12. Sólo existe el presente.
“Nunca creeré que Dios juega a los
dados con el mundo”. Albert Einstein. Científico alemán
nacionalizado estadounidense. (1879-1955)
“Si quieres cambiar el mundo,
cámbiate a ti mismo”. Mahatma Gandhi. Político, abogado y pensador indio
(1869-1948)
La cena transcurrió exhibiendo de nuevo la enunciación de los pormenores
e inquietudes percibidas por Jano. Sus acompañantes dejaron que espetara todo
tipo de analogías, datos, fechas y circunstancias vivenciadas, acompañándolas
con los gestos adecuados a cada una de sus manifestaciones.
A las nueve y cuarto Nunsi recogía las bandejas, dejando la crema que
debería untarse en las zonas afectadas, dando las buenas noches y
despidiéndose; su turno había concluido.
- Bien, Jano, ¿qué piensas
hacer con respecto al destructor? ¿Crees que podrás aniquilarlo?
La pregunta le cayó como un jarro de agua fría. Pensaba que su labor
consistía en encontrarlo; en ningún momento entendió que tendría que hacer algo
al respecto. Imaginó que la respuesta le sería entregada.
- No tengo la menor idea
Pitt. No había caído en la cuenta – respondía marcando una pausa –; pero estoy
seguro de que indicarás el cómo. ¿O no?
- Eso es algo – manifestaba
riendo – que, de nuevo, sólo te compete a ti.
Tendrás que seguir con la lectura; aún quedan dos capítulos por abordar:
Las marcaciones y las conclusiones.
Desde ahí ponderarás el aporte definitivo para la resolución de cualquier duda
que surja – decía levantándose –. Pero por hoy, creo que ya es hora de dormir y
descansar; has estado todo el día en un análisis profundo. Deja que el sueño
termine de reparar tus dolencias y que el amanecer apunte un nuevo resurgir.
Pal, tenemos que dejar a este muchacho, debe estar cansado; además hay trabajo
que cotejar.
Un apretón de manos transmitiendo fuerza y confianza junto a una palmada
sorda y entrañable en su hombro conjuntó la despedida y cierre de la velada.
Pal, cómplicemente, entregó igual dádiva que a su llegada divulgando un sonrojo
al que Pitt aludió con una entrecortada y clandestina tos, evidenciando mayor
sofoco al efecto y cierto bochorno a la causante.
¿Conciliar el sueño ante las puertas del final predicho? Una barahúnda
sonora recorría sus entrañas. El fragor por desnudar el resto de las páginas se
imponía a la sugerencia solicitada.
Jano acomodó su cuerpo sobre el lecho después de embadurnase con la
crema reparadora. Apenas sentía molestias o dolor en su musculatura. Las
fuerzas físicas estaban retornando, las anímicas solicitaban respuestas y las
mentales querían sosiego; eran tres magnitudes que luchaban en sentidos
divergentes, pero que, no obstante, sabía que calmaría tras un esfuerzo
equilibrador y consensuado. Leería hasta el final el manual, luego la paz,
suponía, regresaría colocando a cada cual, en su lugar, dejando la balanza
libre de cargas, dispuesta.
El tercer capítulo, las
marcaciones, mostraba con evidencia palpable e inusitada cómo se habían
dispuesto los términos previos necesarios y adecuados a cada una de las
extraordinarias vidas experimentadas. Contrastó cada una de las pautas marcadas
con el declinar de los acontecimientos. Perfiló cómo en realidad la causa de
los efectos vivenciados estaba reflejada contundentemente en los grandes
trazos. Las circunstancias menores dispuestas a modo de cauces orientaban, a
forma de guía, la trayectoria. En definitiva, percibió, con sobresalto y
emoción, que era él quien dibujó cada uno de los personajes antes de encarnarse
en ellos, dejando que el resto de las pinceladas, hasta rellenar el lienzo,
estuviese en sus manos durante la interpretación de su propia obra de teatro.
