Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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25/5/20

El depredador (Visión sistémica del mundo: 19)


1.- Por qué escasean las fieras

En 1982, un científico muy conocido en América, Paul Colinvaux, publicaba un manual de ecología cuya versión española se titulaba “Por qué son tan escasas las fieras”; aunque el original inglés era más preciso, al referirse a las «grandes fieras».
La respuesta está en la transmisión de energía de unos escalones a otros en las cadenas alimenticias. Es decir; una planta absorbe energía solar y la transforma en su propia energía química, que la empleará, en parte, en nutrirse y, en parte, la perderá en mantenerse viva. Por eso, cuando una cebra se la come, solo coge una porción de la energía que había al principio y de ahí vuelve a perder un poco más para su supervivencia (mantener su Temperatura constante, reproducirse...). Así, cuando la pequeña cantidad de energía que queda llega a los últimos eslabones, el león, ya no hay energía suficiente para que estos se multipliquen mucho.

2.- El eterno ciclo de los zorros y los conejos

Esto se ha estudiado mucho en Biología, y se han desarrollado modelos matemáticos que explican el por qué, para que un zorro pueda comer diariamente, hacen falta cuatro conejos para alimentarle. Es lo que se conoce como el modelo de Lotska y Volterra, que viene a decir algo así que, si aumenta la población de conejos, la de zorros también aumentará hasta que haya tantos zorros, que la población de conejos no sea suficiente como para poder alimentar a todos los zorros, momento en el que la población de zorros comenzará a morir por inanición. Esta mortandad de zorros permitirá a la de conejos, reproducirse e iniciar un nuevo ciclo. Todo está bien, siempre que la población de conejos supere con mucho la de zorros.
Y así se comporta la cadena alimenticia.
Paul Colinvaux hace una observación útil para la explicación de las conductas humanas: los grandes depredadores, como los leones, los tigres o los pumas, necesitan estar en un permanente estado de desasosiego, necesitan sentir el dolor del hambre, para que se ponga en juego su terrible habilidad para la caza. Este británico que enseña en Estados Unidos sostiene que los depredadores son escasos porque el medio que los contiene, incluidos ellos, deben cumplir con la segunda ley de la termodinámica; pero hay que recordar que somos unos bichos con hambre, que consumimos energía y andamos por ahí provistos de un cuerpo. Conviene, para precavernos de ese olvido estratégico, leer esta nota en sentido más estricto que alegórico.

3.- La regla del 1/10/100

Se calcula que las biomasas de los niveles tróficos decrecen rápidamente a medida que aumenta el nivel. Así, por ejemplo, con 8 toneladas de hierba se alimenta una tonelada de vacas, y con una tonelada de vaca se alimenta una persona de unos 48 kg. Más o menos esto supone que para alimentar 1 Kg de ser humano, hacen falta 20 Kg de carne de vaca que proceden de 160 Kg de pasto vegetal.
Se podría resumir que la progresión, depredador, herbívoro, vegetal es de 1/10/100, es decir dos potencias de diez, regla del 10%.
Si la biomasa vegetal es la producción primaria del alimento y la de los herbívoros es la secundaria, el depredador es el consumidor de una energía que no se transformará en energía aprovechable para un tercer escalón, salvo los animales carroñeros.
En suma, la condición de depredador genera en el extremo una situación de increíble desproporción entre alimento y consumidor que hace que se llegue a una situación en la que el equilibrio o la estabilidad sea a costa del hambre de las fieras.
La proporción del 10% se puede mantener razonablemente, cuando el ecosistema se encuentra en el clímax ecológico, siendo consciente que el rendimiento de 100 Kg de biomasa vegetal es necesario para “fabricar” un solo Kg de depredador.
En condiciones normales la Naturaleza impone el freno a esta desproporción a base del hambre y la mortandad de los depredadores (Modelo de Lotska y Volterra). Y en el extremo, cuando la población de depredadores es excesiva, simplemente se produce una hambruna general, la tensión alimenticia desciende, el ecosistema se recupera por las bases y se vuelve a iniciar de nuevo un ciclo. El sistema ecológico, de este modo se autorregula él solo.
Si la cosa se quedase en los zorros o los leones, tal y como se presenta el tema en la película “El Rey León”, sabemos que todo irá bien en el reino de Mufasa, donde se respeta el ciclo de la vida. Sin embargo, si aparecen las hienas dirigidas por Scar, el malvado hermano de Mufasa, la cosa se tuerce y nos encontraremos con el territorio prohibido, donde sólo hay cadáveres desperdigados en una naturaleza muerta, donde las hienas lo han esquilmado todo. Y hasta ellas morirán de hambre.
Pero en la película “El Rey León”, los guionistas de Disney introdujeron un factor que solamente pertenece al ser humano, la maldad de Scar y de las hienas, o que también podríamos llamar “intencionalidad perversa”.

