitiendo su disolución y control desde la incipiente consciencia del propio individuo.
Como decía el actual Dalai Lama, no hay que dejar nunca de manifestar la “ira compasiva”, fruto del Amor Incondicional por el conjunto del Universo del que formamos parte con nuestros semejantes. Una emoción que surge desde ahí, y que ha de expresarse también desde el mismo Amor. Una pasión que deriva de la “pasión-con”, vista por los ojos de nuestra verdadera naturaleza, desde el sentimiento de Ser Uno con lo que, desde nuestra limitada percepción, nos rodea y desde la comprensión y experiencia de que todo tiene su momento y en todo se nos revela Dios, que es nuestro Ser más hondo.
Por otro lado, estos hallazgos, aún tímidos en cuanto a su replicabilidad, abren importantes vías de experimentación ulterior, tendente a seguir preguntándonos acerca de la influencia de las técnicas de meditación aplicables en distintos ámbitos tales como en los educativos, sociales, profesionales y familiares.
Para terminar mis reflexiones, me atrevo a hacer una invitación a la práctica de esta sencilla vía tanto en lo personal como, si tenéis posibilidad, en vuestros ámbitos profesionales, con los que poder ir haciendo un banco de buenas prácticas que nos arroje más luz sobre estos temas.
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