Tales eventos avivaron, por si fuera poco, la angustia de la llama que
mantenía en el debate por solventar la base de su esencia y la consiguiente
sustancia, si es que la había. El insomnio, fulminante, enarboló su estandarte.
Las alarmas mentales gimotearon reclamando un proceder inmediato. ¿Si él ha sido el diseñador de sí mismo,
quién es en realidad él? ¿Si él es la causa de sí, debería haber una anterior?
¿Hasta dónde alcanzaba su poder? Fueron éstas cuestiones puntualmente
reseñadas en forma de demanda interpuestas contra el saber que el Jefe de
Instrucción no sustanció anteriormente. Pitt debería responder a cada una de
ellas con exquisita concreción y puntualidad a la mayor brevedad posible.
Estimó oportuno realizar un nuevo obsequio a su curiosidad releyendo de
nuevo todo el capítulo; quizá pudiera obtener vertientes ocultas a la rápida
lectura anterior. Su presagio fue correcto, anticipando más dudas al
interrogatorio al que sometería a Pitt.
¡Las once!, marcaba el reloj de cabecera cuando remató el final del libro.
El cuarto capítulo exponía el desenlace de las conclusiones extraídas al final de cada vivencia. Fue curioso
cotejar cómo, a pesar de parecerse algunas de las historias los resultados eran
muy distintos, percibiendo que, en cada vida quiso experimentar lo mismo desde
ópticas divergentes. Al fin y al cabo, siempre decidió torear con el monstruo
descubierto: con el destructor. ¿Por qué? era la clave a resolver. ¿Acaso no le
bastó con una vez? ¿Por qué once ocasiones? Bajo diferentes apariencias en épocas
y ambientes dispares, en la mayoría de los lances, salvo las tres últimas que
reflejaban similitudes muy marcadas, quiso lo mismo. Le parecía inaudito a la
vez que aburrido. Todo ello volvía a sembrar una alternativa absurda:
¿Empecinamiento? ¿No cabían otras alternativas? Sin duda la respuesta debía de
poseer un entroncamiento común que no acertaba a desenmascarar. Sus neuronas
machacadas tras trece horas de examen requerían, junto a sus células, un reposo
inmediato. La agonía del agotamiento aportaba la fuerza imperiosa a sus
párpados para cerrar la función por ese día.
Con el orden permitido ante el sueño que le reclamaba con estrepitosa
compasión relajarse y dormir, pudo apoyar sobre la mesilla de noche los
utensilios dispuestos sobre las sábanas. Apagó la luz amortiguando su alma,
dejando a un lado su existencia en el abandono confiado del silencio y la
oscuridad, tras un resurgir asegurado en su Ser interno.
Décimo séptima jornada. 08:10 horas. Complejo Aeronáutico de Nairda
Nunsi aparecía puntualmente con el desayuno. Despertó al alumno que
yacía plácidamente estirado en toda su extensión boca abajo, y le dio los
buenos días. El vapor que desprendía las esencias cálidas del café sofocó el
desconcierto momentáneo de la reanimación. Se incorporó desperezándose
lentamente, con vaguedad. No medió palabra alguna ni murmullo audible salvo el
de bostezos alargados, hasta ingerir la infusión y las dos tostadas que su
entrañable enfermera, amablemente, había untado de abundante mantequilla y mermelada
de naranjas amargas. Fue, entonces, cuando su maquinaria mental entro en acción
despeinando sus pensamientos. Requisó con energía el bloc de notas. No lo había
soñado: allí estaba garabateada débilmente la materia pendiente de resolución.
- Nunsi, ¿podrías avisar a Pitt? He de
hablar cuanto antes con él ¿Me harás el favor?
- ¡¡Buenos días!! Hace un día
espléndido para volar según el parte meteorológico radiado hace una hora.
Lelia, tu doctora, seguramente vendrá a media mañana, y probablemente te dé el
alta hoy mismo. Por lo demás, todo en calma y en perfecto estado. ¿El desayuno
ha estado bien o quiere el señor un poco más?
