El tránsito al MODELO 2 supone, en aplicación de los principios básicos de la Bioeconomía, el frenado aéreo de la sociedad en su suicida carrera hacia la muerte térmica basada en el incremento inercial de la entropía social y económica.
1.- La Ley de la entropía
En
pocas palabras y para entendernos, la Ley de la Entropía dice que “el trabajo
genera desorden” (entropía) y para restituir el orden, es necesario aportar
tiempo y esfuerzo (también trabajo) para restituir el orden perdido. Este
esfuerzo que Rudolf Clausius (1850) cataloga de “Termodinámica de los procesos
irreversibles” se denomina “negentropía” o entropía negativa y el químico ruso
Ilya Prigogine (1967) aplicó a los fundamentos de la vida.
Ejemplo.
Es fin de semana y vamos a hacer bricolaje en nuestro taller, unas cajoneras
para el armario. Empezamos a las nueve del sábado tras el desayuno y durante
toda la mañana nos afanamos en la tarea. Y de repente, cuando nos llaman para
comer, nos damos cuenta de que nuestro pequeño taller está totalmente
desorganizado pero nuestra cajonera casi acabada. Nuestro trabajo ha utilizado
múltiples herramientas y elementos que “no hemos vuelto a poner en su sitio donde
estaban antes de empezar” y en ocasiones nos hemos vuelto locos porque no
sabíamos donde teníamos el destornillador de estrella. Y, además, está todo el
taller lleno de virutas de serrín. Total, un desastre, pero la cajonera
terminada.
Una
vez terminada la cajonera, si queremos volver a hacer mañana una mesa de
estudio para nuestro hijo, será difícil hacer algo si no reordenamos y
limpiamos el taller para acometer esa nueva tarea.
Pues
el desorden que hemos generado al hacer la cajonera se denomina “entropía” y el
esfuerzo para reordenar el taller y que vuelva a tener “energía” es decir,
orden para generar más trabajo, se denomina “entalpía” o esfuerzo “negentrópico”,
que consiste en realimentar el orden perdido que tenía el taller.
Ignorar
esta realidad en dos o tres trabajos de bricolaje, convertirá nuestro taller en
una pocilga y nos supondrá recibir una bronca de nuestra parienta de
proporciones bíblicas, probablemente.
Este
ejemplo, si en vez en el pequeño taller de casa lo aplicamos a una carpintería,
el problema escala en un orden de magnitud. Y si lo aplicamos a una fábrica de
muebles, podemos tener el problema elevado a dos o incluso tres potencias de
diez.
Es
decir, como hemos referido una y otra vez, el incremento del tamaño supone el
correspondiente incremento de la complejidad. Y aplicando la Ley de la
Entropía, ese mismo incremento de tamaño y de complejidad supone también un
incremento también de la entropía al desarrollar la actividad vital y por
consiguiente un incremento también mayor del trabajo necesario para mantener y
recuperar la energía interna, la entalpía, que nos permita poder vivir.
Así,
a la entropía generada por el desorden que creamos al trabajar, se contrarresta
la “negentropía” que supone una medida del grado de organización. Esta es la
diferencia entre el valor máximo posible de la entropía, que corresponde a la
desorganización total del sistema y su valor actual. En la desorganización del
sistema, la entalpía y negentropía disminuyen mientras que la entropía aumenta
y viceversa, el crecimiento de la organización y su complejidad siempre va
acompañado de un aumento de la negentropía. Utilizando el concepto de entropía
negativa se trata de explicar el funcionamiento de los organismos vivos. En
1943, Erwin Schrödinger usó esta noción de entropía negativa en un popular
libro de ciencia ficción, “¿Qué es la vida?”, Para ilustrar este
fenómeno de una manera más "positiva": el cuerpo importa desde el
exterior de la entropía negativa y la almacena en su interior. En términos
fisiológicos, la entropía o desorden interno aumenta con el “catabolismo” o
trabajo necesario para conseguir movernos, relacionarnos, crecer, pensar, conseguir
metas (hacer una cajonera para el armario), pero ese trabajo que gasta energía,
que aporta energía, calor al medioambiente, tiene que compensarse con ese
trabajo extra que consiste en captar esa energía libre y volverla a incorporar
al interior, mediante un proceso de síntesis, de reconstrucción, de
reordenación de lo desordenado, de “anabolismo”. Ambas funciones, catabolismo y
anabolismo es lo que todos, más o menos, conocemos como el “metabolismo” o
funciones que transforma la energía exterior en energía interior para de nuevo
esta energía interior consumirse y devolverla al exterior y, así poder vivir.
