Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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20/12/09

Satanás

La entrada El Bien y el Mal, publicada ayer, ha abierto entre vari@s seguidor@s del Blog la pregunta acerca de la figura de Satanás.

Pues bien, enlazando con lo expuesto en ella, el funcionamiento tanto de la dinámica vibratoria interactiva -por la que una manifestación concreta de existencia, por ejemplo, una persona, puede llevar a cabo la elevación de su grado de consciencia- como de la interacción consciencial entre la suma y sus partes –verbigracia, entre la Vía Láctea y el sistema solar de Ors, el planeta Tierra o un ser humano- ayuda a entender el arquetipo de Satanás (el Maligno, Diablo, Demonio…) recurrente en cuantiosas tradiciones espirituales.

Para numerosas personas la existencia de Satanás es una fantasía o, como mucho, el reflejo metafórico del Mal en abstracto, diluido en los seres humanos y en el mundo. Sin embargo, Satanás no es una ficción, aunque, como escribiera Beaudelaire, “la victoria más grande del Demonio es hacer creer que no existe”. Este ser oscuro y perturbador existe realmente y continúa actuando. Jesús lo define señalando que “es mentiroso y padre de la mentira” (Juan, 8,44). San Pedro lo compara con un león rugiente: “vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe” (1Pedro, 5,8). Y los textos sagrados de diferentes religiones lo citan con asiduidad y lo describen como un ser espiritual y concreto, el “ángel caído” de las Escrituras.

Su existencia se debe a que en el Omniverso rige la ley del ritmo. Por ella sabemos que no todo es evolución o progreso, sino que hay igualmente involución o regresión. Esto es así en lo que a la dinámica vibratoria interactiva se refiere: no sólo es posible elevar el grado de consciencia, sino que, como resultado de la manera en la que en libre albedrío se aborden los estadios de conciencia y experiencias, puede haber también reducciones en la gradación consciencial del ser. Y lo mismo ocurre en lo que a la interacción consciencial afecta: el salto consciencial tirará vibracional y dimensionalmente de aquellos seres con nivel de consciencia suficiente, pero no de aquellos que mantengan baja su gradación consciencial.

¿Qué ocurre con aquellos seres que caen en grado de consciencia y quedan fueran del salto consciencial?. Como ya se ha apuntado, el tirón vibracional no impacta en ellos y sus almas permanecen en el plano en el que ya estaban encarnadas, volviendo a vivir en él la dinámica vibratoria (grado de consciencia – estadio de conciencia – experiencias) que les permita recuperar y aumentar el nivel consciencial. Pero igualmente puede darse que continúen degradando su grado de consciencia hasta un punto que provoque el descenso en el plano o dimensión de existencia.

A esto último precisamente se está haciendo mención cuando se califica a Satanás de ángel caído, aunque ciertamente no tiene por qué ser sólo uno, sino muchos (legión) los ángeles caídos. Existiendo en una dimensión más pura vibracional y consciencialmente, sus vivencias en ella, en lugar de contribuir a incrementar su grado de consciencia, impulsándolo incluso a planos más elevados, estuvieron marcadas por el renacer de comportamientos egóicos impropios de tal dimensión, por lo que la minoración de su grado consciencial fue tan contundente que cayó –o cayeron- a un plano más denso vibracionalmente y de menor nivel consciencial: el plano de la tridimensionalidad, el planeta Tierra.

Su alma, cual acumulador vibratorio y energético, arrastra el recuerdo de la caída y, dado el rango vibracional que llegó a alcanzar, la Ley del Ínferos no desactiva el mismo del modo que sí hace en los seres humanos. Ante ello, la pérdida del antiguo rango vibracional y consciencial, en lugar de conducirlo a una dinámica de recuperación de grado de consciencia, lo ha arrastrado a una existencia ruin: su desmesurado ego lo ha llevado a considerarse rey de este mundo (plano) y ejerce su poder –que conscientemente sabe que deriva de su condición de Hijo de Dios- procurando que los seres humanos, sus súbditos, no elevemos nuestro grado de consciencia. Para ello no duda en utilizar a su favor, con engaños, mentiras y la promesa de una felicidad imposible, el engatusamiento que el mundo material, sus apegos y anhelos, provoca en las personas que andan con el piloto automático encendido y sin consciencia de su Yo profundo y divinal. Nos presenta acciones perversas como si no lo fuesen, nos estimula a actuar egóicamente y, en tercer lugar, nos sugiere razones para justificar tales acciones y sus consecuencias. Después de engañarnos, nos llena de inquietud y de tristeza.

Ante sus artes (las famosas “tentaciones”) conviene estar atento y no dejarse atrapar. Y si en algún momento esto se produjera, no hay que desesperarse, sino adquirir experiencia de lo sucedido, llenar con amor los efectos de daño o dolor que hayamos podido ocasionar, recordar nuestro linaje divinal y confiar en la fuerza y energía que ello nos otorga para volver a avanzar en grado de consciencia y Amor.

Por todo lo expuesto, la figura de Satanás nada tiene que ver con apariciones, fantasmas y asimilados, que pertenecen a un ámbito bien distinto denominado “bajo astral” por determinadas escuelas. Pero sí debe ser puesta en conexión con la visión de lo demoníaco de distintas corrientes trascendentes que sostienen que sin haber descendido al plano humano, sino manteniéndose en planos de mayor nivel vibratorio, existe y se produce la acción consciente de seres que, a pesar de su grado de evolución, se han apartado del “plan divino” y pretenden impedir el avance consciencial de la humanidad, a la que desean mantener bajo su mando e influencia.

A este convencimiento responden tanto los “pactos con el diablo” como diversos tipos de “endemoniados” y “posesiones”. Los primeros -recuérdese el Fausto de Goethe- conforman una tradición de mucha raigambre en diferentes culturas. En cuanto a los segundos, están muy presentes en la narrativa y el cine de nuestros días –verbigracia, la famosa película El exorcista-, aunque provienen de muy atrás, siendo bien conocidas, por ejemplo, las escenas evangélicas en las que Jesús se enfrenta a “espíritus impuros” que han poseído a seres humanos, como el hombre de la sinagoga de Cafarnaún (Marcos 1,12-19), o el ciego y mudo cuya curación milagrosa ocasiona un debate con los fariseos a propósito de Belcebú y Satanás (Mateo, 12,23-33). No obstante, estas categorías han de ser diferenciadas de los “espíritus inmundos”, más cercanos al “bajo astral” antes citado y recogidos igualmente en los textos evangélicos (Mateo 12, 43-45 y Lucas 11,24-26).

1 comentario:

  1. bom , acabei de conhecer este blog,excelente,
    pena que vai fechar 5 de dezembro

    hasta siempre,

    Jue

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