Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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19/5/10

Arpas Eternas: Debate en el Gran Colegio

Arpas Eternas se encuentra entre los llamados “Libros Revelados”. Y es uno de los más importantes de los últimos tiempos. Fue editado 20 años antes de lo publicado sobre los Manuscritos de Qumram y el contenido de ambos es, en lo esencial, coincidente, aunque Arpas Eternas es más rico en detalles y datos. De su amplio contenido, Pepe Navajas, editor de Ituci Siglo XXI y amigo del Blog, ha seleccionado una serie de pasajes que todos los miércoles pone a nuestra disposición.

1. Profecía del Maestro Jesús referida a estos tiempos (ver entrada publicada el pasado 19 de febrero)

2. Encuentro entre Jesús y Juan el Bautista siendo niños (24 de febrero)

3. Jesús y Juan el Bautista, siendo niños, oran en un templo esenio (3 de marzo)

4. Profecía de Jesús a Vercia, la druidesa gala (10 de marzo)

5. La inquietud compartida entre Vercia, Nebai y Mágdalo (24 de marzo)

6. Muerte de Juan el Bautista y lectura de su testamento (31 de marzo)

7. El prendimiento de Jesús (1/2) (7 de abril)

8. El prendimiento de Jesús (2/2) (14 de abril)

9. Jhasua ante sus jueces (1/2) (21 de abril)

10. Jhasua ante sus jueces (2/2) (28 de abril)

11. Gólgota (1/2) (5 de mayo)

12. Gólgota (2/2) (12 de mayo)

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13. Debate en el Gran Colegio

En Jerusalén habían comenzado grandes actividades de los amigos del Profeta Nazareno, en preparación secreta para los acontecimientos que se esperaban.

En el que fuera años atrás Palacio Henadad adquirido por la caste­llana de Mágdalo (1) para refugio de viudas, se habían celebrado reuniones secretas entre el príncipe Melchor, con los príncipes judíos Sallum de Lohes, Jesuá y Judá hijo de Ithamar.

José de Arimathea y Nicodemus habían concurrido también. Estu­diaban el plan de liberación propuesto por Jhoanán el profeta mártir.

Comprobaron asimismo que todos los datos dejados en su testamento eran exactos, y que los testigos que corroborarían las denuncias ante el Delegado imperial de Siria, vivían todos y estaban dispuestos a dar tes­timonio de la verdad, con la única condición de que fueran protegidas sus vidas.

La virtuosa Helena, hermana de Noemí y madre y madre del joven rey ízate Adiabenes, de las orillas del Eufrates, había concurrido a Jerusalén en aquella Pascua, y decidió quedar establecida en la capital del mundo is­raelita. Enterada por su hermana de lo que se proyectaba, puso la mitad de sus bienes (3a) a disposición de los dirigentes de aquella cruzada libertadora.

(…) Mientras tanto Jhasua, ajeno a todo este movimiento preparatorio, visitó con sus Doce, las antiguas Sinagogas de Nehemias y Zorobabel, donde encontrara en otra ocasión tesoros históricos de gran interés para los santuarios esenios dedicados a conservar la verdad en sus archivos de rocas.

Si algún día —les dijo— cuando yo haya vuelto al que me envió, os sentís animados a escribir lo que os sea dado de lo alto, venid a depo­sitarlo en estas arcas de encina guardadas por la honradez legendaria de los fundadores de estas dos sinagogas, únicos santuarios de Divina Sa­biduría que han quedado en la cuidad de los Profetas (2) (…) Nuestro Padre Celestial es ante todo Padre y Médico de sus hijos, y cuando debe hacer dolorosas amputaciones para curarles, no las anun­cia de ordinario, hasta que ellos mismos las vean llegar.

—¡Señor!—, exclamó desolado el buen Pedro —¡Tú nos puedes ha­cer vencedores a todos! Hazlo así Señor!

¡Te engañas Pedro! No soy yo el que hará vuestros triunfos, sino vosotros mismos. Por mandato del Padre, os doy la luz y os enseño el ca­mino del triunfo; y como Enviado del Padre os digo por Él: Soy el ca­mino, la verdad y la vida, que habéis elegido. ¿No me llamáis vuestro Maestro? Decís bien, porque lo soy. Haced pues lo que viereis en vuestro Maestro y estaréis en la verdad y no erra­réis el camino. Vuestra vida eterna será entonces una corona de triunfos.

Cuando llegaron a los bosques de Bethania encontraron que el joven Felipe, ayudado por los criados de Lázaro, tenían todos los asnos enjae­zados y listos para partir.

Antes que el Maestro y sus Doce, había llegado la familia de Ithamar con Helena de Adiabenes y Melchor de Horeb para despedirse de los viajeros, entre los cuales iría el príncipe Judá y Simónides.

Los cuatro Doctores amigos de Jhasua que ocupaban cátedra en el Gran Colegio, extraían para sus alumnos del oscuro seno de las sagra­das profecías, la verdad que ya no podía ocultarse: El Mesías prometido por los Profetas estaba ante el pueblo de Israel. Sus obras lo proclamaban bien alto. El pueblo corría tras él. ¿Por qué sus altos dirigentes mantenían cerrados sus ojos para no verlo?

Hanán (3) el astuto anciano que conocemos se había presentado al Gran Colegio para escuchar las lecciones de aquellos cuatro Doctores que se ha­bían constituido "agentes" según él decía, del maestrillo Galileo.