¿Qué
está pasando con esta pandemia? Pues que vemos cómo para mantener la actividad
económica estable, al simple hecho de vivir los seres humanos se requiere un
trabajo extra y extremo que permita mantener la energía interna de la sociedad
en niveles aceptables. De no ser así, de vernos obligados a parar nuestra
actividad por mor de la epidemia, vemos cómo todo se hunde, el PIB se hunde, el
empleo se hunde y nuestras vidas se van por el desagüe, más allá de que nos
infectemos o no. Esto a escala social supone la debacle social y económica
nacional e internacional que estamos presenciando. La entropía social aumenta y
no puede verse compensada con la negentropía que requiere el trabajo.
Pues
traducido todo esto en términos termodinámicos, en el lenguaje de la
Bioeconomía supone lo siguiente.
El desarrollo
humano es un proceso holístico, sistémico, que comprende tanto los aspectos
económicos como social, biológico, ético, ambiental y cultural. El fundamento
radica en el balance entre el óptimo biológico y socioeconómico.
La sostenibilidad
biológica obliga al uso frugal de los recursos no renovables al tiempo
que se mantiene exquisitamente la capacidad de regeneración de los renovables.
Es imperativo asegurar que los desechos humanos no excedan la capacidad de
absorción y autodepuración ambiental. Y, en suma, aplica una coevolución de
ambas actividades, la humana y la de la Naturaleza.
Este es el modelo de Economía de Tercer Camino, del
MODELO 2 del Mundo.
El modelo 1 de
desarrollo actual exige un consumo espectacular, astronómico de energía. Esta
energía debe ser el excedente después de haber satisfecho las necesidades
básicas de toda la Humanidad, no acosta de ella. En palabras de Kofi Annan
(Secretario General de la ONU entre 1997 y 2006), el desarrollo económico ha
sido desarrollo sólo para unos pocos y suma pobreza para el resto de los seres
humanos. El mundo como islas de riqueza en medio de un inmenso océano de
pobreza.
La persona debe
pasar de ser un agente económico para ser un sujeto libre y con necesidades
básicas y afectivas cubiertas por el simple hecho de existir. El desarrollo
bioeconómico obliga a sentarse a una mesa de negociación y disfrute al sector
necesitado, y además depende de un diseño de abajo – arriba en tándem con la iniciativa
civil.
Por eso, el
modelo bioeconómico se fundamenta en la gestión sobre la base de los principios
de la termodinámica. Porque el incremento de entropía social se manifiesta y
equivale a desigualdad, a pobreza, a la nueva esclavitud de una inmensa
población camino de ser convertida en “épsilons”, esclavos digitales e
integrales, programados para trabajar a cambio de un plato de lentejas. Cuando
uno vive en la milla de oro de las ciudades, en los “down towns”
erizados de rascacielos, parece que todo está perfectamente organizado, pero
sólo basta para salir a los barrios de aluvión y ver cómo vive la gente en los
barrios bajos o en las favelas brasileñas o en los bordos hondureños o en el
Harlem neoyorkino, para darse cuenta de hasta qué punto, los ricos ejecutivos
de las ricas ciudades occidentales viven en esas islas de riqueza, rodeados de
la inmensidad oceánica de la pobreza. Es una distribución paretiana de la
riqueza, un 80/20 y creciendo hacia el 90/10, “un rico por cada mil pobres,
considerando rico aquel que tenga trabajo”, como sentención el segundo informe
al Club de Roma “La Humanidad en la encrucijada” de 1974.
