Al-Mudhaffar
es siempre irritable y pendenciero. Cuando anda por las calles, camina con
arrogancia; y cuando habla a alguien, lo hace como si fuera a un esclavo.
Siempre
lleva la espada al cinto y más de una vez la ha blandido al sol, para mostrar su
superioridad.
Un
día de este tiempo se encontró con Abul Beka y le dijo:
—En vez de despertar la «no violencia» en aquellos que te
siguen, bien podías fortalecerlos y levantar violencia en ellos, porque estás
haciendo un pueblo de esclavos y no de reyes.
Y
Abul Beka se paró ante él y le respondió:
—Aquellos que vienen a mí hace mucho que trascendieron en
ellos mismos los caminos de la violencia y del odio.
Si vienen a mí es para trascender esta Escuela del Mundo, no para hacerse fuertes en ella.
Para esto último ya hay otros que mejor que yo les enseñarían; porque ¿acaso el que quiere ser diestro en el engaño y los negocios no va a recibir clases de aquellos que son más duchos que nadie en el engaño y los negocios? ¿Acaso aquellos que quieren ser entendidos en leyes no van a los más entendidos en leyes?
Yo no soy entendido en nada de este mundo porque mis enseñanzas no van dirigidas a los que quieren prosperar aquí, sino a aquellos que desean trascenderlo.
Si vienen a mí es para trascender esta Escuela del Mundo, no para hacerse fuertes en ella.
Para esto último ya hay otros que mejor que yo les enseñarían; porque ¿acaso el que quiere ser diestro en el engaño y los negocios no va a recibir clases de aquellos que son más duchos que nadie en el engaño y los negocios? ¿Acaso aquellos que quieren ser entendidos en leyes no van a los más entendidos en leyes?
Yo no soy entendido en nada de este mundo porque mis enseñanzas no van dirigidas a los que quieren prosperar aquí, sino a aquellos que desean trascenderlo.
Mas
los que solo conocen este mundo o creen conocerlo dirán: ¡cuánta locura hay en
lo que habla!.
También
yo digo de vosotros: ¡cuánta locura hay en cuanto hacéis!
Mas comprendo que llegará el día en que venzáis todas vuestras limitaciones y abráis los ojos. Entonces, ya, aunque viváis en el mundo, no seréis de él.
Mas comprendo que llegará el día en que venzáis todas vuestras limitaciones y abráis los ojos. Entonces, ya, aunque viváis en el mundo, no seréis de él.
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en este blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de 2017.
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