Si
estás leyendo estas líneas es porque, en principio, te atrae la idea
de formar parte de la Nueva Humanidad. Hemos reflexionado juntos en esta entrada del blog del pasado 7 de abril: ¿Y qué hacemos
ahora?
Y a la
pregunta de nuestra más reciente publicación: ¿Quieres
formar parte de la nueva Humanidad?
has respondido, más o menos convencido, con un SÍ. Ya
sabes entonces que ha llegado la hora de actuar, cuando te despiertas
lo haces con un profundo agradecimiento y empiezas a replantearte tu
alimentación. No pienses que esto es tarea de unos días, ni
siquiera de unos meses (si te consuela te diré que yo llevo muchos
años, y aún me queda un largo camino); los cambios, para que sean
reales, deben partir de un convencimiento interno y aflorar desde
dentro hacia afuera; el cambio debe ser como una fruta madura que cae
del árbol. El “postureo” en temas conscienciales no funciona, os
lo aseguro.
Vamos
ahora a abordar el “aparente tema estrella” que está zarandeando
los cimientos de nuestro mundo: la enfermedad. De repente, y en
cuestión de semanas, por una simple enfermedad, el planeta Tierra se
ha detenido. El virus y su cohorte de consecuencias ha determinado
nuestros movimientos, nuestro trabajo, nuestras relaciones e incluso
nuestra manera de pensar. Pretenden que la enfermedad sea el tema
central de la vida cotidiana, y huir de ella su principal objetivo.
Pero esto no les sirve con los miembros de la Nueva Humanidad. ¿Por
qué?
Sencillamente,
por tres motivos que vamos a ir viendo: nosotros trabajamos la salud,
de la que nos sabemos responsables de manera individual, y no tenemos
miedo.
Lo
primero, me lo enseñó uno de mis profesores de acupuntura: no hemos
de pensar en términos de enfermedad, sino en términos de salud.
Reflexionad sobre ello. El correcto abordaje terapéutico de la
medicina china y otras medicinas alternativas no consiste en “luchar
contra” el agente patógeno, sino en potenciar el normal
funcionamiento de nuestro organismo, el favorecer los mecanismos con
que la sabiduría innata de nuestro cuerpo físico restablece el
equilibrio interno. ¿Os dais cuenta? No luchamos, sino que vamos a
favor; no aniquilamos, sino que abrimos caminos. Esto hace cambiar la
perspectiva, porque no estamos en guerra contra nada de fuera (virus,
bacterias, hongos), sino que nos aliamos con nuestro cuerpo y
acompañamos su proceso curativo.
Si
estamos todo el día escuchando y pensando en el virus, el número de
infectados, las formas de contagio, las estadísticas de muertes, las
medidas de seguridad, y todo lo que llena los titulares de periódicos
y noticias de la televisión, veréis que eso tiene un efecto físico
en el cuerpo: la energía se va haciendo cada vez más pequeña, el
corazón se encoge, el cuerpo se encorva, la respiración se acorta y
sentimos un nudo en la garganta ¿no os pasa? ¡Pues apaguemos la
televisión y dejemos de “alimentar” ese tipo de noticias con
nuestra atención!
Centrémonos
en todo lo que favorece la salud: la respiración con la que
absorbemos prana
para obtener vitalidad, los pensamientos de agradecimiento a la Vida,
nuestro equilibrio interno entre pensamiento/sentimiento/acción.
Aumentemos la respuesta inmunitaria con alimentos vivos, con descanso
correcto, con ejercicio moderado, con música que eleve nuestro
espíritu. Escuchemos, en fin, a ese viejo amigo, nuestro cuerpo, que
nos habla diariamente en susurros, y al que si no hacemos caso, nos
da gritos con enfermedades.
