Pero volvamos a nuestro tema, que te concierne a ti personalmente y a cuantos compartan tus disposiciones.
Dime ahora, ¿qué deberá hacer el hombre una vez que ha encontrado la puerta?. ¿Deberá permanecer allí a la espera sin entrar?. Contestando en tu lugar, te digo: si, esto es exactamente lo que debe hacer. Hace bien en seguir estando a la puerta, pues hasta ahora ha vivido una existencia ruda según los dictados del pequeño yo; y su Yo Verdadero se halla aún aletargado. Es justo que espere a la puerta hasta que su consciencia despierte y su Ser Profundo se active. Ha de aprender a ser sensible al Espíritu que le guía secretamente en lo profundo de su ser y a esperar hasta que el Espíritu mismo le mueva y le llame desde dentro. Esta secreta invitación del Espíritu divino es el signo más inmediato y cierto de que a una persona le ha llegado el momento de la contemplación.
Pues puede suceder que un ser humano lea u oiga sobre la contemplación y sienta incesantemente un suave deseo de encontrar su divinidad interior a través de la obra espiritual sobre la que ha leído u oído. Esto indica, ciertamente, que la gracia le está tocando, pues otros oirán o leerán la misma cosa, permaneciendo totalmente inmóviles, sin experimentar deseo especial alguno. Estas personas hacen bien en seguir pacientemente a la puerta, como llamados a la salvación pero no aún a su perfección.
Permítaseme a estas alturas una leve digresión para advertirte (y a cualquiera que pueda leer esto) una cosa en particular. Es algo aplicable en todo caso, pero especialmente aquí, donde hago una distinción entre los llamados a la salvación y los llamados a su perfección. Que te sientas llamado a una u otra carece de importancia. Lo que es importante es que atiendas a tu propia llamada y no discutas o juzgues los designios de tu Yo Verdadero en la vida de los otros. No te mezcles en sus asuntos: de a quién mueve y llama, y a quién no; de cuándo llama, si pronto o tarde; o de por qué llama a uno y no a otro. Créeme, si te metes a juzgar todo esto que atañe a otras personas, pronto caerás en el error. Presta atención a lo que digo y trata de captar su importancia. Si te llama, alábale y pídele que puedas responder perfectamente a su gracia. Si no te ha llamado todavía, pídele humildemente que lo haga a su debido tiempo. Pero no te atrevas a decirle lo que ha de hacer. Déjale solo. Es poderoso, sabio y lleno de deseo de hacer lo mejor para ti y para todos los que le aman.
Vive en paz en tu propia vocación. Sea que estés esperando fuera en la meditación o entres dentro por la contemplación, no tienes motivo para quejarte; las dos vocaciones son preciosas. La primera es buena y necesaria para todos, aunque la segunda es mejor. Agárrate a ella, pues, si puedes. Sí, te hablo con toda verdad al decirte esto. Pues abandonados a nosotros mismos podemos caer en forzar orgullosamente la contemplación, lo cual sólo nos lleva a tropezar al final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.