- Buenos días Nunsi. Lo
siento – dijo al percibir que ni siquiera le había saludado –, he sido algo
grosero. ¿Me disculpas?
- Estoy segura de que Pitt
estará encantado de saber de tu buen estado.
- Nunsi lo siento, de veras –
compareció compungido –. No me he dado cuenta…
- Ya veo que aún no te has
despejado – cercenó su excusa esgrimiendo una mueca de sarcasmo en sus labios
–. Ni siquiera eres capaz de captar una broma ¿A saber en qué estarás pensando?
Por cierto, Pal ha dejado este sobre de colores para ti en mi casillero.
De la palidez del desentumecimiento pasó fulgurante al rojo vivaz,
descaradamente manifiesto en toda su cara.
- Uff – resopló Nunsi
tocando su frente –. ¿No será que tienes fiebre repentina?
- ¡Vale, Nunsi, vale! Déjate ya
de monsergas gratuitas y llama a Pitt ¿Quieres? – reclamó al ver descubierta
sin denuedo su manifestación ante la misiva recibida.
Nunsi se retiró con la risa propia de una quinceañera; no podía ni
quería evitarlo: la situación lo merecía.
Suelto y vivaz abandonó la cama. Pletórico de energías y ánimos,
comprobó satisfactoriamente el buen estado físico de su cuerpo. Se sirvió más
café dando buena cuenta del resto del desayuno que en abundancia se servía en
Nairda. Ordenó la habitación; luego descorrió las cortinas, subió las persianas
abriendo de par en par las ventanas y dejando a un sol radiante empotrarse al
instante por cualquiera de los resquicios permitidos. Seguidamente acudió a
repasar sus notas, las que clasificó por orden de preferencia. Hoy deberían
quedar resueltas todas las incógnitas. Se sentía seguro, satisfecho, contento,
feliz y… entusiasmado con la inesperada misiva.
Pasada media hora la silueta alargada y reclamada hizo acto de
presencia.
- Buenos días Jano. ¿Listo
para despegar?
- Buenos días Pitt. Sí –
pronunció resuelta y decididamente –, si me ayudas a realizar las
comprobaciones pre-vuelo y rellenar los depósitos de combustible.
- Deberías imaginar que sólo
permaneceré como espectador. Esas cuestiones sólo atañen al piloto; es, bien lo
sabe, su mayor responsabilidad antes de cualquier partida.
- ¿Pretendes decir que no
vas a contestar a ninguna de mis preguntas antes de poder volar?
- Una cosa es responder, y
otra bien distinta es diseñar el vuelo.
Quedó por un momento intrigado. La disyuntiva parecía ofrecer un perfil
que no tenía acotado, pero no quiso indagar en las fórmulas de Pitt. Procuraría
incidirle con su cuestionario. Lo necesitaba.
- Bien Pitt. He leído en toda
su extensión el manual de vuelo. Sé qué es el destructor, pero no alcanzo la
manera de diluirlo. Además…
Continuó durante algo más de tres minutos con detalles, exponiendo cada
una de las cuestiones que no alcanzaba a entender. Al término, cedió la palabra
buscando las lógicas y respuestas a su disertación; tenía la esperanza de
encontrar la resolución inmediata y sin demora.
- Está muy bien expuesta cada
una de las conclusiones – interpuso Pitt como si del inicio de un discurso
político se tratase –. Debo confesar que has elaborado un guión acertado,
concluyente y definitivo. Por tanto, sólo he de avanzar que has de hacer algo
que muchos han realizado; aunque por lo que observo, a ti, ni se te ha
ocurrido: volver a leer el manual por el inicio…
- ¿Cómo? ¿Empezar de nuevo?
¡Pitt! – gritó levantándose exaltado –.
¿Otra vez? ¡Esto es increíble! Lo que menos me podía imaginar.
