La
vida, tal cual la concebimos en este planeta, se da en parte por un equilibrio
concreto entre la energía que emana de la Tierra y la que recibimos del resto
del Universo.
En la
mayoría de la superficie terrestre nuestras células funcionan con normalidad.
No obstante, hay zonas concretas de nuestro planeta que emiten una energía muy
elevada y otras zonas que pueden llegar a drenar nuestra propia energía.
En
muchas zonas de energía elevada se han construido catedrales y demás edificios
o monumentos que facilitan la toma de consciencia espiritual. En esos enclaves,
nuestras células vibran con tanta intensidad que nos permite sentir más Luz;
más lucidez.
Por el
contrario, a las zonas que drenan nuestra energía, no se les ha dedicado la
misma atención y existen muchas viviendas y bloques de edificios que se han
construido sobre lugares en los que cuesta descansar y donde nuestras células y
ritmos biológicos requieren de esfuerzo para un funcionamiento armónico.
Tanto
los lugares con exceso de vibración como aquellos que debilitan la nuestra, no
son aptos para vivir porque, entre otras razones, distorsionan nuestra lucidez
y nuestra experiencia humana.
Los
lugares que drenan nuestra energía drenan también nuestra integridad y, tanto
nuestra vibración como nuestra lucidez, pueden bajar hasta el punto de perder
el sentido de estar aquí y desear irnos.
De una
forma diferente, los lugares con exceso de luz, pueden generar un efecto parecido.
Estar tiempo continuado en ellos lleva a nuestra vibración y luz interna a un
nivel tan alto, que podemos llegar a menospreciar la vida y la materia. Cuando
se alcanza ese grado, se puede llegar a desear transcender esta experiencia sin
experimentar lo que realmente hemos venido a vivir.
Lo
mejor, como en todo, es optar por el equilibrio.
No es
casual ver a personas que eligen vivir en lugares débiles. Cuando se dedica
tiempo a conocerlas es fácil ver cómo han normalizado el esfuerzo y la
dificultad en su vida. Lo tienen tan integrado, que vivir en un entorno hostil,
no les supone una diferencia respecto a cómo se viven a sí mismas.
Tampoco
es casual que personas que desean sobrevolar, sin "mancharse los pies de
barro", esta experiencia material, opten por elegir pasar el mayor tiempo
posible en templos o averiguando cómo crear uno en su propia casa.
Por
muy densa que parezca, la materia está hecha de millones de puntos de luz.
Nuestra consciencia es la que le da sentido. Cuidar nuestro equilibrio interior
y exterior nos garantiza la luz necesaria para acceder a uno de los recursos
más necesarios en esta experiencia; el discernimiento.
===============================================================
Autor: Andrés
Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos
los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte
en este blog una serie de publicaciones centradas
en el Diseño
Sentido: interiorismo
y diseño consciente de viviendas, comercios y empresas que mejoran la calidad
de vida.
Todas
están a tu disposición de manera gratuita a traves del e-book Habitar, al
que puedes acceder a través de este enlace:
===============================================================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.