Es cada vez más obvio que Afganistán vive bajo condiciones de ocupación militar y guerra abierta. Como ocurrió en Irak, han quedado en evidencia todas las mentiras con las que se intentó justificar en su momento la invasión del país.
Se han cumplido 8 años desde la ocupación y Afganistán no se está "reconstruyendo"; ni se ha instaurado la democracia, como ha puesto de manifiesto el reciente fraude electoral reconocido fehacientemente por todos los observadores y organismos internacionales. No se ha liberado a las mujeres afganas, que siguen llevando el célebre burka y viven en las mismas condiciones de opresión y sometimiento que antes; y en condiciones de vida aún peores por la pobreza y la destrucción bélica del territorio y sus recursos. A la población afgana la ocupación sólo le ha reportado dolor y muerte; mucho dolor y muchas muertes.
En estos momentos, el ejército de ocupación lo conforman 104.230 soldados, estadounidenses en su mayor parte (68.000 efectivos, el 65% del total). España contribuye a la barbarie con 1.000 soldados. Más allá de tecnicismos legalistas, los mismos motivos éticos y humanitarios que existían para retirar las tropas de Irak en 2004 se dan hoy en el caso afgano. Si gente que antes lo tenía claro ahora no lo tiene se debe exclusivamente a razones diplomáticas que aconsejan no tensionar más la cuerda de las relaciones hispano-norteamericanas. Son precisamente estas “razones de Estado” las que han llevado al Gobierno de Rodríguez Zapatero no sólo a no retirar las tropas españolas que participan activamente en la ocupación, sino incluso a plantearse ahora un incremento del 20% de los efectivos, atendiendo a lo solicitado por Obama a los países europeos para que asuman parte del aumento de soldados, 30.000, que el nuevo presidente estadounidense considera preciso acometer.
Pero estas “razones de Estado” no pueden ser disfrazadas con zafios alegatos acerca de un pretendido apoyo humanitario. Ni ocultar la sinrazón de la guerra y la muerte, el dolor y la tragedia humana que, día a día, sufren tantos inocentes.
Desde la conmoción y la compasión ante ese dolor, en las últimas semanas ha ido fraguando una nueva campaña para exigir la retirada de las tropas españolas de Afganistán y rechazar el envío de nuevos efectivos. Ha sido gestada por entidades sociales y políticas de diversos puntos del Estado español. Sus principales impulsores son movimientos antiguerra y Foros Sociales, a los que se han sumado decenas de otras organizaciones.
Ni que decir tiene que el proponer estas movilizaciones no persigue que pase a un segundo plano la crisis económica y ecológica. Es más, éstas se hallan íntimamente relacionadas con una visión de las cosas y el dominio de un sistema que promueve y necesita guerras como las que se reproducen sistemáticamente en Oriente Medio. Es evidente que estas guerras y ocupaciones son fruto de una economía basada en el dinero negro (tráfico de droga,...)y el petróleo, que es, a su vez, una de las causas principales del cambio climático. Para colmo, los enormes gastos militares -nunca justificables- son ahora aún más dañinos al restar recursos financieros públicos para necesidades mucho más urgentes e importantes de carácter social.
La campaña se presentó en público el pasado sábado, 28 de noviembre, con diversas acciones de protesta, que incluyeron concentraciones en numerosas ciudades españolas. Según un portavoz de la campaña, “esta jornada de acción es sólo el punto de inicio. A pesar de los intentos de presentar una brutal guerra como una misión de paz, muchísima gente se opone a la presencia de las tropas en Afganistán. Sabemos que es una campaña más difícil que la de 2003 contra la guerra de Irak, pero la oposición y las protestas irán creciendo hasta conseguir la retirada de las tropas. El pueblo afgano ya ha sufrido 30 años de guerra. Le debemos nuestra solidaridad y nuestros esfuerzos para contribuir a que viva en paz”.
Para más información:
http://tropasfueradeafganistan.blogspot.com/
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ANEXO
Fuente: http://it.peacereporter.net/stampa/18036
(...) Pero quizás detrás de la guerra en Afganistán se escondan intereses aún mayores y más inconfesables: los relacionados con el control del tráfico mundial de heroína, uno de los negocios más rentables del planeta, con un volumen de negocio anual estimado en alrededor de 150 mil millones de dólares por año.
