Cuando con su ciencia no pueden abarcarlo todo, emborronan la historia, hasta conseguir hacernos creyentes de un mito y pacientes de su “solución”.
El miedo a la muerte y el vivir “muertos” de
miedo, son los dos binomios que manejan quienes sufren dolor por padecerlo,
temor por sentirlo cercano y la incertidumbre de cómo salir de esta, y de esto
último... no nos libramos nadie.
Confiar es fundamental. Pero ¿en qué? ¿en quién?
Si es en alguien ¿en razón a qué mérito? ¿con qué crédito?... si para quien
diversifica fuentes de información, el mayor hándicap, es el escepticismo y
sospecha continua, hacia quienes muestran tanta contradicción e intención de
que, nuestra salud.. no les importa
Si moderaran ese afán de inocular “fe” en su
ciencia exclusivista-supremacista; y su afán en involucrar la ciencia a
intereses elitista-mercantilistas, lograríamos alcanzar consensos preventivos
en todos los ámbitos de la salud...y el progreso
El científico Gus Speth describió ese hándicap: “Solía
pensar que los principales problemas ambientales eran la pérdida de
biodiversidad, el CO2 y el cambio climático. Pensé que treinta años de buena
ciencia podrían abordar estos problemas. Estaba equivocado. Los principales
problemas son, el egoísmo y la codicia y la apatía de los ciudadanos, y para
hacer frente a ello necesitamos una transformación cultural y espiritual. Y
nosotros los científicos no sabemos cómo hacer eso”.
A menudo la gente pregunta la razón por la que
una minoría esté en contra de la vacunación, cuando han “demostrado” eficacia
para erradicar enfermedades y prevenir epidemias que atentan contra la salud
global. Pensamiento mas cercano al mito y la creencia que a la realidad, pues a
nada que se indague sobre la trazabilidad de las vacunas, se demuestra que la
inmunidad natural además de infinitamente menos costosa, es más ventajosa que
la artificial, pues ni han hecho disminuir las epidemias infecciosas, ni dan
protección de rebaño, ni son inocuas, ni salvan vidas que es de lo que se trata...
¿o no?
Al margen de la minoría antivacunas, si algo
tienen en común la mayoría de los que se vacunan y la mayoría de los que no se
vacunan, es precisamente el miedo. Los primeros, miedo a contraer enfermedades
contagiosas que pueden llevarles a la muerte, y los segundos, miedo a las
reacciones adversas de las vacunas (RAV) que también pueden llevarles a la
muerte. ¿Qué dice la historia?
Las dos primeras enfermedades contagiosas
causantes de gran mortandad en Europa fueron, la peste negra en
Francia el siglo XIV, y la segunda pandemia de cólera durante la
primera mitad del siglo XIX. Ambas se erradicaron sin vacunas, pues hasta 1.885
no se desarrolló la vacuna contra el cólera.
Aunque lo hacen ver de otra manera, la casi erradicación de casi todas las enfermedades contagiosas en España, coincidió en fechas, con el comienzo de vacunaciones masivas. Así, más que por la vacuna, la razón fue que, años atrás se venían progresivamente mejorando el hábitat comunitario, condiciones de vida de los ciudadanos, etcétera, principalmente al llevar agua corriente a las casas, construir red de alcantarillado para fecales y materiales de construcción mas refractarios a patógenos, roedores, ácaros, etcétera.
Contribuyeron enormemente los nuevos diseños
convivenciales, mejora higiénico-sanitaria del hábitat, educación alimentaria,
soluciones herbales, disminución de la densidad habitacional y demográfica. Se
dejó de compartir espacios comunes con animales; rentabilizaron las formas de
cultivo mecanizado y jornada laboral, mejorando la conciliación familiar y
calidad de vida. El gran salto terapéutico, descubrir el ocio y disfrutar en
mayor armonía con ciclos y ritmos alegres de la naturaleza... fueron factores
decisivos para erradicarlas.
El ejemplo más cercano tenemos en la España de
comienzos del siglo XX. En el año 1.900 tenía una población de 18 millones de
personas; ese mismo año murieron 6.000 de difteria, 4.000 de tosferina
y 18.000 de sarampión.
En acusado descenso por las razones indicadas y
sin vacunar, el año 1.945 con cerca de 27 millones de habitantes, murieron de difteria
230 personas, y en 1.965 con 36 millones de habitantes, las muertes fueron 56,
siendo éste, el año en que empezó a vacunarse masivamente.
Con la tosferina parecido, pues de
4.000 muertes en 1.900 bajaron a 500 en 1.956, (población de cerca de 30
millones y al 10% inyectada monovacuna) En 1.965, con 32 millones de personas
aún sin vacunar, las muertes bajaron a 33 personas, y paradójicamente fué el
año en que se vacunó masivamente con la trivacuna, siendo la más controvertida
por sus conocidos efectos adversos que no se hicieron públicos en España.
Silenciado en España, escándalo en Gran Bretaña
cuando la prensa se hizo eco y numerosos habitantes optaron por no vacunar a
sus hijos. La cobertura de vacunación paso de un 77% en 1974 a un 33% tres años
más tarde. Crecieron las demandas contra las farmacéuticas y tuvieron que
realizar enormes desembolsos económicos para cubrir los costes judiciales e
indemnizaciones.
