Por afinidad con su contenido, he
leído con interés un artículo de la escritora Marisol Ortiz de Zárate titulado:
“Que la tierra cumpla sus ciclos”
Relata que hace 66 millones de
años...”la temperatura ambiental se elevó varios grados, hubo episodios de
sequía y descendió notablemente el nivel del mar. No fue el primer
calentamiento global del que se tiene conocimiento ni sería el último.”
Me recuerda, al aquí y ahora climático
global que estamos viviendo en la Tierra Pero.... si son ciclos naturales, ¿a
qué viene atribuir a consecuencia de causas antropogénicas?...¿a qué obedece
gastar tantas páginas, tanto tiempo y volcar tantos medios y dinero, buscando
tratar de corregir esas causas.....o señuelos?
En relación a la media histórica entre
ciclos, hoy se da una progresiva subida de temperatura que, tras consumarse el
deshielo polar total y ascenso de los mares consecuente, al final de esa
progresión, una vez alcanzados los 12 grados de subida, nos encontraríamos,
tanto hoy como hace 66 millones de años, con un descenso del nivel del mar,
incluso hasta su desaparición natural por evaporación, como ya vamos viendo en
mares interiores de agua dulce.
Así, al hablar de cambio climático,
convendría separar, calentamiento global, de lo que son fenómenos
climatológicos adversos (inundaciones, tsunamis, sequías, movimientos sísmicos,
etc.), pues desde mi punto de vista, lo primero es cíclico e imparable, y lo
segundo sí...consecuencia de la necedad humana.
“Coincidente” con la inversión de la
polaridad magnética y expansión de la órbita gravitacional por el aumento del
diámetro del campo magnético de la Tierra, lo normal es que, también por
nuestra necedad, toda la chatarra flotante en el espacio, la veamos atraída y
“sembrada” en nuestros campos, y todos los bidones radiactivos de los fondos
marinos, “vomitados” y abiertos en nuestras playas... ¿también culparemos de
ello a los dioses?
Sería lo manifiestamente visible,
obedeciendo a un principio reparador que necesita la Tierra, para recuperar la
plenitud del flujo sinérgico-energético con su compañero el Sol, hoy
interferido por toda esa chatarrería espacial y vertedero oceánico que, aunque
no lo impide, porque la vida sigue, si perturba para que se de la nueva Alianza
creadora, en simbiosis con la humanidad afín.
Desde la enseñanza que mana de la
Fuente de ciencia infusa que nos educa en espiritualidad cósmica, la lectura de
los hechos físicos corresponde a que, una vez terminado su tiempo fecundador
masculino, al pasar a madre y femenino, la expansión de su órbita gravitacional
crece, en la medida que su período de gestación avanza. La Pacha Mama, Cuna de
estrellas, hoy goza su embarazo cósmico, y su Sol interno emana Calor y más
calor para madurar a sus futuras estrellas.
Tiempo glorioso y ascendente para el
planeta y la humanidad afín con ese salto evolutivo estelar. A su vez de gran
tribulación para la humanidad global, -quizá por esa misma razón de gloria-,
hoy acosada, hasta el riesgo de “aborto”, para así perder su futuro estelar y
toda ella deje de ser....Existencia.
“Tal vez la hipótesis cíclica pueda
ser aplicada al virus que ahora mismo nos ha cercado la vida. ¿No sería más
práctico asumirlo poco a poco coexistiendo con él, normalizarlo y aprender como
organismos a fortalecernos y defendernos de su ataque”. ¿Porqué la ciencia médica -o es la “autoridad” sanitaria-
infravalora nuestro sistema inmunitario y microbiota intestinal, como elementos
para la auto-preservación de nuestra salud ante cualquier agresión patogénica,
hasta el punto de ignorar en la programación docente, el valor de la nutrición
saludable como pilar básico para una actividad plena de ambas? Ninguna duda de
que aquí está el talón de Aquiles del fracaso de nuestro sistema sanitario... lo
saben.
Dos llamadas a la reflexión,
entendidas desde la amabilidad y entrega a favor de un humanismo libre de
codicias y venganzas. Llamada a corregir a quienes están conduciendo hoy
nuestras vidas de manera invasiva y hasta colonizadora de nuestra intimidad
genética. Llamada a evitar una nueva necedad, esta vez irreversible, por parte
de los poderes terrenales y “autoridades” sanitarias, que a no dudar pasará a
la historia... ¿o ya no habrá más historia?
¿Por qué el mundo lo envilecemos a la
manera que vemos? ¿No será que históricamente la humanidad desconoce la
verdadera causa que nos hace pagar esta eterna consecuencia de hacernos el mal
-aunque sea maquillado de “bien”- unos a otros, como lo vemos en este tiempo de
ajuste de cuentas entre los dos mundos?
A pesar de ello, y aun siendo
antirreligioso de todo credo, creencias al uso, y de pastores de dogmas, quedo
con la profecía de Juan Pablo II: “El siglo XXI será una nueva primavera
espiritual”. Me resuena, la siento y me lo dice
la lógica de la memoria existencial, hoy enturbiada al ver traspasados todos
los límites relacionales entre los mundos de la Oscuridad y de la Luz, de la
inexistencia y la Existencia. El excesivo afán conductor y técnicas de
psicología lingüística y operativas para sumisión de voluntades, incrementan la
brecha de clase abierta, a costa de desheredar a la inmensa mayoría de la
humanidad, al acaparar todos los recursos vitales arrancados del vientre, piel
y pechos de una madre tierra que, inagotable en su generosidad por tierra, mar
y aire, ve como en este Babel final, aún es presa del asalto y atropello a Su
humanidad.
Por los signos trazados, ya no habrá
más historia de tiempo pasado, pues la Hora del Planeta anuncia que va llegando a su “finisterre”, para enlazar con las
dos orillas, en que, en una seguimos siendo y en la otra...podríamos dejar de
ser... a elección.
Cansada la Madre de dar y dar a lo
largo de tantos millones de años, es en este hoy planetario-solar, en que por
una vez, su mayor anhelo es recoger, rescatar a Su humanidad y devolverla a la
orilla de la Existencia...para que nunca dejen de ser.
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