Cuando se plantea la iluminación de un hogar, la decisión sobre la localización de los puntos de luz es una fase importante.
Según el tipo de experiencias
que se pretende vivir en una determinada estancia, la dirección de la luz, la
intensidad y la temperatura, facilitarán la calidad de dicha vivencia.
Pero, si la decisión de los
puntos de luz es importante, en un nivel similar de relevancia o más si cabe,
está la decisión de la localización de los interruptores.
La altura y la cercanía a la
entrada de cada estancia, ayuda a que, en un breve tiempo, la acción de
encendido se convierta en intuitiva.
Colocar los interruptores alejados
del inicio de la experiencia, no sólo dificulta su vivencia, sino que, además,
acaba perdiendo su esencia.
Trasladando esto a nuestra
vida interior, la toma de consciencia continua de los puntos de luz que mejoran
nuestra experiencia aquí, facilita nuestra integridad.
Pueden ser ciertas personas,
algún libro, el fragmento de una película, alguna imagen, recurrir a algún
recuerdo, visitar un determinado lugar, practicar una determinada tarea,
ampliar un determinado conocimiento o profundizar en un mejor hábito...
Al igual que ocurre en nuestra
vivienda con los mecanismos para accionar la experiencia de la luz, el fácil
acceso a nuestros puntos de luz internos nos aporta seguridad interior.
Reflexionar sobre tus puntos
de luz de vida y facilitar en tu rutina diaria el acceso fácil a esas personas,
hábitos o documentos, te ayudará a atravesar con más firmeza los momentos en
los que tu lucidez sea más débil.
Al igual que ocurre con los
interruptores, el hábito de accionar tus puntos de luz personales, hará
intuitivo recurrir a ellos y disfrutarlos.
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Autor: Andrés
Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte
en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios
y empresas que mejoran la calidad de vida.
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