4.- Aparece el factor de la Intencionalidad

Aquí, en este justo momento del discurso sobre la visión sistémica del mundo, hacemos por primera vez la introducción de la intencionalidad en el comportamiento de los sistemas.
En la naturaleza no existe intencionalidad, porque no existe la noción de consciencia individual, exclusiva, de momento y que sepamos, del ser humano. Existe la necesidad de sobrevivir y, para ello, es necesario depredar, matar para comer, para aliviar el desasosiego y el hambre. Pero una vez satisfecho, el león y la serpiente no tendrán intención de atacar de nuevo hasta que vuelvan a tener hambre.
Así que ahora entramos en el reino del hombre, que por mandato divino recibieron la orden de: “Ser fecundos y multiplicarse, y llenar la tierra y sojuzgadla; ejercer dominio sobre los peces del mar, sobre las avesUno observa la situación (que considera real), la contrasta con sus objetivos y toma decisiones para actuar para que los datos reales sean los más próximos a sus objetivos. Así, con el vaso vacío y queriendo verlo lleno para beber, el contraste inicial es vaso vacío frente al deseo de tenerlo lleno. La decisión es abrir el grifo e empezar a dejar caer el agua. Los datos reales del vaso mostrarán un progresivo llenado del vaso. La respuesta será ir cerrando poco a poco el grifo hasta que, viéndolo lleno, cerrar el grifo.

Pues bien, en la Naturaleza, el objetivo es siempre, alcanzar el estado estable, así que, una vez conseguido, no hay necesidad de seguir actuando, porque el resultado es “pasarse de frenada” y perjudicar al medio y al final, a uno mismo; que es lo que demuestra el modelo de Lotska Volterra, de los zorros y los conejos. El depredador zorro trata de comer conejos, porque ciertamente, el conejo es un alimento suculento y agradable, pero pasarse en su voracidad tiene como consecuencia que los conejos empiezan a escasear hasta el límite de que induce su propia muerte (la del zorro). Y así comienza un nuevo ciclo de vida y muerte.
Es decir, la Naturaleza, a pesar de que trata de alcanzar el perfecto estado estable, habitualmente no lo consigue y pasa sus días y sus años en un permanente estado oscilante, tipo zorro versus conejos. O, dicho de otra forma, el crecimiento de las poblaciones (o de la riqueza) tiene un límite, más allá del cual, comienza todo a volverse en contra.
En la Naturaleza, ese volverse en contra tiene un nombre “la muerte” de los que abusan, porque al final, el esquilmado de los recursos hace que el elevado nivel de población (o de riqueza, que requiere unos costes de mantenimiento cada vez más elevados), se dé de bruces con la escasez.

La ambición versus la disponibilidad

Adam Smith, famoso economista escocés del Siglo XVIII, en su tratado sobre la riqueza de las naciones, ya indicaba que el hombre se ve permanentemente sometido a dos fuerzas antagónicas, el vicio de acumular frente a la virtud de repartir. Esto es lo mismo que el dilema de los zorros y los conejos, donde los zorros, en su instinto de supervivencia, tienden a devorar conejos sin límite, mientras que la Naturaleza lo tiene pensado para que el suelo vegetal alimente a los conejos y estos se reproduzcan justamente como conejos para alimentar a los zorros. Pero si estos se pasan en su ambición de devorar (de acumular), la Naturaleza responde con la virtud de repartir lo que hay que, si sube la población de zorros, pues no hay para todos y ya se sabe lo que va a pasar, para alivio de los conejos.
En la frontera del ser humano, esto es igual. Frente a recursos finitos, los ambiciosos tratan de acumular riqueza, olvidándose de que es necesario repartir para que todos puedan vivir.
En este caso, el modelo de Lotska Volterra se complica, dado que, para explicarlo, han de intervenir tres especies, la que supone el alimento de los depredadores (los conejos) y dos especies depredadoras, zorros y, por ejemplo, hienas. En este caso, las hienas, muy superiores a los zorros, cazan más conejos que los zorros, de modo que el reparto de conejos es desigual. Las hienas crecen en número y los zorros se fastidian y han de aguantarse con las sobras. La situación previsible es el incremento de las hienas, la mortalidad de conejos y de zorros, hasta que las hienas, también comiencen a morir porque ya no queda comida para nadie. Es el escenario del territorio prohibido de Scar, el hermano de Mufasa, el Rey León.

Conclusión

Señoras y señores, les presento, con este modelo de hienas, zorros y conejos, el Gran Teatro del Mundo representado por los ricos, los pobres y los recursos de la Madre Tierra.
Esto NO VA A SER un curso de Economía, que de eso ya tenemos expertos suficientes, muy hábiles en explicar cómo el dinero se estira y se encoje a voluntad de los que tienen el botón de la máquina de hacer billetes. Entramos en la descripción de la Bioeconomía, donde explicaremos cómo la Naturaleza se lo monta para conseguir el estado estable y de cómo el ser humano trata por todo los medios de evitar esa estabilidad para beneficio de una minoría, provocando lo que venimos en denominar “distopía social”.

Y os recuerdo la frase de Carl Sagan: “La primera gran virtud del hombre fue la duda y el primer gran defecto la fe. del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”. Gen 1, 28.

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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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