A veces los individuos, “motu proprio” actúan solidariamente y no guiados exclusivamente por sus intereses personales. Sólo hay que ver la movilización social que se produce ante las emergencias que periódicamente azotan determinados rincones del mundo afectados por terremotos, hambrunas, guerras o demás infortunios masivos.
La
actividad bioeconómica del Tercer Camino sobrepasa la actividad comercial estrictamente
capitalista. El sentido comunitario y humanista de la Bioeconomía es
“postcapitalista”. Es una Economía en Red, un espacio de cooperación y no de
rivalidad. Es un espacio donde no sólo impere el objetivo de maximizar
beneficios. A esta actitud Mohammadian la denomina “Racionalidad bioeconómica”,
basada en los siguientes principios.
1.- Bases de la racionalidad bioeconómica
El
primer principio es el enfoque biológico
de la realidad humana, planteamiento sistémico, holístico, termodinámico,
regido por las leyes que gobiernan el mundo natural, que querámoslo o no,
también nos gobiernan a nosotros.
El
segundo
principio es la importancia de la Cognición, o la facultad de los seres humanos de procesar información a partir de la percepción, el conocimiento adquirido y características subjetivas que
permiten valorar y considerar ciertos aspectos en detrimento de otros. Ambos
principios son fundamentales para superar el planteamiento lineal y simple de
la vida. La vida es un inmenso sistema de comportamiento no lineal y complejo,
que muestra un atributo inquietante, que es la ya conocida “complejidad dinámica”, por la que
el comportamiento a corto plazo es diferente al comportamiento a medio y largo
plazo. Esto confunde y arrasa planteamientos cortoplacistas como soluciones a
los problemas, a lo que estamos tan habitualmente acostumbrados con el nefasto
arquetipo del “desplazamiento de la carga” o, el que venga atrás, que arree.
El
tercer principio es atribuir la
importancia que merece los valores ambientales, culturales y éticos cara a
alcanzar la tan ansiada sostenibilidad. Ser conscientes de que no vivimos en
una burbuja tecnológica, sino en plena Naturaleza, aunque vivamos en el centro
de Manhattan, en Nueva York.
El
cuarto principio es la importancia capital
de los factores no económicos, véase la motivación, la ilusión de la
gente por el trabajo, el afecto, la solidaridad, el respeto por los demás, la
cortesía. Recuerdo que una vez, en una clase del máster de Economía de la
Salud, salió a colación cuál era el motor, la energía de una empresa. La
respuesta general fue, lógicamente, el dinero, el capital. La mía fue “la
motivación de la gente”, las razones que te impulsan a levantarte cada mañana
para ir a trabajar. Esa es la auténtica energía de una empresa, por cierto, la Primera
y más fundamental de las cinco disciplinas de las organizaciones
inteligentes que vimos en la entrega 32, “¿yo, por qué y para qué me levanto
por las mañanas”?
Es
de importancia capital el quinto principio, el diálogo, la
comunicación de las personas, la ética comunicativa, la Segunda de las cinco
disciplinas “la construcción de una visión compartida entre todos”, ese
caminar alineados hacia objetivos comunes, hacia nuestro particular “Straw
model”, hacia nuestros ideales de sociedad y de mundo compartidos. Y con ello,
la Cuarta disciplina, el aprendizaje en equipo, que lo que yo descubro
beneficie y lo descubran también los demás.
El
sexto principio es volver a recuperar de
alguna forma “el valor intrínseco” de los bienes y servicios frente al “valor
de cambio”. No puede ser que el valor de las acciones de una empresa se
revalorice de la noche a la mañana un 40% o caigan un 40% por un mero
movimiento especulativo; o un terreno que hoy es rústico y vale diez, mañana
por la firma de un alcalde pase a valer mil. El valor de cambio es importante,
pero no se puede olvidar el valor intrínseco, el valor de uso, la utilidad
personal o social de un bien o un servicio, más allá de la puja que se quiera
hacer por él. Lógicamente es mucho más fácil hacer una evaluación económica por
coste beneficio, donde numerador y denominador son unidades monetarias, que un
análisis por coste utilidad, donde hay que devanarse los sesos para cuantificar
el grado de utilidad de un bien. Pero es la utilidad la que da sentido a la oferta
de un determinado bien, y no el beneficio económico conseguido gracias a las
ventas conseguidas por una astuta campaña publicitaria, de las que consiguen
venderte el aire que respiras. Este es el principio de la Banca ética, invertir
en economía real, productiva y no en economía especulativa.