Mientras la
Sociedad y el Planeta han podido aguantar el tirón entrópico, hasta la desafortunada
frase que Keynes dijo una vez en 1939: “lo que es justo es ofensivo y lo
ofensivo es justo, porque lo ofensivo es útil y lo justo no lo es”, frase
que justifica “bordear la legalidad sin que importe la moralidad”, hemos
podido vivir como nobles salvajes (y nuestros políticos, nobles salvajes
elevados a la quinta potencia). Pero resulta que queda muy poco, creemos, para
que la cuerda se rompa, para que ni el Planeta, ni nosotros podamos soportar
tamaña cantidad de entropía social.
2.- La necesaria conquista
de Marte
La Economía de la
Naturaleza ha crecido de una manera muy lenta a lo largo de los evos del
Planeta, pero la Economía humana, cumpliendo las funciones exponenciales,
comenzó a crecer lentamente, pero en los últimos lustros ha crecido al ritmo
del 5-6 e incluso 10% (y no hablemos de China, con cifras del 20%). Y a esta
barbaridad se le ha denominado “¡desarrollo sostenible!”. A la Economía natural
le es imposible crecer a este ritmo que es biológicamente insostenible. La
capacidad de regeneración del Planeta no da para tanto. Se ha llegado a decir
que con este ritmo de crecimiento se llegaría a necesitar, si ello fuera
posible y por eso están decididos a intentarlo (en serio), un planeta como
Marte, además de la Tierra, para satisfacer las necesidades de la Humanidad en
los próximos cien años. Y este desfase entre consumo y regeneración llega al
paroxismo con el agotamiento de los recursos biológicos de los países del Sur
obligados a devolver sus deudas y para ello, tienen que quitarles el pan a sus
hijos, para venderlo a los países ricos como forma de pagar la deuda.
Recordemos el informe NSSM200 de Henry Kissinger en 1974, que instaba a
mantener en la pobreza a continentes enteros como África, Asia y Latinoamérica,
porque sus recursos los necesitaría Estados Unidos en el Siglo XXI.
Una forma de
saber de qué estamos hablando con esta impronta medioambiental ha sido el
concepto de “huella ecológica” esto es, las consecuencias negativas sobre un
biosistema terrestre y/o marítimo, equivalente a lo que se necesita para
abastecer una cierta población, asimilar sus desechos y generar nuevos
productos y servicios. En el caso de los países industrializados, esta huella
es más grande que la capacidad de carga para estas zonas geográficas (el número
máximo de población a la que una ciudad/país podría abastecer, dar refugio y
espacios para absorber desechos. La diferencia entre huella y carga es el
déficit biológico. Según Donella Meadows (coautora con Jay Forrester de varios
informes al Club de Roma), a finales de Siglo, el déficit de Holanda era de
quince unidades (huella ecológica quince veces más grande que la superficie de
ese país). Un estadounidense medio, para vivir como vive, precisaba de 4,85 Ha.
El impacto de un bebé de este país es (era en los noventa cuando lo
escribieron) trece veces mayor que el de un bebé de la India. Londres tiene (tenía)
un déficit biológico de 58 unidades. Como dentro de sus países es imposible
satisfacer la demanda, ésta tiene que venir del Sur (de las colonias a la City),
por lo que esto demuestra de forma palmaria, hasta qué punto vivimos a costa de
ellos, y encima les exigimos que nos paguen la deuda que supuestamente han
contraído.
El crecimiento
económico no hace otra cosa que aumentar indefinidamente esta huella, y hace
tiempo superó el 50% de la capacidad biológica de las regiones terrestres y
marinas. Un informe de WWF de 2001 indicaba que la Humanidad necesitaba de
media 2,2 Ha de tierra cultivable por persona para sostener su estilo de vida,
mientras que el Planeta tiene 1,8 Ha por persona disponibles. Un ciudadano de
Estados Unidos necesitaba de 9,5 Ha. Uno de la Unión Europea, de 4,5 Ha. En
América latina, 3,5. En Oriente medio, 2 Ha, y el resto del mundo (7700
Millones de seres humanos en 2020) dispone de facto, de menos de 1 ha para
vivir, situándose el umbral de biocapacidad en 1,8 Ha.
