1.-
Bifurcaciones y fractales
Antes de comenzar este espinoso tema, quisiera que examinarais el
siguiente diagrama
anterior.
Lo
siento por lo que sois de letras, pero es la forma más gráfica de explicar lo
que pretendo. No sé si lo conseguiré.
Este
es el gráfico que describe la ecuación de una función logística del tipo X t+1= C · Xt (1-Xt), donde se
realizan para cada valor de X y cada incremento de “t”, (unidad de tiempo) cincuenta
iteraciones, de modo que la hoja Excel se ve como una tabla 50x201 celdas (201
unidades de tiempo “t”). A cada incremento de X, el valor de C se incrementa en
0,01. Variamos el valor de “C” entre 2,01, 2,02, 2,03, … hasta 4 para cincuenta
funciones. Hasta t=50, (en abscisas) el comportamiento es básicamente el mismo.
A partir de t=50 comienzan a experimentarse bifurcaciones, es decir, un
comportamiento impredecible, así hasta el valor de la iteración t=201, en la
que la amplitud de posibilidades es prácticamente inimaginable.
Este es un ejemplo matemático de cómo el
futuro, por muy evidente que sea el devenir de los acontecimientos, siempre se
pueden producir acontecimientos impredecibles, que nadie podría imaginar ante
los que el sistema (biológico, social, económico, físico) puede que presente
una altísima sensibilidad a mínimos cambios de insospechadas variables, de modo
que resulta imposible predecir el comportamiento futuro.
El diagrama presenta la evolución de
cincuenta posibles futuros (desde tiempo=1 a tiempo=201) y, resulta que ninguno
es igual a otro, aunque en determinadas secuencias de tiempo, parece que se
comportan de modo similar (hasta t=50); y dos ramas desde t=117 hasta 144) y, a
partir de este valor hasta 201, la locura, infinitas posibilidades.
Esto es lo que trata de explicar la
teoría del caos, que no estudia el desorden (aunque eso parezca a ojos del
espectador), sino la incertidumbre y la impredecibilidad. Los fractales y
atractores caóticos son figuras matemáticas que abordan esta cuestión, en la
que no vamos a entrar. Tan sólo sirva este ejemplo, perfectamente aplicable a
la vida humana y a la naturaleza, para ser conscientes de que por muchos
conocimientos que podamos tener y por muchos modelos de simulación que podamos
hacer, siempre serán modelos reduccionistas con muchas variables, si se quiere,
pero que ni de lejos llegarán a ser ni el 1% de las miles o millones de
variables que afectan a la vida humana. Es como la historia del reloj de
Einstein, que pretendemos conocer su maquinaria deduciéndola del comportamiento
que podemos ver en las manecillas de la esfera. Pues estamos ante un reloj
social infinitamente más complicado que el de un reloj mecánico.
Así pues, con este panorama de
incertidumbre matemática, sumada a la incertidumbre que imprime el
comportamiento de los sistemas 4.0 de la Humanidad, que hemos estado examinando
en las anteriores entregas, que es el que desde el libro “Consciencia y
Sociedad distópica” se ha querido abordar y hacer ver; hablar del futuro de la
vida humana, ni siquiera a corto o medio plazo, es seguro, pues más acertarán
las cartas del Tarot que las previsiones de los mayores expertos en
prospectiva. Con lo cual, más que hablar del futuro de la vida humana,
apostándolo a una carta, es decir a lo más previsible, vamos a abordar algo que
creo que es bastante más sensato, que es la “simulación de escenarios”, es
decir, plantearnos un conjunto de escenarios posibles en los que la Humanidad
se puede dirigir en un horizonte temporal suficientemente próximo como para que
lo puedan ver nuestros hijos y nietos pero lo suficientemente lejano, como para
que las variables que afectan la vida humana día a día, no tengan especial
relevancia, salvo ante las que el Sistema tenga tan descomunal sensibilidad,
como para que “el batir de las alas de una mariposa provoque que llueva en
Nueva York”, es decir, provoque una bifurcación con destinos diametralmente
opuestos.