No es ningún secreto que el auge en la producción de opio y heroína en los años 70, en el llamado Triángulo de Oro (Laos, Birmania, Camboya), fue dirigida por la CIA, que con el producto de las operaciones de tráfico de drogas financiaba sus operaciones anticomunistas del Sudeste Asiático. El mismo sistema “igualmente bien conocido” fue adoptado por la CIA en los años 80 en América Latina, para financiar, con el producto de la cocaína, la guerrilla antisandinista de la Contra en Nicaragua, y en Afganistán, con los ingresos de la heroína, la resistencia antisoviética de los mujaheddin.
En Afganistán, el negocio continuó también en los años 90 y se incrementó con la llegada al poder de los talibanes, con el conocido respaldo de la CIA. Hasta 2000, cuando el mulá Omar, a fin de obtener apoyo internacional para su régimen, decidió prohibir la producción de opio, que en 2001 cayó a niveles cercanos a cero. Una producción que en el Afganistán "liberado" y controlado por los militares y los servicios secretos de EEUU se reanuda a pleno ritmo desde 2002 (cuando los talibanes aún no habían regresado) pulverizando todos los récords históricos y transformando en pocos años este país de Asia meridional en el principal productor de heroína del mundo (93 por ciento de la producción mundial). Una situación que las fuerzas de EE. UU. presentes en Afganistán se han negado sistemáticamente a afrontar, afirmando que éste "no era su trabajo" y dejándolo en manos del gobierno títere de Kabul.
Según un número cada vez mayor y más heterogéneo de expertos y de personas bien informadas, la CIA habría subcontratado la producción y el procesamiento de la heroína al narco-Estado encabezado por Karzai, protegiendo por su parte las rutas de evacuación por vía terrestre (Pakistán, Irán y Tayikistán) y gestionando directamente los despachos por vía aérea hacia el exterior.
¿Una nueva Air América? (línea aérea estadounidense establecida en 1946, propiedad de la CIA y gestionada por su División de Operaciones Especiales, responsable de las actividades secretas de la Compañía, desde 1950 hasta 1976). Según una investigación realizada por el canal de televisión ruso Vesti, la heroína afgana sale de Afganistán a bordo de aviones estadounidenses de carga militar directamente desde las bases de Ganci en Kirguistán, y de Inchirlik, en Turquía. Y según ha escrito en The Guardian el periodista afgano Nushin Arbabzadah, a menudo oculta en ataúdes de los militares de EE. UU., llenos de droga en lugar de cadáveres.
El periodista ruso Arkadi Gubnov, de Vremya Novostei, haciendo pública una información proporcionada por una fuente de los servicios secretos afganos, ha escrito "el 85 por ciento de toda la droga producidas en Afganistán se transporta al exterior por medio de la aviación estadounidense."
El pasado verano, el general ruso Mahmut Gareev, ex comandante de las tropas soviéticas en Afganistán, manifestó a Russia Today: "Los estadounidenses no hacen nada contra la producción de droga en Afganistán porque les proporciona, por lo menos, 50 mil millones de dólares al año. No es un misterio que los estadounidenses transportan la droga en sus aeronaves militares al extranjero".
El periodista estadounidense Dave Gibson, de NewsMax, ha citado una fuente anónima de los servicios de inteligencia de EE. UU. al afirmar que "la CIA siempre ha estado involucrada en el tráfico mundial de drogas, y en Afganistán simplemente llevan a cabo su negocio favorito, como hicieron durante la guerra de Vietnam."
El economista ruso Mikhail Khazin dijo en una entrevista que "los estadounidenses están trabajando duro para mantener el tráfico de estupefacientes en Afganistán a través de las garantías de seguridad que la CIA da a los traficantes locales de drogas.
“Estados Unidos no se opone al narcotráfico afgano para no socavar la estabilidad de un gobierno apoyado por los principales traficantes de drogas en el país, empezando por el hermano de Karzai", escribe el famoso periodista norteamericano Eric Margolis en el Huffington Post. "Lo sucedido en el pasado en Indochina y América Central indica que la CIA podría estar implicada en el tráfico de drogas afganas en mayor medida que la que ya sabemos. En ambos casos, los aviones de la CIA transportaban drogas al extranjero en nombre de sus aliados locales, y lo mismo podría ocurrir en Afganistán. Cuando la historia de la guerra se haya escrito, la sórdida participación de Washington en el tráfico de heroína afgana será uno de los capítulos más vergonzosos."
