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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de la web del Proyecto se puede tener información detallada sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
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Somos
más libres que nunca en nuestro acceso a la tecnología y el saber. A la vez,
las fuerzas que suelen constreñir nuestra libertad, como los Estados y las
religiones, se están disolviendo y reorganizando. Unos mueren y otros
se hacen más fuertes.
Muchos de los problemas
del mundo de hoy, cuando uno reflexiona sobre ellos, siguen exigiendo que
respondamos una pregunta bien antigua: ¿qué es ser humano?
Creo que no existe una
sola respuesta inmutable. Nosotros, los humanos, somos lo que concebimos que
somos, y con ello me refiero a dos cosas: lo que deseamos ser y lo que decimos
que somos. Las concepciones de nosotros mismos son, a su vez, respuestas a
condiciones que hemos encontrado en nuestro entorno, y esas condiciones cambian
constantemente con el tiempo y el lugar. La única manera de contestar esta
pregunta es examinar cómo una persona se ve a sí misma, y a otras, en el marco
de las condiciones políticas, sociales, culturales, y económicas de su tiempo.
El ser humano a nivel
abstracto no existe. Sólo cuando vemos gente en el contexto de sus experiencias
-su propia posición social, su educación y sus memorias, persiguiendo sus
propios ideales- la pregunta “¿Qué es el ser humano?” adquiere total sentido.
Todo el mundo parece
estar de acuerdo en que vivimos en una era absolutamente única. Podemos ponerle
diferentes etiquetas -la era de la globalización, de internet, del
postcapitalismo, del colapso de la ideología de la Guerra Fría-, pero todos
estos términos buscan describir la nueva situación mundial. Su rasgo más
llamativo es que somos mucho más libres que nunca en nuestro acceso a la
información, el conocimiento y la asistencia de la tecnología. Al mismo tiempo,
las fuerzas que tienden a constreñir nuestras libertades personales -los
estados, las religiones, las identidades étnicas, los grupos de interés
económico y otros- se están disolviendo y reorganizando. Algunos mueren
mientras otros se hacen extraordinariamente fuertes.
Tales cambios pueden ser
desconcertantes. Pueden provocar que nos resulte difícil recordar dónde está
nuestro hogar, reconocer el lenguaje y las costumbres que alguna vez dábamos
por sentadas, y saber a dónde pertenecemos. Las preguntas “¿Qué es el ser
humano?” o “¿Qué significa ser humano?” cobran un nuevo significado. Las
respuestas de hoy tendrán que ser diferentes a las del pasado.
Nuestros recursos para
dar respuesta a estas preguntas también varían inevitablemente con nuestras
experiencias personales. Para mí, por ejemplo, es obvio que mi paso por
diferentes contextos sociales, políticos, culturales y económicos -como artista
en China, como prisionero político y ahora como expatriado- me ha obligado a
alterar y ajustar mi concepto de lo que es el ser humano en varias ocasiones.
Pretender evitar la
pregunta es un terrible error. Tenemos que plantearla y tenemos que hacerlo
repetidamente. Los debates y las decisiones que forjaron la sabiduría humana en
el pasado eran respuestas, cada una en su tiempo, a esencialmente la misma
pregunta planteada en el contexto político y social de ese tiempo, y es
relevante a todos los niveles sociales: individual, de la comunidad, la familia
y la nación. Muchos de los desacuerdos políticos y culturales que vemos en el
mundo hoy en día surgen de la reticencia a abordar esta pregunta directamente,
y a llegar a definiciones claras al respecto.
La Humanidad nos incluye
a cada uno de nosotros. No importa lo aterradores que puedan llegar a ser los
agravios culturales y políticos que produce la historia, nuestra última e
irreductible posesión, que nos resultaría evidente si de repente nos colocaran
en un desierto árido, es el respeto por la dignidad humana.
Todo depende de cómo nos
definimos a nosotros mismos y cómo tratamos a quienes comparten nuestro
entorno, rebosante de diferentes etnicidades, religiones y culturas. Estamos
perdidos si perdemos el pensamiento independiente, y la habilidad para
evaluarnos y definirnos libremente.
Bajo mi punto de vista,
la definición de uno mismo debe ser el más fuerte e inapelable de nuestros
principios. Es el hierro que forja la moralidad, la estética y la filosofía
práctica. Si se nos escapa, incluso por un momento, entonces la respuesta a la
pregunta “¿Qué significa ser humano?” será: “Nada”.
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Autor: Ai Weiwei (Artista nacido en China y expatriado en Berlín por motivos
políticos)
Fuente:
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