Esto se traduce
en el saqueo indiscriminado de la Tierra y de la inmensa proporción de seres
humanos sumidos en la pobreza
Es por eso y,
puede sonar a coña, la razón por la que los gobiernos, agencias espaciales y el
sector privado con Elon Musk a la cabeza, están empeñados en programas como
Artemisa Moon para recolonizar la Luna o la propia conquista de Marte, como
fuentes “inagotables” de materias primas para la Tierra, un planeta que ya está
agotado.
3.- La negentropía del capital social
Los
recursos no pueden ser considerados bajo el enfoque sistémico sólo como
insumos, sino también como gasto, como consumo del sistema global. Y el capital
social, entendido como el conjunto de todos los activos y pasivos de la
sociedad, que varían constantemente durante la vida social, es uno de los
bienes más preciados. Ignorarlo como lo hemos hecho está poniendo en entredicho
nuestras generaciones venideras. Mohammadian se pregunta si tendrá la Humanidad
reserva de capital social necesaria para cumplir los requisitos del proceso de
sostenibilidad. Y la respuesta es absolutamente “no”.
A
nivel macroeconómico, a pesar del crecimiento económico del primer mundo, éste
también sufre el zarpazo de la pobreza en un sector propio que sufre de igual
modo que sus homólogos del tercer mundo (favelas, bordos, barrios bajos, villas
miseria a dos millas de la Quinta Avenida, “homeless” viviendo en improvisadas
tiendas de campaña en las calles del “down town” de San Francisco).
Sumados todo este sector, su imposibilidad de acceder al crédito le incapacita
para poder desarrollar su vida con normalidad. Recordemos los tres pasos del
economista Hernando de Soto: paz, ley y crédito como la vía del desarrollo de
los pueblos y su inversa, como forma de degradación social.
A
nivel microeconómico, en muchos países no desarrollados, la pobreza está
infiltrándose hasta en la minoría asalariada dado que no es capaz de gestionar
sus propias necesidades. ¡Nuestros hijos!, hijos de padres de clase
media, nacidos en hogares plenos de confort, en su vida actual independiente
mileurista (en el mejor de los casos), empiezan a ver cómo se les acerca
peligrosamente el umbral de la pobreza a sus vidas y hasta se ven obligado a
ponerse en las colas del hambre.
A
nivel de política internacional, los regímenes arancelarios hacen imposible la
competitividad de los productos de los países pobres en los mercados mundiales.
A
nivel ambiental, todo el éxito tecnológico del ser humano se ha ido por el
desagüe al ser incapaz de controlar el deterioro ambiental provocado.
En
Política social, se está transformando el poder de la mano de obra en poder
intelectual, con una capacidad productiva muy superior a la mano de obra o al
capital, que pasará al entorno robótico. Esto cuestiona la fuente de empleo en
el futuro. La propuesta de la Bioeconomía es la promoción del autoempleo y
la autarquía, así como la promoción de sistema de aprendizaje que permita a
la gente ser más autosuficiente en varias tareas y sistemas de salud con
cobertura universal.
Otro
elemento crítico para la sostenibilidad es el gobierno democrático. Bajo nuestros
actuales regímenes quasi-dictatoriales (aunque nos permitan acudir a las urnas
cada cuatro años), el futuro está literalmente condenado al sufrimiento de la
población, de la sociedad, una sociedad literalmente invertebrada que no es
capaz de desenvolverse por sí misma. Y en este sentido, seguimos anclados en
las tesis que Don José Ortega y Gasset exponía en su ensayo, “España
invertebrada” (1920) donde la desarticulación de España como nación radica en
la crisis histórica de su proyecto de vida en común: “es la propia España el
problema” antes de que cualquier niñato, político del tres al cuarto decida
destruir el país y la gente permanezca impasible… o no y, entonces se
desencadene un conflicto armado que, en la actual situación algunos empiezan a
ver en el horizonte.