Sólo para ver cómo hemos ido
experimentando una cura de humildad histórica, quiero hacer referencia de un
libro de Adrian Berry (4º vizconde de Camrose y periodista, 1937-2016), que se
publicó en 1973, “Los próximos diez mil años”, un texto de futurología,
fruto de una época en la que la euforia tecnológica y económica parecía no
tener límite y el autor, aún reconociendo que se había pasado siete pueblos con
el horizonte temporal, no parecía temblarle el pulso literario al afirmar las
excelencias de una humanidad altamente tecnificada y absolutamente
desarrollada. Escribir una obra así sería ridículo ahora, pero ya digo, refleja
cómo en los años anteriores a la primera gran crisis del petróleo, el mundo
brindaba con champán francés el glorioso y deslumbrante futuro que nos
esperaba. El 1995 escribió “Los próximos 500 años”, en el que supongo, se
le bajaron los humos y moderó su gran visión tecnológicamente beatífica sobre
la Humanidad. Este no lo he leído todavía. Habrá que echarle un vistazo.
2.- Simulación de escenarios
Esta técnica no requiere de modelos
matemáticos, en principio, sino de estudios prospectivos a largo plazo, donde
lo que se estudian son un conjunto de series temporales que, proyectadas en el
futuro, apuntan a una tendencia a largo plazo, si las condiciones sobre las que
se han generado los datos históricos se mantienen. Cuando se hace esto, los
zorros viejos desmontan el planteamiento, justamente porque son conscientes de
las continuas bifurcaciones que esas variables experimentan y, sobre todo,
porque, como diría Einstein, cada gran variable encierra en su comportamiento
miles de variables ocultas que en el día a día se traducen en los detalles,
justamente donde el diablo actúa para fastidiarla. Y son esos detalles, que
provocan pequeñas e imperceptibles bifurcaciones, los que disparan
comportamientos ligeramente exponenciales que alcanzan el umbral de
sobrepasamiento, a partir del cual, el comportamiento caótico está asegurado.
Así que el futurólogo tiene que hacer un mix entre las grandes tendencias y el
comportamiento detallado, para hacer una componenda creíble. Casi nunca lo
consigue. Hace modelos que luego tiene que explicar por qué no han funcionado.
Así que, siendo conscientes de que al
simular escenarios estamos haciendo toreo de salón, vamos a exponer tres
escenarios posibles, el bueno, el malo y el regular.
El
escenario malo
Es el escenario distópico, es decir, en
el que desembocaría esta Humanidad distópica y 4.0 que hemos descrito. Es
decir, si proyectamos las tendencias actuales hacia el futuro, con la que está
cayendo, que decimos, vamos directos a “un mundo feliz”, controlado por una
élite mundial de comportamiento dictatorial, en la que una minoría alfa
controlará todos los hilos de vida humana, con apoyo cada vez mayor de la Inteligencia
Artificial. Un transhumanismo desbocado que convertirá al hombre posthumano en
un híbrido, tanto físico como intelectual, con una longevidad cada vez mayor
(superando el hasta ahora límite vital de 120 años), pero constreñido a los
líderes del staff humano “alfa”. El resto de los seres humanos no gozará de
esas posibilidades, llegando a los “épsilon”, que será la mayoría de los seres
humanos convertidos en nuevos esclavos integrales y digitales. Yuval Harari no
ve este futuro de claro imperio tecnológico, del todo mal en su libro “Homo
Deus”, incluso lo ve factible y, si no cometemos estupideces, hasta lo ve
deseable.
A todo ello, hasta que ese escenario
llegue, habrá un conflicto permanente en el triángulo formado por Estados
Unidos, China y Europa, (con el permiso de Rusia y de India) que nadie sabe
cómo puede desarrollarse. Hay que ser conscientes de que Estados Unidos, desde
que nació como país, jamás ha jugado un papel secundario en el ajedrez mundial
y, ahora está amenazado seriamente por China cuyo PIB desde el año 2000 ha
crecido diez veces, de 1 billón a 11 billones de dólares. Nadie antes ha
conseguido esto, demostrando cómo un régimen férreamente dictatorial consigue
crecimientos mucho mayores que los regímenes democráticos, por cierto, gran
tentación para la Élite y su NOM.