El
séptimo principio es el reforzamiento del
sentido de pertenencia al grupo o a la organización, sentir que lo que te une a
la empresa es algo más que el sueldo que recibes a fin de mes. Esto es esencial
para desmontar la nefasta creencia de que “yo soy mi puesto”, que veíamos en la
entrega “28.-No nacemos sabiendo” al hablar de las barreras al aprendizaje. Esa
creencia de que en mi organización yo soy yo y lo demás no me importa. Este séptimo
principio de Mohammadian, es el germen de la Quinta disciplina de las
organizaciones, la visión sistémica, que alcanza su plenitud en…
El
octavo principio, el reconocimiento de la
falsedad de la racionalidad de la teoría neoclásica, y descartar que las gentes
no se mueven exclusivamente por motivos estrictamente egoístas y personales;
que existe un sentimiento comunitario que ciertamente está aletargado porque se
nos obliga a luchar con uñas y dientes para conseguir un puñado de dólares para
sobrevivir.
2.- Buscando un nuevo modelo mental
La
Economía ha desarrollado modelos muy elaborados de elección racional. Hay toda
una teoría de la demanda, qué motiva a la gente a comprar; se ha elaborado
curvas de indiferencia, la teoría de la utilidad marginal, la curva de demanda,
modelos de frontera no paramétrica y todo esto en relación con la teoría de la
oferta, de la elasticidad de la renta, y muchas otras formas de medir la
demanda y escudriñar las motivaciones del consumidor, el coste de oportunidad,
etc. Y todo esto dentro de un ilusorio “mercado perfecto” que ni ha existido,
ni existe, ni existirá; pero parece como si toda la teoría económica se basada
en esta quimera.
Con
todo este arsenal teórico, al ser humano se le ha catalogado de racional si
actúa de modo egoísta, en su propio beneficio, y de irracional si actúa de modo
solidario y altruista. El mercado entiende el comportamiento egoísta, se ajusta
a él y establece sus leyes según esta tendencia “racional”, pero ni entiende ni
acepta un comportamiento solidario ¿estamos locos o qué?
La
base de la racionalidad bioeconómica es la teoría de juegos de Von Newman
orientada a la racionalidad colectiva y estratégica que favorece el bienestar
colectivo, que es el conjunto de la sociedad.
Aquí
Mohammadian formula una verdad absoluta. Si la racionalidad neoclásica fuera
cierta, y toda actuación requiere una condición previa, un “yo aporto si algo
gano”, entonces, cómo es posible que haya tanta gente que se entrega sin
condiciones a trabajos de voluntariado como Médicos Sin fronteras, Cruz Roja,
Madre Teresa, Cáritas y tantas ONG’s y tantas actividades donde la gente aporta
tiempo, trabajo, dinero, esfuerzo y hasta la propia vida para colaborar en un
bien social sin recibir nada crematístico a cambio. Según el modelo neoclásico,
este es un comportamiento ridículo, absurdo, de locos; o como dijo Keynes, “lo
justo no es útil”. Pero gracias a Dios, este comportamiento existe, se da y
cada vez con más intensidad.
Se
está generando lenta pero constantemente una red de relaciones humanas que se
mueve y actúa por el octavo principio,
porque la gente, si se la deja expresarse con libertad, resulta que está harta
de ser esclava de un mundo economicista que se mueve exclusivamente por el
interés egoísta y con total desconfianza entre unos y otros.
¡Ay,
si las personas pudieran liberarse de la esclavitud del dinero! ¡Si los jóvenes
ricos pudiéramos vender nuestras riquezas!
Tenemos
que empezar a dudar en el poder absoluto del mercado como única forma de
resolver los problemas de la Sociedad. No es cuestión de demonizarlo, porque si
bien es verdad que ha actuado bien en la generación de riqueza, no es menos
cierto que ha fracasado estrepitosamente en el reparto de esa riqueza.