En suma, el Capital Social ha de ser
entendido en una sociedad de MODELO 2 como la red de contactos personales capaz
de promocionar en la sociedad los factores no económicos intangibles que den negentropía,
robustez a la Ética humana. Esa red de contactos es un conjunto de plataformas
que permiten el desarrollo de los individuos y la cooperación entre ellos (el
lado luminoso de las Redes sociales). Debe crecer y reforzarse con el uso y la
experiencia; pertenece a la Comunidad, y no a los agentes financieros. Refuerza
las señas de identidad, está al servicio de la Comunidad y se complementa con
otras formas de capital para resolver los problemas. Tiene valor instrumental y
valor intrínseco. Y, además, es capaz de proteger a la sociedad de elementos
indeseables y corruptos, saca a la luz las operaciones fraudulentas.
Estamos
hablando de potenciar la vertebración de la sociedad civil, de los lobbies
ciudadanos y su iniciativa creadora. Es la acción humanitaria. En el fondo es
el lado luminoso de la Fuerza, de la actual Sociedad 4.0; es el trigo, una vez
extirpada la cizaña que lo prostituye.
Que
todos estos elementos sociales tengan una acción positiva tienen que ver con
estar integrados, embebidos en la actividad económica, concepto de embeddedness (incrustación).
La
revolución industrial se produjo de espaldas al capital social, al sentimiento
y emociones de la gente, y nos sumergió en el escenario del capitalismo
salvaje, en la desconfianza y el menosprecio de los demás. Esto ha hecho que
toda la vida social y las relaciones humanas se basen en la desconfianza. No
damos un solo paso en relación con alguien que no sea nuestra familia (y ni
eso), sin papeles que justifiquen cada transacción, porque todo el mundo piensa
que el otro va a tratar de engañarle. Recibos, facturas, albaranes,
certificados, justificantes, etc., hacen que nuestra vida sea tan sólo papeles
que justifiquen que no hemos engañado y que somos quienes decimos ser.
El
propósito de la Economía del Tercer Camino es reconciliar los intereses de los
individuos frente a los intereses de la Comunidad.
En
este sentido, es necesario que las iniciativas de abajo arriba, promovidas por
la sociedad civil, tengan su equivalente en las iniciativas de arriba hacia
abajo. Como explicaba Hernando de Soto, tres son los condicionantes
imprescindibles para el desarrollo social y económico de los pueblos, promovido
desde las instituciones del Estado. El primero es la paz; después la imposición
de la Ley y en tercer lugar el desarrollo de la actividad crediticia. Así pues,
el desarrollo de iniciativas de convivencia ha de ser bidireccional para que el
resultado final sea posible y creíble, para que el clímax socioeconómico,
dentro de las leyes termodinámicas sea posible.
En
2004, fue publicado un libro titulado “An-entropía: el secreto de los
negocios exitosos”, de Francisco López, donde el autor, asociando
termodinámica con actividad empresarial, refleja que las empresas de más éxito
“van solas”. Este libro trata de demostrar que la razón de que vayan solas es
que evitan o neutralizan el exceso de entropía, o, dicho de otro modo,
experimentan lo que en el libro el autor rebautiza como “an-entropía”, en
realidad “negentropía” o entropía negativa, como hemos visto, un concepto
físico, termodinámico. Esas empresas tienen una fuerza interior especial. Han
alcanzado un modelo de negocio que las auto-impulsa, algo que no consiguen las
empresas normales, recordemos las cinco disciplinas de las organizaciones
inteligentes, cómo son organizaciones anetrópicas. El autor trata de introducir
ese nuevo concepto: la an-entropía, recogido de la física por Schrödinger como
negentropía (mantenimiento de la energía y el orden), y también trata de
reflexionar sobre los elementos que hacen posible lo que llama la empresa
anentrópica. Es decir, la gente espabilada hace tiempo que se ha dado cuenta de
que vivimos sometidos a las leyes termodinámicas y, los que tratan de no
retorcerle el brazo a la “energía libre”, parece que funcionan mejor. El libro
“La quinta disciplina” de Peter Senge que mencionamos en varias entregas
anteriores, va por el mismo sentido.