Giró por la habitación frotando la rasurada cabeza con sus manos
repentinamente sudorosas. Cierta turbación se apoderó de la mente que,
locamente en disfunción, no podía dar crédito a lo que oía. Sólo pensar en
pasarse otro día entero releyendo para encontrar las respuestas a sus preguntas
le hizo desesperarse.
Pitt observó impertérrito, cogiendo el manual.
- Decía, y espero que esta vez
me escuches sin interrumpir – inquirió mirándole, reclamando su atención –, que
has de volver a leer el manual “por” el inicio; no “desde” el inicio, pues
justo en el instante en que se concluye la lectura de los cuatro capítulos, el
prólogo se desvela; algo similar a lo que pasó con las páginas que estaban en
blanco y que se tornaron evidentes al concluir con las normas de vuelo.
Entonces, todo nubarrón será disuelto, cualquier oscuridad desvelada, el
entendimiento restablecido, y la mente clarificada.
Jano, como un ciclón, retiró el manual que en alza ofrecía su
instructor, lanzándose al descubrimiento del hallazgo proclamado.
Devoró la primera y única página que contenía un prólogo exiguo, pero
contumaz y resolutivo:
ü Mi
nombre álmico es Jano.
Pertenezco a la totalidad del Ser Único y Supremo, Infinito y Perfecto.
El Único que Es y Existe por, en Sí mismo y desde Sí mismo.
El Origen sin origen. La Causa sin causa.
El que Es desde siempre, sin que siempre pueda ser medido.
ü Poseo
las mismas esencias del que procedo sin dejar de Ser menos.
ü Detento
las mismas cualidades y el mismo propósito.
ü Soy
exactamente igual siempre, aun siendo una ínfima parte, sin que por ello deje
de ser menos de lo que Es en su totalidad incuantificable.
ü Desde
donde Soy, procedo a experimentar lo contrario a lo que Soy.
ü Ejecuto
desde la Perfección la imperfección sin cabida en la Perfección, conociéndola y vivenciándola en la dimensión
que quiero.
ü Procedo,
con la Libertad Absoluta, Infinita y Perfecta de la que formo parte, a la
experimentación de lo imperfecto y finito con el único objeto de transformarla en Perfección Infinita desde la
imperfección finita.
ü Por
Propia Voluntad, Infinita y Perfecta, creo las pautas que determinan la
participación de mi Ser en el no Ser, quedando reflejadas en el actual para, al
término del acto, remembrar Quien en Realidad Soy, pues al inicio de esta
construcción de Mi Mismo y de la Totalidad de la que Soy parte, elijo olvidar
Quien Soy para expresar, postulando, lo contrario de lo que Soy.
ü Soy
Amor Puro, Infinito y Perfecto, decidido a crear lo contrario de lo que Soy,
venciéndolo para crear lo que Soy, sin dejar de serlo.
ü Soy
Amor Puro, Infinito y Perfecto experimentando lo contrario: Miedo,
transformándolo en Amor Puro, Infinito y Perfecto.
ü Soy,
en definitiva, Todo lo que Es y Todo lo que existe, soy Amor Puro, Perfecto e
Infinito.
Fueron segundos los empleados en tal acción. Segundos de una lucidez
forjada por la luz de miles de soles que tornaron los aspavientos en una calma
dulce, plácida y serena. Se sentó resoplando, suspirando, relajando cada
porción de su total Ser. Miró a Pitt, fijando sus pupilas en las contrarias,
comunicando de esa forma, profunda, el total entendimiento. Daba a conocer que
había alcanzado la perfección de la que siempre dudó, y a la cual temió desde
el miedo. Su alma estaba en paz. Su espíritu elevado. Su esencia colmada. Su
sustancia manifiesta.
Entonces, empezó un interrogatorio sin recurrir al uso de sus
conllevadas notas, al que sí se le respondería sin objeción. En realidad, sólo
necesitaba contrastar lo que ya era evidente.
- Pitt – pronunció
sosegadamente –, ¿Realmente mi nombre auténtico es Jano?
- Así es – respondía lacónica
y sucintamente.