En estos momentos, el ejército de ocupación lo conforman 104.230 soldados, estadounidenses en su mayor parte (68.000 efectivos, el 65% del total). España contribuye a la barbarie con 1.000 soldados. Más allá de tecnicismos legalistas, los mismos motivos éticos y humanitarios que existían para retirar las tropas de Irak en 2004 se dan hoy en el caso afgano. Si gente que antes lo tenía claro ahora no lo tiene se debe exclusivamente a razones diplomáticas que aconsejan no tensionar más la cuerda de las relaciones hispano-norteamericanas. Son precisamente estas “razones de Estado” las que han llevado al Gobierno de Rodríguez Zapatero no sólo a no retirar las tropas españolas que participan activamente en la ocupación, sino incluso a plantearse ahora un incremento del 20% de los efectivos, atendiendo a lo solicitado por Obama a los países europeos para que asuman parte del aumento de soldados, 30.000, que el nuevo presidente estadounidense considera preciso acometer.
Pero estas “razones de Estado” no pueden ser disfrazadas con zafios alegatos acerca de un pretendido apoyo humanitario. Ni ocultar la sinrazón de la guerra y la muerte, el dolor y la tragedia humana que, día a día, sufren tantos inocentes.
Desde la conmoción y la compasión ante ese dolor, en las últimas semanas ha ido fraguando una nueva campaña para exigir la retirada de las tropas españolas de Afganistán y rechazar el envío de nuevos efectivos. Ha sido gestada por entidades sociales y políticas de diversos puntos del Estado español. Sus principales impulsores son movimientos antiguerra y Foros Sociales, a los que se han sumado decenas de otras organizaciones.
Ni que decir tiene que el proponer estas movilizaciones no persigue que pase a un segundo plano la crisis económica y ecológica. Es más, éstas se hallan íntimamente relacionadas con una visión de las cosas y el dominio de un sistema que promueve y necesita guerras como las que se reproducen sistemáticamente en Oriente Medio. Es evidente que estas guerras y ocupaciones son fruto de una economía basada en el dinero negro (tráfico de droga,...)y el petróleo, que es, a su vez, una de las causas principales del cambio climático. Para colmo, los enormes gastos militares -nunca justificables- son ahora aún más dañinos al restar recursos financieros públicos para necesidades mucho más urgentes e importantes de carácter social.
La campaña se presentó en público el pasado sábado, 28 de noviembre, con diversas acciones de protesta, que incluyeron concentraciones en numerosas ciudades españolas. Según un portavoz de la campaña, “esta jornada de acción es sólo el punto de inicio. A pesar de los intentos de presentar una brutal guerra como una misión de paz, muchísima gente se opone a la presencia de las tropas en Afganistán. Sabemos que es una campaña más difícil que la de 2003 contra la guerra de Irak, pero la oposición y las protestas irán creciendo hasta conseguir la retirada de las tropas. El pueblo afgano ya ha sufrido 30 años de guerra. Le debemos nuestra solidaridad y nuestros esfuerzos para contribuir a que viva en paz”.
Para más información:
http://tropasfueradeafganistan.blogspot.com/
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ANEXO
Fuente: http://it.peacereporter.net/stampa/18036
(...) Pero quizás detrás de la guerra en Afganistán se escondan intereses aún mayores y más inconfesables: los relacionados con el control del tráfico mundial de heroína, uno de los negocios más rentables del planeta, con un volumen de negocio anual estimado en alrededor de 150 mil millones de dólares por año.
No es ningún secreto que el auge en la producción de opio y heroína en los años 70, en el llamado Triángulo de Oro (Laos, Birmania, Camboya), fue dirigida por la CIA, que con el producto de las operaciones de tráfico de drogas financiaba sus operaciones anticomunistas del Sudeste Asiático. El mismo sistema “igualmente bien conocido” fue adoptado por la CIA en los años 80 en América Latina, para financiar, con el producto de la cocaína, la guerrilla antisandinista de la Contra en Nicaragua, y en Afganistán, con los ingresos de la heroína, la resistencia antisoviética de los mujaheddin.
