Carl Gustav Jung era
notorio por ser más “liberal” en su psicología que su amigo Freud. Pero lo que
es menos conocido, es que Jung era mucho más un alquimista y gnóstico, que
un psicoterapeuta.
La librería de Watkins en
Londres fue fundada en 1891 por John Watkins, y sigue siendo a la fecha la
mejor librería hermética de la ciudad. Uno de sus más notables visitantes era
Jung. Watkins después se convirtió en el editor de Jung, sacando al mercado la
edición 1925 de “Sermones ad Mortuos”.
Para un bien conocido
psiquiatra, el elegir una librería de hermetismo como su publicador puede
parecer raro y, de hecho, lo es. El texto es supuestamente
de Basilides de Alejandría y es un texto gnóstico. La razón por
la cual Watkins fue elegido como publicador se vuelve clara cuando conocemos
que Jung había recibido este documento mediante escritura automática, algo que
la mayoría de los psiquiatras hubiera catalogado de alucinación… pero no Jung.
Freud y Jung eran considerados
como claves al definir la psicoterapia. Originalmente trabajaron juntos, pero
Jung se separó de Freud en 1911. Jung sentía que la psicoterapia era muy
limitada. Tenía “guías espirituales”. Uno de ellos se llamaba Filemón.
Jung solía decir que “Filemón y otras figuras de mis fantasías trajeron el
conocimiento esencial de que hay cosas en mi psique que yo no produzco, pero
que parecieran tener vida propia por su cuenta. Filemón representaba una fuerza
que no era yo mismo. En mis fantasías, yo tenía conversaciones con él; y él
decía cosas que yo no había siquiera había pensado conscientemente.
Psicológicamente, Filemón representaba un conocimiento superior”.
Para muchos, Filemón
podría haber sido un elemento de la imaginación de Jung, o evidencia de un
desequilibrio mental, pero Jung sentía que era real, aunque muerto. Y que, de
alguna forma, le hablaba a la mente de Jung. Por tanto, Jung sintió que no
estaba loco, sino que Filemón era una fuente de información legítima y él
estaba recibiendo información de una fuente afuera de su cabeza, que no existía
en ésta realidad física. Esto inició su teoría del inconsciente colectivo, un
tipo de librería que contiene todo lo sabido, los arquetipos, los principios
activos que interactúan entre ésa dimensión y la nuestra.
Jung tuvo una fascinación
por Nietzsche toda su vida, pero se distanció al temer que terminara sufriendo
el mismo destino: Nietzsche se volvió totalmente loco. Pero más de 15 años
después, Jung mencionó a un Anciano Indio muy sabio que le había dicho
que las experiencias de Jung eran idénticas a las de muchos místicos. En
ese caso, su “guía espiritual” había sido un enviado de los Vedas que había
muerto hacía cientos de años. En lugar de sorprenderse, Jung sintió que había
entrado en los mismos zapatos de los sacerdotes antiguos y otros que habían
“experimentado la divinidad”.
En 1916, Jung recibió la
ayuda más documentada de sus “contactos”: “Los 7 sermones a los muertos”, escrito
por Basilides en Alejandría y trascrito por Carl Gustav Jung. Este indicó
que el inicio de la escritura de éste libro fue idéntica a una experiencia de
posesión. “Fue entonces que mi casa empezó a parecer embrujada. Mi hija
vio una figura blanca pasar por la recámara. Mi otra hija dijo que le quitaban
la cobija en la noche. Y mi hijo tenía sueños con mucha ansiedad. Tocaban la puerta
y al abrir no había nadie”.
Con tanta locura pasando
en su casa, Jung sintió que tenía que hacer algo. El gritó: “por Dios, ¿qué
está pasando?” y dice que luego le gritaron en coro:”hemos venido desde
Jerusalén, donde no encontramos lo que estábamos buscando”. En las siguientes
tres noches, el libro fue escrito; y a medida que empezó a escribirlo, la
atmósfera de la casa se fue relajando, el grupo de entidades se fue
desvaneciendo y el embrujamiento fue disipándose.
Basilides, la entidad
canalizada por Jung, fue una persona real, nacida en Siria, considerado como el
padre de los gnósticos, que enseñaba en Alejandría durante los años
133-155 DC.
La biblioteca de
Alejandría era la central de información gnóstica por excelencia, y estaba
sumergida en la idolatría. No es de extrañar que una entidad se presente como
maestro que enseñaba las ciencias ocultas en esos tiempos, y desea revivirlos y
retransmitirlos a las generaciones actuales. Hay películas (de Hollywood
obviamente) que retratan a los Cristianos de ésa época como intolerantes y
responsables de la quema de la librería, cuando en realidad fue quemada por los
Romanos, y no solo se quemó una vez sino varias veces y por diferentes razones.
Mis controladores me trajeron con sincronías una película sobre el tema, y
varios artículos sobre esa librería. Al parecer la agenda de los canalizadores
actuales es traer de nuevo todos esos conocimientos a éstas generaciones.