- ¿Y es cierta la deducción que extraigo al decir que soy parte del Ser
Supremo, con las mismas cualidades y el mismo poder aun siendo una porción
infinitesimal de Él, sin dejar de ser el total al mismo instante?
- Observo que lo has captado a
la perfección.
- Por tanto, Pitt, ¿estoy aquí y he experimentado tales
vivencias por decisión propia, sin ser obligado o coartado a vivir las vidas ya
conocidas?
- Así es. Cada uno de nosotros es parte del Todo, sin dejar de ser menos que
Todo, decidiendo con Libertad absoluta lo que se quiera Ser en la experimentación, pues en la Perfección no
existen las obligaciones ni la coacción. ¿Ves? Todo es muy fácil de entender.
¿Qué más quieres contrastar?
- ¿Entiendo entonces que, al decidir libremente experimentar la
imperfección que no es posible ser conocida en la perfección, la creamos, para
desde lo imperfecto y finito, convertirlo en Perfecto e Infinito?
- Perfecto. Vas bien.
Continúa.
- Por tanto, se puede entender que esa es una forma de
crear una totalidad mayor sin dejar de ser menos, al crear lo que no se es, y
convertirlo en lo que en realidad Es.
- Bien, sigue – invitó ante el
estímulo y ánimo cobrado en la conversación.
- Entonces, lo único que hacemos es crear lo contrario
de lo que Somos. Somos Amor y Perfección, pero creamos miedo e imperfección,
olvidándonos de Quienes Somos en realidad para, al experimentar el miedo y la
imperfección, convertirla en Amor y Perfección.
- En efecto. Observo que lo has entendido a
la “perfección” – dijo entrecomillando con sus dedos la última palabra.
-
En definitiva, es algo osado. Siendo
un… perdón, siendo el Ser Supremo y
Perfecto, crea justo lo contrario vivenciándolo, experimentándolo, para
convertirlo de nuevo en su auténtica realidad. Es como dejar de Ser, para
volver a Ser, es como morir para resucitar. ¿No?
- Lo has definido con
exactitud. Continúa, veamos hasta dónde eres capaz de llegar.
Jano recapacitó. Parecía entender la totalidad de su verdadera
procedencia. Entendía su origen Infinito y Perfecto. Incluso captó que las
vidas leídas eran sólo la experimentación de quien no era para provocar lo que
era… aquí había una laguna, algo que no cuadraba.
- Pitt. Hay una cosa que no
percibo. Resulta que vivo el miedo para
cambiarlo a Amor. Hago desde la imperfección lo Perfecto, pero eso, en
realidad, no es lo que puedo palpar de las conclusiones que el manual contiene
tras cada vivencia. ¿Dónde está el cambio de no ser a Ser? ¿Dónde se percibe
que lo imperfecto se trasforma en Perfecto, pues en cada vivencia la
imperfección esta manifiesta? ¿Dónde está ese cambio que se asegura?
- Veras Jano, ahora sí que voy
a ampliarte algunos detalles. Voy a
explicar con palabras finitas lo Infinito. Procura atención a cada vocablo
para que puedas captar la esencia de lo que no llegas a cuadrar – dijo
adelantando su cuerpo –. ¿Entiendes el significado de las palabras pasado,
presente y futuro? – Él asintió con un gesto –.
¿Podrías definirlo?
- Es fácil Pitt. El pasado es
lo que conocemos, el presente lo que vivimos, y el futuro lo que ha de llegar.
¿Está bien así?
- No está mal, pero podemos
ampliarlo; de esta manera entenderás esa laguna que posees. Podemos concluir
que el pasado es lo que no es, el
presente lo que Es y el futuro lo que puede ser. ¿Captado?
- Sí, continúa por favor.
Esto se pone interesante.
