“Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado”.
Quedéme en el momento actual,
en el momento presente de un mundo difícil e incierto;
y en el momento de mi evolución plena.
Olvidéme de prisas,
de impaciencia, de mis limitaciones por la edad…
Aceptación y no vivir de eso.
Y el reclinarme sobre el Amado,
no lo hice por mérito,
sino porque nos amamos,
Reclinado el rostro, cesó todo.
La aceptación conlleva
el fin del dolor y del sufrimiento.
Cuando se vive la aceptación, vuelve la inocencia
y aparecen las azucenas acogiendo todos los cuidados.
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Autora: Concha Redondo (concharedondo@gmail.com)
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