Tenemos
que desterrar definitivamente esa “mano invisible” que se supone autorregula el
mercado. No existe tal quimera. Lo que sí existe es el empeño individual y
colectivo de mejorar las cosas. Y hemos de tener fe en ese empeño para
encontrar soluciones.
Tenemos
que reorientar la revolución cultural que ha sido manipulada y empujada por
factores nocivos y destructivos del sentimiento humano.
Hablábamos
de cómo todo este abanico de buenos deseos han de ser progresivamente
difundidos a través de iniciativas bidireccionales, de abajo hacia arriba,
partiendo de la iniciativa colectiva de la sociedad civil, y de arriba hacia
abajo, partiendo de las instituciones del Estado. Es importante la Paz, la Ley
y el Crédito para que todo esto sea posible, para proteger a los consumidores
sencillos e ingenuos de los caprichos de los especuladores y manipuladores de
los “mass media”.
Que
este planteamiento sea posible, no requiere que absolutamente toda la sociedad
lo vea claro y aposte por este cambio trascendental y vital de paradigma. Los
grandes árboles, como las sequoias nacen de una simple semilla, que eso sí,
tiene que morir para que prenda en tierra buena, hinque sus raíces y comience a
crecer y a fructificar. Trasladada esta conocida parábola a la sociedad, la
semilla hay que traducirla por “número crítico” de personas que crean, apuesten
y estén decididas a trabajar para difundir la idea, el modelo y comenzar el
cambio de paradigma. La buena noticia es que este número es tan sólo el uno por
ciento de la población. Y la otra buena noticia es que la Sociedad está repleta
de gente formidable que, porque vive atemorizada por no llegar a fin de mes, no
puede o no sabe cómo expresar estos ideales.
3.- El Quince eme
Pero
existe un riesgo casi mortal.
Guiados
por el octavo principio, mucha gente puede ser conducida hacia el abismo, de
un modo tan sincero como ingenuo. Me refiero a las revoluciones sociales, las REVOLUCIONES
EXTERIORES.
“In
illo tempore” hubo un líder de un pueblo oprimido por el Imperio, que trató de
lanzar un mensaje de liberación a la gente, y de restauración del Reino que el
Imperio había sometido con crueldad extrema. La gente oprimida le seguía allá
por donde iba y hasta le recibía con vítores y palmas a la entrada de las
ciudades. ¡El libertador del pueblo!, proclamaba la gente entusiasmada, aunque
su mensaje no se entendía del todo bien porque no incluía el levantamiento en
armas contra el régimen opresor. Finalmente, los suyos le abandonaron cuando
uno de ellos, desencantado y desengañado de lo que para él sólo eran paños
calientes, le traicionó y lo entregó a las autoridades. Finalmente le mataron
colgándole de una cruz. Se llamaba Jesús de Nazareth.
La
razón del desencanto de ese pueblo que terminó gritando “¡crucifícalo!”, era
que, por norma general, la gente oprimida no ve otra vía de salida que las
armas y la lucha contra el opresor. Y así ha ocurrido siempre, la vía natural
del pueblo ahogado en el océano de la pobreza es asaltar las islas de riqueza
para repartirse el botín. Y en esto consiste el péndulo económico de la
filosofía bipartidista. Los unos, capaces de generar riqueza mediante el
liberalismo económico y los otros deseosos de repartirla entre todos; filosofía
a la que llaman “progresismo”. Pero como quiera que la gran cantidad de gente
hambrienta puede y suele comportarse caóticamente, es necesario imponer un
severo orden a la jauría, de modo que es necesario un régimen dictatorial para
mantenerla a raya. La gente hambrienta lucha entre sí por un pedazo de pan.
Es
decir, si en el extremo de la Derecha, nos encontramos con el capitalismo
salvaje que genera extremos sangrantes de desigualdad, en el extremo de la Izquierda,
nos encontramos con regímenes dictatoriales severos a los que sus promotores
acceden ensoñando y sofronizando a las gentes sencillas con los cantos de
sirena de un mundo igualitario, tal y como soñaba Marx. El choque brutal con la
realidad ha supuesto decenas de millones de muertos y las dictaduras más
violentas jamás conocidas, en los múltiples intentos de implantar los regímenes
comunistas.