La vacunación contra el sarampión,
comenzó en 1.981; coincide en fecha con que la mortalidad bajó un 99,9% dándose
19 muertes en ese año. A los dos años de hacerse masiva la vacunación, se
incrementó la morbilidad y mortalidad; el año 1.983 después de dos años
vacunando masivamente, de 30.000 personas afectadas se pasaron a 60.000; el año
1.986 de 5.000 personas afectadas se pasó a 40.000. Hoy se ha reducido a entre
el 10 y 40% quienes contraerán sarampión por vacunarse. Datos no
publicados en España, sí en el informe anual de la OMS: “Incidence time
series to Spain”.
Si la gente supiese que la erradicación de estas
tres enfermedades no fue por las vacunas, los millones gastados en comprar
vacunas en 2009 (terminaron en la basura) como para 2.021 no estarían tan
justificadas.....la gente no sabe.
El descenso de muertes por tuberculosis
y por las razones arriba expuestas, pasó a ser de 220 personas por cada 100.000
habitantes en el año 1.900, a 27 en el año 1.950. Fue ese mismo año, cuando se
empezó a dar una medicación tuberculotática (sin vacuna) bajando en 1.970, a 20
muertes por cada 100.000 habitantes, y también ese mismo año, cuando se empezó
a vacunar de forma masiva en España. Se dejó de vacunar en 1.980 al haberse
alcanzado rebajar hasta 5 casos de tuberculosis al año por cada
100.000 habitantes.
Desde el punto de vista médico-resolutivo, además
de mitos históricos sobre su poca eficacia, si se han dado dos hitos
renombrables. Dos grandes éxitos y dos grandes fracasos: la poliomelitis
y la viruela, fueron erradicadas con vacunas muy eficaces;
fracaso con la del paludismo o malaria y el sida.
La vacuna contra la poliomelitis
debe entronizarse en el podiúm del éxito médico-científico; principalmente
humanitario, pues fue este valor espiritual, el añadido sinérgico que
posibilitó su enorme éxito. Se lo debemos a Jonas Salk (1.914-1.995),
descubridor de esta vacuna en 1.955, por su entrega a la humanidad, al no haber
querido patentarla (como Fleming con la penicilina) para hacerla mas asequible
y que pudiera llegar a millones de personas. En España, coincidiendo con
mejoras higiénicas y saneamiento de suministro de aguas y depuración de
residuales y fecales, se erradicó del todo en 1.986.
Al ser poco conocida la historia de las
vacunas, el debate científico-médico, está secuestrado,
como también el de mascarillas y PCRs. La desconfianza de la ciudadana
informada, se extiende a instituciones humanitarias, pues aunque la OMS declara
África libre de polio, nunca, del expolio con que corporaciones farmaceúticas,
con el beneplácito de la Cruz Roja Internacional y OMS, están llevando a cabo
con vacunas esterilizadoras, de escasa eficiencia y manifiesta motivación
mercantil, cerrando el paso a soluciones más sanas y asequibles.
Hasta 2.004 los médicos desconocían los
componentes de las vacunas y RAV que podían producir. El hidróxido de aluminio
de una vacuna intradérmica penetra un 1%, pero en una genética e intramuscular
como la prevista contra el Sars-Cov2, penetra al 100%. Hoy se puede saber todo,
y los menos, los raros, sabemos qué componente transgenizador a modo de “Caballo
de Troya” quieren introducir en nuestro organismo, ¡en nuestra célula!,
para llegar a adulterar hasta el alma......Raíz-madre del árbol de la
Existencia humana.
En esta batalla, -aun no siendo de
origen humano-, todos somos parte-causa de esta gran perturbación a nuestras
vidas. Así, se hace necesario dar el salto evolutivo, que a los “despiertos”
lleve a despertarnos, para dar la vuelta al “calcetín” y pasar a ser en la
relación: Quien ya éramos, antes que nos dijesen Qué teníamos que
ser. Necesario descubrir la razón de nuestra existencia, para operar según propósito de vida individual.
Conciliar nuestra doble existencia en vida paralela: orgánica y divina, de la
persona con el Ser… que espera el relevo.
Me reafirmo con Gus Speth, cuando
parte de que la espiritualidad es Ciencia doméstica que los dogmáticos nos han
hecho creer que son tratados supremos y de paso mantenernos en la oscuridad de
su Caverna. Descubrir nuestro Faro de luz, nos empodera para superar el miedo a la muerte. Sentir el Latido-raíz que subyace en la base de cada árbol humano, conlleva aliarnos
con la Salud desde la fuerza de nuestra divinidad interior, al sentir su Existencia
real. Ante esta amenaza existencial no tenemos otra
que confiar-nos unidos a ese Sentir.
=====================================
Autor: Iulen Lizaso (iulenlizaso@gmail.com)
Nota: Este artículo se publica en el blog en dos entradas:
la primera, el miércoles 23 de diciembre; y la segunda, el miércoles 30.
=====================================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.