Y no olvidemos la guerra a muerte actual
entre la Casablanca y el Deep State que, según diversas fuentes, la forman, a
parte de la Élite, dos millones de personas armadas hasta los dientes y que
están dispuestas a todo con tal de que Trump no revalide su mandato.
En resumen, este es el escenario
distópico que requiere una capacidad tecnológica de crecimiento tecnológico
astronómico para vencer el pesimismo malthusiano y también de un férreo control
de la población con leyes pro-aborto y pro-eutanasia, capaz de provocar grandes
mortandades (que parezcan una pandemia), sobre todo en países del Tercer mundo.
Y, por último, la lucha contra las
grandes migraciones de países pobres a los ricos, necesariamente han de ser
controladas, a riesgo de que el mil por uno de pobres invada sin remedio a los
países ricos. Y esto, la Élite, de ninguna forma puede consentirlo.
En resumen, el escenario malo es la
persistencia indefinida del actual MODELO 1 del mundo, durante el tiempo que
las leyes sistémicas lo permitan, con un final nada deseable, la Sexta Gran
Extinción (incluida la Humanidad en el manifiesto).
El
escenario bueno
Imaginémonos aquí un escenario en el que la
Era de Acuario no sea un simple desiderátum de la gente de buena voluntad o de
los frikis de la New Age, sino que, realmente, la fe de Gandhi en la Humanidad
sea cierta y el amor termine sobreabundando al odio y poco a poco, la buena
voluntad de las gentes se vaya imponiendo a la infamia de la actual clase
política y económica que gobierna este mundo.
Sin pecar de fantasiosos, hemos de
confiar en la iniciativa civil, en los movimientos sociales y en algo muy
importante, en el paulatino crecimiento espiritual de las gentes. Aquí, hasta
una ciencia tan racional como la Teoría de Sistemas tiene que echar mano de la
espiritualidad, como el autor (José A. Delgado) explica en el capítulo VIII-Espiritualidad,
porque…
Es absolutamente necesario romper,
destruir, aniquilar, eliminar el impenetrable muro que ha separado el mundo
racional y material del espiritual.
Un muro que ha separado la mente humana
de sí misma, su propia alma. Un muro que ha provocado una esquizofrenia en
todos nosotros, de tal calibre, que el mundo religioso, arrinconado lentamente
hacia el entorno de los curas, las monjas y algún que otro feligrés de misa
diaria, ha quedado fuera de lo que se ha calificado como el comportamiento
normal de la gente para resolver los asuntos de la vida diaria.
Hemos dejado que Marta (la mente concreta
y racional que explicaba en el capítulo de Espiritualidad), arrincone a María
(el alma espiritual) a simples rutinas religiosas, la misa de los domingos, un
rosario, unos rezos cara a La Meca o un rato de “Om”, de meditación
trascendental.
Y las instituciones religiosas no han
ayudado en absoluto a derribar ese muro. Primero, porque entre ellas han vivido
separadas con doctrinas mutuamente excluyentes, separando al mundo con un mismo
Dios; y separando a cada persona su espiritualidad de su racionalidad, como si
fueran aspectos diferentes, cajones independientes que parece como si no
pudieran estar abiertos los dos a la vez. Es lo de que “no se puede fumar
mientras se reza”, que diría el obispo al monje, cuando realmente sí “se puede rezar
mientras se fuma” que le respondiera éste a aquel, que es lo mismo que decir
que, mientras que vivimos nuestra vida diaria, debemos aprender a introducir a
la divinidad en la ecuación que rige nuestra vida.
¿Y esto por qué? No es para darle gusto
al cura de la parroquia, ni para imponerle al ateo una obligación inasumible
para alguien que no cree en Dios, sino porque simplemente, vivir la
espiritualidad supone que mente y alma sean una, que Marta y María trabajen
juntas, que la racionalidad y la intuición espiritual alimenten todos nuestros
actos y así de paso, sepamos cumplir las leyes sistémicas que han regido la
Naturaleza desde el origen, desde el Big bang.