Es
por eso por lo que la Bioeconomía NO ES una alternativa basada en el MODELO 1,
en el que se mueve el espectro político y económico derecha-centro-izquierda,
capitalismo-socialdemocracia-comunismo, porque ambos extremos son un completo
fracaso; porque ambos extremos han construido el MODELO 1 de Mundo que
conocemos y que, huelga ya, explicar más por qué no funcionan.
Y
es por eso, que soflamas populares exclamando en el Quince M que el “nosotros,
el pueblo, podemos arreglar esto” conduce inexorablemente al
enfrentamiento civil y a mucho más dolor si la gente no es capaz de ver en
estos mensajes al mismísimo Lucifer jaleando a las masas para “desmontar el
sistema” a cambio de una idílica Arcadia feliz, que no se puede alcanzar mediante
el enfrentamiento social.
El
por qué el líder popular despierta a las masas y las conduce al abismo, como el
flautista de Hamelín conduce a las ratas al mismo sitio, es porque tanto el
líder popular como el flautista utiliza y manipula la buena fe de la gente, que
es su creencia en las palabras talismanes, que todo político utiliza en campaña
electoral: igualdad, feminismo, solidaridad, cooperación, esfuerzo, trabajo,
cohesión, ecologismo, cambio, lucha contra la pobreza y la marginación y etc.,
etc., etc.
¿Quién
puede negarse a seguir consignas en defensa de la patria, la madre y la
bandera? Bueno, ahora hasta la patria y la bandera están en cuestión, y, la
madre, no sé yo; pero es o siempre ha sido una tríada ante la que cualquiera
daría la vida en su defensa. Pues eso, quién se resiste a un ideal talismán.
Estos
cantos de sirena, que utilizan rastreramente la buena voluntad y el sincero
corazón de las gentes sencillas, es lo que ha convertido a la Política en la
principal causa de los problemas que aquejan a la Humanidad y, ahora, en lo que
todo está politizado y donde se ha perdido la lealtad y el respeto por el
adversario, ahora más que nunca.
4.- La Red
El
principio del MODELO 1 se basa en que todos los seres humanos tienen como bien
supremo la tenencia del dinero, los ricos por acumularlo y los pobres por
repartirse el dinero de los ricos, pero todos luchan por el dinero, así que
priorizan los factores económicos, dejando en un lejano segundo plano a los
factores no económicos.
El
MODELO 2, la Bioceconomía vivida como el Tercer camino de la Economía, se basa
en el Octavo principio, usar el dinero para regular la actividad humana y dar
prioridad a los factores no económicos frente a los económicos. No es una nueva
ideología política, ni surgirá por un nuevo movimiento de masas jaleada por
líderes populistas, ni por sorprendentes acuerdos tomados en el G-8 en
beneficio del conjunto de la Humanidad, ni por nuevas estrategias
macroeconómicas.
Todo
esto ya se ha ensayado hasta la saciedad y siempre han llego al mismo punto, el
conflicto de intereses, el desencuentro, la fractura política y, como siempre,
el callado trabajo de una inmensa mayoría silenciosa, gente de buena voluntad y
sincero corazón que consigue, con el sudor de su frente, que la descomunal
maquinaria social y económica sigua en funcionamiento, porque, como diría el
genial D. Manuel Martín Ferrán, “vivimos en una sociedad de gente
formidable, inmersa en una sociedad mediocre, gobernada por políticos nefastos”.
Dicen
los sabios japoneses que cualquier persona está separada de cualquier otra del
resto del Planeta por tan sólo seis contactos. Si yo quisiera hablar con el
presidente Trump, necesitaría, en el peor de los casos generar una cadena de
contactos de seis personas hasta llegar a él. Esto significa que la red de
relaciones humanas es en realidad más tupida, más densa de lo que nos
imaginamos. Facebook y las demás redes sociales son un ejemplo.
Es
lo que Mohammadian trata de explicar, que vivimos en una red de pequeño mundo,
por muchos millones de amigos que tengamos en Facebook. La Naturaleza dispone
por otro lado de su propia red de comunicaciones que mantiene interrelacionados
todos los elementos vivos y físicos del Planeta, provocando en ocasiones el
famoso efecto mariposa.
