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8/12/09

El arte de ensoñar: la percepción de otros mundos

Hace tiempo que no leía nada sobre el arte de ensoñar, potente práctica de percepción de la energía que todo es: nosotros mismos y cuanto nos rodea en sus distintos planos y dimensiones. Por ello, me ha alegrado mucho recibir un email de Meli Iglesias, seguidora del Blog, en el que se hace eco, a su vez, de unas reflexiones de Susurros del Nagual acerca del ensueño:

Nuestro mundo, que creemos ser único y absoluto, es sólo un mundo dentro de un grupo de mundos consecutivos, los cuales están ordenados como las capas de una cebolla.

Aunque hemos sido condicionados para percibir únicamente nuestro mundo, efectivamente tenemos la capacidad de entrar en otros, que son tan reales, únicos, absolutos y absorbentes como lo es el nuestro.

Para poder percibir esos otros reinos, no sólo hay que desear percibirlos, sino también poseer la suficiente energía para entrar en ellos. Su existencia es constante e independiente de nuestra consciencia, pero su inaccesibilidad es totalmente una consecuencia de nuestro condicionamiento energético. En otras palabras, simple y llanamente a raíz de ese condicionamiento estamos compelidos a asumir que el mundo de la vida cotidiana es el único mundo posible.

Seguros de que sólo nuestro condicionamiento energético es nuestro impedimento para entrar en esos otros reinos, los magos de la antigüedad desarrollaron una serie de prácticas designadas a reacondicionar nuestras capacidades energéticas de percepción. Llamaron a esa serie de prácticas, el arte de ensoñar.

El ensueño únicamente puede ser experimentado. Ensoñar no es tener sueños, ni tampoco es soñar despierto, ni desear, ni imaginarse nada. A través del ensueño podemos percibir otros mundos, los cuales podemos ciertamente describir, pero no podemos describir lo que nos hace percibirlos. Sin embargo, podemos sentir cómo el ensueño abre esos otros reinos. Ensoñar parece ser una sensación, un proceso en nuestros cuerpos, una consciencia de Ser desbordada sobre nuestras mentes.

Separando la parte social de la percepción, percibiríamos la naturaleza intrínseca de todo. Lo que percibimos es energía, pero como no podemos percibir energía directamente, procesamos nuestra percepción para ajustarla a un molde. Este molde es la parte social de la percepción, y es lo que se tiene que separar para reducir el alcance de lo que se puede percibir y porque nos hace creer que el molde al cual ajustamos nuestra percepción es todo lo que existe. El hombre para sobrevivir en esta época, tiene que cambiar la base social de su percepción.

La base social de la percepción es la certeza física de que el mundo está compuesto de objetos concretos y todos nosotros estamos involucrados en un serio y feroz esfuerzo a percibir el mundo en términos de objetos. Mas el mundo es energía; el Universo es energía. La base social de la percepción debería ser entonces la certeza física de que todo lo que hay es energía. Deberíamos empeñarnos en un poderoso esfuerzo social a fin de guiarnos a percibir la energía como energía. Tendríamos de este modo ambas alternativas al alcance de nuestras manos.

Al procesar nuestra percepción, para hacerla encajar en un molde social, ésta pierde su poder cuando nos damos cuenta de que hemos aceptado ese molde como herencia de nuestros antecesores, sin tomarnos la molestia de examinarlo.
Percibir un mundo de objetos sólidos, que tuvieran ya sea un valor positivo o negativo, debe haber sido absolutamente indispensable para la sobrevivencia de nuestros antepasados. Después de milenios de percibir de esa manera, sus herederos, nosotros, estamos hoy día forzados a creer que el mundo está compuesto únicamente de objetos.

Primero, este es un mundo de energía; y después, un mundo de objetos. Si no empezamos con la premisa de que es un mundo de energía, nunca seremos capaces de percibir energía directamente y siempre nos detendrá la certeza de la solidez de los objetos.

Nuestra manera de percibir, es la manera que un depredador percibe. Una manera muy eficiente de evaluar y clasificar la comida y el peligro. Pero ésa no es la única manera que somos capaces de percibir. Hay otro modo: El acto de percibir la energía directamente.

Percibir la esencia de todo nos hace comprender, clasificar y describir el mundo, en términos completamente nuevos; en términos mucho más incitantes y sofisticados.

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