—Estáis torciendo el rumbo de nuestra juventud —les dijo. ¿Queréis que se mantenga el orden y la disciplina en el pueblo con un hombre que enseña la igualdad de la plebe con la nobleza y hasta del esclavo con sus amos? ¿No es eso incitar a la rebelión? Si tanto le amáis cambiad de lenguaje, no sea que vosotros mismos ayudéis a dic­tar su sentencia. (3a)

Está escrito que el Mesías saldrá de Betlehem de Judá de la mis­ma cuna del Rey David.

Vosotros sabéis esto como yo, y os atrevéis a sostener lo insosteni­ble, afirmando que un galileo, Jhasua de Nazareth es el Mesías anun­ciado por los Profetas.

—Noble Hanán —contestó al instante José de Arimathea. Si te tomas el trabajo de buscar en el libro de los nacimientos que se guarda en la Sinagoga pública de Betlehem, encontrarás treinta y dos años atrás registrados allí el nombre de Jhasua hijo de Joseph y de Myriam, ambos de la Tribu de Judá, y ambos de la estirpe de David.

—¿Por qué entonces le llaman el galileo, el Profeta Nazareno?

—Porque Jacob padre de Joseph, heredó de sus abuelos maternos tierras en Cana y en Nazareth y se fue a cultivarlas, por lo cual su ho­gar y medios de vida están en aquella provincia. No obstante la mayor parte de su parentela reside en Jericó y Betlehem, donde Jhasua nació en casa de (4) Elcana y Shara, tíos de Myriam, a donde había concurrido por negocios familiares. De todo esto hay muchos buenos israelitas que son testigos y que aún viven, y vieron al niño recién nacido la misma noche de la conjunción de Júpiter, Saturno y Marte, tal como los astrólogos caldeos, persas e hindúes venían anunciando desde lejanos tiempos.

"Nicodemus y yo le hemos visto en el día de la Purificación de su madre, a los cuarenta días de haber nacido en Betlehem.

"Éramos muy jóvenes, con sólo veintidós años, y actuando el anciano Simeón como sacerdote oficiante, fue testigo de que Ana la profetisa pa­ralítica, que se hallaba en el Templo, vio una gran luz sobre el niño y fue ella curada de su parálisis de treinta años.. .

—Y si tan enterados estabais ¿por qué no lo dijisteis en aquel en­tonces?

—Noble Hanán, mala memoria tienes cuando has olvidado que el Sanhedrín mismo mandó callar todas estas cosas, alterado por la có­lera de Herodes que ordenó la degollación de los niños betlemitas naci­dos en ese tiempo, para exterminar así, al que los sabios venidos del le­jano Oriente buscaban como Ungido de la Divinidad. La salvación del niño estaba en el ocultamiento y el silencio.

—Y vosotros tres ¿qué decís? —preguntó el viejo Hanán a los tres compañeros de José.

—Habiendo sido testigos de los hechos tal como José los ha referido, no podemos menos de reconocer que cuanto él ha dicho es toda la verdad.

—Bien —dijo algo turbado—. Os advierto que si sois hijos de Israel y queréis conservar vuestra buena posición, seguid callando como callas­teis hasta ahora, pues no vosotros sino el Sanhedrín debe decir la prime­ra palabra. (4b)

Y se retiró.

Los cuatro doctores amigos fueron presentando unos en pos de otros su renuncia a los cargos que desempeñaban en el Gran Colegio, y se re­tiraron a la vida privada.

Muchos alumnos dejaron también las aulas por solidaridad con sus maestros, y hubo por entonces una triste emigración de estudiantes a las Escuelas de Alejandría, de Siracusa, de Athenas y de Tharsis. (5)

Y ellos fueron como palomas mensajeras de la buena nueva para aquellos países, donde aún no se tenía noticia del gran acontecimiento que debía cambiar la faz moral de la humanidad.

Tan sólo en Alejandría, había dejado traslucir el maestro Filón que una Nueva Era (5a) había comenzado para la cultura humana, que sería en­cauzada por senderos también nuevos de paz, de fraternidad y de ele­vación moral y social.

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(1) La castellana de Magdalo es María Magdalena, hija única, huérfana y muy rica, así como Helena de Adiabanes. Ambas pusieron parte de sus bienes al servicio de la causa del Maestro.

(2) El Maestro pide a los seguidores que se decidan a escribir, que depositen en el lugar que les indica esos escritos, así como la Comunidad Esenia había encontrado allí textos históricos de gran interés. Los fundadores de la Orden del Temple, financiados por Hugo de Champagne incursionaron a esos lugares desde antes de la I Cruzada. Los caballeros de la Orden del Temple se establecieron en esas tierras (en parte) buscando documentación.

(3 y 3a) Hanan pertenecía al Sanhedrin y muñidor de los acontecimientos que estaban por ocurrir.

(4) En casa de Elcana y Shara tíos de Myriam (María Madre) había nacido 33 años antes Jesús de Nazareth. Irá apareciendo en pasajes del Tomo I de Arpas Eternas. Lo del pesebre y todos esos mitos, suena a “pegoletes interesados” como diría un cordobés.

(5 y 5a) Cita Tharsis cómo una de las Escuelas de la Nueva Era. Tharsis, la que tenemos en Andalucía, ahí al ladito, la descendiente de Tartessos donde se establecieron Atlantes conscientes.

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