Se ha extendido en nuestra cultura una filosofía milenaria conocida
como Feng Shui. Su descripción occidental es Viento y Agua y llevando esta
descripción a nuestro concepto superficial de la realidad, lo hemos ido
contemplando como algo con efecto prácticamente material; al estudio de cómo
las corrientes externas recorren nuestras viviendas y nuestros negocios para
que favorezcan nuestra vida en diferentes aspectos: Salud, amor, economía…
Esta visión material ha generando la creencia de que la energía de
la vida es modificable y domable a nuestros propios intereses, más allá de lo
que la vida pueda pretender por sí misma.
Pocos saben que el origen real de esta filosofía nace del arte de
enterrar. En su origen, estudiaban los lugares naturales adecuados para que la
orientación de los huesos y la vibración natural del terreno, favoreciera, por
resonancia, la vibración de los huesos de la descendencia.
La intención profunda de este alineamiento era favorecer la
posibilidad de que, si para mayor vibración de La Tierra, alguno de sus
descendientes pudieran llegar a ser emperadores o personas influyentes, se
diera con facilidad y sus actos y decisiones, fueran para mayor beneficio
global. Aquí está la clave: para mayor beneficio de La Tierra se ponían a favor
de ella… para un beneficio global.
Las diversas escuelas y formas de enfocar esta filosofía a día de
hoy, proponen diversos grados de profundidad a la hora de estudiar el entorno y
lograr que todo fluya en él, pero con el único enfoque atrayente del beneficio
propio. Este enfoque ha llevado a las personas a obsesionarse y a apegarse a
los objetos para que estos, en el lugar marcado como apropiado, cumplan con la
misión para la que han sido adquiridos: el auto beneficio.
El viento y el agua al que hace referencia la realidad profunda de
esta filosofía no son externos, son internos. Más profundos y sutiles incluso
que nuestra respiración y nuestros fluidos físicos. Se refiere a la inercia
interna que los genera, los mueve y los orienta.
La vida no es para ser manipulada, es para ser vivida en unidad
consciente de ella.
La división entre la vida y “mi vida” es el principio de toda
obsesión y miedo.
Si tratas de estudiar la vida para su control y tu auto beneficio,
te irás sintiendo cada vez más distante de ella.
Por el contrario, si te armas de valor y te abres internamente a
ella, le permitirás ser desde dentro de ti y descubrirás tu verdadera esencia.
De esta forma, no moverás lo externo buscando un cambio interno,
será el despertar interno el que guiará el cambio externo.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y empresas que mejoran la calidad de vida.
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