Cuando en la entrega 20 empezábamos a
estudiar el comportamiento del ser humano desde una perspectiva sistémica,
veíamos cómo con el surgir de la inteligencia, del telencéfalo, apareció la
“intencionalidad” como variable que podía alterar el comportamiento inercial de
los seres vivos, y del ser humano en concreto. Como así ha sido. También hemos
visto cómo desde los arcanos tiempos de Atlántida que desaparecieron con lo que
se ha calificado como Diluvio Universal, la quinta generación naciente de aquel
cambio de ciclo, ha ido experimentando un incremento de lo etéreo o una
disminución progresiva de la densidad, o lo que es lo mismo, un crecimiento
espiritual muy importante, con la aparición de la filosofía oriental y
occidental, con los sistemas de pensamiento espiritual de los vedas, de las
grandes corrientes lideradas por los grandes hombres, Buda, Confucio, Lao Tse,
Moisés, Isaías, Sócrates, Platón, Aristóteles, Mahoma y finalmente Jesús de
Nazareth.
Es decir, en treinta siglos de historia,
la Humanidad ha ido desarrollando los sistemas de pensamientos necesarios y
suficientes como para poder dar el paso a una nueva generación, a una nueva
raza raíz. Es decir, a pesar de que el mal sigue existiendo y dominando el
escenario mundial, la Humanidad en su conjunto, desde Oriente a Occidente,
desde el Norte al Sur, dispone ya de la visión sistémica de la vida que le
permita regresar a la Casa del Padre.
“Todo está cumplido”, que diría Jesús de
Nazareth al morir en la cruz. Ya tenemos un lugar en el Paraíso… si queremos.
Así que el escenario bueno es lo que
veremos en las próximas y últimas entregas de esta serie, como MODELO 2 del
mundo, o algo parecido al escenario de la Sexta Humanidad, de la sexta raza
raíz o, Humanidad 5.0, siguiendo la secuencia de revoluciones que hemos
estudiado.
Escenario
intermedio o regular
Este
escenario no es ni el bueno ni el malo, sino todo lo contrario. Un escenario de
tránsito entre el MODELO 1 y el MODELO 2, donde se producirá una “sin par, desigual y jamás imaginada batalla”,
que diría el genial Don Quijote de la Mancha, entre la vieja humanidad
capitaneada por la actual clase política y económica y todo el mundo que
pretenda alinearse con ella, y la nueva Humanidad que sabemos, está surgiendo a
ritmo crecientemente acelerado.
Los
que nos ha dado por explorar el campo de la espiritualidad y no nos hemos
encapsulado en los muros de una determinada religión, sino que estamos abiertos
a abrazar a cualquiera que se identifique con la Divina Realidad que nos
envuelve y nos rodea, nos damos cuenta de que los nuevos movimientos
espirituales están creciendo de una forma imparable (lo que escuece y mucho a
las instituciones religiosas). Y han de continuar su desarrollo y expansión.
Pero
ciertamente esta corriente espiritual no es homogénea ni se dirigen todas
ellas, todas sus manifestaciones, exactamente al mismo destino, pero admitiendo
un amplio abanico de modalidades, en general todas apuntan a ir al menos, en
contra de las tendencias 4.0, las que terminarán dibujando prácticamente ya, el
escenario malo, que es la continuidad del MODELO 1 del Mundo.
De
este modo, igual que hacíamos varias veces referencia al “Punto de
Singularidad” de Von Newman, por el que la Inteligencia Artificial superará a
la inteligencia humana, pudiendo entonces asumir la IA el futuro de la vida
humana, tenemos que pensar que necesariamente tiene que existir otro “Punto de
Singularidad”, por el que la Inteligencia Espiritual supere a la Inteligencia
exclusivamente Racional.
Este
es el principal desafío con el que se encuentra la Humanidad, lo digo en serio,
porque él va a suponer un crucial punto de bifurcación, como veíamos al
principio, a partir del cual, la Humanidad se dirigirá hacia el escenario malo
(persistencia del MODELO 1) o al bueno (MODELO 2).
