Hace 20 años, mi querido amigo y maestro Miguel Angel Carrara, nos hablaba de un segundo cerebro situado en el abdomen. Los yoguis habían diseñado un grupo de asanas especialmente indicadas para desarrollar la fuerza abominal, trabajar sobre las emociones, que nacen y se expresan en el plexo solar, para templar su funcionamiento. El Tummo o calor, estudiado por los tibetanos, era la manera de trabajar energéticamente, con este segundo cerebro emotivo visceral. Hoy la ciencia reconoce estas apreciaciones que los Yoguis, descubrieron en su laboratorio interior. (Adriana Paoletta)
Que se use la palabra “entripado” para referirse a un enojo podría no ser del todo metafórico. Y que el estómago “se cierre” en una situación estresante o que parezca poblado de mariposas ante el amor también tendría una explicación científica. El aparato digestivo está tapizado por una red de neuronas (celulas nerviosas) de tan amplio alcance que algunos científicos la han denominado “segundo cerebro”. Y ese cerebro, según estudios científicos recientes, influye en nuestro estado de ánimo, carácter y hasta en el ritmo de sueño.
Michael Gershon, investigador de
El pequeño cerebro que tenemos en las entrañas funciona en conexión con el grande, el del cráneo, y en parte determina nuestro estado mental y tiene un papel clave en determinadas enfermedades que afectan otras partes del organismo. Además de neuronas, en el aparato digestivo están presentes todos los tipos de neurotransmisores que existen en el cerebro. De hecho, el 95 por ciento de la serotonina, unos de los neurotransmisores más importantes del cuerpo, se encuentra en el intestino.
Sin embargo, aunque su influencia es amplia, se deben evitar confusiones: el segundo cerebro no es sede de pensamientos conscientes ni de toma de decisiones . Como puede leerse en una nota publicada por la revista de divulgación científica Scientific American , gran parte de la potencia neurológica del segundo cerebro se concentra en la ardua tarea diaria de la digestión.
Emeran Mayer, profesor de Fisiología, Psiquiatría y Ciencias del Biocomportamiento de
Guido Iantorno, jefe de
Cuenta Iantorno que mediante tomografías computadas por emisión de positrones pudo comprobarse que, ante un estímulo en el intestino, en las personas con afecciones funcionales del aparato digestivo reacciona un sector del cerebro diferente del que reacciona en personas sanas. “Esto significa que la corteza cerebral responde de diferente modo si se padece, por ejemplo, el síndrome de colon irritable”, dice Iantorno.
Algunos científicos piensan que en un futuro, algunos padecimientos intestinales podrían tratarse con terapias aplicadas a nivel neuronal. De hecho, el síndrome de colon irritable en parte deriva de un exceso de serotonina en el intestino, y quizá podría ser considerado una “enfermedad mental” del segundo cerebro.
Los trabajos de Mayer con el sistema nervioso del intestino lo han llevado a pensar que, en los próximos años, la psiquiatría tendrá que ampliar su alcance para tratar el segundo cerebro además del que está sobre los hombros.
Consultado por Clarín vía correo electrónico, el científico Michael Gershon contó que ahora se sabe además que en el intestino hay células madre adultas que pueden reemplazar a las neuronas que mueren o son destruidas.
Además, afirmó Gershon: “El sistema nervioso entérico le habla al cerebro y este le responde. El intestino puede afectar el humor, y la estimulación del nervio principal que conecta al cerebro con el intestino (el vago) puede ayudar a aliviar la depresión, y es usado para tratar la epilepsia”.
Para Gershon, el segundo cerebro tiene un papel en la mayoría de las cosas que enferman al intestino , desde el síndrome de colon irritable hasta las enfermedades relacionadas con la inflamación del intestino. “Uno no puede vivir sin su sistema nervioso entérico.
Hasta la constipación de la tercera edad es un problema del segundo cerebro.
Necesitamos saber más sobre él para tener mayor información sobre cómo abordar muchos de los males más comunes de la humanidad”, le dijo el experto a Clarín .
-----------------------------------------------------------------------------------------
Publicado por Miryam Muñoz
Coincido en todo, pero en mi caso, yo invertiría ese orden: Primero sería una emoción negativa la que hiciera poner en funcionamiento ese cerebro que dicen tenemos en esa parte del cuerpo, y generar toda esa química, y no al revés: que ese "desorden" en esa parte te produzca emociones negativas. Y de sentir mariposas, nada -¡ojalá!-: ahí lo único que se siente cuando ocurre esa desgracia es una legión de demonios negros, y el sabio organismo se niega a tomar ninguna clase de alimento mientras dura esa batalla, pues sabe que todo lo que entre por la boca, se convertirá en veneno.
ResponderEliminarGracias, R.C.
ResponderEliminarEn lo que tantos coincidimos es en que sentimos ese segundo cerebro, anunciado por antiguas escuelas y confirmado hoy por la ciencia.
Un beso.