Introducción: ver el primer post en
este Blog, con fecha 18/04/2019
EL FIN DEL MUNDO
Un día una pequeña liebre se sentó bajo un árbol
frutal y pensó...y pensó.
¿Qué es lo que pensaba la pequeña liebre bajo el
árbol?
¿Qué me sucederá cuando sea el fin del mundo?,
pensaba, y en este mismo instante cayó un fruto del árbol. La pequeña liebre
huyó de allí corriendo tan rápido como le permitieron sus piernas, tan segura
estaba de que el ruido del fruto cayendo al suelo era el de la tierra
rompiéndose en pedazos. Y corrió y corrió...sin osar mirar detrás de sí.
Hermana, hermana, llamaba otra pequeña liebre viéndola
correr, por favor dime ¿qué ha pasado?
Pero la pequeña liebre siguió corriendo y ni tan
siquiera se volvió a contestarle. Otra liebre corrió tras ella gritando más y
más fuerte: ¿qué ha pasado hermanita, que ha pasado? Finalmente se paró un
momento y dijo: ¡La tierra se está rompiendo en pedazos! Al oírlo la otra
liebre empezó a correr incluso más rápido, una tercera liebre se les unió, y
una cuarta y una quinta...hasta que cien mil liebres estaban corriendo por los
campos. Y corrieron a través del bosque y de la profunda jungla, y los ciervos,
los jabalíes, los alces, los búfalos, los bueyes, los rinocerontes, los tigres,
los leones y los elefantes, oyendo que la tierra llegaba a su final, corrieron
salvajemente con ellas.
Pero entre los que vivian en la selva, estaba un león,
un sabio león, que sabía todo lo que ocurría en el mundo. Y cuando supo que
tantos cientos y miles de animales estaban corriendo porque creían que la
tierra se estaba rompiendo en pedazos, pensó: esta tierra nuestra está lejos de
llegar a su final, pero mis pobres criaturas morirán si no las salvo, porque
irán derecho a adentrarse en el mar. Y corrió a tal velocidad, que alcanzó la
cima de una montaña que estaba en su camino antes de que ellos llegaran. Y
cuando pasaron por la montaña, rugió tres veces, con tal poderoso rugido que ellos pararon su
loca carrera y permanecieron quietos cerca los unos de los otros, temblando.
El gran león descendió de la montaña y se acercó a
ellos. ¿Por qué corréis a esta velocidad?, les preguntó.
La tierra se está rompiendo en pedazos, le
contestaron.
¿Quién ha visto que se esté rompiendo en pedazos?
preguntó.
Los elefantes, dijeron.
¿Habeis visto romperse la tierra?, preguntó a los
elefantes.
No, nosotros no lo hemos visto, los leones lo han
visto, contestaron ellos.
¿Lo habéis visto vosotros?, preguntó a los leones.
No, los tigres lo vieron, contestaron.
¿Visteis romperse la tierra?, preguntó a los tigres.
No, los rinocerontes lo han visto, fue su respuesta.
Pero los rinocerontes dijeron: los bueyes lo vieron, y
los bueyes dijeron que fueron los búfalos y los búfalos los alces, los alces
dijeron que fueron los jabalíes y ellos
a su vez dijeron que fueron los ciervos y los ciervos dijeron que fueron las
liebres y las liebres dijeron; fue esta pequeña liebre la que nos dijo que la
tierra se estaba rompiendo.
¿Has
visto tu romperse la tierra?, le preguntó el león a la pequeña liebre. Sí
señor, contestó, yo la vi romperse. ¿Dónde estabas cuando viste que se rompía?,
preguntó. Yo estaba sentada bajo un árbol frutal y pensaba: ¿qué va a pasarme
cuando sea el fin del mundo? Y en este preciso instante, escuché el ruido de la
tierra rompiéndose y corrí.
El gran león pensó... estaba sentada bajo un árbol
frutal, ciertamente el ruido que ella escuchó fue el de la caída de un fruto al
suelo. Cabalga sobre mi lomo, pequeña y muéstrame dónde viste romperse la
tierra.
La pequeña liebre saltó sobre su espalda y el león
voló al lugar, pero al estar proximos del árbol frutal, la liebre saltó de su
espalda por lo muy asustada que estaba de volver al lugar. Y señalándole el
árbol al león le dijo: Señor, allí está el árbol.
El león fue al árbol y vio el lugar dónde la pequeña
liebre había estado sentada y el fruto que había caído del árbol. Ven, acércate
pequeña, dijo llamándola, dime, ¿dónde ves tú rota la tierra?
La liebre, después de mirar alrededor, y viendo el
fruto sobre el suelo, supo que no había habido motivo alguno para tener miedo.
Saltó de nuevo sobre el lomo del león y a toda velocidad fueron a encontrarse
con las cientos y miles de criaturas que esperaban su regreso.
El león entonces dijo a la multitud que el ruido que
la pequeña liebre había escuchado era el del fruto cayendo al suelo.
Así que todos volvieron a sus hábitats, los elefantes
a la selva, los leones a sus cuevas, los ciervos a los bancos del rio y la
pequeña liebre al árbol frutal y todos ellos vivieron felices para siempre.
Ya
sabéis, os puedo ir mandando estos cuentos de Noor Inavat Khan en PDF, escribir a deeeli@gmail.com
Enlace al libro de Noor: https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=inu.39000000078449;view=1up;seq=21
Finalmente
aprovecho por si alguien quiere lo publicado, anteriormente, por Deéelij en
este Blog sólo ha de decirlo en el mail antes indicado
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