Cuando una persona decide volver a vivir internamente de acuerdo a
los ritmos naturales, una de las primeras sensaciones que percibe -previa a la
apertura consciente- es la necesidad de revisar de forma lúcida, aquellos
aspectos de su mundo interior que le llevaron a alejarse de su propia
naturalidad.
La vida que sentimos como nuestra, la que nos mueve y late como
propia, es un regalo y no una posesión.
Aquellas personas que sienten su vida como una propiedad, tienden,
consciente e inconsciente, a apropiarse de la vida de los demás. Por otro lado,
aquellas personas que no valoran lo suficiente el don y el regalo de la vida
que les mueve, suelen ser las que ceden, venden o regalan su vida a aquellas
personas inseguras que la compran, la absorben o la acumulan.
Tanto para los que la convierten en una adquisición, como para
quienes no la valoran, lo primero que la vida les pone enfrente antes de
recuperar su naturalidad primigenia, es recuperar el equilibrio.
Este es el caso de un chico que contactó conmigo ante su debilidad
de salud tras un año de convivencia con su pareja.
Una vez recibí los datos que le solicité, lo primero que pude
observar en la distribución de la vivienda y en la forma en la que estaba
decorada, era una tendencia al control en el área vital de las relaciones.
Por las respuestas a la encuesta que le envié, me contaba que
estaba comenzando a somatizar la tensión interna que le producía el control
inconsciente al que se sentía sometido por parte de su pareja.
El chico me pidió las indicaciones a llevar a cabo en la zona de la
vivienda en cuestión para liberarse del control, pero antes sentí que lo
correcto para él era que debía comprender su limitación.
Hablamos sobre relaciones de control y sobre relaciones de amor.
La suya contenía muchos más puntos de amor que de control, pero el
poco control que contenía, dinamitaba su apertura en el amor.
Antes de darle las indicaciones que me pedía, le recomendé tomar
consciencia de su vida interior; de su vibración, de su energía y de su calor.
Una vez sentida y reconocida, le pedí que la valorase y, con esa
consciencia de valor, tratase de observar durante unos días, la evolución de la
convivencia.
Para su sorpresa, la primera noche, su pareja se le acercó en el
sofá y le confesó su tendencia al control y su deseo de mejorar su apertura de
corazón.
El chico, casi sin creerlo, le pudo dar las pautas que tanto su
corazón como su vida, sentían necesarias. Por lo que me contó, la chica lo
comprendió y obró en consecuencia.
A las dos semanas, me llamó para contarme los cambios que habían
realizado en la zona.
Eran todos perfectos.
Si yo le hubiese dado todas las pautas, además de haber focalizado
el éxito fuera de él, no hubiese conectado con el valor de su vida.
La vida sólo desea ser vivida.
Puedes desperdiciar su fuerza, puedes temer compartirla y por ello
tratar de adueñarte de otras vidas, pero una vez la pones al servicio de la
Vida en general, ella, por sí misma, te muestra que su mayor expresión, se
encuentra en el amor y en la libertad de ser.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
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