Lo
que importa ahora es la sincronización entre ambos sistemas, el biológico
(natural) y el humano (artificial).
¿Pueden
los humanos generar una red económica a semejanza de la red económica natural?
Se plantea Mohammadian.
La
síntesis, la integración de ambas redes puede hacer que, gracias a la
cognición, el segundo principio, el componente biológico se mantenga por
la red de relaciones entre el hombre y la Naturaleza y la parte social, gracias
a las relaciones afectivas no económicas por la red de competitividad y cooperación
colectivas. Esto supone un fluido intercambio de los tres elementos básicos de
la vida por la Red, la materia, la energía y la información.
Los
productos de intercambio por la Red tienen tres atributos de valor. Uno es el
valor intrínseco (utilidad); otro es el instrumental (por el consumo) y el
tercero es el de sincronización (depende del número de personas al que llega).
Al no conocerse los productores y los consumidores, la importancia de la Red es
capital.
El
soporte de información de la Red está ya establecido y disponible. Se llama
Internet. No tiene un centro de control, es por tanto complejo y difícil de
controlar. Sin embargo, grandes poderes mediáticos son capaces actualmente de
mover de modo especulativo más del 95% de las transacciones bursátiles que
suponen mucho más de mil billones de dólares diarios; y ello, sabiendo manejar
con astucia los rumores. Los especuladores saben que la guerra psicológica no
se usa sólo en el campo de batalla militar. La difusión de mensajes de
decepción, a los que lamentablemente ya estamos acostumbrados, porque los
recibimos a diario, que atemoricen al enemigo (a nosotros) pueden provocarles
efectos demoledores, con lo que las acciones de bolsa pueden bajar o subir al
capricho de determinados agentes demoníacamente preparados para fagocitar,
destruir, partir y fusionar empresas. A fin de cuenta, en el extremo, la
Economía se mueve por estados de ánimo.
La
teoría de redes se basa en la topología y patrón de relaciones de sus
elementos. La topología habla de nodos, las distancias entre ellos y el número
de conexiones primarias y secundarias. Una de las topologías más efectivas son
las redes en clusters (racimos) o concentraciones geográficas de subredes. Los
patrones hablan de número de mensajes y su distribución en el tiempo. Uno muy
conocido es el patrón de llegada de Erlang, sobre el que se diseñaron las
centralitas telefónicas a comienzos del Siglo XX. Aparte están los contenidos.
La
Red bioeconómica de comercio, para contrarrestar las perversidades que la red
actual muestra, tiene dos objetivos básicos. El primero por el motivo, el
segundo está relacionado con sus funciones.
Por
una parte, está como motivo la inclusión en la red de factores de motivación
“no económicos” (cooperación, confianza y reciprocidad), lo que aproximaría a
productores y consumidores. Sería como cambiar la relación basada en el
contrato mercantil de provisión y pago, por el de “alianza” entre dos o más
para lograr un objetivo común. Los objetivos entre ambos, productor y
consumidor deben aproximarse, ser más afines y favorecer “comunidades de
práctica” donde el intercambio de materia, energía e información va más allá de
la compra y venta.
Podrían
productores de un país del Sur, solidarizarse con otro de otro país de su
entorno y a su vez estos con otros más. Por otro lado, una conexión más directa
entre ellos disminuiría la cadena de contactos y eslabones intermedios, lo que
repercute directamente en el precio inicial, al disminuir proporcionalmente el
valor añadido de cada paso intermedio. Y por último está la repercusión en el
consumidor. Al principio podría ser alto, pero en la medida en que la red de
comercio creciera, se irían creando economías de escala.
El
resultado de todo esto es convertir la “mano invisible” (y realmente
inexistente) encargada de practicar la virtud pública del bienestar
comunitario, en una mano visible que promueva una actividad socioeconómica
igualitaria y justa. Sería la “tercera entidad” añadida a la entidad productor
y consumidor, que materializaría la estructura de la Economía del Tercer
Camino.
Por
la red, además de materia y energía circulan datos que se convierten en
información, y esta puede transformarse, si se quiere, en “conocimiento”. Es
esta energía inagotable, la que configurará las naciones de este Siglo XXI.