- Pero al definirlo de esa forma solo expresamos lo que el pasado,
presente y futuro son en la imperfección; en definitiva, es una manera de
magnificar o medir algo. ¿Visto? – una inclinación de la cabeza fue la
respuesta –. Sabemos ya que, el Ser
Supremo es Perfecto e Infinito, y por tanto imposible de cuantificar o
calibrar; en lo Perfecto e Infinito no existe ni el pasado, ni el presente, ni
el futuro; Todo Es, en realidad, al mismo tiempo, sin que la palabra tiempo
posea magnitud, es decir, todo es al instante. ¿Comprendido?
- Entiendo que se Es y se Está continuamente.
- Bien, pero amplio para
poder entendernos. “Allí, o ahí, en la
Perfección”, en lo que podíamos definir como el no tiempo, todo es al instante
y perfecto. Es decir, y para que lo puedas visualizar pongo un ejemplo
gráfico. Imagina que estás viendo una película o leyendo un libro; es evidente
que hay un inicio, un desarrollo y un final en ambos ejemplos ¿No?
- Sí
- Eso sería lo que se
experimenta en el tiempo: Un inicio, un desarrollo y un final. Mientras ello se
percibe, tú y cualquiera puede estar en un intervalo de esos momentos ¿De
acuerdo?
- Sí, continúa – decía
fervientemente.
- Pero en el no tiempo, en la Perfección, esa película o ese libro se
visualiza o se lee al instante; es decir, se crea lo que no se es,
transformándolo en lo que se Es al instante. Allí, o ahí, sin que se exprese
ningún lugar concreto, en el no tiempo, todo se sabe y se conoce al instante.
Lo que aquí es por momentos y períodos, allí, o mejor expresado, Ahí, es
inmediato. ¿Entendido?
- Es como si al empezar a leer
se conociera el desarrollo y el final sin intervalos. Es como el escritor que
conoce qué es lo que quiere escribir desde el inicio hasta el final: esto sería
el no tiempo, el Ser Supremo; mientras que el lector está en el tiempo, al ir
leyendo el libro ¿No?
- Efectivamente. Por tanto, todo, para que lo entiendas, es
al instante. O dicho de otra forma (de forma imperfecta e ilimitada): en el no
tiempo sólo existe el presente. Traspolándolo a la Perfección, el Ser Es o Está
al instante ¿Sí, o sí?
- ¡Ya lo entiendo, Pitt, lo
capto! Eso quiere decir que, pese a que
ahora no perciba que estoy transformando lo imperfecto en perfecto, en realidad
sí lo estoy haciendo, sólo que al estar en lo imperfecto no veo o no percibo el
final de la historia. Pero si estuviera en lo Perfecto e Infinito, vería el
resultado final al mismo instante que vería el inicio y el desarrollo. Es
decir: creo lo imperfecto al instante que lo transformo en Perfecto, desde lo
Infinito, pero para experimentarlo, digamos que desciendo a lo imperfecto y lo vivo,
aunque el resultado final lo sé al instante que creo el inicio, sin que ello
tenga principio ni fin... Por eso olvido Quien en realidad Soy para experimentar
lo que no soy. En resumen: hago Perfecto lo imperfecto. O, dicho de otra forma:
vivo la imperfección a la Perfección. Es también como el actor que interpreta
un papel, sea el que sea, de bueno o malo, de protagonista o de secundario; sea
lo que sea que representa por muy imperfecto que sea, lo hace Perfecto.
¿Estoy en lo correcto?
- Excelente. Efectivamente.
¿Más dudas?
Jano resopló estirando sus extremidades, dejando caer todo su cuerpo
contra el respaldo que le acogía confortablemente. Había captado la esencia de
su Ser. Entendió Quién Era y Es al mismo momento, y qué estaba siendo y
haciendo en aquel instante. Una cuestión más llegaba provocando resolución.
- Pitt. Entonces, el destructor es el miedo, como deduje ¿No?
- Sí. ¿Por qué?
- Entiendo que en todas mis
vidas siempre he querido enfrentarme a lo que no soy, al miedo para cambiarlo,
aunque no observe el cambio. ¿Es correcto?
