El sufrimiento humano tiene
múltiples manifestaciones. Pero, ¿cuáles son sus causas? El Yoga, por medio del
estudio de los Kleshas, nos muestra como eliminarlas y vivir una felicidad
sólida y duradera
El Yoga y los Kleshas
El
sufrimiento está presente en la humanidad, en general, y en muchos seres
humanos, en particular. Ante ello, hay numerosos ejemplos de altruismo dirigidos
a paliar ese sufrimiento, lo que, sin duda, es digno de elogio. Ahora bien, en
tanto persistan las causas, seguirá habiendo sufrimiento. Por esto, nuestra
atención debería centrarse no solo en aminorar el sufrimiento existente, sino,
sobre todo, en eliminar las causas que lo generan. Por ejemplo, una enfermedad
sólo se cura definitivamente cuando se halla la causa y cuando se conocen los
medios para atajarla. Cuando esto se comprende, podemos diferenciar entre las
prácticas dirigidas a las consecuencias del sufrimiento y las que procuran
atacar su causa y mostrar que existe una felicidad que no está sometida al cambio
y cuya fuente se halla dentro de cada cual.
Centrada
así la cuestión, se entiende que el Yoga quiera poner de manifiesto lo que está
en la raíz del sufrimiento, sus causas últimas. En los Yoga-Sutras de Patanjali se les denomina “Kleshas” y hay cinco
principales: Avídya, Asmita, Raga, Dvesha y Abinivesha, términos sánscritos que
significan ignorancia, egoísmo, atracción, repulsión y apego a la existencia
física.
Adviya
Adviya es
la ignorancia, pero en el sentido de olvido de nuestra auténtica naturaleza.
Ciertamente, el ser humano tiene un yo físico, emocional y mental y una
personalidad asociada. Sin embargo, esto solo es el “coche” en el que, para
vivenciar la experiencia humana, se ha encarnado efímeramente el “Conductor”
que somos, que es de naturaleza divina. Adviya se refiere al olvido del
Conductor que realmente somos.
Como bien
describe Danielle Audoin en Una
aproximación al yoga, para realizar el gran viaje en los planos de la
manifestación, la Mónada Divina debe envolverse con cuerpos cada vez más
densos; la Consciencia debe encerrarse en la materia y aceptar las limitaciones
correspondientes. A medida que se produce el descenso (involución), se va durmiendo
progresivamente. Y en el punto de inflexión, antes de empezar a remontar
(evolución), hay una completa amnesia sobre el origen divino. Esto es Adviya. Y
este olvido es indispensable para que se pueda realizar todo el proceso de la
manifestación: surgimiento del sentido del “yo”; percepción de separación de la
Vida Una; arranque de la evolución del alma en auto-consciencia; etcétera.
Asmita
Es así
como nace Asmita, egoísmo en cuanto a la identificación del ser humano con la
apariencia de sí mismo, con el coche, que en su ignorancia es lo único que
reconoce. Esto es Asmíta: la identificación/fascinación con el yo físico,
emocional y mental y la personalidad a él ligada, con todo lo ilusorio que esto
supone. Adviya, la ignorancia por parte del ser humano de su esencia imperecedera,
provoca Asmita, la identificación con su apariencia o envoltura perecedera. Y esto
viene acompañado de un sentido de separatividad: yo y el otro, yo y los demás,
sujeto y objeto… De ahí nacen las atracciones y repulsiones que inundan la vida
humana.
Raga y Dvesha
Nos atraen
los seres y cosas que proporcionan placer a nuestra personalidad; e intentamos
evitar lo que nos provoca desagrado. El placer, que se busca y no se puede
lograr, y el desagrado, que no se consigue evitar, son el origen de la mayor
parte del sufrimiento humano. Son Raga y Dvesha. Derivan directamente del
sentido del “yo”, porque la atracción y la repulsión sólo pueden concebirse
entre elementos separados; y allí donde existe el yo, existe inevitablemente el
no-yo. Cuanto más fuerte es el sentido de separatividad, más lo es la atracción
y la repulsión que se siente. Y mayor es también el apego a la existencia
física, Abinivesha.
Abinivesha
El ser
humano se apega a la vida material por tres grandes motivos: debido a Adviya,
cree que la vida termina con la muerte física, a la que tiene miedo; derivado
de Asmita y Raga, desea satisfacer las atracciones que siente; y por causa de
Asmita y Dvesha, las repulsiones que tiene, alimentando la desconfianza
hacia la vida, son también un lazo muy fuerte
hacia la vida material (considérese, por ejemplo, hasta qué punto dos personas
que se odian dependen la una de la otra). Por lo tanto, atracción y repulsión
conllevan el apego a la existencia física. Y es tan inherente a la penetración
de la Consciencia en la materia, que lo podemos observar en todas las personas,
incluso en aquellos que han evolucionado en consciencia.
Reacción en cadena
Estos son
los cinco Kleshas. Y, como se deriva de lo enunciado, conforman una especie de
reacción en cadena: Adviya, la ignorancia de nuestra verdadera naturaleza, provoca
el sentido de “yo”, Asmita, el cual es el origen de la atracción y de la
repulsión, Raga y Dvesha, que, a su vez, conllevan el apego a la vida material,
Abinivesha. Pero también puede expresarse a la inversa: el apego a la
existencia física suscita las atracciones y repulsiones, que alimentan la
identificación con el coche, lo que a su vez impide tomar conciencia de nuestra
verdadera naturaleza o Conductor. De este modo, nos encontramos atrapados en un
círculo vicioso, en una cadena ininterrumpida de causas y efectos que nos hace
recaer incesantemente, encarnación tras encarnación, en la esclavitud de las
ilusiones. Y los Kleshas nos afectan a todos, incluso si nuestra vida es ahora
feliz tal, como lo entendemos comúnmente.
Ananda
Sin
embargo, la felicidad es otra cosa. Es Ananda: Felicidad incausada fruto del Estado
Natural de nuestro Ser. Cuando por la práctica del Yoga dejamos de
identificarnos con el coche y paramos toda agitación mental, que oscurece la presencia
del Conductor, nos instalamos en nuestra naturaleza esencial que es Felicidad (Yoga-Sutras 1-3), manifestación de
nuestra íntima naturaleza y, por tanto, estable, duradera y que se basta a sí
misma.
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Autor: Emilio Carrillo
Fuente: Revista Universo Holístico. Enero, 2019. Ecocentro
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Las Enseñanzas Teosóficas se publican en este blog cada domingo, desde el
19 de febrero de 2017
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