Teniendo
en cuenta que la información transformada en conocimiento permite aplicar
“inteligencia” a la toma de decisiones, reduce la incertidumbre, en que medimos
la entropía social. Ahora, el nivel de entropía, medida en niveles de
incertidumbre en todos los ámbitos de nuestra vida, es tan elevada, que el
hecho de no saber qué va a pasar mañana, el día después (24 horas) del día de
hoy, genera una sensación de caos tan descomunal, que tenemos la sensación de
que todo, de repente va a colapsar.
Pero
la transmisión de información requiere dos condiciones, la primera confiar. El
que transmite tiene que arriesgarse a compartir lo que sabe. La segunda es
escuchar. El que recibe tiene que saber interpretar los mensajes y obrar dentro
de ese clima de confianza mutua. Sin este clima las comunicaciones se
convierten en un arma protegida por todo tipo de medidas de seguridad.
5.- El amor no es un sentimiento
En el núcleo del corazón humano, fluyen constantemente un
inabarcable cúmulo de sentimientos, como reacción visceral, desde las tripas;
sentimientos que se pueden agrupar en cuatro grupos, los sentimientos positivos
en torno a alegría, y los tres grupos de sentimientos negativos en torno a la
tristeza, al temor y al enfado.
Los sentimientos responden a las necesidades humanas de tipo físico
y afectivo, que, expuestas en la ya famosa Pirámide de Maslow, que ya referimos
en la entrega 27 al hablar del motor de nuestro comportamiento se resumen en
cuatro, 1.-sentirse amado, 2.-sentirse en pertenencia al grupo, 3.-sentirse
valorado y válido por los demás y 4.-sentirse autónomo, con libre capacidad
para decidir nuestro destino. En realidad, se pueden resumir en dos, sentirse
amado por los demás y autónomo, poder ser uno mismo.
Si estas necesidades no son satisfechas adecuadamente, se generan
en nosotros cualquiera de los tres grupos de sentimientos negativos, que nos
llevan inexorablemente a un comportamiento en respuesta a esos sentimientos.
Si entre los sentimientos provocados por el nivel de satisfacción
de nuestras necesidades y nuestra reacción, nuestro comportamiento, NO SE
PRODUCE una adecuada meditación sobre la respuesta que hemos de dar, lo
más probable es que ante sentimientos negativos provocados por cualesquiera de
causas que generen insatisfacción de nuestras necesidades, lo más probable será
una respuesta visceral de ataque o de defensa que trate de compensar las
carencias afectivas que padecemos. Es más, como las respuestas viscerales no
solucionan el problema básico que es la satisfacción de nuestras necesidades,
entraremos en un círculo vicioso que desemboca en todo tipo de conflictos
humanos, sin solución final, hasta el propio escenario de la guerra abierta.
Las personas que asocian el amor al sentimiento positivo generado
hacia los que nos hacen el bien y les correspondemos con nuestro amor y nuestra
amistad, están condenadas a terminar siendo esclavizadas por sentimientos
negativos de todo tipo que terminarán arrojándolas al infierno de una relación
odiosa, intolerante y rencorosa con los demás.
Así que hablar de amor en este contexto de “visión sistémica”,
donde hasta las leyes de la Termodinámica vemos que rigen nuestra vida, no es
un pegote romántico fuera de lugar, sino la clave, justamente de conseguir la
negentropía necesaria para recuperar esa energía que derrochamos en el propio
hecho de vivir. Pero para eso, hemos de tomas consciencia, ser plenamente
conscientes de que:
“AMAR ES UNA DECISIÓN”
Una decisión que hemos de tomar, a pesar de experimentar
sentimientos negativos por todos los problemas y tragedias que podamos vivir y
nuestra visceralidad justifique actitudes violentas de revancha y de venganza
ante toda esa gente que ha convertido nuestro tranquilo vivir en un infierno,
donde tenemos la sensación de que nuestra vida pende de un hilo.
Algo así, más o menos, dijo una vez Jesús de Nazareth, “amad a
vuestros enemigos y bendecid a los que os maldicen” …
=========================================================
Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
=========================================================
La publicación de las diferentes
entregas de Visión
sistémica del mundo se
realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad
Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada
sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
=========================================================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.