- Sí, pero con matices. Has ido siempre enfrentándote a lo que no
eres por voluntad propia: al miedo; cambiándolo, sin percibirlo como bien
expresas, pero siempre lo has hecho desde distintas ópticas. Tú, concretamente,
lo has hecho desde la vertiente de la falta de confianza, desde el
desconocimiento, desde la búsqueda sin encuentro... Otros lo han hecho desde
miles de versiones distintas. Pero en realidad, tú decidiste hacerlo desde la
más dura y difícil: desde el miedo a la desconfianza absoluta, sin la
posibilidad de remisión o encuentro o transformación. Decidiste no saber, no
encontrar, no ver, buscando sin encontrar, en un debate continuado sin
posibilidad de encuentro, en la total imposibilidad. Escogiste en definitiva no
ser, sin posibilidad de Ser. Escogiste el miedo sin opción de encontrar el
Amor, sin ocasión de transformarlo. ¿Entiendes?
- Sí ¿Fue osado?
-
¿Osado?, ¡incluso temerario! Te negaste cualquier posibilidad de
encuentro. Es la mayor de las osadías. Por eso cada una de tus vivencias no extraía
conclusiones palpables. Pero también decidiste enfrentarte al destructor hasta
acabarlo, y ahora estás en esa condición. Ahora, en el presente, en este
instante, puedes destruir al destructor. Puedes, en definitiva, transformar el
miedo en Amor. Desde el presente, que es todo lo que existe, puedes construir
el futuro. Desde el miedo, que es lo que te alberga, puedes desplazarlo hasta
alcanzar el Amor ¿Estás preparado?
Jano no respondió. Estaba muy sorprendido con la audacia en la que se
embarcó como para responder al reto sin dilación.
- Espera Pitt. Antes quiero
aclarar algunos conceptos. Veamos. ¿Quiere
esto decir que poseo el poder Infinito en lo finito; que poseo la Perfección en
la imperfección?
- Sí, si así lo decides. Pero
en tu caso escogiste lo contrario.
- Entonces, al estar en lo imperfecto, ¿sólo existe el presente para
transformar el futuro?
- Según pienses en el presente, así será tu futuro. Serás el resultado de
tu pensamiento. Sólo has de decidir cómo quieres pensarlo para tenerlo plasmado
en el futuro. Lo que decides ser en el presente se construye en el futuro; sólo
has de cambiar tu pensamiento. En tu pensamiento sólo entras tú; ahí eres el
dueño indiscutible de ti mismo, y desde ahí es desde donde puedes transformar.
¿Sí, o sí?
- Entonces, ¿qué es lo que
tengo que hacer para derrotar definitivamente al destructor? ¿Pensar en Amor?
- ¡Claro! Si tu pensamiento es Amor, sólo crearás Amor. Según pienses,
así obtienes. Piensa en miedo y crearás sólo miedo. Cuanto más pienses en algo
más creas de lo mismo…
- Ya, ya lo entiendo – interrumpió jubilosamente –. Sólo he de cambiar las pautas y todo cambiará de igual manera. Si
quiero que algo cambie, en realidad sólo he de cambiar el pensamiento; sólo he
de cambiar eso y el resto será al igual.
- Exacto.
- Ahora capto en realidad la esencia de las seis normas de vuelo al
aplicarlas al mismo tiempo, en tiempo presente. Escucha Pitt: Dado que el motor de todo es el
pensamiento, si éste es exclusivamente Amor, lo que crearé será Amor, siendo
todo posible al entender que es lo que me merezco, o que cuando en realidad lo
crea y cree, lo veré; por tanto, siempre seré la causa real de mis efectos,
siendo mis efectos el Amor, cuando elimine el resentimiento que es lo único que
puede frenar, que no eliminar al Amor. Si pienso en Amor, el miedo simplemente
no existe, deja de tener consistencia, pues ya no Es. ¿Si, o sí Pitt?
- No hay duda. Lo has entendido
a la perfección – concluyó con una potente carcajada.