El segundo aspecto de los hombres y mujeres de la Nueva Humanidad es
que hemos tomado las
riendas de nuestra vida y
no dejamos en manos de nadie las decisiones sobre nuestra salud. Sí,
somos responsables de ella. Escuchamos a todos: al médico con sus
recetas, a la OMS con sus cifras, a la abuela con sus remedios de
toda la vida, al sanitario, al cirujano, al homeópata, al terapeuta,
al acupuntor... Todos tienen cabida en este mundo nuevo, no excluimos
a nadie, pero ninguno de ellos toma las decisiones por nosotros,
porque la salud es responsabilidad individual de cada uno. Sopesamos
alternativas, enfoques terapéuticos, comparamos y DECIDIMOS
NOSOTROS, tras interiorizarnos y buscar dentro la respuesta correcta.
Y
por último, no tenemos miedo. Sabemos que la
muerte no existe. Somos un
Espíritu que pasea por la Tierra con un vestido de carne y hueso, y
somos conscientes de que el cuerpo es solo eso, un vestido: hemos
tenido muchos antes, y tendremos otros después. La enfermedad no es
el “premio/castigo” de un juego de azar, es un hecho que cada
uno, con sus acciones y omisiones, ha traído por uno u otro motivo a
su vida.
Puede
ser resultado de un estilo de vida insano donde predomina el estrés,
la falta de ejercicio, la alimentación incorrecta, la ausencia de
descanso, la desconexión con nuestro interior, la pugna entre
pensamiento/sentimiento/acción, el alcohol/tabaco y otras drogas, y
un larguísimo etcétera que sé positivamente que todos conocemos.
Esto suele dar paso a enfermedades más o menos graves, pero que si
“entendemos” su mensaje y nos ponemos manos a la obra, podemos
sanar y recuperar la salud. Como veis, en estos casos no hay lugar
para el miedo, porque el problema y la solución están solo en
nuestras manos.
Hay
otras enfermedades parecidas a éstas, solo que las causas no se
hallan en esta vida, sino en alguna o algunas de las ya vividas, y no
recordarnos qué hicimos con los trajes que llevábamos entonces. Son
las enfermedades kármicas. Para nuestra Alma son un regalo, porque
nos permiten “corregir”, gracias a nuestro más elevado estado de
consciencia, comportamientos pasados. A estas enfermedades tampoco
las tememos, sino que las acogemos para ver a qué reto hemos de
enfrentarnos. Y lo hacemos con alegría, porque en la Nueva Humanidad
empezamos a entender el lenguaje del Alma y respondemos lo mejor que
sabemos a sus peticiones.
Un
tercer grupo de enfermedades son las de los valientes: las
enfermedades dhármicas.
Antes de volver a ponernos un vestido nuevo, nuestra Alma elige
entrenar algo concreto en este gimnasio que es la vida, y viene con
un reto especial en forma de enfermedad. ¿Tenerle miedo a esto? ¡Ni
por asomo! Es como si tuviéramos un entrenador personal
especializado ¡todo un lujo! Felicito desde aquí a todos los
campeones que se han decantado por esta opción. En la Nueva
Humanidad no se consideran enfermedades; podríamos llamarlas
“peculiaridades para el aprendizaje”.
Y, finalmente, están las enfermedades que nos permiten volver a Casa. El
Verdadero Yo de cada uno decide que los planes para esta encarnación
han concluido, con más o menos éxito, y que ha llegado el momento
adecuado para dejar este traje de carne y hueso, y recapitular. No
sabemos cuándo será ese día, pero sí estamos seguros de que lo
ELEGIMOS NOSOTROS desde nuestro Espíritu, que es sabio y no se
equivoca ni en el cómo ni en el cuándo. Es una decisión
perfectamente consciente, donde no hay cabida para el azar, la
fatalidad o la suerte. Los que pertenecemos a la Nueva Humanidad
sabemos todo esto, por lo que no tenemos miedo a la muerte.
Así,
trabajando desde la salud, tomando las riendas de nuestra vida y sin
miedo, podemos observar y vivir de otra manera el “tema estrella”
al que nos referíamos al principio. ¡No nos pueden dominar! Y
cuando lo entendamos, quizás le agradezcamos que nos esté
posibilitando éstas y otras reflexiones que irán conformando una
Nueva Humanidad libre, plena y consciente. Formas ya parte de ella
¿verdad?
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Autora: Raquel Fernández (raquelfrao@gmail.com)
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