En Afganistán, el negocio continuó también en los años 90 y se incrementó con la llegada al poder de los talibanes, con el conocido respaldo de la CIA. Hasta 2000, cuando el mulá Omar, a fin de obtener apoyo internacional para su régimen, decidió prohibir la producción de opio, que en 2001 cayó a niveles cercanos a cero. Una producción que en el Afganistán "liberado" y controlado por los militares y los servicios secretos de EEUU se reanuda a pleno ritmo desde 2002 (cuando los talibanes aún no habían regresado) pulverizando todos los récords históricos y transformando en pocos años este país de Asia meridional en el principal productor de heroína del mundo (93 por ciento de la producción mundial). Una situación que las fuerzas de EE. UU. presentes en Afganistán se han negado sistemáticamente a afrontar, afirmando que éste "no era su trabajo" y dejándolo en manos del gobierno títere de Kabul.
Según un número cada vez mayor y más heterogéneo de expertos y de personas bien informadas, la CIA habría subcontratado la producción y el procesamiento de la heroína al narco-Estado encabezado por Karzai, protegiendo por su parte las rutas de evacuación por vía terrestre (Pakistán, Irán y Tayikistán) y gestionando directamente los despachos por vía aérea hacia el exterior.
¿Una nueva Air América? (línea aérea estadounidense establecida en 1946, propiedad de la CIA y gestionada por su División de Operaciones Especiales, responsable de las actividades secretas de la Compañía, desde 1950 hasta 1976). Según una investigación realizada por el canal de televisión ruso Vesti, la heroína afgana sale de Afganistán a bordo de aviones estadounidenses de carga militar directamente desde las bases de Ganci en Kirguistán, y de Inchirlik, en Turquía. Y según ha escrito en The Guardian el periodista afgano Nushin Arbabzadah, a menudo oculta en ataúdes de los militares de EE. UU., llenos de droga en lugar de cadáveres.
El periodista ruso Arkadi Gubnov, de Vremya Novostei, haciendo pública una información proporcionada por una fuente de los servicios secretos afganos, ha escrito "el 85 por ciento de toda la droga producidas en Afganistán se transporta al exterior por medio de la aviación estadounidense."
El pasado verano, el general ruso Mahmut Gareev, ex comandante de las tropas soviéticas en Afganistán, manifestó a Russia Today: "Los estadounidenses no hacen nada contra la producción de droga en Afganistán porque les proporciona, por lo menos, 50 mil millones de dólares al año. No es un misterio que los estadounidenses transportan la droga en sus aeronaves militares al extranjero".
El periodista estadounidense Dave Gibson, de NewsMax, ha citado una fuente anónima de los servicios de inteligencia de EE. UU. al afirmar que "la CIA siempre ha estado involucrada en el tráfico mundial de drogas, y en Afganistán simplemente llevan a cabo su negocio favorito, como hicieron durante la guerra de Vietnam."
El economista ruso Mikhail Khazin dijo en una entrevista que "los estadounidenses están trabajando duro para mantener el tráfico de estupefacientes en Afganistán a través de las garantías de seguridad que la CIA da a los traficantes locales de drogas.
“Estados Unidos no se opone al narcotráfico afgano para no socavar la estabilidad de un gobierno apoyado por los principales traficantes de drogas en el país, empezando por el hermano de Karzai", escribe el famoso periodista norteamericano Eric Margolis en el Huffington Post. "Lo sucedido en el pasado en Indochina y América Central indica que la CIA podría estar implicada en el tráfico de drogas afganas en mayor medida que la que ya sabemos. En ambos casos, los aviones de la CIA transportaban drogas al extranjero en nombre de sus aliados locales, y lo mismo podría ocurrir en Afganistán. Cuando la historia de la guerra se haya escrito, la sórdida participación de Washington en el tráfico de heroína afgana será uno de los capítulos más vergonzosos."
Saludos Sr. Carrillo!
ResponderEliminarGracias por publicar este post sobre lo que ocurre en Afganistan.
Escuché su entrevista en Radio Marchena, felicidades por ello.
H. Benahmar.
Zalú.
Gracias a usted y felicidades a todos los que disfrutamos de una nueva Consciencia.
ResponderEliminarZalú.