4.- MODELO 2 o la Sociedad 4.0 exenta de cizaña
Cuando
hemos reflexionado en las entregas sobre la Sociedad 4.0 y durante todo el
libro “Consciencia y Sociedad distópica” sobre los dramáticos elementos
negativos que está conduciendo a nuestro mundo 4.0, a nuestro MODELO 1 al borde
del abismo de la extinción, no deja de producirnos una dolorosa tristeza y
sufrimiento al ver cómo todas las excelencias del desarrollo científico y del
avance tecnológico, al estar en manos de una oligarquía y una corporatocracia
empeñada en convertir este mundo en un abracadabrante “mundo feliz” basado en
un NOM eminentemente opresor y dictatorial, lo convierten (el actual Modelo 1)
en un infierno en la Tierra. Sin embargo, si el ser humano fuera capaz de
eliminar la cizaña que lo contamina todo, el MODELO 1 pasaría a ser MODELO 2,
con todas las ventajas del desarrollo científico y tecnológico actual.
Sólo
es necesario que el ser humano deje de ser un ser estúpido, que diría Einstein
con su famosa frase “hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez
humana, y del Universo, no estoy seguro”
Sólo
es necesario que el ser humano deje de ser un “egoísta guiñapo – en
palabras de Bernard Shaw-, que no hace otra cosa que enfadarse porque el
mundo no le hace feliz”.
El
problema es que el ser humano NO PUEDE eliminar de sí mismo la cizaña que lleva
dentro.
No
sabe neutralizar la entropía. No sabe gestionar la entalpía. No sabe aplicar la
anentropía, la negentropía para mantener el estado estable, el steady state que
necesita para vivir en armonía con el entorno natural y con sus hermanos, los
demás seres humanos cercanos y en el último rincón de la Tierra.
Es
decir, aunque sabe qué es la ética y el amor (y hasta sueñe con la Arcadia
feliz y las religiones le hagan soñar con un celestial paraíso tocando con el
arpa cánticos inspirados eternamente), no es consciente de ello y, por
supuesto, no es capaz de vivir ambas virtudes en plenitud; y se ve abocado a
dejarse arrastrar por la entropía que impera en la Tierra.
Este
es el problema raíz que impide que los seres humanos no podamos gozar
colectivamente de nuestros propios avances, mejoras y descubrimientos que
“sensu stricto” son fabulosos, si pudieran ser aplicables al conjunto de la
población y del medio ambiente.
Y
volvemos a enfocar el problema al entorno biológico, siendo conscientes de que
la Humanidad es en sí misma un ser vivo, un sistema biológico altamente
complejo.
5.- Inmunología
Ahora,
que vivimos sumidos en una pandemia, aunque sólo sea por el bombardeo
informativo de los medios, los hombres y mujeres de la calle saben que, para
vencer al virus, hemos de desarrollar o conseguir por medio de la ansiada
vacuna, inmunidad contra él. La inmunidad es un componente esencial de los
sistemas biológicos, que explicamos en la entrega “14.- La función crea el
órgano”, al referirnos al subsistema de Defensa.
La
vida natural no está exenta de errores ni de ataques y, para eso dispone de
todo un subsistema inmunológico, que es capaz de generar estructuras
moleculares denominadas “anticuerpos” que actúan neutralizando los antígenos
que son estructuras de los agentes infecciosos.
La
vida social, que tampoco está exenta de errores ni de ataques, dispone de
nuestro propio subsistema de defensa inmunológica, los Cuerpos y Fuerzas de Defensa
y Seguridad del Estado, la Ley y el Poder Judicial para neutralizar aquellos
agentes que se disponen a atacar las estructuras y elementos del sistema.