Que
podamos alcanzar o no ese Punto de Singularidad Espiritual es la diferencia
entre el triunfo del MODELO 1 o la implantación del nuevo MODELO 2. Y llegar o
no a ese punto, va a suponer una encarnizada lucha, donde cualquier previsión
de hacia dónde se va a dirigir la vida humana en los próximos cincuenta años,
es un absoluto misterio, aunque las tradiciones espirituales desde antiguo
catalogan este periodo de la Historia como el Apocalipsis, o los tiempos de la
Gran Tribulación.
En
realidad, este es el escenario que nos toca vivir ahora, y puede que dure
décadas, donde la Nueva Humanidad está experimentando dolores de parto y donde
todo puede suceder.
Y
aquí le dejo paso a los politólogos, analistas sociales y científicos, para que
sean ellos, que tienen estudios, los que hagan apuestas sobre lo que va a
suceder, que este pobre autor, no se atreve a abrir la boca en predicciones a
corto-medio, pues, como diría Marck Twain, “más
vale no abrir la boca y parecer tonto, que hablar y despejar la duda”.
3.- Cánticos de la
lejana Tierra
Es
el título de una novela atípica de Arthur Clarke, publicada en 1986, cuyo
argumento es la visita de la nave interestelar “Magallanes”, procedente de la
Tierra, con un millón de seres humanos hibernados, para colonizar un planeta
destino, pero antes, tras tres siglos de viaje, consumido el escudo físico de
hielo de la nave y el Hidrógeno de fusión, debían repostar agua en Thalassa, un
planeta básicamente oceánico poblado por seres humanos que llegaron allí en
estado cromosómico y allí se gestaron, nacieron, crecieron y se desarrollaron forjando
una sociedad idílica, sin los errores pretéritos de la Humanidad, entre los que
se habían erradicado los errores de las creencias religiosas, origen para
Clarke de todos o gran parte de los conflictos humanos.
El
título es sugerente, “Cánticos de la lejana Tierra”, por cierto, título
también de una obra musical de Mike Oldfield, el autor de “Tubular bells”.
Pongo
este ejemplo de novela de ciencia ficción, para ver cómo se imaginan los
autores de este género literario, el futuro de la Humanidad, tantos futuros
como autores han escrito obras de este tipo, pero todos coinciden en futuros
distópicos, si se conservan las causas del comportamiento distópico del ser
humano. Clarke creía que, justamente la religión, está dentro de las distopías
a eliminar.
El
asunto de la religión como camino a la utopía o a la distopía es un tema serio,
pues es motivo no sólo de debate sino de enfrentamiento social. Mucha gente de
innegable alto cociente intelectual ha visto como el predominio social de lo
religioso ha supuesto en no pocos periodos de la Historia, una fuente de
conflictos y de enfrentamientos. Ciertamente, en aquellos momentos en los que
la religión (mejor dicho, las organizaciones religiosas) ha sido el primer
poder social, la imposición por la fuerza del pensamiento único religioso ha
llevado a muchísima gente a guerras, a la hoguera y al martirio. El hecho de
que en Estados Unidos el reconocimiento fuera de la Constitución de la fe
religiosa con ese conocido lema “in God we trust” (en Dios confiamos) que
resalta nada menos que en los billetes de dólar, ha hecho de ese país un pueblo
significativamente puritano y encorsetado en el pensamiento religioso. De
hecho, una costumbre muy arraigada allí es el “National prayer breakfast”
(desayuno nacional de oración), que desde 1953 se celebra con una masiva
asistencia de los principales personajes de la vida pública, incluido el POTUS
(el Presidente), en el hotel Washington Hilton. Es un día al año de observancia que se celebra el primer
jueves de febrero, designado por el Congreso de los Estados Unidos, cuando se
le pide a la gente "que se vuelva a Dios en oración y meditación".
Curiosa mezcla de poder político y religioso.
El filósofo
Bertran Russell se reveló contra este, en el fondo, puritanismo religioso y
escribió bastantes artículos denunciando esta imposición que no se alejaba,
según él, en nada de los regímenes dictatoriales de pensamiento único.
Finalmente, Paul Edwards compiló sus escritos al respecto en 1956 en un libro
titulado “Why I`m not Christian” (por qué no soy cristiano), donde los
reúne para denunciar ese componente dictatorial y represivo que la religión
impone en sociedades como la norteamericana y, por qué no decirlo, la
británica, donde Su Majestad es la líder de la Iglesia Anglicana, separada de
Roma, por el asunto de faldas de Enrique VIII.