Esto de los incendios de
libros esotéricos me pone a pensar el momento en que personalmente quemé
todos mis libros de esoterismo y nueva era, ya que ni pensaba seguirlos
leyendo, ni podía dejar que otros los leyeran y quedaran programados
mentalmente. Lo que para los gnósticos es intolerancia, ahora entiendo que es
protección. Los caídos se lamentan amargamente haber perdido tiempo cuando todo
su conocimiento inútil y orientado a usar a la humanidad como hospedero se
perdía una y otra vez, sin embargo han seguido la misma estrategia usando a
canalizadores, como lo vemos actualmente, para revivir sus engaños y el
conocimiento del hermetismo.
Mientras que la mayoría
del material canalizado no llega tan lejos, el texto de Jung ha sido
considerado como “un texto clave en la psicología”. El texto es intrigante. Por
un lado, este ser se refiere al nombre Abraxas para describir al ser supremo
que generó la mente y otros poderes mentales.
Es claro que ésta
experiencia paranormal creó el marco en el cual su trabajo sobre el
inconsciente colectivo pudiera tomar un lugar preeminente. Jung lo describió
como: “el inconsciente colectivo es común a todo: es el fundamento de lo que
los antiguos llamaron la simpatía hacia todas las cosas. Es a través del
inconsciente colectivo que la información sobre cierto lugar y fecha puede ser
transferida a la mente individual. Todas esas conversaciones con los muertos
formaron un tipo de preludio de lo que quiero comunicar sobre el mundo del
inconsciente… todos mis trabajos, toda mi creatividad vienen de esas “fantasías”
iniciales y sueños que empezaron en 1912, hace casi 50 años. Todo lo que he
logrado en la vida estaba contenido en eso”.
En agosto de 1912, Jung
le había enviado una carta a Freud diciendo que tenía la intuición de
que la sabiduría y el conocimiento de tipo femenino de los gnósticos,
simbólicamente llamada “Sofía” (la diosa), estaba destinada a re-entrar a la
cultura occidental a través de la psicología. Jung había conseguido una de
las pocas copias traducidas del “Pistis Sophia”, y apreciaba tanto este
material que buscó al traductor en Londres, para darle su más grande expresión
de gratitud por la traducción.
Subsecuentemente, Jung
comentó que cuando se encontró con los escritos antiguos de los gnósticos,
sintió que ellos eran un círculo de amigos que lo entendían. Desde ese momento,
Jung se dedicó al gnosticismo por el resto de su vida.
El éxito de materiales
como “Sangre Santa”, “Santo Grial”, la “Revelación Templaria” y “El Código Da
Vinci”, los cuales se basan en la diosa, en la divina feminidad, y con
frecuencia basados en el Pistis Sophia también, demuestra que Jung predijo con
certeza el “regreso del sagrado femenino” (es decir, el regreso de la Diosa).
Filemón y Basilides eran
solo dos de los “guías espirituales” que estaban en contacto con Jung. Otro de
los guías listados por él se llamaba “Salomé”. En 1926, Jung tuvo un sueño
lúcido donde se sintió transportado al siglo 17 y se vio a sí mismo como
alquimista, enfocado en el “gran trabajo” (brujería… y falsas visiones de
supuestas vidas pasadas, como parte de la programación mental). Jung sintió que
la alquimia era la conexión entre el mundo antiguo de los gnósticos y la era
moderna, la cual vería el regreso de “Sofía” (la diosa).
En los siguientes años,
Jung siguió teniendo sueños lúcidos donde se encontró en casas antiguas rodeado
de códigos de alquimia y mucha belleza y misterio. Inspirado por lo sueños,
Jung empezó a amasar una colección de arte y de trabajos de alquimia. Su
trabajo culminó con su obra maestra en 1944, titulada Psicología y Alquimia.
Jung creía que el cosmos
contenía la luz divina de la vida, pero que estaba atrapada en una trampa
mecánica, presidida por un demiurgo: Lucifer, el portador de la luz (a
diferencia de los neo-gnósticos, para Jung el demiurgo era Lucifer mismo, el
portador de la luz quien tenía a las almas atrapadas y, al menos en ese
sentido, no se había equivocado). Según Jung, Lucifer contenía la luz dentro de
esta realidad hasta que viniera el momento de ser liberada.
Jung siempre dejó claro
que su teoría no era algo nuevo, que se parecía a la doctrina de los Cataros y
que él solo estaba reviviendo la gnosis hermética y la búsqueda de la alquimia.
También decía que sus libros permitían una mejor comprensión de las relaciones
hombre-mujer y temas como el amor. Es cierto que Jung dejó a Freud mucho
atrás. La unión de los opuestos, y el regreso a cierto tipo de
androginidad, que es el enfoque de los alquimistas, así como negar la batalla
entre el bien y el mal, fueron clave en el trabajo de Jung.
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Enviado por: Alberto Chessa
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