- Entonces, cuando
interacciono con otras personas, seres o personajes en mis vidas, ¿Les debo
algo? ¿Existe la posibilidad de que tenga alguna deuda con ellos?
- Tú, al igual que todos, ya lo hemos mencionado, decidimos ser lo que no
somos desde distintos planos, interrelacionándonos, sin obligaciones o débitos
posibles. Sólo procuramos cambiar lo finito a Infinito, al ir sembrando Amor.
Si quieres definirlo como que el único propósito que tenemos todos, es el de pensar y ser Amor en la imperfección,
es una interpretación válida; pero sin débitos. Simplemente interpretamos el
papel que escogimos libremente, con la posibilidad de ir recordando, o no, Quienes
Somos, y de esa forma ir cambiando, o no, el guión elegido para transformar el
miedo en Amor, lo finito en Infinito, lo imperfecto en Perfecto, de una forma
más rápida si se quiere decir así, y plasmándolo de forma más evidente; siempre
con la seguridad de que el final es Perfecto, aunque no se vea o perciba. Pero
ahora que lo has entendido, ya sabes lo que puedes o no hacer y decidir Siendo
o no Siendo. ¿Qué vas a hacer desde tu Ser?
- ¿Cómo? ¿Es que tengo que
hacer algo?
- Sólo lo que tú quieras. Ya
sabes que eres totalmente libre para hacer lo que quieras.
- ¿Pero no tenía que destruir
al destructor?
- Sí, si es lo que quieres
hacer.
- Sí, quiero hacerlo. ¿Me
dirás la forma?
- Ya lo sabes – dijo abriendo
sus brazos en toda su extensión – Piensa
en Amor y eliminarás el miedo. El destructor desaparecerá. Sólo has de confiar
en ti, en tu poder. Antes elegiste, como hemos deducido, lo contrario, el peor
de los miedos: desconfiar de ti, de tu poder; desconfiar de todo; estar sumido
en la ignorancia con respecto a tu auténtica esencia. Ahora que lo sabes,
puedes hacer lo que quieras, sólo depende de ti, de tu voluntad, de tu
libertad, de tu decisión. ¿Lo harás?
- Por supuesto. Pitt, que no
te quepa la menor vacilación. El dilema está resuelto. Ahora dame tiempo,
quiero pensar cómo hacerlo ¿De acuerdo?
- Dispones de todo el tiempo
que quieras; si algo tenemos es tiempo, todo él es nuestro. Avísame cuando lo
tengas decidido.
Jano iba a responderle. Sabía lo que quería hacer para destruir al
monstruo, pero Nunsi, acompañada de la doctora Lelia, anunció la nueva visita,
quien procedió con meticulosidad al examen del convaleciente. Le hizo realizar
varios movimientos, saltos y extensiones. Las pruebas evidenciaban la plena
recuperación. Estaba satisfecho con la evolución, por ello le dio el alta con
la única condición de que no volara en veinticuatro horas ningún tipo de
reactores. Sí podía hacerlo en compañía de otro piloto en aviones ligeros.
Luego, libertad sin restricciones al respecto.
- Perfecto, Jano – decía Pitt
–. Creo que tu recuperación en todos los órdenes está colmada ¿No piensas tú lo
mismo? Ahora ya sabes Quién Eres y lo que puedes Ser, Hacer y Tener ¿Nos vemos
en el comedor para almorzar?
- Por supuesto – contestó
dirimiendo en la mente el proceder a ejecutar inmediatamente.
Posdata:
En el artículo del día 1
de diciembre (Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre.
III Parte) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una
serie de técnicas y procesos para aplicar en psicoterapia, que solucionaba el
80% de los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de
esta psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la
Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional, siendo feliz en
tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas
maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que,
con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán, pues mis
tiempos están contados, para seguir en esa labor. No se trata de dar una
formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os
habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas
(Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su
correo profesional: terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es
Para las
actualizaciones de Todo Deéelij y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com
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