Sin incidir mucho
más en este espinoso asunto, lo que sí es cierto es que, en el futuro próximo,
lo que quede de espiritualidad en el ser humano, como para levantar la nueva
Sociedad, la nueva Humanidad, no se puede basar en los principios que han
regido el pensamiento religioso hasta ahora y, sobre todo, no se puede basar en
la forma de comportamiento de las instituciones y organizaciones religiosas
hasta la fecha. O, dicho de otra forma, que San Malaquías anuncie, según su
lista de papas que, el actual Papa Francisco es el último de los papas, Pedro
el Romano, puede que sea un gran alivio para la supervivencia futura de la
espiritualidad, y del propio mensaje y de la Comunidad de Jesús, de Confucio,
de Lao tse, incluso de Mahoma. Hablamos, y es lo que argumento en el Capítulo
VIII.- Espiritualidad, que el futuro de la espiritualidad será la relación
directa del ser humano con Dios, la mística, la espiritualidad profunda, de
donde surgen todas las virtudes del ser humano, sin intermediarios. Pero eso
supone una madurez humana, mental y espiritual de la que ahora no disfrutamos.
Las organizaciones religiosas tienen que erradicar, que dejar de ser órganos de
poder social y político en competencia con los demás núcleos de poder. Tienen
que eliminar la cizaña que las ha contaminado y sigue contaminando y, con ello,
dejar de ser descomunales focos de escándalo para las gentes sencillas. No sé
cómo lo van a hacer, pero es claro que con la apariencia de poder y dominación
de las conciencias de las gentes que ostentan las organizaciones religiosas, no
pueden entrar a formar parte del MODELO 2 del mundo. Tienen que dejar que esa
cizaña que las prostituyen sea arrojada al fuego para siempre.
Así que, de alguna
forma, las posturas de pensadores como Russell o Clarke, lo siento, pero tienen
todo el sentido del mundo. Y lo reconozco yo, que soy católico comprometido,
pero reconozco que la Nueva Humanidad tiene que superar todo lo que de cizaña
tienen contaminadas a las religiones; ya lo advirtió Jesús de Nazareth, para
poder entrar en una espiritualidad universal, donde las barreras que las religiones
han levantado con un mismo Dios queden totalmente aniquiladas. Y todo esto
quede como débiles recuerdos, tenues cánticos de una lejana Tierra en el tiempo
y en el espacio.
Y
luego queda la más que probable intervención de civilizaciones extraterrestres,
de lo que no he querido hablar, para no enredar más todo este asunto. Pero ahí
están; en realidad han estado siempre. Y porque realmente, no sabría qué decir
al respecto, pero sí que, cuando finalmente se manifiesten a la Humanidad,
provocarán en las gentes un impacto social y emocional como nunca antes en la
Historia.
A
medida que nos adentramos en el futuro es en la medida en que nos alejamos del
mundo tal y como le hemos conocido. Esto ha sucedido siempre a lo largo de la
Historia. La Tierra del Siglo XX y, no digamos la de siglos anteriores, empieza
a estar tan lejos de nosotros que ya, para los milenials no es ni recuerdo
porque han nacido después de aquello. Pero la vida que nos espera es un viaje hacia
lo desconocido donde cada vez serán y sonarán más lejanos los cánticos de la
lejana Tierra en la que una vez vivimos en un lejano tiempo y acaso en un
lejano espacio (Sistema Solar) y, que estamos abandonando para siempre. Y hemos
de ser conscientes de ello.
Sin
ir más lejos, el mundo que vemos en las actuales series de TV y en el cine, rodadas
antes de la pandemia, es ya un mundo que “ya no existe”, que esta pandemia
simplemente ha borrado y eliminado. El mundo que vivimos ahora es simplemente
otro, basado en un súbito cambio de paradigma que está provocando un antes y un
después y, al que nos vamos que tener que adaptar para poder sobrevivir.
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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes
entregas de Visión
sistémica del mundo se
realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad
Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada
sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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