Heilbronner decía, ya lo vimos, que la Democracia tiene un sistema de defensa,
estos que he mencionado, pero que es capaz de mantener el orden institucional
en tanto en cuanto los agentes perturbadores de éste no excedan un porcentaje
no demasiado alto de población, de lo contrario puede entrar en shock séptico y
morir dictatorialmente.
Igual
que en los organismos vivos, la amenaza puede venir desde fuera, por una
invasión microbiana, también puede venir desde dentro, por la aparición de
procesos displásicos que podrían terminar en tumores malignos si el organismo
no fuera capaz de detenerlos, lo que ocurre cuando aparece el diagnóstico de
cáncer.
Pues
en la Tierra, en la Humanidad (la suma de todo, ricos y pobres), las islas
entrópicas de riqueza extrema, esa que va a necesitar conquistar la Luna y
Marte para seguir creciendo y el océano de pobreza que las rodea, comienzan por
carcinomas in situ (los pequeños nuevos ricos), para convertirse en auténticos
cánceres invasores de todas las estructuras orgánicas y sistémicas (las
oligarquías, las grandes corporaciones, la Élite, etc.). Entre todas ellas, la
Humanidad actual y el Planeta es simple y llanamente un enfermo de cáncer
terminal, al que ridículamente se le dice que deje de fumar (desarrollo
sostenible), cuando puede que le queden pocos meses o años de vida.
En
conclusión, los seres humanos disponemos (por disponer) de medios operativos e
intelectuales para contrarrestar las amenazas entrópicas. El único problema es
que ahora, esas amenazas ya no lo son, en tanto probabilidad, sino que son
certezas de un final seguro.
Dicho
de otra forma, si “in illo tempore” el ser humano habría podido erradicar la
cizaña de sus estructuras sociales, por vivir en sociedades primitivas y
sencillas, mas no pudo, ahora, por la extensión del cáncer entrópico, es
imposible. Hasta sería un alivio poder fumar, ya que tan poco tiempo nos queda.
Un alivio.
Y
volvemos a la inevitable tesis. No podemos efectuar el tránsito del MODELO 1 al
MODELO 2, tratando de extraer quirúrgicamente y con sumo cuidado la cizaña del
trigo, porque la cizaña es consustancial con el trigo y no se puede separar.
Y
aquí es donde vuelve la burra al trigo, sólo una intervención divina puede
conseguir ese milagro, recogiendo el trigo y arrojando la cizaña al fuego; de
ahí las creencias de las religiones en una Segunda Venida del Hijo de Dios.
O
dicho de otra forma y, a efectos prácticos, aplicarnos la parábola de las
vírgenes prudentes y necias, mantener nuestras lámparas con aceite de reserva
para que cuando llegue el esposo, las tengamos encendidas.
Yo
creo que Jesús de Nazareth no estaba contando cuentos chinos (o infantiles)
cuando explicaba en el Evangelio de Mateo, capítulos 24 y 25, esta parábola y
el escenario del fin de “esta generación”, sino una forma, suficientemente
clara de entender de cómo será el final de los tiempos, el tránsito del MODELO
1 al MODELO 2, de la Quinta a la Sexta Raza Raíz o el definitivo salto
evolutivo de la Humanidad, un salto en el que es imposible que se mantenga la
cizaña que ha contaminado y prostituido la Humanidad hasta ahora. Un salto
imposible para el ser humano, pero totalmente posible para Dios, así les
fastidie a los ateos, y a costa del desplome integral de las estructuras del
MODELO 1.
Nuestro
discurso trata de humanizar y de hacer comprensible estos escatológicos relatos
del Evangelio, y en qué puede consistir, salvo disposición divina diferente, el
MODELO 2, o eso que deseamos que es “vivir el Cielo en la Tierra”, título, por
cierto, de nuestro querido blog de Emilio Carrillo.
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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes
entregas de Visión
sistémica del mundo se
realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad
Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada
sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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