Aunque el Día de Andalucía
se celebra oficialmente el 28 de febrero, muchos consideran el 4 de diciembre
como la mejor fecha para la festividad andaluza en recuerdo de las grandes
movilizaciones ciudadanas que, el 4 de diciembre de 1977, impulsaron decidida y
definitivamente el reconocimiento institucional de la identidad andaluza.
Fueron cerca de dos millones de andaluces los que salieron entonces a la calle desmoronando el mito de
que en Andalucía no existía un sentimiento de diferenciación ni voluntad de
reivindicar instituciones de autogobierno; y plasmando la existencia de una
Consciencia ligada a Andalucía. Siendo mañana 4 de diciembre, se reflexiona a continuación, con brevedad, al respecto.
El Diccionario de la
Academia Española de la Lengua asocia el término “consciencia” al conocimiento
de uno mismo en el que tanto han insistido los sabios y sabias de todas las
épocas, con los filósofos de la Grecia clásica a la cabeza, que, por boca de
Pitágoras y Platón, llegaron a afirmar: conócete a ti mismo y conocerás al ser
humano, al Universo y a Dios. A partir de ahí, se utiliza el calificativo “consciente”
para referirse a personas y a colectivos despiertos y lúcidos.
Es por esto que existe un
claro vínculo entre Andalucía y la Consciencia, que queda plasmado tanto en su
himno como en su lema.
Así, la
letra del himno afirma: “Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos,
hombres de luz que a los hombres almas de hombres les dimos”. Unas palabras que
van más allá del recuerdo del periodo andalusí, en los que la cultura
procedente de Andalucía era un foco de luz en el mundo occidental y oriental, y
enfatizan al “hombre de luz”, un término muy concreto que hace mención a las
personas conscientes que avanzan en el camino de su propia perfección y
contribuyen a la de los demás.
Lo que se encuentra
conectado con el lema de Andalucía, que liga el “por sí” con la “Humanidad”,
una proclamación ajena a cualquier tipo de exclusión e íntimamente unida a esa
hermandad entre todos los seres humanos que Blas Infante subrayó al hablar de
un nacionalismo andaluz “federalista, fraternal, verdaderamente humano, tipo de
organización universal, social y política de todos los pueblos”.
Desgraciadamente, tan
altos valores y principios se hallan hoy, si no olvidados, si relegados por un
contexto social, económico y político marcado por el conflicto, las diatribas
estériles, la deshumanización, la desnaturalización y, en última instancia, la
inconsciencia.
Un escenario en el que,
lejos de caer en el pesimismo o el nihilismo, se hace necesario, como siempre,
pero más que nunca, recuperar la esencia de la Consciencia de Andalucía y, por
tanto, la solidaridad, la cooperación, el altruismo, la tolerancia, el diálogo
y la búsqueda de puntos de encuentros para perfilar y acometer un nuevo sueño
de porvenir colectivo más social, más justo y más equitativo.
Una tarea en la que
Andalucía debe volver a dar un paso adelante mediante una acción ciudadana que
no caiga ni en el conformismo ni en el derrotismo y apunte con rotundidad por
la Reverencia por la Vida en todas su manifestaciones, por la Paz y por una
Cultura entendida como Cultivo del Alma en la que todas las diferencias se
superan y en la que se plasman las grandes cualidades de lo que significa ser
humano.
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