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4/3/19

El ciclo del pánico depresivo (Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica)


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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de la web del Proyecto se puede tener información detallada sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
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Las explosiones de suicidios se encuentran a menudo ligadas a un cuadro psicopatológico de tipo depresivo. Muchos han denunciado los efectos violentos, con trasfondo suicido-homicida, de pacientes depresivos tratados con productos antidepresivos que funcionan re­moviendo la inhibición a actuar, en lugar de interrogar las implicacio­nes psíquicas profundas de la depresión.


La depresión no alcanza para explicar explosiones de violencia como la de Cho. La acción de Cho es compleja, creativamente concebida y articulada. Una obra de arte saturada de referencias simbólicas, frag­mentos de terror-pop contemporáneo. Sobre un trasfondo depresivo, testimoniado incluso en el texto escrito que acompañaba el video de Cho, emerge una potente reacción que se alimenta de varias sustancias fácilmente accesibles: psicofármacos, imaginario terror-pop, armas de precisión y de alta potencia. No sé qué psicofármacos tomaba Cho.

La página del Corriere della sera sugiere, en la casualidad del acerca­miento de la inserción publicitaria, una clave de lectura que no se puede reducir a un cuadro depresivo: la acción agresiva de Cho está ligada a una saturación de los circuitos de elaboración emocional y parece originada por un cortocircuito provocado por la sobrecarga. Un comportamiento ex­plosivamente violento sigue a la pérdida de control sobre la relación entre estímulos informativos y elaboraciones emocionales.

El “acting out” (“pasar a la acción”) asesino puede ser, en origen, la consecuencia de una depresión, probablemente tratada con sustancias que permiten saltar la inhibición a actuar sin hacer mella en el nudo depresivo.

Pero sobre esta desinhibición farmacológica se ha empalmado un universo semiótico en plena ebullición, una avalancha de semio-es­timulaciones que han conducido al psico-organismo a una suerte de hiperexcitación incontrolable.

El objeto a indagar es el ciclo pánico-depresión.

El mensaje de Intel Corporation, como en general el flujo de estimu­laciones publicitarias, moviliza la agresividad competitiva, la trasgresión violenta de las reglas, la afirmación impetuosa de la propia expresividad. El multitasking al que hace referencia la publicad de Intel es el factor más potente de intensificación de la productividad del trabajo cognitivo. Pero el multitasking es, también, un factor de desestructuración de las faculta­des de elaboración racional de las informaciones y un factor de sobreexi­tación patógena del sistema emocional.

En el new speak del hiperliberalismo semiocapitalista, la expresión “Multiplica tu libertad” significa “Multiplica tu productividad”.

No es sorpresivo que la exposición al flujo de estimulaciones in­formativo-publicitario-productivas produzca efectos de tipo pánico, neurasténico y de patológica irritabilidad. Pero no existe linealidad en la sucesión entre estímulo movilizante de la energía nerviosa y acción violenta, de lo contrario todos los trabajadores sobreexpuestos a un intensa explotación nerviosa se transformarían en asesinos y esto, por el momento, no sucede. El circuito es más complicado. La constante movilización de las energías nerviosas puede llevar a una reacción de tipo depresivo: la frustración de los intentos de acción y de competen­cia llevan al sujeto a retirar su energía libidinal de la arena social. El narcisismo frustrado se retira y la energía se apaga.

La acción terapéutica no se dirige, en este punto, hacia el núcleo profundo de la depresión, porque el núcleo profundo de la depresión (como veremos) es inatacable por parte de las fármaco-terapias. El tra­tamiento terapéutico de la depresión implica un trabajo prolongado y profundo de elaboración lingüística y la fármaco-terapia puede actuar eficazmente sólo sobre bloqueos que inhiben la acción, no sobre el núcleo mental de la depresión. Y esta acción desbloqueante puede estimular una acción violenta sobre un trasfondo depresivo.

Intensificación del estímulo nervioso, retiro de inversión libidinal, dolorosa compresión del narcisismo son los aspectos de un cuadro pato­lógico hoy bastante difundido. Podríamos distinguir netamente las pa­tologías de sobrecarga (el pánico, el disturbio de la atención, la dislexia) de las patologías de desinversión (depresión y, al límite, autismo). Pero luego de haberlas distinguido conceptualmente deberíamos ver cómo estas patologías, cuyas génesis son distintas, actúan de manera comple­mentaria y simultánea provocando formas extremas de violencia.

Naturalmente, los fármacos que remueven los obstáculos inhibi­dores de la acción sin afectar el núcleo depresivo pueden funcionar como desencadenadores de acciones privadas de pensamiento, puras y simples explosiones autodestructivas o violentas.

Señala Alain Ehrenberg, en su libro La fatiga de ser uno mismo. Depresión y soledad: ”Desde 1980 la neurosis de angustia ha estado dividida en dos categorías: el ataque de pánico y el disturbio ansioso generalizado. Estos dos síndromes son rápidamente pasados al campo de los disturbios depresivos porque se pueden curar mejor con los antidepresivos que con los ansiolíticos. La an­gustia es, hoy, un aspecto del continente depresivo”.

El cuadro patogénico fundamental de la época en la que emerge la primera generación conectiva es la hipermovilización de las energías nerviosas, la sobrecarga informativa, el estrés de atención constante. Un aspecto particular y una consecuencia importante de la hipermo­vilización nerviosa es la rarificación del contacto entre cuerpos, la so­ledad física y psíquica de los individuos infoesferizados. Dentro de estas condiciones, deberíamos analizar la depresión como fenómeno epidémico secundario pero perfectamente integrado en el cuadro psi­cótico-pánico de la primera generación conectiva.

Conceptualmente, me interesa distinguir las patologías de trasfon­do ansioso de aquellas que tienen un trasfondo depresivo, porque en las primeras veo el efecto de una sobrecarga excitatoria, mientras que, en las segundas, veo un efecto de desinversión de la energía. No obs­tante, si quisiéramos explicar la explosión epidémica de la violencia en el alba del nuevo milenio, deberíamos ver el cruce entre estos dos nive­les. La hiper-excitación frustrada lleva a una desinversión de la energía libidinal que llamamos depresión. Pero el sujeto puede hacer saltar el bloqueo depresivo gracias a los productos farmacológicos o a un shock de comportamientos que pueden ser mortales.

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Autor: Franco “Bifo” Berardi
Fuente: Extraído de su libro Generación Post-Alfa : patologías e imaginarios en el semiocapitalismo.
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